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Amor Irreal

Hmm, pareciera ser que el idiota de Mozu había tenido razón en que un barco gigante se estaba acercando, Kohaku realmente no le había creído, pero aquí estaba frente a ella ahora, y con su gran vista podía ver que había gente en ese barco.

Sacó el arma petrificadora de dentro de su escote, dio la orden de metros y segundos y comenzó a dar vueltas a la soga, para luego arrojarla en dirección al barco con su fuerte agarre.

Kohaku era muy fuerte, y con su vista pudo calcular bien los metros necesarios para envolver todo ese barco gigante con la luz petrificadora.

En menos de un minuto, pudo escuchar sus gritos y maldiciones mientras todos se transformaban en estatuas, pero se dio cuenta de que una flecha golpeó el arma y esta se desvió, y alguien logró saltar al agua y escapar del rayo.

Demonios. Tendría que ir hasta allá para asegurarse de su posición exacta y asegurarse de petrificarlo exitosamente ahora sin fallos.

Le tomaría un tiempo correr hasta allá, así que se dio prisa, corriendo a su máxima velocidad, pero luego adoptando una postura sigilosa al acercarse más al barco gigante, ya que después de todo no sabía de lo que esta gente extraña era capaz, siendo que podían construir un barco tan grande.

Debían ser hechiceros malignos o algo por el estilo, era la única explicación.

Se trepó al barco gigante sin mucha dificultad, tenía varias partes para treparse, quizás por las dudas de si alguien se caía al agua.

Era un diseño bastante impresionante, la verdad...

Y al subirse e inspeccionar varias habitaciones con sigilo, notó que este barco gigante tenía muchas cosas raras que no podía entender ni un poco, pero que llamaban muchísimo su atención.

¿Cómo era posible que hubieran hecho algo tan grande, impresionante y confuso? ¿De verdad usaban alguna magia extraña, tan extraña como la petrificación del Cabeza de la isla?

Moviéndose sigilosamente por el barco, finalmente pudo encontrar a la persona que se había salvado de la petrificación, que estaba llevando con dificultad un par de estatuas hasta dentro del barco.

Preparó el arma para petrificarlo sin que se diera cuenta hasta que fuera tarde, pero entonces vio que el hombre que se salvó vertió un líquido sobre una de las estatuas.

—¡Agh! ¡Senku! —La estatua volvió a la normalidad gritando y todo, y Kohaku casi se desmaya.

¡¿Era posible regresarlos a la vida?! ¡¿Qué no era una muerte instantánea y horrible?!

—Escucha Taiju, necesito que traigas a todas las estatuas posibles aquí ahora, quién sea que nos haya petrificado seguro está de camino. Calculé la trayectoria, arrojaron la cuerda con la fuente de la petrificación desde bastante lejos, debemos tener unos minutos antes de que lleguen.

—¡Muy bien, Senku, eso haré!

—Yo despetrificare a Ryusui y veremos si podemos hacer una retirada estratégica, con que nos alejemos un kilómetro ya no podrán lanzarnos una mierda. Lo que sea que sea la fuente de la petrificación, se usa como arma arrojadiza, y eso debe seguir ciertas reglas y parámetros.

—¡No entiendo mucho, pero iré a traerlos a todos! —El tal Taiju se fue corriendo.

Cuando el tal Senku estaba a punto de quitar la tapa de otro frasco igual al anterior, Kohaku corrió hasta él a su máxima velocidad y le colocó uno de sus cuchillos en la garganta, paralizándolo en su sitio y haciéndolo soltar el frasco, que se rompió en el suelo.

—¿Cómo lo haces? —le preguntó, volteándolo y estampándolo contra una de las paredes del lugar—. ¿Cómo puedes revivir las estatuas? ¡¿Qué clase de brujo eres?!

Él la miró incrédulo, sudando profundamente, echando la cabeza hacia atrás para intentar alejar su cuello del filo de su cuchillo.

Al ver una de sus manos acercarse discretamente a las bolsas en su cintura, Kohaku guardó el cuchillo a toda velocidad y capturó sus manos, para luego darle la vuelta otra vez y estrellarlo de cara en el suelo.

Usó la soga que usaba alrededor de su cintura para atar sus manos y usó su pie para presionar sus muñecas y su cuerpo contra el piso, escuchándolo gruñir de frustración y dolor.

Él estaba haciendo débiles intentos de librarse, pero era tan flaco y débil que Kohaku lo miró con burla.

Parecía que este hechicero dependía totalmente de su magia. Bien, entonces solo tendría que someterlo y evitar que tuviera libres sus manos.

—¡Senku! ¡Aquí traje las estatuas de...! —Cuando el tal Taiju se apareció de nuevo en el lugar, Kohaku rápidamente sacó el arma, dio la indicación de un metro y un segundo y la lanzó hacia el tal Taiju.

Fue tal la velocidad que él no pudo esquivarlo y volvió a convertirse en piedra, cayendo al suelo junto con las estatuas que había estado cargando, que eran varias, ese hombre era bastante fuerte, a diferencia del que Kohaku tenía bajo su pie.

Volteó a ver al tal Senku, que ahora estaba mirando fijamente el arma petrificadora mientras Kohaku la sostenía en su mano luego de recuperarla con la soga.

Sus ojos color escarlata brillaban con un brillo de curiosidad, asombro y ¿admiración, anhelo?

Era una mirada que nunca antes había visto, y menos de alguien que contemplara de cerca el arma. Normalmente todos la miraban con temor, pero este hombre... ¿qué clase de persona era?

Su curiosidad aumentó, y más porque él podía regresar a las estatuas a la normalidad.

Si el ministro Ibara se enterara, seguro querría ese poder para el Cabeza...

Sin embargo, Kohaku no confiaba del todo en ese viejo que varias veces se le había insinuado con ganas de volverla parte del harem, y menos desde que casi obliga a su hermana a ser parte del harem también.

¿Qué tal si no le decía al Cabeza y quería quedarse con ese poder para él mismo?

Kohaku era buena leyendo las intenciones de las personas cuando la situación lo ameritaba, y sabía que tanto Ibara como Mozu solo se interesaban por sí mismos y por divertirse en el harem, los dos se le insinuaban y la veían como objeto, solo respetaban su estatus de guerrera porque ella le era muy leal al Cabeza desde niña y seguía sus órdenes al pie de la letra.

Sin embargo... hubo una vez cuando Kohaku no estuvo contenta de seguir las órdenes del Cabeza, ordenes trasmitidas a través del ministro Ibara, y eso fue cuando su padre exigió a gritos ver al Cabeza y hablar directamente con él, esto cuando casi obligan a Ruri a formar parte del harem.

Cuando Kokuyo se atrevió a golpear al ministro Ibara por seguir negándole ver al Cabeza, Mozu lo sometió, y entonces Ibara le dijo a Kohaku que lo petrificara o de lo contrario Mozu lo mataría, que esas eran las ordenes del Cabeza.

Conteniendo las lágrimas, ella tuvo que petrificar a su propio padre.

Al verla tan enojada en ese momento, Ibara le dijo a Kohaku que por su lealtad el Cabeza le permitiría a su hermana quedarse fuera del harem, y solo por eso Kohaku descartó la idea que se le había pasado por la cabeza en ese momento, la idea de petrificarlos a todos ellos y hacerlos pagar por lo que le hicieron a su familia.

La verdad, nunca creyó que el Cabeza fuera capaz de exigir a su hermana en el harem y a su padre petrificado, pero Ibara era el único que hablaba con él, y a pesar de todo, Kohaku todavía le era leal al Cabeza, así que ella creía que era Ibara el que lo estaba envenenando con sus malas influencias.

Creyó que había perdido a su padre para siempre por culpa de Ibara, pero ahora...

Miró fijamente al chico atrapado bajo su pie.

—Si quieres vivir... —dijo lentamente—. Dame esa pócima extraña para revivir a la gente. —Presionó más su pie calzado con tacón de piedra sobre sus muñecas, haciéndolo gruñir de dolor.

Ahora quizás podría traer a su padre de regreso. Solo necesitaba a este brujo.

Senku, por su lado, había estado casi dándose por muerto a él y a todo su reino científico cuando esta mujer se apareció y le puso un cuchillo en la garganta, pero luego vio que todavía tenía esperanzas, porque vio su interés en la formula despetrificadora.

Y sí él era bueno en algo, eso era en aprovecharse de los intereses de los demás para sacar provecho para sus propios objetivos.

—Podría dártelo... pero rompiste la última que tenía... —Mentira, le quedaba otro frasco en el laboratorio móvil, pero claro que no se lo iba a decir—. Y me tomara tiempo fabricar más.

Para eso había venido aquí, después de todo, para obtener platino y lograr fabricar todo el líquido despetrificador que pudieran obtener.

Estaban escasos de ácido nítrico desde que Homura logró volar parcialmente la cueva de los milagros antes de que Kirisame y Kinro la detuvieran justo a tiempo para que no la explotara del todo. El ácido nítrico siguió goteando por unos días y pudieron llenar un par de frascos, pero luego se acabó por completo y estaban escasos del material, así que necesitaban platino para seguir adelante con los planes de Senku.

Ahora esos planes casi se habían diezmado por completo, él era el único que quedaba de los que fueron en el barco, y su única esperanza era una mujer guerrera desconocida que bien podría matarlo ahora si no elegía con mucho cuidado sus siguientes palabras.

Kohaku escuchó su contestación con el ceño fruncido, intentando descifrar si le estaba mintiendo o no, pero la verdad no podía estar segura.

Maldita sea... ¿qué se suponía que haría si él necesitaba tiempo para hacer más de esa pócima extraña?

Si Mozu o Ibara lo veían, querrían matarlo o petrificarlo, si sabían que tenía el poder de revivir a las estatuas, querrían usar ese poder para ellos, de seguro, quizás ni siquiera se lo dirían al Cabeza.

Entonces... si este hombre necesitaba tiempo, su única salida era mantenerlo oculto.

—Ja, muy bien, entonces. —Se lo cargó al hombro como si nada y empezó a caminar—. Te mantendré oculto y trabajaras para hacerme esa pócima que revive estatuas. Y si veo que no me eres útil o que tratas de engañarme, simplemente te mataré —amenazó con voz firme, antes de saltar al agua y nadar de regreso a la isla todavía cargando a ese hechicero.

Lo ató con más sogas, le quitó toda sus bolsas y cosas sospechosas y lo dejó inmovilizado en su cama, en su choza, para luego ir con Ibara y Mozu e informarles que había conseguido petrificar a todos en aquel barco gigantesco.

Tuvo que estar con ellos hasta el anochecer mientras examinaban el barco, antes de finalmente poder marcharse de regreso con ese hechicero llamado Senku.

Lo encontró intentando quitarse las sogas haciendo fricción con el poste que sostenía el techo y de inmediato lo tacleó y estrelló su nuca contra el piso, sentándose sobre él y cruzando los brazos con reproche.

—Ja, eres bastante patético, ¿a dónde creías que ibas a ir si lograbas soltarte? No eres de aquí, y tu barco ya está en posesión del Cabeza.

—No planeaba irme a ningún lado, simplemente estaba incómodo con esas sogas —rebatió él.

—Te lo advierto, brujo. —Presionó su cuchillo contra su barbilla—. No intentes nada.

—No lo haré, ahora eres básicamente mi única esperanza de sobrevivir —admitió sinceramente, haciéndola alzar una ceja—. De hecho, me gustaría llevar mi trato contigo al siguiente nivel. —Miró fijamente a su escote.

Kohaku se sonrojó y lo abofeteó sin dudar.

—¡Pervertido!

—¡Agh, no lo decía de ese modo! —La miró irritado—. Escucha, tú eres la encargada del arma petrificadora, pero tú eres la que quiere revivir a alguien, así que eso me hizo pensar que la persona a la que quieres revivir es alguien que tú misma petrificaste. —Al ver su mirada llenarse de culpa, Senku supo que había dado en el clavo—. Lo imagine. Y supongo que tampoco petrificaste a esa persona por gusto, sino por órdenes de tus superiores, ¿o me equivocó?

Kohaku lo miró con los ojos muy abiertos.

—Eres muy perspicaz.

Senku sonrió.

Ya estaba un paso más cerca de lograr lo que quería.

—Entonces, queremos lo mismo. Tus superiores nunca aceptaran que esa persona a la que quieres despetrificar vuelva ¿o sí?

Kohaku entrecerró los ojos.

—No... me dijeron que era petrificarlo o matarlo...

—Entonces, ellos son un estorbo para tus planes, y también son un estorbo para mis planes. —Su sonrisa se agrandó—. Tú tienes el arma, puedes petrificarlos cuando quieras.

—No, te equivocas. —Kohaku negó—. El poder del arma viene de la voluntad del Cabeza de la isla, no podría petrificarlo a él jamás.

Ahora fue Senku el que entrecerró los ojos.

—Si el Cabeza te confirió el poder del arma, él tampoco quisiera que tú te petrificaras, ¿verdad? —Ella asintió—. Sin embargo, necesitas lanzarla con una soga, porque de lo contrario te petrificarías. —Kohaku lo miró con la boca abierta—. Entonces, él no tiene total control. Es simple lógica.

—Increíble, puedes deducir muchas cosas acertadas con muy poca información... —Lo miró impresionada, y también algo perturbada—. ¿Acaso lees mi mente con tu magia negra, brujo?

—Mi magia se llama ciencia, y con ella tú y yo podremos tomar el control de esta isla. —Sonrió con todos los dientes—. Y así la persona a la que quieres salvar podrá vivir tranquila. Todo lo que tienes que hacer es petrificar a los líderes de la Isla, entonces tú tomaras el control, yo haré todo el líquido despetrificador que quieras, y podrás salvar a todos los que quieras y vivir en paz. Ese es el trato que te ofrezco, y ambos saldríamos ganando.

Kohaku lo miró con una mueca pensativa, antes de quitársele de encima, pararse y darle la espalda.

—Lo siento, pero no pienso aceptarlo.

—¡¿EH?!

¡Maldición, pensó que ya la tenía en la bolsa!

—Aunque Ibara sea despreciable y aunque tengo el presentimiento de que manipula al Cabeza para manejar la isla de forma horrible, y aunque Mozu sea un idiota asqueroso, los dos son leales al Cabeza. Y yo soy la más leal entre todos. —Apretó los puños—. No puedo traicionarlo solo por mi deseo egoísta de traer de regreso a mi padre... Es verdad que me pareció injusto lo que le pasó, pero también sé que él hizo mal al desafiar al Cabeza... Y yo no voy a traicionarlo por un extraño como tú. —Lo miró con seriedad, antes de abandonar la choza.

Senku maldijo por lo bajo.

Tan cerca y la lealtad había sido su obstáculo para lograr su objetivo... aunque claro, las cosas nunca podrían ser tan fáciles, ¿verdad?

Kohaku regresó al rato con comida para ambos y una nueva idea.

—Esto es lo que haremos. Tú harás esa fórmula que dices para mí y yo no te mataré, luego enviaré a mi padre a vivir oculto con mi hermana al otro lado de la isla, es lo mejor. —Suspiró.

Senku hizo una mueca, pero no dijo nada, se mantuvo pensativo mientras la veía comer.

Luego de que ella terminara, empezó a darle de comer en la boca, y los ojos de Senku se desviaron a su escote.

La había visto sacar el arma petrificadora de ahí y guardarla ahí luego de petrificar a Taiju por segunda vez.

Si ella no iba a aliarse a él, entonces... quizás podría robar el arma petrificadora... la había escuchado dar la orden de segundos y metros acercando mucho el arma a su boca, así que ya sabía cómo funcionaba.

Sin embargo, esta chica era absurdamente fuerte, y sería muy arriesgado intentar quitársela mientras dormía, el escote de su vestido estaba muy pegado a su cuerpo, tendría que meter la mano, tantear a ciegas y tomar el arma y eso era correr un enorme riesgo, ¿o quizás gritar con la boca pegada a su pecho? Aunque ella era asquerosamente rápida reaccionando, quizás a mitad del primer grito se despertaría y lo mataría en el acto.

Todo era muy arriesgado, incluso si lograba quitarse la soga mientras ella dormía, como había sido su plan original. De hecho, escaparse mientras ella dormía también era arriesgado, había pasado mucho tiempo interactuando con aldeanos y sabía que todos ellos tenían el sueño asquerosamente ligero, seguro que con los isleños no sería diferente.

Entonces, ¿cómo lograría quitarle el arma? ¿Cómo lograría meter la mano en su escote sin morir?

Una idea se la pasó por la mente y de inmediato sintió náuseas y se estremeció.

—¿Qué te pasa? ¿No te gusta la comida? —La guerrera lo miró ceñuda, alejando el bocado de pescado de su boca.

—No es eso... —Abrió la boca y ella siguió alimentándolo.

Pensó y pensó, pero no se le ocurrió ningún otro plan, al menos no uno que no incluyera mucho riesgo.

Sí, su única opción era... seducirla...

Agh, estaba diez billones por ciento muerto. El reino de la ciencia estaba condenado. ¡¿Cómo se suponía que haría eso?!

Luego de comer, la guerrera lo ató al poste, aseguró sus cuerdas y se fue a dormir, con sus cuchillos en mano.

Senku la miró fijamente, por horas y horas, pensando.

Bien, al menos ella pensaba mantenerlo vivo y oculto por el momento, así que podría tener tiempo para planear su estrategia.

Sin embargo... dudaba mucho ser capaz de lograrlo.

Debería tener un plan B de emergencia.

Al día siguiente, intentó aprovecharse de su desesperación por revivir a su padre para conseguir su objetivo.

—¿Necesitas plátano-qué?

—Platino —la corrigió con una sonrisa ladina—. Es el elemento clave para hacer más liquido de despetrificación. Y ustedes lo tienen.

—Ja, ni siquiera sé de qué me estás hablando.

—¿No hay en algún lugar de la isla alguna capsula de metal muy vieja?

—No lo sé, no lo creo. —Frunció el ceño—. Metal es... esas piedras duras con partes brillantes, ¿no?

—Más o menos, sí. —La miró con una sonrisa complacida de que al menos tuviera una idea de qué era—. Escucha, lo que necesito es una especie de capsula, cúpula o domo un poco más baja que una persona, pero lo suficientemente grande para que entren tres personas. Algo increíblemente viejo, seguramente cubierto de moho, raíces y ramas. ¿No se te viene nada a la mente?

Kohaku frunció el ceño.

De hecho... algo se le venía a la mente.

—En el centro del árbol del Cabeza... hay una cosa extraña que nadie sabe qué es, pero que siempre ha estado ahí, envuelto en ramas y maleza. Creo... que podría ser lo que dices...

Los ojos de Senku se iluminaron, refulgiendo con emoción, y Kohaku lo observó atentamente, impresionada de que alguien que parecía tan indiferente a haber perdido a toda su gente y ser capturado ahora pudiera reflejar tantos sentimientos y tanto entusiasmo en su rostro y en sus ojos.

Sus ojos... eran muy expresivos.

Más tarde ese día, Kohaku fue a revisar ese lugar.

Tenían prohibido tocarlo, el Cabeza decía que era sagrado, pero Senku decía que adentro estaba lo que él quería, y lo que podría salvar a su padre y a todas las estatuas que quisieran.

Apoyó las manos ahí y esa capsula colapsó de inmediato, pero dentro tenía una masa durísima y muy extraña.

Cuando volvió con Senku y le explicó la situación, él le dijo que necesitaba su "laboratorio" para poder abrir esa masa rara.

—Tú no podrás conducirlo, déjame volver al barco y yo lo traeré.

—¡Ja, como si fuera a dejarle a un brujo tener acceso a sus ingredientes extraños!

—Sin mi laboratorio, no podré hacer la formula, no podremos revivir a nadie, ni tú ni yo.

Molesta, Kohaku no tuvo más remedio que ceder.

Como ese día seleccionarían a las nuevas chicas del harem, todos estaban distraídos, así que ató la muñeca de Senku a la suya y fueron de regreso al barco. Habían pocos guardias, pero con un grito los envió fuera, luego sacó a Senku de los arbustos y subieron.

Llevaron el laboratorio hasta una pequeña cueva donde escondían estatuas de personas que podrían traer problemas al ser vistas por ahí, y Senku empezó a preparar todo lo necesario y, por mientras, le explicó muchas cosas a Kohaku.

—¿Entonces... tú eres de una época donde la humanidad reinaba el mundo y podían hacer todo tipo de cosas increíbles con su magia? —Lo escuchó con la boca abierta.

—Correcto, leona, pero no es magia, es ciencia. —Sonrió de forma emocionada.

—¡No soy una leona!

—Pues no me has dicho tu nombre.

—Ah... Soy Kohaku.

Al día siguiente, Kohaku abrió esa masa durísima extraña, ordenándole a los guardias que se acercaban por el ruido que no se metieran en sus asuntos. Por suerte Mozu e Ibara no estaban cerca, así que no hubo problemas.

Sin embargo, dentro de la masa solo había arena inútil, así que volvió a Senku diciéndole que no había nada.

Él insistió y ella finalmente dijo que había arena, por lo que él le pidió que se la trajera de todos modos.

Senku obtuvo el platino, pero engañó a Kohaku diciéndole que todavía necesitaba más tiempo para terminar con la fórmula de despetrificación.

Ahora tenía su laboratorio, el platino y más movilidad, ya que Kohaku le dejaba una mano libre para que trabajara en la formula.

Tenía muchas cosas en la mente respecto a su padre, la tripulación y su misión, pero lo más importante que necesitaba ahora era el arma petrificadora... Antes de hacer la formula, necesitaba quitársela.

Pasaron los días y Senku observó cuidadosamente las reacciones y todas las actitudes de Kohaku, dándose cuenta de que, de hecho, quizás no era tan imposible la opción de seducirla. Ella no parecía ser indiferente a él.

Je, casi pareciera tener el síndrome de Estocolmo al revés, versión secuestradora a secuestrado.

Podía notar que se le quedaba mirando muchas veces, parecía fascinada cuando él le hablaba de su época, de la ciencia y de lo que podía hacer, además del cómo revivió y todo lo que pasó para llegar allí.

Además, cuando le mencionó el detalle de que estuvo casado como por tres minutos con Kirisame, Kohaku pareció disgustada... ¿tal vez celosa?

—¿Y no la besaste al casarse? —preguntó con una mueca de enfado.

—Nah. —Rio entre dientes—. Solo quería el puesto de jefe. Además, Kinro está enamorado de ella, solo que después de ganarle a Magma ya no pudo levantarse y gané por accidente. —Bufó.

—Ya veo, entonces la rechazaste por tu amigo.

—Sí, y porque no me interesaba ese matrimonio, hubiera sido una molestia.

Observó cuidadosamente como la postura de Kohaku se relajaba.

¿Quizás... de verdad tenía una oportunidad con ella?

—Oye... ¿Tienen alcohol en la isla? ¿Sake?

—Sí... ¿Por qué?

—Lo necesito para la formula —Era cierto—, aunque podríamos beber un poco también...

Le pidió traer dos barriles y empezaron a vivir mientras él le endulzaba el oído con las historias científicas más interesantes y además algunas hazañas peligrosas que había vivido, como la vez que volvió de la muerte, la vez que encontró a Chrome y él lo llevó a la aldea, y el cómo consiguió ácido sulfúrico.

Sin embargo, él no fue el único en hablar, Kohaku también le reveló muchas cosas de su pasado y el por qué mantenía su lealtad hacia el Cabeza, que había sido un gran apoyo para ella cuando su madre enfermó, aunque desde que su hijo Soyuz desapareció no había querido ver ni hablar con nadie que no fueran las chicas del harem y el ministro Ibara.

—Mi padre antes de mí fue el encargado del arma, porque tenía la confianza del Cabeza, cuando crecí me dieron esa responsabilidad. No es solo por el Cabeza que quiero hacer bien mi trabajo, sino por el nombre de mi familia... aunque mi padre haya caído por el arma, no fue porque no seamos digno, fue por culpa de Ibara, estoy segura. —Apretó los puños, sintiendo sus ojos arder—. El Cabeza no es un mal hombre... ni mi padre. Yo lo sé...

Senku la observó en silencio, sin saber qué decir.

Ella claramente tenía fuertes principios, si fuera su aliada, estaba seguro que siempre estaría de su lado sin importar qué...

Era una lástima que realmente fueran enemigos, además, no podía olvidar que era su secuestradora, lo estaba amenazando con la muerte para darle lo que quería, no podía sentir compasión por ella... no podía sentir compasión... ni nada... por ella.

No obstante, debía fingir que sentía algo por ella. Así que, cuando una pequeña lágrima cayó por su mejilla, la limpió suavemente con su mano, haciendo que ella lo mirara sorprendida.

Le hubiera gustado emborracharla más antes de hacer su movimiento, pero sentía que este era el momento, así que se inclinó hacia ella y rozó su nariz con la suya.

Kohaku lo miró con los ojos muy abiertos y Senku se quedó quieto en su sitio, pero dejándole claras sus intenciones. Entonces, ella cerró los ojos, y él la besó.

Como de costumbre, una de sus muñecas estaba atada a la suya, así que solo pudo usar una mano para acariciar su rostro, limpiando otra lágrima que se le había escapado.

El beso era increíblemente torpe y él se estaba sintiendo estúpido por su pobre intento de seducción, pero cuando ella le correspondió la cosa dio un giro muy drástico, de hecho, todo empezó a sentirse más agradable, casi dulce... y también caliente.

Él usó su lengua para intentar ser más asertivo en su intento de seducción y ella pareció sorprendida, pero no se apartó y le correspondió, aumentando la temperatura en la habitación.

Senku estaba disfrutando esto más de lo que había pensado, más allá de su objetivo de robar el arma, se dejó llevar por las sensaciones, ya que se dio cuenta de que sobre pensar no servía para estos casos sino que más bien entorpecían el ritmo... además, tampoco podía pensar correctamente con la cantidad de sensaciones que estaba experimentando ahora mismo, y cuando ella se le sentó encima algo en su cerebro hizo cortocircuito.

Tener una erección masiva y notoria no era parte del plan, pero ella no pareció disgustada al darse cuenta, más bien comenzó a frotarse contra él, aunque al principio con timidez, pero rápidamente ganó confianza y lo estampó contra el piso, balanceando sus caderas sobre él, creando fricción entre sus intimidades, una vez más triturando despiadadamente las neuronas de Senku y su capacidad de razonar.

Él paseó su mano libre por su espalda, pasando por la curva de su cintura hasta llegar a su trasero y luego su muslo, donde metió la mano por debajo de su vestido y se deleitó acariciando y sintiendo su piel cálida, antes de empezar a rozar la tela húmeda de su ropa interior.

Cuando empezó a frotar su clítoris, ella se estremeció por completo, rompiendo el beso para arquear por completo su cuerpo.

Él la contempló hipnotizado e idiotizado, moviendo los dedos con más agresividad, para luego hacer a un lado la tela y continuar de ese modo, observándola jadear y gemir, con su rostro enrojecido por el placer.

Finalmente, Kohaku se apartó y tomó su cuchillo y él por un momento palideció, creyendo que ahora sí iba a matarlo, pero ella simplemente cortó la soga que unía sus muñecas, dejando sus manos libres.

Senku sonrió, antes de lanzarse sobre ella, ahora colocándosele él encima y volviendo a jugar con sus dedos entre sus pliegues, mientras con su otra mano le bajaba las tiras del vestido.

Su boca estaba ocupada chupándole el cuello, pero su mente estaba concentrada en acariciar correctamente su entrepierna para obtener más de esos lindos gemidos y grititos que estaba lanzando contra su oído, fue por eso que se olvidó por completo del arma petrificadora, y solo lo recordó cuando finalmente le bajó las tiras del vestido y dejó a la vista su sujetador.

Podía ver una bolsita atada a su sujetador, en medio de sus pechos, sabía que el arma estaba ahí, y justo en ese momento Kohaku estaba increíblemente distraída, con los ojos cerrados, al borde del orgasmo, retorciéndose mientras gemía su nombre.

Su capacidad de razonar regresó desde su tumba en ese momento, exigiéndole que tomara el arma, la petrificara y luego fuera a salvar a sus compañeros y al mundo, tal como era su deber.

Sí... Era una lástima que en ese momento no hubiera suficiente sangre en el cerebro para procesar correctamente esas órdenes. Toda la sangre se le había ido al sur. Y su libido era unas quinientas veces más grande que su raciocinio en ese momento en consecuencia. Lo aplastó como a una cuchara.

Le arrancó el sostén sin miramientos y bajó la cabeza a lamer y chupar sus pechos, finalmente logrando que tuviera un orgasmo que retorció todo su cuerpo y la hizo arañarle la espalda de forma deliciosamente dolorosa.

Su miembro estaba tan duro y necesitado que le dolía, literalmente se sentía como un maldito animal en celo, así que sin pensar le quitó del todo su ropa interior, le abrió las piernas, hizo a un lado su propia ropa y se hundió en ella.

Su quejido de dolor lo hizo mantenerse quieto mientras la dejaba acostumbrarse a él, y mientras volvió a besarla, acariciando sus senos con sus manos, maravillándose de cómo le cabían perfectamente en las manos.

Eventualmente, ella comenzó a moverse, y él volvió a dar rienda suelta a sus instintos más bajos.

Estaba tan apretada, húmeda y caliente que sabía que no iba a durar mucho, así que usó sus manos y su boca para intentar llevarla al orgasmo otra vez, retorciendo su clítoris, chupando su cuello y sus pezones, acariciando su piel y besándola profundamente, una y otra vez, hasta que finalmente el orgasmo los consumió a los dos, haciendo a sus cuerpos arder hasta que cayeron desplomados allí en el suelo de su choza.

Senku se durmió al instante, completamente hecho polvo, así que Kohaku lo llevó a su cama y se abrazó a él, durmiéndose poco después, con una sonrisa en los labios.

Al amanecer, Senku abrió los ojos, encontrándose con Kohaku junto a él, dormida y sonriente.

Él la observó en silencio.

Ahora que su deseo había amainado, su raciocinio le estaba diciendo a gritos el error milenario y monumental que acababa de cometer.

Sin embargo... ella debía tener su guardia baja ahora... así que quizás podría enmendar su error...

Lentamente, apartó sus brazos de él y se levantó de la cama.

Se acomodó la ropa y rápidamente encontró su sujetador, y el arma petrificadora allí.

La tomó y la observó, interesado, pero luego miró a Kohaku, dormida, confiada, vulnerable...

Quizás... si hablaba con ella, si le explicaba lo importante que era su misión, que tenían que ayudar a todas las otras personas petrificadas alrededor del mundo y traer de regreso a la civilización ... quizás ella entendería, quizás dejaría su lealtad al Cabeza y se volvería leal a él, podría ayudarlo.

O quizás no...

La verdad, no podía arriesgarse. Podría no tener otra oportunidad luego... y no podía arriesgarse a dejar a todos sus amigos abandonados, dejar al mundo entero abandonado, por algo que bien podría ser el maldito síndrome de Estocolmo, un enamoramiento artificial, un mecanismo de defensa del cerebro para tolerar estar cautivo.

Ella era su secuestradora, ella amenazó su vida, ella bien podría matarlo, y él... no podía enamorarse de ella. Esto que estaba sintiendo... no podía ser real... ¿verdad?

Era solo una ilusión.

Apenas se conocían, estos sentimientos... no podían ser verdaderos.

No... lo mejor era no arriesgarse. No podía arriesgarse por un amor irreal.

Dejó el arma junto a la cama y se alejó después de dar el comando de voz:

One Meter... Two seconds...

Al escuchar eso, los ojos de Kohaku se abrieron de golpe y ella se sentó en la cama rápidamente, abrazando la sabana contra su pecho y mirándolo fijamente.

Senku le devolvió la mirada, horrorizado.

No estaba esperando que ella se despertara.

¡Debió decir solo un segundo, no dos! ¡Qué maldito idiota!

Con lo rápida que era Kohaku, ella ahora podría tomar el arma y lanzársela, acabando efectivamente con todo lo que quedaba del reino científico.

Podría, sí... pero no lo hizo.

Ella solo lo miró con los ojos muy abiertos y la boca entreabierta, con una expresión de absoluta incredulidad y absoluta traición brillando en sus ojos azules repletos de lágrimas.

Cuando la petrificación se extendió por su piel y cubrió todo su cuerpo, las lágrimas se deslizaron por la superficie de piedra que ahora era su rostro.

Senku se quedó inmóvil un buen tiempo incluso después de que ella se petrificara, solo contemplando su estatua, contemplando esa expresión que se quedó grabada en su rostro de piedra, mirándolo fijamente.

Vaya... si sus sentimientos hacia ella no eran reales, el dolor del arrepentimiento que le corría por las venas ahora mismo sí que se sentía muy, muy real. Lo sentía corroerle hasta lo más profundo de su ser.

Lentamente, tomó el arma, para luego dirigirse a la puerta.

Volteó a ver su estatua una última vez, antes de salir de la choza cerrando la puerta con suavidad.

Tenía mucho trabajo que hacer.

Fin.

Holaaaaaa :D

Ay, creo que hasta yo odio a Senku después de escribir esto :'c

Me dan ganas de continuar esto, pero depende de si a ustedes les gusto x'D

Este AU de Kohaku isleña en vez de aldeana surgió por un lindo fanart q vi en el grupo de facebook :3

Por cierto, este fic es por el día riko del grupo de face, llegue 1 día tarde, pero aquí está xP

Tema: Isla del tesoro y síndrome de Estocolmo!

Bueno, ojala les haya gustado! Yo me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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