Irresponsables
(NOTA IMPORTANTE: Me han dicho que Wattpad no notifica mis actualizaciones, pero yo soy muy activa, publico 1 o 2 cosas casi todas las semanas, pueden revisar mi perfil para más SenHaku).
Existían muchas razones por las cuales Senku y Kohaku no deberían estar juntos.
Kohaku era una especie de princesa extranjera, de un país ex gobernado por Japón, criada de la forma más tradicional y rígida posible, pero con todo y eso había salido rebelde y problemática, por lo que su padre, cansado de que arruinara las ceremonias y constantemente pusiera en vergüenza a la familia real, la había enviado a Tokio para que Kohaku se enderezara con la gran disciplina japonesa, o bien para que renunciara para siempre a su título y ya nunca más pudiera volver a casa.
Kohaku quería regresar a casa para ver a su amada hermana mayor, sobretodo porque ese año se había casado y pronto tendría un sobrino. Por ese deseo, constantemente se esforzaba para ser una chica bien portada y tratar de sacar buenas notas, tener buena conducta y cumplir con las expectativas que su padre le había impuesto.
Kokuyo, su padre, la había enviado a casa de un amigo de su juventud, Ishigami Byakuya. Él era un hombre muy relajado, pero era leal a sus amigos y mensualmente reportaba el comportamiento de Kohaku, aunque muchas veces omitiendo o suavizando las cosas si es que ella cometía pequeños errores como mandar al hospital al capitán del equipo de béisbol de una patada por insistirle demasiado en tener una cita, por poner un ejemplo.
El problema de Byakuya era su hijo, Ishigami Senku.
Desde el primer día ella sintió una gran atracción por él, incluso aunque casi los mata ahogándolos en espuma por un experimento fallido. Las burbujas llegaban casi hasta el techo, no encontraban la puerta y ya casi se les acababa el aire para respirar. Mientras Kohaku perdía el tiempo buscando la puerta, Senku fue más listo y rompió una ventana, llenando su rodilla de feos cortes.
Ella fue la encargada de curarlo y, al escucharlo hablar de sus cosas científicas y lo apasionado que era respecto al conocimiento, no pudo evitar sentirse totalmente embobada por él.
¿Lo peor? Luego de más de medio año, se dio cuenta de que Senku no le era indiferente.
Y, siendo una adolescente que por primera vez descubría lo que era sentirse fuertemente atraída por alguien, no pudo evitar dar rienda suelta a esas pasiones. Se le tiró encima apenas estuvieron solos en el departamento, y Senku no la apartó.
—Ya me jodí —murmuró ella a la mañana siguiente mientras desayunaban juntos recostados en la cama.
—Técnicamente, yo te jodí a ti —bromeó—. ¡AGH! —se quejó cuando ella le clavó el codo en las costillas.
—¡Esto es serio, Senku! Si mi padre descubre que ya no soy virgen sin duda va a desheredarme, porque ningún noble va a aceptar a una mujer fácil como yo.
—No eres una mujer fácil —sentenció con firmeza, sorprendiéndola—. Mira, al diablo con tu padre y con la nobleza y con todos esos idiotas. Tu hermana te puede visitar, ¿o no? Mejor quédate aquí, quédate conmigo... y con el viejo. —No la miró mientras hablaba, pero ella supo que estaba siendo sincero.
—No puedo hacer eso... Ruri-nee no podrá viajar por lo menos hasta que el bebé tenga dos años por las leyes de mi nación. La extrañaría demasiado. Y no podría ni siquiera ir a visitarla. Faltan seis meses para que termine el año escolar y siete para que nazca mi sobrino. He estado todo este tiempo intentando ser lo suficientemente buena para poder seguir yendo, no puedo arruinarlo ahora.
—Entonces ¿qué? ¿Vas a ir allá a tener una vida que no quieres solo porque no puedes esperar un poco por tu hermana? Me has dicho lo que va a pasarte si vas, Kohaku. Ya tienes dieciocho, te van a casar con el mejor postor y no podrás decir nada al respecto. Es ridículo, mándalos a la mierda y deja que tu hermana sea la que te visite. Ella entenderá.
—¡Ja! ¿Y por qué habría de quedarme aquí? Toda mi vida me han educado para casarme y ser madre apenas cumpla la mayoría de edad, y sé que no soy la mujer más tradicional, pero esa es una de las pocas tradiciones que me hacían feliz. Creí que podría encontrar un buen hombre que me apoye, pero en su lugar me encontré...
—¿A mí? —La mirada de Senku se llenó de perfecta indiferencia.
—Sí. —Cruzó los brazos—. Sé que no quieres familia y menos tan joven. Tú tienes una educación muy, muy... demasiado diferente a la mía. No encajamos. Mejor no seguir con esto.
—¿Así que tu plan es volver a tu país para encontrar a un hombre mejor que yo? —Su rostro seguía perfectamente en blanco.
—¡Exacto!
—Hmm... —Apartó la mirada un momento, antes de lanzarse a besarla de forma tan sorpresiva que no pudo ni apartarlo, y luego no pudo resistirse.
Él ni siquiera intentó penetrarla o pedirle complacerlo de alguna forma, simplemente se dedicó a darle placer a ella con su lengua y sus manos, enterró la cara entre sus muslos y clavó su lengua lo más profundo posible, retorciendo su clítoris con el pulgar. En un punto, presionó con fuerza su clítoris hacia abajo y arqueó la lengua en su interior hacia arriba, y algo en ella hizo cortocircuito. Gritó tan fuerte que sintió su garganta dolerle, todo empezó a dar vueltas, sentía que se volvía loca, las sabanas se mancharon considerablemente con los jugos de su orgasmo y él se apartó triunfante, jadeando y mirándola con sus ojos rojos más intensos que nunca antes.
—Tengo medio año para convencerte —afirmó de pronto—. Y te lo advierto, leona... daré mi mejor esfuerzo.
Ella se estremeció, todavía sin recuperar el aliento.
Fue así que empezó su extraña relación secreta.
Senku estuvo de acuerdo en mantener completo anonimato, todo para que, si no lograba convencerla (cosa diez billones por ciento imposible según él), ella pudiera regresar a su nación al acabar el año escolar si tomaba esa decisión.
Desgraciadamente, el primero en descubrirlos fue la peor persona posible.
Acababan de llegar de la escuela y Kohaku se sentía especialmente necesitada de él. No quería admitirlo, pero el bastardo estaba jugando muy bien sus cartas para seducirla. Cada vez que le notaba la más mínima pizca de deseo al mirarlo, de inmediato la arrastraba a un rincón, le levantaba una pierna y hundía su cara entre sus muslos, lamiendo y chupando sus partes más sensibles para arrancarle varios orgasmos.
Sabiendo que tenían el departamento solos, de inmediato se quitó los zapatos a toda velocidad y empezó a mirarlo con rostro coqueto, sacudiendo las caderas mientras caminaba, sabiendo que eso lo hacía captar la señal muy rápido. Y vaya que lo hizo.
Creyó que la lanzaría al sofá y le abriría las piernas como ya hizo en otras ocasiones, pero él caminó rápidamente a su habitación, dejándola con la boca abierta. ¿La estaba ignorando?
Obtuvo su respuesta cuando él se quitó la camisa escolar y se arrojó rápidamente a su cama, que estaba a la vista de la puerta abierta. Cruzó los brazos bajo la nuca y sonrió con absoluto descaro, sacando la lengua casi como una invitación.
Si no estuviera tan caliente, Kohaku quizás habría pensado que se veía ridículo, pero todo lo que hizo fue sonreír como idiota y caminar lentamente hasta él, ya sintiendo sus bragas comenzar a humedecerse.
Entró sin siquiera molestarse en cerrar la puerta del todo, ni le importó, más concentrada en quitarse las bragas y lanzarlas justo a un lado de él, que sonrió muy complacido al ver la mancha de humedad oscureciendo la tela rosa.
Observó cada movimiento que hacía, hasta que la tuvo justo donde la quería, encima de él, gateando hasta colocar sus rodillas a cada lado de su cabeza, exitosamente sentándose en su cara.
La falda escolar cubrió el rostro de Senku por un momento y ella rio, para luego levantarla con una sonrisa divertida que se convirtió en una más suave al ver su expresión tan maravillada con lo que tenía en frente. Él siempre adoraba cada parte de ella como si fuera una rara piedra preciosa única en el universo, hecha solo para que él pudiera estudiarla, manipularla y poseerla.
Aunque a veces podía ser un idiota, y eso lo demostró sonriendo como desquiciado al segundo siguiente, metiéndole la lengua de golpe, arrancándole un agudo chillido y forzándola a cerrar los ojos, retorciéndose sobre él mientras arqueaba la espalda, cerrando con fuerza los ojos.
Sacudió las caderas al ritmo de sus estocadas y él pronto tomó sus nalgas con sus manos, obligándola a mantener un ritmo más lento, más tortuoso, uno que la tuvo a punto de llorar de placer.
Y fue entonces que escucharon un grito.
—¡OH, POR SANTO DORAEMON! —Era Byakuya, que había escogido el peor día posible para volver a casa.
Como la puerta estaba mal cerrada, alcanzó a ver la mitad del cuerpo de espaldas de Kohaku claramente en una posición muy comprometedora con su hijo, antes de cubrirse los ojos y cerrar de un portazo con el pie.
Senku y Kohaku se congelaron por completo, con su libido muriendo casi al instante.
Después de que ambos tomaran una rápida ducha fría, se reunieron en la sala con un muy nervioso Byakuya que, a pesar de la situación, parecía estar conteniendo la risa.
—¡Por favor, no le diga nada a mi padre! —rogó Kohaku, casi sintiendo ganas de llorar.
—Oh, está bien, no te preocupes por eso. —Sus palabras la tranquilizaron muchísimo—. Lo que me preocupa es tu relación con mi hijo, Kohaku-chan. ¿Son novios? Porque si vuelve a tu nación... —No acabó la frase, todos lo sabían.
—Yo...
—Sí, somos novios —declaró Senku, sorprendiéndolos—, pero no es una relación formal, por ahora. Porque Kohaku no quiere.
—Yo no dije que no quiero...
—Oh, ¿entonces te quedarás conmigo?
—Ja, tampoco dije eso. —Apartó la mirada.
—Ok, ok, ya entiendo. —Byakuya no pudo seguir conteniendo la risa—. Muy bien, hijo, lo dejaré en tus manos. ¡Lucha por su amor! —Hizo una pose ridícula mientras le enseñaba el pulgar.
A pesar del susto, las cosas siguieron normales entre ellos después de eso, lo único que cambió fue la adicción que tenían el uno por el otro, cada vez más y más fuerte, prácticamente incontrolable.
Senku estaba logrando su objetivo de volverla loca por él, pero eso también empezó a jugarle en contra.
—Kohaku... —gimió por lo bajo al sentirla enredar su pierna alrededor de su cintura, frotando su muslo contra su excitación ya endurecida. –Basta... No podemos hacer esto aquí. —A pesar de sus palabras, correspondía a su beso con la misma intensidad y mantenía su cintura firmemente apretada por sus manos.
Las cosas finalmente llegaron al punto en el que él era el que le rogaba a ella parar, pero ¿qué había estado esperando? Retó a una leona, y la leona por supuesto que aceptó el reto.
Aunque quizás esta vez sí se estaba pasando un poco de la raya, pero no podía evitarlo.
—¿Por qué no? —Sonrió traviesamente—. Estamos muy profundo en el bosque... nadie va a vernos —dijo con voz baja y sugerente, apretándose más contra el cuerpo masculino.
—Vinimos de campamento con toda la clase, no hay forma de que...- se interrumpió jadeando cuando ella metió una mano dentro de su pantalón y lo frotó descaradamente—. En serio, leona, se darán cuenta de que nos separamos del grupo y enviarán a alguien a buscarnos, así que d-detente. —Enterró el rostro en su cuello.
—¡JA! Me detendré cuando realmente quieras que me detenga. —Uso su otra mano para acariciar su cabello en parte para relajarlo y en parte porque le encantaba tocar ese sorprendentemente suave y exótico cabello extraño—. Estaremos bien... nos alejamos mucho y están tan interesados en ver las plantas raras que no se darán cuenta de que les faltan un par de estudiantes.
—Te recuerdo que yo sugerí esta excursión —gruñó contra su piel, haciéndola estremecerse—. Se darán cuenta inmediatamente de que no estoy. —A pesar de sus palabras, sus manos estaban colándose bajo su blusa escolar haciéndole cosquillas en la piel con sus dedos fríos, evocándole recuerdos de lo que hicieron hace un par de horas en el autobús sentados el uno al lado del otro, aprovechando que la mayoría estaba durmiendo para hacer sus travesuras.
—Sí se hubieran dado cuenta inmediatamente entonces no habríamos podido escabullirnos en primer lugar —señaló divertida. Él era tan ingenuo al pensar que lo dejaría ir en este punto—. Ahora deja de hablar y manos a la obra. —Enredó sus brazos alrededor de su cuello y envolvió su pierna con más fuerza a su cintura para acercarlo más a su necesitada entrepierna.
—Kohaku... —Esta vez se escuchó más suplicante que molesto, y ella supo que ya lo tenía en sus manos, ahora solo era cuestión de no dejarlo pensar de más y tendrían su pequeña aventura en el bosque tal como no había dejado de fantasear desde que la hizo correrse sentada en su asiento con todos sus compañeros a pocos metros de distancia.
—Tú te buscaste esto —gimió restregándose una y otra vez contra su erección. –La próxima vez no me estés metiendo los dedos sí no estás dispuesto a un poco de sexo al aire libre. —Sonrió antes de volver a besarlo con ferocidad, mordiéndole los labios e invadiendo su boca con su lengua casi a la fuerza.
—Tú fuiste la primera en meter su mano en mi pantalón —reclamó apenas pudiendo hablar porque ella se negaba a romper el beso.
—¡JA! Detalles. —Se apartó solo para moverse a besar su cuello, un poco molesta de que todavía no cediera del todo a ella. Había una carpa en sus pantalones y sus manos seguían debajo de su blusa, pero aún le faltaba más iniciativa.
Optando por sacar la artillería pesada, colocó su sexo en un ángulo más propicio para frotarse contra su dureza. Gimió contra su oído al sentir la tela áspera de sus jeans rasparse contra la delicada tela de sus bragas empapadas y enterró las uñas en su cuero cabelludo y en su nuca, sabiendo lo mucho que eso le gustaba al pervertido.
—Mierda —gruñó él entre dientes, para luego estrellarla contra el árbol más cercano y subir su blusa hasta su cuello ignorando por completo los botones, revelando su sujetador rojo brillante—. No puedes simplemente esperar hasta que regresemos, ¡verdad? —preguntó sin mirarla, subiendo las copas de su sujetador para luego llevarse un pezón a la boca.
Kohaku jadeó felizmente, contenta de que por fin tomara las riendas. No es que fuera una sumisa, pero simplemente le encantaba sacar su lado irracional, dejar atrás al hombre de ciencia y fría lógica y sentirlo perder el control mientras se hundía una y otra vez dentro de ella.
Los dedos de una de sus manos se abrieron camino entre sus cuerpos casi completamente pegados hasta meterse por debajo de su falda y hacer un lado su ropa interior para estrujar su clítoris entre sus dedos, volviéndola loca en lo que se frotaba con más entusiasmo contra su erección. Eso más su boca prodigando de atención a sus endurecidos pezones le estaban robando la cordura.
—Senku... Vamos, hazlo ahora —exigió jalando su cabello para atraerlo en un beso—. Vamos... ahora... —empezó a moverse de forma aún más frenética.
—Kohaku, te dije que no podemos. —Tomó su barbilla con dos dedos y la miró con una sonrisa traviesa, pero de disculpa al mismo tiempo—. No traje ningún condón, así que confórmate con esto. —Metió dos dedos dentro de ella de golpe.
A pesar de que sus acciones la tenían jadeando, todavía no pudo evitar sentirse molesta al escucharlo.
—¿Cómo que no trajiste condones? ¡Siempre traes condones! Eres el que me acostumbró a hacerlo en todas partes, ¡¿cómo pudiste olvidar algo tan indispensable?!
—No planeaba tener sexo con mi novia en medio del bosque, disculpa el haber subestimado el grado de tu depravación. —La miró divertido y fastidiado a partes iguales.
—Mierda... No es justo... te quería adentro en el bosque. —Con lo excitada que estaba ahora mismo quería mucho más que solo un par de dedos.
—Por mucho que me gustaría, no es buena idea, deberíamos volver con los demás antes de que alguien nos vea así.
Oh-oh... ya estaba pensando demasiado y acudiendo a su preciosa lógica... ¡esto era exactamente lo que no debía dejar que pasara sí quería divertirse!
Antes de pensarlo dos veces, desenredó su pierna de su cintura y se apartó de él ante su mirada confundida, solo para empujarlo detrás de unos arbustos y subirse encima de su regazo. Desabrochó su jean y bajó su bóxer para tomar su miembro en su mano.
Suspiró con anhelo, antes de bajar su ropa interior y subir su falda, posicionándose encima de él.
—Ahh... —Jadeó encantada al sentir su dureza frotándose a lo largo de su feminidad. Era tan injusto que no pudieran avanzar más... pero quizás solo podría... jugar un poco...
—Leona, ¿qué crees que estás...?... —Siseó cuando colocó la cabeza de su miembro justo en su entrada e hizo débiles amagos de meterlo, pero no debía—. Kohaku... —Pero él era tan condenadamente atractivo cuando la miraba con esos ojos escarlatas oscurecidos por la lujuria—. No podemos... ¡agh! —Se quedó sin aliento cuando metió el glande en su interior.
—Solo será... solo será un poco... solo la punta... —La temperatura de su cuerpo aumentó de golpe, se sentía tan caliente y mareada que por accidente deslizó más de él en su interior de lo que pretendía... pero se sintió muchísimo mejor.
—Eso es... —Jadeó con la mirada cegada por el placer, pero hizo un gran esfuerzo y alcanzó a mirarla con reproche por unos segundos—. Eso es igual de malo, idiota. ¿No p-prestaste atención a las... clases de e-educación s-sexual que te di varias veces? —A pesar de que el cínico dijo eso la tomó de las caderas y la instó a bajar, adentrándolo un poco más.
—Ja, discúlpame por no prestar atención cuando me hablabas de sexo mientras teníamos sexo. —Rio, consciente de que ahora no podía pensar del todo bien. ¿Dónde estaban? ¿Cuál era su apellido? ¿Por qué aún no estaban follando tan duro y rápido como quería?
—E-entonces deberíamos... detenernos... —sugirió él con la mirada fija en sus pechos que rebotaban suavemente ante las débiles embestidas que estaban comenzando a dar, cada una hundiéndolo más y más en su interior.
—Entonces detente... —Sí se atrevía a detenerse probablemente lo mataría, pero había una parte de ella susurrándole que esto era una mala idea... aunque había una parte mucho más insistente gritando que esta era la mejor idea de todos los tiempos.
—Entonces me detendré... —murmuró en lo que sus testículos tocaban la piel de su culo cuando entró hasta el fondo en su húmeda entrada palpitante de deseo.
No se detuvieron.
No pensaron en nada más que en lo bien que se sentían y continuaron, gimiendo ante el éxtasis de sentir piel con piel.
Él tomó sus caderas y la instó a moverse más rápido sobre su miembro, pero pronto ella comenzó a sentirse tan mareada por el placer abrumándola que se dejó caer sobre él, que de inmediato la volteó y sujetó sus muslos para seguir embistiéndola.
Lo dejó dominarla, disfrutando del modo en el que respiraba agitadamente contra su oído mientras la penetraba hasta el fondo, duro y rápido tal como quería.
Se mordió el labio fuertemente para no gritar cuando su orgasmo le llegó de golpe, arañando la espalda de su novio por sobre su camisa mientras correspondía a sus embestidas con todavía más salvajismo, abrazando sus caderas con sus piernas para que la llenara deliciosamente en lo que experimentaban su clímax juntos.
Después de tomarse un momento para calmar sus respiraciones totalmente fuera de control, ambos se miraron horrorizados.
—Umm... ¿deberíamos volver? —Sonrió nerviosa, todavía jadeando suavemente.
Los ojos escarlatas la observaron llenos de reproche y cansancio.
—Si te das cuenta de que acabamos de tener sexo sin protección ¿verdad? —Se apartó de ella todavía jadeando pesadamente y acomodó su ropa y su cabello lo mejor que pudo.
—N-no pasará nada... Estoy setenta por ciento segura de que este mes si estuve tomando todas las pastillas anticonceptivas sin saltarme ninguna... —intentó tranquilizarlo y tranquilizarse.
—¿Setenta por ciento segura? —gruñó molesto.
—¿Setenta y cinco? —Mentira, siempre olvidaba tomar esas cosas, pero esa semana tomó varios días seguidos, así que no debería pasar nada ahora ¿verdad? ¡¿Verdad?!
—Sí te quedas embarazada será totalmente tu culpa —refunfuñó el chico poniéndose en pie. Ella lo miró temerosa y él suspiró—. No me mires así, claramente me haría cargo y sé que yo no me resistí, pero ¿en serio, leona? ¿Por qué no pudiste solo esperar?
—¡N-no lo sé... solo... no lo sé! —gimoteó, torpemente arreglando su ropa para luego comenzar a peinar su cabello hecho un desastre y cubierto de césped y hojas—. Lo siento ¿de acuerdo? No volverá a pasar.
—Por supuesto que no volverá a pasar, ni en diez billones de años. Y en unas semanas será mejor que te hagas una prueba de embarazo, pero que esto no se vuelva a repetir —dijo severamente.
—Ya lo sé, y no te preocupes, no volveré a dejar que suceda —prometió, para luego ambos salir de detrás de los arbustos y comenzar a buscar el camino para volver al campamento donde seguramente todos ya estarían buscándolos.
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—Kohaku... —Su novio secreto la miró con cansancio y resignación—. ¿No dijimos que esto no iba a volver a pasar?
—¿Eso dijimos? —Sonrió perversamente mientras frotaba su trasero contra su erección—. No lo recuerdo... ha pasado tanto tiempo...
—Solo han pasado tres semanas desde el campamento, leona, no intentes engañar a alguien que puede contar millones de segundos como en esa competencia que gané de niño. —Rodó los ojos—. Y no... —Se atragantó, totalmente absorto en la sensación de sus nalgas aprisionando a su miembro entre ellas mientras sacudía descaradamente sus caderas—. No deberíamos... —Sus manos antes tomándola de las caderas para intentar alejarla se metieron debajo de su camisa, arrastrándose por su estómago hasta meterse bajo su sujetador, apretando sus pechos.
—¿No deberíamos qué? —Decidió burlarse un poco más de él e inclinarse hacia adelante con los brazos extendidos, apoyando sus manos en la pared y parándose sobre la punta de sus pies para levantar bien su culo y poder frotar su entrada ya húmeda por encima de su ropa interior después de tomarse un momento para levantar un poco su falda con una de sus manos—. ¿Decías algo? —Lo miró con burla, sabiendo que ya lo tenía en sus manos.
—Decía —La miró mal, hablando entre sus dientes apretados, con sus manos ahora en sus muslos— que no voy a cogerte en el maldito armario del conserje dentro de la escuela un martes a las siete de la mañana y de nuevo sin condón. —Medió gruñó medio gimió cuando ella se presionó más contra él.
—¿Cuál es el problema? Tenemos al menos media hora antes de que alguien venga. —Volteó para mirarlo sugerentemente—. Y empecé controló mejor el tomar la píldora, así que...
—Vivimos juntos, no creas que puedes engañarme con eso, esto no... —Se interrumpió cuando ella volteó de repente y atacó con besos su cuello, bajando con su mano su pantalón y bóxer para liberar su miembro—. Leona... Vinimos aquí para que me ayudes en el laboratorio, no para esto —se quejó al verla arrodillarse y empezar a lamer la cabeza de su pene.
—Cierto, pero esto es más divertido. —Rio antes de metérselo casi por completo a la boca, ignorando las arcadas que le provocó el movimiento repentino, todo porque sabía que era la única forma de salirse con la suya a este punto.
Mientras disfrutaba ver el rostro de su novio tan lógico y eficiente deshacerse en placer gimiendo ante sus atenciones, no pudo evitar recordar lo que los llevó a este punto.
Senku era el presidente del club de ciencias y tenía muchas libertades que consiguió gracias a varias recaudaciones de dinero que hizo para la escuela, pero esas libertades les fueron quitadas cuando hizo estallar el laboratorio y llenó la escuela de espeso humo negro y cenizas que tardaron semanas en limpiarse. Ahora tenía prohibido por tres meses usar el laboratorio sin supervisión de un maestro y le habían advertido que si llegaban a verlo temprano allí sufriría un severo castigo. Aun así, Senku no planeaba retrasar su proyecto por esto, y diariamente aprovechaban la astucia y sigilo de Kohaku para colarse todas las mañanas a trabajar en el proyecto. Ese día, después de un placentero sexo mañanero, entraron a la escuela como todos los días, pero justo vieron por una ventana al auto del director estacionarse fuera. Tuvieron pánico de que los viera y rápidamente se metieron al armario del conserje, espiando por una rendija al director llegar con su marido el profesor de educación física, que se metió junto al director a la escuela solo para ponerse a fumar junto a la sala de profesores, dándoles la respuesta de por qué ese lugar siempre olía horrible a cigarrillos.
No estaba del todo segura de sí fue su culpa o la culpa de él (aunque debía admitir que sospechaba mucho de sí misma), pero pronto se encontró frotándose contra su erección y deseosa de hacerlo en ese estúpido armario a toda costa.
Desgraciadamente esto era mucho más arriesgado que el bosque, y también tenían mucho menos tiempo del que quisiera, así que no pudo entretenerse mucho más chupando su miembro por mucho que le gustara verlo morderse el labio para no hacer un ruido demasiado fuerte que los delatara.
Lo sacó de su boca y le pasó la lengua una última vez desde sus testículos hasta el glande para luego ponerse en pie y darse la vuelta apoyando una mano en la pared y levantando el culo bien en alto usando su mano libre para abrir sus labios vaginales en una invitación para penetrarla.
Sus ojos rojos se nublaron con lujuria y no lo pensó dos veces antes de incrustarse en su interior, cubriéndole la boca con una mano cuando ella soltó un gemido demasiado alto. Con su otra mano comenzó a frotar su clítoris con fuerza mientras la penetraba velozmente desde atrás chocando sus caderas contra sus nalgas, provocando un leve y constante sonido que esperaba no llegara a nadie más.
Tenían que ser rápidos sí es que todavía querían reemplazar trabajar en el laboratorio, así que apretó sus paredes alrededor de él intentando decirle así que se apresure. Él gruñó y se inclinó sobre ella, liberando su clítoris para pasar su brazo por su cintura para mantenerla quietecita en su lugar mientras la embestía con toda la fuerza y rapidez de la que era capaz, jadeando pesadamente en su oído y apretando más su boca cuando ella comenzó a soltar un agudo chillido nada propio de sí al llegar al orgasmo. Él maldijo y volvió a correrse dentro de ella, derramando hasta la última gota en su interior para luego apartarse y caer desfallecido sobre la pared mientras Kohaku caía de rodillas en el piso, jadeando pesadamente mientras sentía sus jugos correr por sus piernas.
Mierda, eso fue un poco más intenso de lo que esperaba.
—Kohaku... —Una vez recuperó el aliento, la miró con una ceja temblándole por la molestia—. ¿Tienes alguna especie de fetiche por lugares públicos que debería saber?
—No... —Se levantó con las piernas temblorosas—. Ja, esto es lo que te ganas por iniciar tu juego de conquista. Querías volverme adicta a ti y lo lograste.
—Yo también soy adicto a ti y no lo usó como excusa para cogerte sin protección —admitió, haciéndola sonrojarse—. Y esperó que estés lista para afrontar las consecuencias de tus acciones irresponsables cuando estas lleguen. —Se limpió el sudor de la frente y la miró traviesamente al notarla viéndolo embobada por ese gesto—. Tienes suerte de que no me moleste quedarme atrapado contigo de por vida, pero me hubiera gustado atraparte como inicialmente lo planee y no por un embarazo indeseado —masculló amargamente.
—Vamos, no creo estar embarazada. —Hizo una mueca—. No podemos tener tanta mala suerte...
—No le digas a nuestro mocoso mala suerte.
—¡No hables como sí ya estuviera embarazada! —gritó en un susurro, luego se asomó por la puerta del armario—. Creo que ya no hay nadie. Vamos a tu club antes de que se haga tarde. —Tomó su mochila desechada a un lado y buscó por la importante pieza científica que Senku le pidió traer, al encontrarla la levantó y al ver lo que había debajo de la pieza se quedó con la boca abierta—. Oh... mierda.
—¿Qué? No me digas que olvidaste la pieza.
—Emm, no. —Rio nerviosamente, sacando la media docena de condones que tenía dentro de su mochila.
Él la miró como sí quisiera matarla, pero simplemente se llevó la palma de la mano a la frente. Ella era una irresponsable, pero él no era mucho mejor resistiéndose a la tentación, así que poco podía reclamar.
Cuando se enteraron al mes siguiente que estaba embarazada a solo tres meses de terminar la escuela, Senku ni siquiera pudo mirarla mal, demasiado ocupado frotando su espalda para confortarla cuando se puso a llorar en su hombro por la culpa, el fracaso de sus intentos de ser una niña buena para no ser desheredada y quizás también por las hormonas.
—Esto es tu culpa. —Pese al apoyo y compresión que le brindó, todavía no pudo evitar la ligera pizca de reclamo por su irresponsabilidad.
Bien que él lo empezó todo, y al final fue su culpa volverlos adictos el uno al otro, pero la irresponsable que no veía la importancia de los anticonceptivos seguía siendo ella.
—Lo sé —reconoció sin dejar de abrazarlo—. Aunque sabes... al menos ahora podremos quedarnos juntos... —Ruri definitivamente entendería este motivo para quedarse en Japón. Y esperaba que dentro de dos años pudiera visitarla muy seguido.
Senku no pudo evitar sonreír.
Sí, fueron muy irresponsables y les esperaban cosas muy difíciles, pero al menos estarían juntos.
Fin.
Holaaaaaaaaaaa :D
Con este fic se inaugura mi nueva colección de lemons SenHaku! *o*
Ojala q les haya gustado OwO
Este fic es en parte una adaptación de un fic viejo de otro fandom mío, pero solo una parte D:
También la primera escena hot del fic está basada en un precioso fanart rikolino (la portada) de un talentoso miembro del grupo de facebook llamado Senku & Kohaku :3
Y claro q este fic existe gracias al evento mensual q se realiza en ese grupo, el día riko! El tema de este mes era Novios Secretos, y si me salió raro pero igual espero que les guste :)
Espero ir subiendo nuevos lemons mínimo cada mes! Y si la colección tiene mucho apoyo quizás hasta más seguido ;D
No olviden q se les ama!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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