Capítulo 08
* * *
El lunes por la mañana abro los ojos antes de que suene el despertador, me quedo quieta mirando el techo, aunque mi cabeza está en otro mundo. Desde que Oliver me dejó frente a mi casa el pasado sábado, no he parado de pensar en lo mismo, en lo que dijo.
«¿Cuántas cosas te has perdido por temor?»
La respuesta me haría ver patética, incluso me aterra quemarme con el café caliente, es algo que no puedo controlar. Sin embargo, es cansado, es agotador no hacer las cosas que de verdad quiero hacer por una vez en la vida.
«Nunca tengas miedo de intentarlo»
También dijo eso, y yo me pregunto, ¿por qué no lo intento? ¿Por qué no me levanto de esta cama y hago algo distinto? Algo que siempre he querido hacer, pero que se supone no debería hacerlo, ¿por qué diablos no? ¿Quién demonios ha dictado la regla de que debo ser perfecta y ejemplar? ¿Mi madre? ¿Mis amigas? ¿Liam? ¿Yo? ¡Al carajo! ¡Que todo el mundo se vaya a la mierda!
Me levanto de golpe con esta nueva idea en la mente, quito la alarma del despertador antes de que suene. Me tardo veinte minutos en la ducha, me sumerjo en el armario aún con la toalla protegiendo mi cuerpo, busco algo distinto, no los colores de la temporada ni los que hacen resaltar mis ojos, solo algo que me guste y me haga sentir segura.
Encuentro una falda tubo negra que me llega a medio muslo, tiene dos cierres plateados en el lado derecho. Recuerdo que papá me la compró cuando fue de viaje a París el año pasado, por supuesto que mi madre me prohibió usarla, dijo: «es horrible, parece cuero, vas a parecer una de esas chicas Punk drogadictas», tuve que ocultarla en mi armario para que no la arrojara a la basura. Lou es una persona dominante y prejuiciosa.
Selecciono un suéter gris con mangas tres cuartos, tiene un estampado precioso, la silueta de la Torre Eiffel; tampoco es la prenda predilecta de mamá, odia el negro. Frente al espejo, me tomo mi tiempo para analizar mi rostro, por lo regular hago un maquillaje conservador, tonos cafés y rosas, pero esta vez no quiero eso. Solo delineo mis ojos, trazo una línea gorda de color negro, también marco la línea de agua.
Me seco el cabello y reviso la hora, es muy temprano todavía, es perfecto porque no quiero que mi madre me vea. Salgo de mi habitación con cautela, paso frente a su recámara, sigue en la cama. Bajo las escaleras de puntitas, es un infierno no hacer ruido cuando estoy usando botas.
Me siento segura en la planta baja, papá está sentado en el antecomedor de la cocina, alza la mirada y sonríe detrás de su cuchara.
—Tu madre se va a volver loca cuando te vea usando esa falda.
—No me la quitaré —respondo, al tiempo que me dirijo al refrigerador. Hay una hoja con las instrucciones de la dieta que mamá y yo seguimos, hoy debemos desayunar una taza de avena y medio vaso de jugo. Si mamá no necesita una dieta porque es bellísima, mucho menos yo.
—No te pedí que lo hicieras.
Sonrío ampliamente por su comentario mientras sirvo leche en un tazón hondo, me siento a un lado de mi padre y agarro su cereal.
—¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hija? —Me señala con el cubierto. Giro los ojos, pero no borro la sonrisa de mi boca—. Estás feliz hoy, ¿eh?
—Estoy intentando algo diferente, ¿alguna vez te has despertado con las ganas de hacer cambios? Hoy fue uno de esos días. —Los Reese's Puff se sumergen en la leche, recuerdo que comía esto cuando era pequeña, las bolitas oscuras eran mis favoritas. Me sirvo un puñado, un montón de calorías para mis caderas y pechos.
—Me ha pasado —suelta—. ¿Todo está bien contigo en la escuela? ¿Cómo están tus amigas? Hace mucho que no vienen, ¿y Liam? El otro día durante la cena estaban muy serios, ¿ocurrió algo que quieras contarme?
Papá no sabe nada acerca de mi relación con William, él cree que me pidió que fuera su novia por decisión propia, no tiene idea de todos nuestros problemas y de que sus amigos obligaron a su hijo a estar conmigo. No quiero imaginar lo que papá haría si se llegara a enterar, él adora a Liam, sería una decepción espantosa.
—Todo está genial, las chicas no vienen porque las evaluaciones de fin de curso de acercan, están ocupadas. Liam solo estaba estresado por los entrenamientos. —Me encojo de hombros, llevo el delicioso cereal a mi boca y me deleito con el sabor. Oh, joder, qué rico, ya había olvidado la explosión de sabores.
—¿Ya sabes qué vas a querer de regalo de cumpleaños? Estaba pensando en regalarles a Liam y a ti un viaje antes de que entren a la universidad, ¿qué dices? Puede ser Hawái, Cozumel, Cuba, el lugar que ustedes prefieran. —Casi escupo el cereal. Respiro hondo para que no vea la lucha interna que estoy sufriendo. Dios, es que si le digo que no va a sospechar que está pasando algo, pero no quiero ir con William a ninguno de esos lugares ni a ningún otro.
—Eso es demasiado, papá, además Liam va a estar ocupado si consigue la beca que quiere. Cualquier cosa estará bien. —Chasquea la lengua.
—Ya veré.
No me agrada su respuesta, no digo más para no verme preocupada, espero que se olvide de esa loca idea.
Todo el día he intentado ignorar las miradas asombradas de los estudiantes, no es que esté vistiendo ropa exótica, pero yo soy más de colores pasteles o azules. Al entrar a la cafetería se hace más notorio el escrutinio del alumnado, unos chicos silban cuando paso frente a ellos, los ignoro, voy directo a la barra de los almuerzos sosteniendo una charola.
Indecisa, analizo los contenedores, ¿y si estoy cometiendo una locura y me arrepiento después? Lleno mis pulmones de aire, necesito tranquilizarme y no dejar que mi negatividad me domine. Me acerco a la cocinera y le pido dos tacos y una manzana, bien, al menos comeré algo saludable el día de hoy.
Encuentro la mesa que solemos usar, Mirian y Brenda platican con Nathan, frente a ellos y dándome la espalda está William. Empiezo a caminar, temo tropezar y caerme, las miradas puestas en mí comienzan a incomodarme. La ansiedad disminuye cuando llego a mi asiento y coloco la bandeja sobre la mesa, cuatro pares de ojos me enfocan, los cuatro sueltan exclamaciones de sorpresa.
—¡¿Qué demonios estás usando, Hannah?! —chilla Mirian, a continuación, centra la vista en mi bandeja, quiero reírme por la cara que pone—. ¡Tacos! ¡¿Vas a comer tacos?! ¡¿Estás drogada?!
Suelto una risita divertida, ¡qué dramática! Tomo asiento.
—Yo creo que te ves bien, muy al estilo de Taylor Momsen, apuesto a que mañana todas las chicas se vestirán como tú. —Nathan guiña, le sonrío mostrando todos los dientes.
—Pues yo no estoy de acuerdo. —Mirian cruza los brazos—. Estás usando un insulto para la moda, no puedes combinar cuero con algodón, ¿y botas? ¿Crees que eres Catwoman? ¡Y los tacos! Te vas a arrepentir mañana cuando hayas engordado.
Abro la boca para responder, pero alguien se me adelanta.
—Deja de ser tan envidiosa, Hannah puede usar y comer lo que se le antoje —dice Liam con tono mordaz. En la cara de Mirian veo el esfuerzo que está haciendo para no responderle, seguro en su mente lo está acuchillando, o a mí, esa es una posibilidad.
Nathan nos salva como siempre, él tiene mucho sentido del humor, podría hacer que el más desgraciado se relaje.
El taco es delicioso, hace mucho tiempo que no comía uno, me lo como tan rápido que ya no tengo espacio en mi estómago para el segundo. Empujo la charola y suelto un suspiro de satisfacción, podría hacer esto... No lo sé, una vez al mes tal vez, sería muy interesante.
Tomo la manzana y la guardo en mi bolso, busco entre el gentío a Oliver, sin embargo, una mano agarra mi mandíbula. Liam gira mi cabeza, obligándome a mirarlo.
—Tienes un poco de salsa aquí —dice. Su pulgar acaricia mi comisura y cepilla mi labio inferior. Lo miro, asombrada, ¿qué se supone que está haciendo? ¿Por qué William Baker actúa como servilleta? Voy a echarme hacia atrás, no obstante, Liam se arrastra y se inclina hacia mí, me siento desfallecer cuando su lengua lame mi labio, no solo eso, lo toma con los suyos y lo succiona. Daría cualquier cosa por acabar con las mariposas que vuelan en mi vientre. Se hace hacia atrás con una sonrisa—. Listo.
No digo nada, ignoro su coqueteo y miro al frente, sintiéndome indignada. ¿Por qué ha hecho eso?
—Por cierto, te ves increíblemente sexy —murmura. Aprieto los dientes hasta que duelen.
—No estaba buscando tu aprobación —ladro, echando humo por las orejas. Me levanto y salgo de ahí.
A la hora de la salida, busco a Oliver por todos los rincones, no lo he visto en todo el día. Sé que está en alguna parte porque sus amigos estaban fumando detrás del gimnasio. Quiero elevar el puño en el aire tan pronto lo encuentro, simulando una escena de victoria, empiezo a caminar hacia él, sin embargo, el ritmo de mi andar disminuye hasta detenerme. Alguien que conozco muy bien se le acerca y lo abraza.
Por alguna razón mi corazón se tambalea.
Doy pasos hacia atrás para que no se percaten de mi presencia, creí que ella lo odiaba, eso nos ha dicho. No se separan, se quedan así por un buen rato. Exhalo aire, ¿por qué está abrazando a Mirian? Camino hacia el lado contrario, alejándome lo más posible. No tengo idea de qué predomina más: la confusión de saber que se hablan en secreto o molestia. Y no debería enojarme, pero lo hace, para mi sorpresa me enoja más de lo que debería.
Me siento tonta por sentirme de esa manera.
Encuentro una banca vacía en el exterior de la escuela, me dejo caer en ella, y miro mis dedos. Quería contarle lo que hice hoy, hablarle acerca de mi aventura siendo diferente, pero verlo con ella me ha decepcionado.
Es decir, la abraza cuando debería odiarla como al resto de nosotros, y a mí me odia sin razón alguna.
—¿Estás bien? —pregunta Nathan, quien toma asiento a mi lado. Le sonrío con tristeza sin mirarlo.
—Sí —susurro.
—¿Estás segura? Porque no luces como si lo estuvieras. Soy tu amigo, Hanny, sé que algo está sucediendo, ¿quieres que hable con Liam? —Abro los párpados, niego fervientemente con la cabeza.
—No, por primera vez esto no se trata de William, se trata de mí y de lo que quiero hacer con mi vida.
—¿Qué quieres hacer? —¿Puedo decirle? ¿Y por qué lo pienso? Es Nathan, es seguro, puedo confiar en él.
—Necesito empezar a hacer las cosas que quiero y no lo que otros esperan que haga, estoy cansada de cumplir las expectativas de otros menos las mías. Quiero cantar una maldita canción mientras bailo descalza bajo la lluvia, aunque suene mal y rompa los vidrios de la ciudad, quiero maldecir y no sentirme mal por eso, quiero hacerle cosas alocadas a mi cabello y vestir sin importar si es otoño o primavera, si me queda el negro o me queda el blanco. Quiero mandar al carajo a Mirian, Brenda, a Iveth y a Liam... —Detengo mi apasionado discurso de golpe, gruño entre dientes, ¿por qué le dije eso último al mejor amigo de William?—. Disculpa, no quise decir eso.
—Sí quisiste decirlo. Se lo merece, has aguantado mucho y no es justo para ti. Los dos son mis amigos y los quiero, pero no lo soporto cuando te lastima. —Suspiro—. Me agradas cuando eres tú misma, Hanny.
A mí también, Nathan, a mí también.
No tenía idea de que cenaríamos con los Baker hasta que llego a casa y veo la camioneta del padre de Liam estacionada en la cochera.
Apenas entro me preparo mentalmente para la reacción que tendrá mi madre al verme, no quiero alterarla ni molestarla ni complicarle la vida, solo quiero que entienda que tengo diferente forma de ser a la de ella, no sé cómo voy a lograrlo si durante años he permitido que decida.
Tomo un respiro hondo frente a la entrada del comedor, escucho risas y voces.
—No puedes quedarte parada en este lugar todo el día, Hannah, enfréntala —me digo a mí misma. Doy un paso y luego otro, no me detengo ni volteo a ver a los presentes, hago como si fuera un día normal—. Buenas noches a todos.
Me detengo frente a mi lugar, estoy por sacar la silla cuando escucho su voz autoritaria.
—Hannah —pronuncia mi nombre con lentitud, como si fuera una advertencia—. Vienes de la escuela, ¿verdad? Por favor sube a tu habitación y ponte algo decente, no puedes recibir visitas usando esa ropa.
Dios, ni que los Baker fueran los reyes de Inglaterra, me conocen desde que estaba en el vientre de Lou, jamás se fijarían en mi guardarropa, son parte de la familia. El problema es mi madre y su locura por alcanzar la perfección, quiere controlar todo lo que tiene al alcance. Yo la adoro, pero no es sano lo que hace.
—No veo lo indecente, he usado ropa más reveladora antes y nunca has dicho nada —digo—. Además, estamos cenando con los Baker, ¿por qué tengo que usar un vestido caro?
Su mirada llamea, deja los platos que sostiene en la mesa, causando un estrépito.
—Precisamente porque son los Baker, son los padres de tu novio, Liam está sentado junto a ti, ¿no te da vergüenza que te vean como una vaga?
No me reconozco, nunca antes había hecho algo así, mi vida consistía en seguir la rutina regida por mi madre, desear las cosas, pero agachar la cabeza si no eran lo suficientemente buenas para ella. Hoy me siento fuerte, tal vez es la ropa.
—William —hablo mirándolo de reojo—, ¿crees que mi atuendo es horrible y debería cambiarme?
Guarda silencio, puedo escuchar sus respiraciones, puedo sentir su nerviosismo, sé que probablemente mueve su pie debajo de la mesa.
—No, te ves hermosa —suelta.
—¿Alguien además de mi madre cree que luzco indecente y que debería ponerme algo más apropiado para una cena tan elegante? —pregunto con sarcasmo. Nadie dice nada, observo a Lou—. ¿Lo ves?
—Hannah, soy tu madre y tienes que obedecerme mientras vivas en esta casa. —Sus cejas están entornadas, me vislumbra con enojo. Me pongo de pie, ya furiosa, y apoyo los puños en la mesa. Desde que vi a Oliver con Mirian he sentido unas estúpidas ganas de golpear la pared, cualquier cosa que se me ponga en frente. Quiero pensar que por eso estoy reaccionando así, no quiero analizar mi comportamiento, pero decir lo que pienso me hace feliz, me hace sentir como un pajarillo volando contra el viento.
—Una cosa es seguir tus reglas y otra muy diferente que quieras gobernar mi maldita vida —suelto. Escucho la respiración profunda que da Liam, yo nunca digo maldiciones en voz alta, solo en mis pensamientos. Mi padre abre los párpados con sorpresa, no sé si es una buena señal, tal vez ya me excedí.
—¡Debería lavarte la boca con jabón, niña insolente! —exclama—. ¡¡Te he dicho que te pongas otra cosa porque pareces una prostituta!!
—¡¡Basta ya, Louise!! —grita mi padre—. No voy a permitir que insultes a mi hija, estás siendo irracional, ¿podemos cenar en paz? Por favor.
Mi madre parpadea repetidas veces, confundida, luce igual que un venado encandilado, tal vez dijo esas palabras sin pensar, en medio de su furia, sin embargo, la pedrada ya me ha calado hasta los huesos.
Una vez escuché que, si quieres salir adelante, ser tú mismo, realizar tus sueños, debes hacerlo lejos de casa cuando tu familia no te permite progresar. Nunca había pensado de esa manera porque siempre he creído que de nada valen los logros y las alegrías si no tienes con quién compartir. No obstante, justo en este instante, me doy cuenta de que en parte es cierto, no puedo ser yo misma ni realizar mis sueños con Lou detrás de mí todo el tiempo.
—Lo siento, se me quitó el hambre —susurro. Me levanto y salgo presurosa de ahí, subo las escaleras corriendo.
En la estancia de la planta alta tomo aire, me cubro el rostro con mis palmas y apretujo mis ojos, no quiero llorar ni sentirme mal, debo recordar que no lo dijo para herirme.
Una vibración me hace salir del aturdimiento, primero no sé lo que está pasando, ¿no había dejado el celular en el bolso? Saco el móvil de la bolsita de mi falda, no reconozco el número que arroja el identificador, tomo la llamada de todas formas.
—¿Sí?
—Solecito, ¿estás en tu guarida? —Debería estar enojada, pero escucharlo me saca una sonrisa.
—No voy a preguntar cómo es que tienes mi número, Doms, ¿eres un acosador?
—No te emociones, al parecer muchos lo tienen porque eres la presidenta de la sociedad de alumnos. —¡Claro! Por supuesto, ahora todo tiene sentido—. Estoy afuera de tu casa, si no quieres que toque la puerta y me vean, tendrás que venir. Te doy cinco minutos.
Me cuelga, alejo el celular de mi oreja y observo la pantalla iluminada, ¿qué se ha creído? ¿Cómo se atreve a colgarme? Ese pequeño patán, yo le voy a enseñar modales.
Me doy la vuelta para ir a mi habitación y cambiar mi calzado por uno más cómodo. No obstante, choco con el cuerpo de Liam, sus manos me estabilizan aferrando mis hombros. ¡No! ¿Ahora qué?
—¿Qué haces aquí? —pregunto, seca.
—Vine a ver cómo estabas —responde. Mi frente se arruga, segundos después comprendo lo que está pasando, lo más probable es que mis padres le pidieron que viniera a revisar.
—Entiendo, diles que estoy bien, y que quiero estar sola. —Lo esquivo, acelerada voy hacia mi cuarto.
—¿Quieres que les diga eso a tus padres? Hannah, ¿de verdad estás bien? —¿Qué está mal con William? Caramba. ¿Por qué justo ahora tiene ganas de charlar?
—Ajá, sí, muy bien —digo antes de cerrar la puerta con llave. Me recargo contra esta por un momento, quiero recuperar el aliento. Me apresuro, casi me parto la cabeza sacándome las botas, me pongo unas balerinas y corro hacia la ventana. Saco medio cuerpo, esperando encontrarlo parado en la entrada, sin embargo, no lo veo. Un claxon se escucha desde la lejanía, ¡no puede ser más tonto! ¿Y si mi madre se asoma y me descubre? ¿Y cómo carajos voy a salir? Ni loca usaré la ventana.
No tengo otra opción más que bajar y salir por la puerta trasera.
Maldigo entre dientes, no puedo creer que esté haciendo esto, complicando mi ya de por sí revuelta existencia, por ver a un canalla bondadoso.
* * *
UY, ¿qué querrá este mushashote? 7u7 Y como soy mala lo corto ahí, para que toda la semana se torturen pensando en qué podría pasar >:v
¡ADIVINEN! La actividad del capítulo pasado fue un éxito, muchas personitas participaron y quiero subir todos :c pero como dije que habría ganadores, pues no me quedó de otra. Elegí el que más me gustó, el más original y el que me dio más risa :3 El resto de las imágenes las voy a subir a mi página de Facebook con los nombres de sus autores y todo, por si quieren ir a verlas!
LA ACTIVIDAD CONTINÚA, ESPERO SUS CREACIONES EN EL GRUPO O EN INSTAGRAM
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