Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIII. Color carmín.


Esa noche, Ingrid despertó como si el día de de su muerte estuviera próximo y quisiera evitarlo. Y la verdad era que no estaba muy lejos de ser cierto. Era la tercera vez que se despertaba en la noche. Miró su alrededor con temor de todo e intentó tranquilizarse. Estaba a salvo, eso era bueno.

Observó la ventana empañada a su lado, estaba ansiosa, hacia ya un mes que se hallaba envuelta en interrogatorios y medicaciones, así como traslados de un sitio a otro.

En poco tiempo conoció superficialmente 2 distritos, Obsidiana y Zafiro, hasta que finalmente concluyó con Amatista. Y allí estaba, aún a la espera de que llegara el día siguiente y pudiera someterse a su último juicio antes de terminar recluida en la correccional del distrito.

No sabía que le atemorizaba más.

Había escuchado de algunas bocas que la correccional era un sitio mucho peor que una cárcel, que todo aquel que entrara a ese lugar y consiguiera salir no era el mismo. Y finalmente llegaba a sus oídos el rumor de que algo extraño habitaba ese lugar.

Quería huir. Quería desaparecer sin dejar rastro alguno de su existencia.

Y por otro lado quería conocer a la persona que se había encargado de convencer al comandante de que no se la llevarán del distrito, y que culminara su juicio allí. Solo sabía su nombre, nunca lo había visto.

Se acomodó en la pequeña cama haciendo que el colchón crujiera y se tambaleara peligrosamente. Todas sus preguntas volvieron a su mente agobiada, no había momento de paz para ella, si no era el futuro, era el pasado, y así el presente terminaba olvidado. Jamás pensó terminar así. Sabía que existía la posibilidad de que pasara, pero era mínima en un millón de posibilidades. Una de sus más grandes preguntas era si de verdad estaba enloqueciendo.

Sonaba extraño para una joven de su edad, ella se sentía normal, fuera de que a veces el estrés y la ansiedad la carcomieran en ocasiones, y que no le gustaba el contacto con el mundo, así como finalmente concluía con episodios fuertes de todo tipo de acumulación emocional; pero luego de llorar un poco estaba mejor, se sentía como una adolescente que ya habia pasado por todas sus adolescencias, pero allí estaba de nuevo, rogando por respuestas pero temiendo de qué podría encontrarse.

Estaba coinciliando el sueño en busca de que todas las dudas de su mente desaparecieran por arte de magia, cuando escucho que alguien la llamaba.

—Ingrid.

Pensó que había sido un juego de su mente hasta que volvieron a llamarla. En la puerta se hallaba un joven con capucha, no reconoció su voz, tampoco el motivo de una visita de ese tipo tan inesperada. Decidió mantenerse a la defensiva.

— ¿Quién eres tú?

— Me conoces Ingrid, ya me has visto.

— No te estoy preguntando si te he visto, quiero saber quién eres— Ingrid respondió de forma agresiva, lo pensó un momento y se arrepintió de haberlo hecho — perdón... No quería tratarte mal.

— No pasa nada, se que no me conoces pero tienes que venir conmigo, no estas a salvo aquí y nunca lo estarás. La persona que te trajo me pidió que te llevara conmigo.

— ¿Conoces a Jarlen? Entonces... Tu eres quien lo acompañaba— Ingrid apuntó dubitativa. Se cubrió la boca cuando descubrió qué había pensado en voz alta.

— Si, mi nombre es Adrián. Pero no tenemos tiempo de hablar sobre quién soy, tenemos que irnos Ingrid.

Adrián abrió el candado de la puerta generando un eco ruidoso.

— ¡Espera! ¿Qué haces?— ella negó con las manos y la cabeza— Alguien puede venir... No... No quiero irme de aquí, si lo hago, no tendré salvación alguna... — Ingrid se encogió asustada y pensó de nuevo en la encrucijada en la que estaba metiéndose.

Adrián entró y se acercó a ella, cuando la tuvo en frente se agachó a su altura, desde allí, Ingrid pudo ver su rostro, sus ojos oscuros brillaban con la tenue luz de luna.

— Ingrid, estarás mejor afuera, ambos sabemos que eres inocente, y Jarlen está velando en estos momentos porque a su hermana no le haya pasado nada. — la expresión de Adrián era tranquila, se preocupaba por ella, podía verlo en sus ojos. Su presencia era cálida como el sol.

Hermana... ¿Jarlen tiene una hermana?

— Tu la conociste Ingrid, sabes su nombre.

Entonces todas las piezas de su mente encajaron. ella fue la única persona que conoció un poco durante su estadía en el internado. Alessia.

— Alessia es hermana de Jarlen, y en estos momentos no sabemos absolutamente nada de ella.

— Pero... El internado...

— Mira Ingrid, seré paciente contigo, porque creo que no deberías estar viviendo nada de esto. — Adrián permaneció serio, pero le sonrió por un momento muy corto— Cuando saliste del internado pasó aproximadamente un mes. Aiden, el joven del edificio 3, decidió enfrentarse solo al demonio que le atormentaba, y como resultado terminó en juicio por un  asesinato que nunca cometió, lo iban a condenar a muerte, sin embargo, algo extraño pasó, y hasta el día de hoy seguimos buscándolo.

Aiden... Alessia lo conocía.

— Y esta noche, en este preciso momento, la policía está en camino al internado del que ustedes 3 salieron, las razones se desconocen, pero por lo visto la causa es bastante sangrienta. Jarlen sabe que su hermana escapó de eso, pero tiene un mal presentimiento, y está nervioso. Sabrás que la siguiente, serás tú.

Con un dedo, Adrián le apuntó en el pecho. Ingrid sintió que se mareaba por un segundo, no supo cuando se había sentado en el borde de la cama para escucharlo mejor.

—Vamos Ingrid, ya sabes la verdad, ahora solo nos queda huir.

Él se levantó y le agarró la muñeca para llevársela consigo, ella lo siguió en silencio a través del oscuro lugar y meditó por un momento lo que acababa de hacer. A partir de ese momento, se convertía en una fugitiva.

Las paredes del reclusorio le hicieron pensar en el por qué de tratar de esa manera a un menor de edad cuya inocencia permanecía hasta que se demostrase lo contrario. Era un calabozo completo, las paredes tenían faroles antiguos, de los cuales la mayoría estaban dañados, y los pocos que funcionaban se apagaban pasadas las  8. Sorprendentemente, el reclusorio estaba vacío, tal vez hubiera alguien más observándola desde lo oscuro, pero no quería imaginarse quien o que clase de delito cometería.

Y le sorprendió que aquel distrito fuera tan recto, tan organizado, pero fuera de aquello, tenía que haber algo extraño detrás de tanta perfección y misterio. Por un lado se sintió bien al salir de ese lugar.

El cielo estaba manchado de nubes, las estrellas cubrían ciertas partes del firmamento, se sintió tranquila por un momento, hasta que alguien irrumpió en su silencio captando su atención.

— Los Ángeles atacaron el internado buscándola.

Un recuerdo fugaz atravesó su mente, al instante decidió borrarlo.

El sonido de su voz resultó tétrico por un momento, un aire de frialdad se extendió en el ambiente. Adrián le dio un apretón en su muñeca devolviendole la calidez y la tranquilidad con facilidad. Se preguntó qué había detrás de él, nadie había sido capaz de hacer lo que él habia hecho con ella, además de su padre, pero él ya no estaba con ella.

— Al oriente está Esmeralda, si vamos allí, con suerte conseguiremos una forma de escapar a la capital antes de que noten que ninguno de los 3 estamos.

— Jarlen... tu padre... — Adrián le interrumpió.

— No quiero que lo menciones.

— Pero él no se merece que le hagas esto, Jarlen, lo has tenido a tus pies toda tu vida.

— Y ese maldito demonio me ha tenido a los suyos desde que nací y sigo vivo, Adrián. Sabes perfectamente que no descansarán hasta matarnos.

Giró su rostro en su dirección y le dirigió una mirada cansina, Ingrid quiso ver su rostro un poco mejor pero a cambio se llevó una mirada de reproche de su parte.

— Tu sabes que fue lo que pasó. — el odio resurgió en sus ojos y le atravesó el pecho cual daga de plata.

— No... No lo sé, de verdad no lo sé...— Ingrid negó repetidas veces con la cabeza.

— ¡No me mientas en la cara niña insolente! ¡Tu sabes que fue lo que pasó allá dentro! — Ingrid se estremeció en su lugar —  Habla ahora o no me va importar que Alessia me haya pedido no matarte.

Jarlen recargo la pistola y le apuntó.

El silencio se hizo presente por unos instantes.

— Habla Ingrid, no me hagas perder la paciencia— sus ojos azules brillaron cristalinos.

— Jarlen, detén esto,no cometas una locura. — Adrián escondió a Ingrid detrás suyo en un intento de protegerla.

— No es ninguna locura matarla, lo único que ha traído son problemas.

— ¿Has pensado siquiera en qué pasará contigo si la matas?

— ¡Y qué conmigo! No me importa si eso me quita el maldito dolor Adrián, ya no lo soporto. — de sus ojos cayeron 2 lágrimas de frustración.

— Baja el arma, Jarlen.

Hubo un momento de silencio en el que él se reprimió de disparar, y finalmente se obligó a bajar el arma, con la manga de la sudadera que llevaba limpió sus mejillas, cuando tocó su rostro sus dedos quedaron manchados de sangre. Miró con agobio las manchas y suspiró.

— Vamos.— Dicho esto guardó el arma y empezó a caminar.

Ingrid salió de su escondite y se decidió a caminar sujeta del abrigo de Adrián para sentirse segura, no supo en qué momento le tuvo tanta confianza. Tuvieron que caminar hacia la zona boscosa para iniciar su recorrido y con suerte llegar antes del amanecer, el distrito estaba en alerta roja, y hasta que no se supieran noticias de qué había pasado en el internado Nebulosa nadie se decidiría a dormir en paz.

Pasaron 2 horas, en las cuales el sendero se hacía cada vez más oscuro. Ingrid tuvo una sensación extraña, casi podía asegurar le estaban observando, por cada paso que daba la pesadez en su pecho se hacia más fuerte, sintió ganas de llorar, se sentía odiada, y eso le lastimaba, le nublaba la mente con recuerdos oscuros. Ingrid casi cae al suelo cuando repentinamente Jarlen se detuvo.

— Alguien nos está siguiendo.

— Eres muy inteligente al pensarlo, azulejo.

Una voz dulce acompañó una presencia que emergió de la oscuridad, era un joven, relativamente más alto que ella, sus vestimentas eran oscuras, del costado de su cabeza colgaba una máscara y su boca estaba manchada. Ingrid no quiso saber de qué eran esas manchas.

El joven le sonrió al notar como lo miraba. Su sonrisa era hipnótica, todo en él era casi inmaculado. Entonces algo hizo corto en su mente, era él.

Él era un Ángel.

Nuevamente Adrián la escondió.

— No le voy a hacer nada, vor. ²

Sin embargo, Ingrid seguía asomándose inconscientemente para poder ver todo un poco mejor.

— ¿Qué es lo que quieres? — Jarlen preguntó.

— Tu sabes qué es lo que quiero. 

Él sonrió. 

— ¿De qué está hablando Jarlen?

Ingrid pudo notar que Adrián se tensó, aquello no estaba planeado, y sin duda alguna Jarlen estaba ocultando algo. El joven rió y humedecio sus labios.

— Exacto ¿De qué está hablando krovozhadnyy?³

Después de un momento, Jarlen decidió hablar.

— Donde está.

— ¿Dónde está quien?

— Qué hiciste con mi hermana.

El ángel volvió a sonreír.

— No eres nadie para saberlo. Además ¿Quién te asegura que fue ella? Pudo haber sido alguien más.

— Qué hiciste con ella.

A pesar de la situación y su desespero Jarlen no perdió la tranquilidad.

— Jamás te lo diría, azulejo. Un ángel nunca descenderá al inframundo por una petición pagana.

— Entonces habla, Ángel... No tenemos tiempo.

— Oh, el tiempo es eterno si sabes aprovecharlo, azulejo, me gusta que pierdas tu tiempo conmigo, te recompensare, te diré que hice con tu hermana— el ángel rió— Pero no será hoy, hoy no te quiero a ti, hoy la quiero a ella.

Entre sus dedos se formó una lanza de metal oscuro y refinado, con detalles rojizos y una punta sangrienta. Jarlen se perturbó al ver la sangre. Ingrid palidecio cuando el arma le apuntó.

De las sombras emergió un espíritu que solo ella pudo distinguir en ese instante, aquel espíritu se encaminó en su dirección con intención de atacarle, sin embargo, un cuerpo se interpuso. Adrián tiró de Ingrid evitando que por el impulso Jarlen terminara golpeándola.

— Muy bien, daimon⁴, es momento de ver quién eres en realidad.

El espíritu resultó ser un ángel, del cual Jarlen no supo distinguir su género, pero le resultó femenino, intentó quitar sus manos de su cuello cuando empezó a sentir que le ahorcaba, la respiración se le cortó por un momento, su cuerpo se paralizó de forma extraña, y perdió el conocimiento por un momento que no pasó de 4 segundos, momento en el cual sintió que alguien más se apoderó de su cuerpo arrebatando su conciencia.

Y el ángel terminó soltandolo y retrocediendo asustado.

Adrián observó con desconfianza las sombras que acompañaban el Ángel, con un poco de concentración pudo percibir que eran en promedio 8 además de él, pero así como pudo notar el número, pudo notar que no todos los rodeaba el marco inmaculado de la santidad, que habían ovejas negras como él entre aquel círculo sombrío.

Jarlen por su parte se debatía entre la inconsciencia y el control sobre su cuerpo, al caer al suelo sintió como si le hubiesen clavado agujas en todo su cuerpo, y sumado al dolor, se sintió mareado.

— Jarlen.

— No deberías acercarte a él. 

Adrián se detuvo y le devolvió la mirada.

— No deberías acercarte a un demonio que ha perdido el control sobre si mismo.

— Qué le hiciste engendro demoníaco. — Adrián le apuntó con su arma.

—Oh, los demonios son ustedes, humanos reprimidos ¿cuando vas visto que el cielo se compare con el infierno?

Adrián pensó un momento antes de responder.

— Y tu cuando has visto que lucifer haya dejado de ser un ángel. 

El ángel guardó silencio borrando su sonrisa. Al cabo de un momento sonrió de nuevo tomando con delicadeza su lanza filosa, de sus dedos brotó sangre, sangre que al caer al suelo quemó la hierba.

— Me agradas, todos ustedes me agradan, son mucho más de lo que yo esperaba, y es por eso que les dejaré ir.

Adrián sintió un poco de tranquilidad al escuchar esas palabras.

— Sin embargo, todo tiene un precio, y mis palabras serán un peso que cargarán a partir de ahora. 

El Ángel sonrió, por un momento su imagen se tornó nubosa y en el aire un olor dulce reemplazó el olor metálico. Adrián sabía que no saldrían ilesos de esa situación.

— Su tiempo no es real, el mundo en el que viven tampoco, de ustedes queda la última pizca de humanidad pura y especial— Adrián tambaleó por un momento, respiro de una manera más cuidadosa al sentir que le faltaba el aire— sus ciudades tienen nombres de piedras preciosas, su capital un encanto maligno. Todo lo que ustedes creyeron saber es tan solo el atisbo de lo que está realmente oculto. Y ustedes son el oro que los humanos están buscando.

Adrián palidecio, pero trato de no dejarse llevar por la confusión.

— Ustedes son pocos, es por eso que la humanidad los persigue, su sangre está maldita, su destino también. Los tiempos de paz han terminado, y el mundo está a poco tiempo de su destrucción. Y sólo nosotros sobreviviremos, los Ángeles veremos como se destruye el mundo, como se atacan entre humanos, y como mueren ustedes uno a uno, como la pieza maldita del rompecabezas.

La lanza del Ángel destilo un brillo carmín para cuando terminó de hablar.

— Corran. Corran mis demonios, su tiempo está a punto de terminarse.

Con una última sonrisa el ángel se desvaneció junto a su grupo de sombras. Adrián cayó al suelo aún con el arma en sus manos. Ingrid chilló asustada e intentó ver que le había pasado.

— Estoy bien Ingrid— fue su respuesta— mejor ve con Jarlen, él está realmente mal.

Ingrid obedeció temerosa, al llegar a su lado pudo notar las manchas de sangre en sus mejillas que resaltaban su palidez, así como el hilo de sangre que desprendía su boca, sus ojos estaban abiertos y sus pupilas dilatadas, no supo decir si estaba inconsciente o no. Con cuidado y con temor de que le atacara intentó levantarlo, le sorprendió que fuese tan liviano, consiguió sentarlo cuando Adrián yacía de pie cubriéndose la cabeza con su capucha, tosió repetidas veces, y aun cuando estaba oscuro Ingrid notó que sus manos terminaron manchadas.

Al poco tiempo Adrián consiguió cargar el cuerpo de su amigo e intentó mantenerlo de pie, no consiguieron cerrarle los ojos, su estado era preocupante, por cada minuto que pasaba sus ojos perdían brillo, su mirada comenzó a ensombrecer y su cuerpo hormigueaba.

Cuando comenzaron a caminar, Ingrid notó que el olor dulce prevalecía, y resultaba molesto por el dolor de cabeza que le causaba. Pasó poco tiempo y Adrián tambaleó; aquel olor dulce era veneno, Ingrid no estaba teniendo problemas con eso, pero Adrián realmente los tenía, ella solo fue capaz de sostener el cuerpo de Jarlen antes de que impactara contra el suelo.

Y Adrián cayó inconsciente. Ingrid se puso nerviosa y comenzó a zarandear el cuerpo de Jarlen en un intentó inútil de despertarlo.

— ¿Qué hago? ¡¿QUÉ HAGO?! ¡qué debo hacer dios mío! Jarlen despierta, vamos... El veneno va a terminar matándolo...

Comenzó a llorar en su desespero. Tenía que hacer algo, tenía que hacer algo por alguno de los dos.

Alessia...

Jarlen.

Se decidió a llevárselo lejos de allí y volver luego por Adrián, de una u otra manera su motivación fue que conseguiría hacer algo bien por una vez en su vida.

El camino le resultó terriblemente largo.

El tiempo era tortuoso, él no despertaba.

Y cuando lo hizo le asustó tanto que por poco y termina soltandolo.

— Sueltame.

— Pero...

— Te he dicho que me sueltes, Ingrid.

Ella lo soltó con temor, a cambio recibió un manotazo, le pareció grotesco de su parte, pero no tenía pensado recriminarle.

Cuando miró hacia atrás pudo ver en la lejanía a una figura caminando hacia ellos mientras se sostenía de los árboles: Adrián. El olor dulce estaba desvaneciéndose, y la salida del bosque estaba cerca. Preocupada quiso ayudarlo, pero alguien la sostuvo del brazo y le detuvo.

— Ya hiciste suficiente.

— No voy a dejar que pierda la vida inútilmente.

Ingrid, quien hacia poco estaba llorando, se soltó de manera brusca enojada por la actitud de su acompañante. Decidida corrió a ayudarle, este, a diferencia de cierta persona si le dio las gracias.

— tenemos que correr. — en la distancia Jarlen permanecía cruzado de brazos.

— ¿Por qué? — Ingrid preguntó confusa.

— Porque hay algo que quiere que lleguemos mucho más pronto a Ciudad Esmeralda.

Ingrid giró su cabeza lentamente, en la distancia pudo observar a un animal de colmillos filosos y pelaje brillante observarlos.

Un lobo.

Esa fue una de las pocas veces que Ingrid maldijo en voz alta entre el miedo y el enojo. También fue una de las pocas veces que sacó fuerzas de donde no las tenía, y fue también una de las pocas veces que sintió su sombra susurrarle al oído que no sobreviviría. 

***
²: Ladrón
³: Sanguinario
⁴: demonio

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro