I. Imágen
Capítulo I.
15 de junio, 2005.
Alessia.
—¿Quieres gomitas?
El sonido de su voz me reconforta, de alguna forma me baja de la nube en la que ando últimamente. Su voz no es nada del otro mundo, es dulce, no es ronca ni muy madura que digamos, pero para mí, está bien.
Y por supuesto, no le diría que no a su pregunta. Si se trata de dulces, allí estaré sin duda alguna. Tomé dos gomitas, una tenía la forma de un delfín, y otra, la forma de una estrella.
Le di las gracias y me comí las dos gomitas más rápido de lo que me hubiera gustado. Ahora quería otra.
— ¿Quieres otra?
Lo dijo como si me hubiera leído la mente, aunque creo que fue mi cara la que le dijo todo. Estábamos sentados en uno de los grandes ventanales de la escuela, el pasillo estaba repleto de gente que iba y venía. Unos corrían, otros caminaban en calma mientras platicaban, y había gente sola que caminaba de un lado a otro sin rumbo alguno. Tomé otra gomita y me permití disfrutarla de la mejor manera.
Observaba distante la buena actitud con la que tantos estudiantes veían pasar su vida, algunos la disfrutaban, otras personas, como yo por ejemplo, preferiríamos estar quietos, solos, contemplando todo aquello como si fuera ajeno a nosotros.
Sin embargo, mi soledad no duró para siempre, cuando conocí al solecito que está a mi lado, encontré con quien observar todo aquello sin hundirme en mis propios pensamientos.
Durante mucho tiempo mi vida estuvo centrada en intentar razonar todo con todo, me parecía tan raro el hecho de que todos vieran pasar sus vidas con tanta tranquilidad, me asustaba el hecho de pensar que solo yo se preocupara por eso.
Muchas veces me preocupaba ver cosas que no debería estar viendo .
Creo que debería hablarte un poco sobre mi, y como mi intención no es polarizar lo que fue y ha seguido siendo mi vida, seré sincera contigo.
Estuve mucho tiempo entre reja y reja, entre preocupación y preocupación debido a las cosas que pasaban por mi cabeza y ciertos acontecimientos que terminaron hundiendo casi por completo el concepto que yo tenía de "cordura". Sentía miedo de muchas cosas, me aterraba el hecho de que todo aquello que resonaba en mi cabeza se hiciera realidad, de que una noche dormiría y su voz me despertaría con el sonido de gritos y llantos de dolor, de que en algún momento dejaría de tener la cabeza pegada al cuello y que dejaría de respirar.
Creo que ahora sabes algo principal sobre mi, espero después pueda contarte algo mejor.
Es cierto que tengo muchos complejos, y la mayoría son conmigo misma, por ende, evito relacionarme con la gente, no quiero mezclarlos con eso, quiero que vivan sanos, sin tanta suciedad en su vida.
Y aún así, mis intentos de quedarme al margen de todo mientras planteaba una forma de salir de eso, sola, no funcionaron.
Mateo es esa clase de persona que, si no le hablas, se queda contigo, molestando, hasta que terminas hablándole.
Y era raro, porque en realidad el tampoco era muy sociable que digamos.
Tenía 11 años cuando lo conocí. El recuerdo de sus ojos observandome es tan hermoso y tan aterrador que me hace sentir viva.
Cuando encuentras a alguien igual a ti, tu vida cobra sentido y te invita a conocer sus caminos y a perderte en los vagos placeres del mundo. El día en el coincidí con él, supe que nunca me arrepentiría de haberle hablado.
En un pueblo pequeño como lo es Weyreross, donde solo hay un instituto, mis únicas opciones de retomar una vida normal después de lo que pasó, eran simplemente, o estudiaba en un nuevo horario, o dejaba de estudiar; me fui entonces por la primera opción.
Pero, ¿qué pasó?
Bueno, como sabrás, el hecho de, pueblo pequeño, infierno grande, es muy real en este lugar, tanto así que después de que encontraron 5 cuerpos inertes colgando de formas extrañas en el parque principal, supieron que no era humano el que había hecho eso.
Cosas como estas no sucedían continuamente, así que comenzaron a investigar, el resultado terminó siendo un fantástico libro de historia hecho realidad.
Si ibas a una biblioteca encontrabas de estos libros, eran muy buenos de hecho, la fantástica historia de qué sucede con las personas que mueren injustamente y se quedan aquí, penando en este mundo, solo que más realista y un poco más fantástico. ¿Me explico tan mal como pienso?
Sin embargo, después de comprobar de una forma muy cruel que toodo eso que estaba escrito en tinta negra (y que por cierto, tenía bastantes copias), era real, toodos esos libros se desaparecieron, unos los quemaron, otros los vendieron por un mejor precio, y otras personas como yo, aun tenemos un libro de esos, un libro del que ni siquiera nos acordamos cuando fue que lo pedimos en la biblioteca (libro que no devolvemos por evitarnos la vergüenza de tener que dar explicaciones del por qué lo teníamos aun).
Pero, ¿de que trataba esa historia?
Como sabrás, no es humano el ser al que nos referimos, no está vivo, no está muerto, solo existe, pero es más peligroso que cualquier ser humano vivo, porque juega con las mentes de sus víctimas, las lleva a un punto en el que incluso es capaz de destruirlas, y sabes perfectamente a lo que me refiero.
Este ser se le conoce como "Demonio"
No sé sabe con exactitud de dónde surgieron, o si de verdad existen, algunos especulan que pueden ser simples ilusiones sacadas de nuestra cabeza, imágenes que nuestro cerebro refleja a partir de un relato, otros se atreven a asegurar que estos seres sí existen y que viven como una persona del común.
Cuando me refiero a persona del común, resalto el hecho de que siguen siendo iguales a como lo eran en su "anterior vida" el mismo aspecto físico, la misma personalidad (no estoy segura de eso), y un solo objetivo en este mundo: Acabar con el causante de su desgracia, y llevarlos por el mismo camino si es necesario.
Citado de uno de esos libros.
Estos Demonios fueron personas que murieron de formas atroces, desde envenenados, ahorcados y degollados, hasta personas que terminaron suicidándose o que murieron en guerra.
Se dice que la mentalidad de estos seres está ligada a los cambios que tuvieron que generar en vida para intentar salvarse de la muerte y la magnitud del cambio, por ejemplo, si en vida tuvo que mentir demasiado y suplicar hasta el momento de su muerte, lo más probable es que siendo un Demonio ahora mienta por placer, y lo más seguro es que la persona a la que atormente, se suicide al dejar atrás su cordura. Explico terrible, lo sé.
Y si continuamos con el tema de persona del común, sí, viven como nosotros, aparentemente son humanos, el peligro aquí se muestra cuando comienzas a verlos, a identificarlos, a percibir su esencia, y el peligro aumenta cuando saben que tú los observas, que ves la clase de monstruos que son, es ese el momento en el que tu vida corre riesgo, porque en definitiva, no estarás a salvo.
<<No deberías ver tus pensamientos por mucho tiempo ¿sabes por qué? >>
Recuerdo perfectamente sus palabras.
Pero no debo preocuparme por eso ahora ¿verdad? No, no debería.
Esta historia suena muy a fantasía, casi nadie creía en ella, todo eran especulaciones, hasta que un grupo que se dedicaba a este tema, a investigar más a fondo, encontró algo, días después desaparecieron sin dejar rastro, pasaron más días e investigaron la casa de uno de los integrantes, encontraron un CD con un nombre escrito en rotulador rojo. En la esquina de la habitación, se hallaba un cuerpo, el cual estaba atado a una silla, con una flecha atravesando su cuello y una de sus cuencas oculares vacía; el oficial que lo encontró afirmó que cuando lo observó, pudo ser capaz de sentir el dolor de aquel hombre, y pidió ayuda porque no se sentía bien al estar solo.
<<me atrevería a jurar que alguien estaba detrás mío, pero no fui capaz de voltear a mirarlo.>>
Esas fueron algunas de sus palabras.
Y el CD tenía un nombre, si, lo tenía, y no era el nombre del muerto, era el nombre de otra persona que habían registrado como muerta, fue una muerte por asesinato. El mensaje del CD era un video, no se permitió su visualización a personas como nosotros, jóvenes, niños aún, pero desde ese día hasta nosotros supimos que nuestra imaginación no era tan descabellada como pensábamos, que de verdad estábamos en peligro, y esta vez nadie podría salvarnos.
Él y yo caminábamos juntos, porque nosotros no negabamos la realidad de que probablemente estaríamos perdidos el día que llegáramos los 18 años.
Desde mi infancia siempre tuve curiosidad de saber quién había grabado el video, o si de verdad era real, nunca me importó el contenido, me conformaba entonces con saber que era real, y que mi imaginación no era tan descabellada y extraña como pensaba. En el fondo me alegraba que fuera real esa historia, y en el fondo de mi mente estaba la idea de algún día conocer un demonio.
Pero eso es algo a lo que la sociedad en la que vivo se negaría.
<<aléjate del peligro>>
<<si quieres vivir no preguntes, no investigues nada>>
<<silencio, psicópata>>
¿Qué clase de razones son esas para decirme que no puedo? ¿Que no debo? ¿Cómo puedes silenciar mi voz con eso?
Les es tan difícil aceptar que es el sentido humano, la negación y reacción frente al peligro: evitarlo; se niegan a mis deseos, sin saber que puedo haberlos cumplido ya. Nunca lo conocerás. ¿No? Puede que hasta ya haya conocido un demonio y no me he dado cuenta, nadie lo ha hecho, eso es lo emocionante y aterrador.
Se que es peligroso, pero a veces pienso que puedo preferir eso a la forma en la que vivo. Limitada y con estereotipos tan raros que provocan abandonar esto.
Y yo estaba bien hasta que ciertos inconvenientes (incluido este) me hicieron dejar el estudio un tiempo. Entre esos inconvenientes estaba mi cansancio del rechazo, todos nos cansamos, y en definitiva estaba cansada de no tener nombre, para nadie lo tenía, solo me llamaba "niña" o "Extraña". Aunque esto puede que se deba al hecho de que no podía quedarme callada cuando veía algo raro, siempre le decía a alguien, y de algún modo todo el mundo terminaba enterándose. Así que dejé de hablar. A nadie le importaba lo que dijera después de todo.
Y había algo que nadie me quería contar, así que terminé enojandome con el mundo, me enojaba el hecho de que me hicieran sentir mal, para ellos yo era como una porcelana, delicada, que no podía romperse, que no podía saber nada. Y eso me enojaba como nunca lo había hecho.
Mi niñez se basó en eso, miradas extrañas, rechazo, y Soledad. Al principio lloraba por eso, después intenté acostumbrarme pero no lo conseguí del todo.
Me acostumbré a muchas cosas pero aún habían unas a las cuales nunca me acostumbré, por ejemplo, nunca me gustó ser el centro de atención, y hubo algo que me pasó y me hizo reflexionar sobre si de verdad valía la pena esta vida. De pequeña siempre tuve esa suerte de caerme en los lados menos convenientes, y siempre las caídas me dejaban una que otra cicatriz, el problema era que no lloraba como normalmente debería hacerlo un niño después de un golpe, solo me daba cuenta, me dolía un poco e intentaba que se me pasara. Y pues, el problema aquí era que los golpes no eran del tipo "Me caí de la bicicleta, tuve uno que otro raspón, me dolió mucho y deje la bicicleta un tiempo" No, claro que no.
El peor golpe que tuve fue contra la esquina de un vidrio astillado y vencido, el vidrio se rompió, por un momento pensé que el pedazo de vidrio se había quedado pegado a mi cabeza y me desespere, ese día estaba jugando con algunos de mis compañeros de clase a la lleva y el que venía detrás mío me atrapó. No, ni siquiera fue atrapada, fue un empujón que me hizo resbalar y estrellar de lado el vidrio. Quedé como la peor persona del mundo después de eso, como si yo tuviera la culpa.
Los demás llegaron y se acumularon mientras yo intentaba sacar un pedazo pequeño de vidrio que encontré incrustado en mi cabeza, intentaba agarrarlo pero solo conseguía cortarme las manos. Algunos de los niños que estaban allí comenzaron a gritar, no sabía que era lo que estaban viendo, hasta que sentí que algo líquido cayó en uno de mis ojos.
Se sentía horrible que se quedaran mirándome como si hubiera cometido el peor delito del mundo, desde ese entonces, intenté acostumbrarme a ser el bicho raro, la mayoría de gente parecía ser hematofóbica
Después de me pasaran cosas como esas tan seguido, mi padre me mantenía en casa la mayor parte del tiempo, y no me gustaba. Siempre que me pasaba algo así no me consolaba, no me curaba, solo se reía y me dejaba tal cual estaba. Era raro, debo admitirlo.
Me gustaban los dulces, pero no tenía posibilidad alguna de comprar, el dinero que tenía solo eran sobrantes de algún favor que hice a alguien, y nada era estático, ya no conseguía dulces de 50$. Tal vez por eso me gustan tanto ahora.
Al llegar a la pre adolescencia conseguí adaptarme del todo a mi entorno, ahora podía ser un fantasma en medio de la gente, fue una época pacífica para mi, época que, como mencionaba anteriormente, fue la época en la que conocí a Mateo.
Desde un principio me pareció una persona atractiva a su manera, tenía unos ojos de color marrón caoba muy bellos y un abundante cabello de color castaño que siempre tuve ganas de manosear y desordenar. De alguna forma retorcida me atraía, era como un magnetismo que me incitaba a ir con él, a molestarlo, a explorar más allá, como si el tuviera todas las respuestas que buscaba.
Recuerdo perfectamente la época en la que el instituto adaptó las recomendaciones de la iglesia en cuanto a sus estudiantes y el peligro que corrían en este lugar si no se tomaban medidas de precaución. Entre esas "recomendaciones" estaba la adaptación de un nuevo uniforme, que mantuviera oculta parcialmente la imagen del estudiante, pero esto fue más una fachada para prevenir que nos hicieran daño en caso de que tal vez hubiera una rebelión del otro mundo o algo por el estilo.
No tendría casi nada de extraño, después de todo acabaron de descubrir que los demonios de un libro de fantasía si existen, entonces ¿qué tendría de raro si nos atacan? Lo mínimo que podemos esperar es llegar a los 18 y empezar a buscar la manera de salir de este lugar, esa es la idea.
Pero ¿qué nos motiva a convertirnos en fugitivos a los 18?
Bueno, esto si es una forma de buscarnos la vida, salir de este lugar es una forma de decir que no queremos ser unos mantenidos, hijos de papá y mamá que no les sirvió de nada el estudio. Pero este típico motivo solo es una fachada para ocultar nuestros verdaderos intereses. O nuestro mayor miedo. La realidad es que todo el que permanece en este lugar no vive sino hasta los 18, la gente adulta de algún modo consigue vivir, así que hubo un tiempo en el que las parejas dejaron de tener hijos y las que si los tenían, tuvieron que empezar a preocuparse por mantener a sus hijos con vida. Eso sí, hay otros que prefieren seguir viviendo sus vidas como si nada de eso ocurriera.
Hay algo extraño, y puede que alguien lo sepa, pero hasta entonces, solo nos queda esperar, nadie es tan imbecil como para empezar a indagar sobre el tema ¿verdad?
Por un momento pensé que Mateo sería esta clase de persona, pero me bastó con ver su reacción frente a un conflicto para asegurarme de que el era como el resto, y que no sería capaz de hacer ese tipo de cosas, después de todo, el también estaba en la lista de los más cercanos al riesgo, siendo el un año mayor que yo, él tenía 16 y yo tenía 15.
El tiempo transcurría de una forma lenta y espantosa, a veces solo quería que ya pasara todo lo que fuese a pasar para ver como me las arreglaba con mi vida.
Giré mi rostro para ver a Mateo, él comía gomitas de forma despreocupada, arreglé los prenses de mi falda negra y dirigí la mirada hacia una pareja que se hallaba sentada en uno de los bancales de cemento en el patio, reían y disfrutaban como si la vida no tuviera fin, como si el descanso de 25 minutos no se fuera a terminar en 3 minutos. Ya me gustaría tener ese disfrute y esa felicidad.
Así que decidí brincar del ventanal y empezar a caminar sin rumbo alguno, lo más seguro es que me detuviera al llegar a la puerta de mi salón y estuviera allí hasta que sonará el timbre. Miré el reloj, 5:27. Aún quedaban 2 horas de clase para completar el ciclo de 6 horas, el horario que tengo tiene esta intensidad, y no me gusta mucho en realidad, a veces pienso que no era necesario haber causado tantos problemas, luego me arrepiento porque de no haber sido así lo más seguro es que nunca hubiera coincidido con él.
Sentí un dolor punzante en mi pierna, me dolían los brazos y lo más seguro es que anduviera coja, aun no me recuperaba del todo, así que Mateo no tardó mucho en alcanzarme, me golpeó suavemente en la espalda para que andara derecha y se limitó a seguirme en silencio. Las personas me dirigían miradas extrañas, no era raro para mí, pero en el fondo aún lastimaba, siempre lo haría.
Sonó el timbre y dos horas después ya me veía intentando caminar entre el tumulto de gente, Mateo se había perdido y dudaba mucho que pudiese encontrarlo así que ajuste mi maleta para evitar perder algo y con dolor por los roces de la gente con mi cuerpo conseguí salir. Arreglé mi cabello y comencé a caminar hacia lo que una vez conseguí llamar hogar. Ahora le falta calidez, ahora no es digno de llamarse así.
Estaba concentrada escuchando música cuando sentí manos sobre mis hombros, di un respingo y me giré para ver quien era, no conseguí ver nada hasta que estuvo demasiado cerca para mi gusto, era el perdido, alias Mateo.
— Que bueno que te encuentro.
Sonrió, agradecí que la luz fuera tenue.
— Es increíble que decidas hablarme en un sitio como este.
— Será entonces que prefiero que no me veas cuando te hablo.
— ¿Eh?
— Olvídalo. ¿A dónde ibas?
— ¿A dónde se supone que se va a estas horas?
— Yo sé que no vas a tu casa, Alessia, no soy tan estúpido.
— No debería darte explicaciones, pero quiero aprovechar que no hay nadie.
— Hace un rato vi pasar una moto gris.
— Menuda forma de dañarme la noche, Mateo.
— No lo creo, me tienes a mi.
En ese momento, no supe que responderle, y me quedé callada.
— Alessia, tenerme a mi ya es suficiente. Vamos.
— ¿a dónde?
— A mi casa, ¿a donde más?
— Hey, Detente un momento.
— No hay nadie, nadie me espera, todos duermen, ni siquiera se dan cuenta de si llego o no.
— ¿Y como qué se supone que se hace en casa ajena a estas horas?
— Yo no creo que quieras dormir en tu casa con tu padre despierto.
Otro momento de silencio, tenía razón, y a mi no me gustaba aceptar eso.
— Y mira el lado positivo, mañana hay intercambio, los de la tarde descansamos, y los de la mañana se matan todo el día.
Sonrió, estuve tentada a callarlo, pero me contuve. Al final terminé aceptando, su casa no estaba muy lejos, de todas formas parecíamos delincuentes ocultándose. No podía dejar de sentir una tenue adrenalina, y la sensación de que aquel hombre iría por mi en cualquier momento. Mateo abrió la puerta de su casa con una llave, y entró de forma despreocupada, como si de verdad nadie fuera a salir.
Ninguno de los dos tenía hambre así que espere para seguir a Mateo.
Un rato después estábamos discutiendo sobre quien había ganado la partida de Uno que habíamos empezado hacía un rato. Yo le discutía que con un pierde turno no se ganaba, aunque sabía que era posible, y no sabía la respuesta, así que solo me quedaba discutirle porque si.
— Yo tengo razón, tu no sabes perder.
Dejó las cartas y centro su atención en mi persona.
— Y tu no sabes jugar.
Se acercó a mi lado.
— Ah. Entonces no se jugar.
Sonrió de forma cínica, como si no acabará de cometer una falta imperdonable jugando con 2 tarjetas de +4.
— Si quieres ganar, que sea con números, así se gana limpiamente.
— No.
— Si.
— No.
— Que si.
— Que no.
— He dicho que si.
— Y yo he dicho que no.
Mateo tenía muchas cosas, entre esas, ser descarado, no pude discutirle nada después de que me calló a la fuerza con un beso. Y era raro, porque no me lo esperaba, bueno, si, pero no.
Pasamos un buen rato, y ninguno de los dos decidió mencionar nada de lo que pasó. Al parecer lo hizo por impulso, y yo tampoco tenía intenciones de discutirle ese impulso.
***
17 de junio, 2005.
Alessia.
Pasaron 2 dias, todo estaba bien, pero está claro que nada dura para siempre.
2 días después estábamos en tumulto observando a un tipo masacrar a otro en la entrada. El bullicio de la gente me lastimaba los oídos, hubo un momento en el que hasta consideré irme, pero no lo hice. Debería haberlo hecho.
Sentí un empujón y me percaté de quien estaba a mi lado. Era una joven rubia de ojos grises, su nombre era Mía, una niña bastante popular en este sitio. Era más baja que yo, así que note cuando se giro para hablarme.
— Deberías de alejarte de él, ya tiene dueña.
Decidí no prestarle atención, pero era bastante irritante su voz.
— Mateo tiene dueña, y tu ya tienes dueño ¿no es así Alessia?
No pude evitar preguntarme a qué se refería, una sensación incomoda se acentuó en mi estómago al escuchar esas palabras.
Ella se río.
— Supongo que no sabes quien es, pero yo lo sé, y no creo que quieras quedarte al lado de Mateo con él siguiéndote los pasos.
No supe contestar. El tumulto se disolvió y dejaron pasar.
— Tal vez nos veamos más seguido, y, no tomes esto como una amenaza, más bien como una advertencia.
Mía se fue y yo intente seguir mi día con total tranquilidad, la misma rutina, Mateo y yo seguíamos viéndonos en el ventanal, aveces hablábamos e incluso compartíamos un juego. Pero todo llegó a su fin, un 14 de Agosto. Días, semanas antes seguía sintiendo que me observaban, me sentía inquieta, eso implicaba un gran riesgo, no podía dejar de pensar que el evento se repetiría, que esa pesadilla volvería a hacerse realidad.
Porque a pesar del poco tiempo que tengo de vida, es mucho para todo lo que puedo decir que he vivido.
Mía no había vuelto a aparecerse como había declarado, así que le reste importancia a lo que había pasado, pero una semana antes de aquel día, conocí al individuo del que Mía me había hablado, de una manera repugnante y asquerosa.
Curiosamente los ventanales estaban ocupados y ese día Mateo tuvo que hacer intercambio con el grupo de la mañana al haber faltado al intercambio del día anterior, un intercambio consistía en cambiar turnos cuando el grupo del calendario A tenía que hacer trabajo social u horas extra en la tarde, si faltabas tenías que estar con el calendario A e integrarte en el calendario B ese mismo día.
Pero Mateo aún no llegaba, así que no me quedaba más remedio que caminar, y como no me gustaba que la gente se quedara viéndome, fui hacia los baños, de algo tenían que servir, así fuera para matar tiempo. En el camino sentí una mirada extraña, y al llegar noté que estaban vacíos, revise mi reloj y eran las 5:10, faltaban 15 minutos, mucho tiempo en mi opinión. Entré en busca de un cubículo vacío cuando sentí que una mano cubría mi boca.
Podía sentir que era un hombre, lo vi en mi mente, como si yo no estuviese presente y pudiera observarlo todo desde la distancia. Quien fuera que fuese me arrastró hacia un cubículo vacío donde entró conmigo y cerró la puerta con seguro. Cuando me soltó me giré con cautela para ver de quién se trataba, me sorprendió reconocerlo, su cabello oscuro y el negro azabache de sus ojos, la piel palida, y su estatura abrumadora. Su nombre era Andrew, siendo este el tipo del que siempre me hubiera gustado mantenerme alejada. Ahora estaba frente a mi, y no porque yo se lo hubiera pedido o porque me gustase.
Sonrió, y no era una sonrisa inocente, era una que acarreaba más cosas, ninguna de esas buena, puso una de sus manos sobre mi hombro, y dio un suave apretón. Una oleada de nervios me recorrió y de repente el cubículo se me hizo muy pequeño.
—Un gusto conocerte, Alessia, quita esa cara de miedo, no va a pasar nada que no te guste.
Seguido de esto comenzó a acercarse, y a acercarse, y a acercarse...
En mi cabeza estaba maquinando las mil formas de salir de esa situación, poco a poco se reducían a un corto número, a cero. Si gritaba nadie me oiría, y lo más seguro es que sería malinterpretado, si intentaba escapar no podría, y si lo agredia e intentaba gritar después la culpable sería yo. Y si yo me defendía, no quisiera imaginar que es lo que podría pasarme. Si se trataba de una advertencia de alguien como ella solo restaba obedecer, por mucho que lo detestara, porque para gente como yo no quedan opciones, solo quedan ordenes, no hay criterio, no hay voz, y por lo tanto no hay justicia.
Me retorcía en sus brazos al sentir sus manos sobre mi delgado y adolorido cuerpo, al igual que sus labios contra mi piel, era ridículamente alto, los brazos comenzaron a dolerme cuando ejerció presión para mantenerme quieta, me resultaba aterrador, no podía moverme. Quise gritar, pero no encontraba mi voz.
—Parece que la diferencia de altura es un problema ¿no? Entonces muévete, quiero sentir algo tuyo.
Mi cerebro tardó un poco en asimilar esas palabras, él quería que lo tocara, y yo por supuesto, estaba en pro de negarme, así que él se enojo... Y movió mis manos.
—Quedan 9 minutos, los suficientes para obtener lo que quiero.
—¿A-A qué te refieres?— pregunté con voz temblorosa, algo me decía que lo peor estaba por venir.
—Para ser de estatura baja tienes un cuerpo atractivo, y mi estatura no es conveniente, así que serás tú quien culmine con este problema.
Después se sentó en el retrete y comenzó a desabrochar su pantalón. El pánico me recorrió y por un momento contemple la posibilidad de abrir la puerta y salir corriendo, pero me era imposible, con el maltrato que cargaba podría hacer de todo menos correr.
—Sabes perfectamente que hacer, y será mejor que lo hagas, si no quieres que yo te obligue a hacerlo.
Dejó ver el filo de algo puntudo, una navaja. Sentí el pánico recorrer mi cuerpo entero como electricidad en la médula espinal. Supe entonces que era lo que tenía que hacer.
Nunca había sentido que el timbre fuera un sonido tranquilizante, en ese momento lo fue, en ese momento pude levantarme. Él comenzó a reírse suavemente, pude sentir la ira emerger, y quise ahogarlo en el retrete. Pero no tenía fuerzas, y el asco y el dolor me ganaban.
—Debo admitir que eso, estuvo bien, solo espero cumplas con tu parte, o esto—señaló el espacio entre ambos— se repetirá, y no de la misma forma, puede que me vuelva más creativo, hasta entonces, cuídate, y deja de llorar.
El deja vu en el que entre era un bucle del que no podía salir, la sensación era similar, la situación muy distinta, pero el desenlace igual: Silencio, para ti no hay justicia, para ti no hay felicidad. Solo vuelve a la normalidad, nada pasó, y nada va a pasar.
Salí de ese lugar adolorida, pero con un ánimo bueno y de cristal, después de todo tenemos que comernos el mundo ¿no?
Mateo no apareció, así que el camino fue solitario, al día siguiente él volvió y fue como regresar a la normalidad, la escena se repitió una, o dos veces... Pero podía seguir hablando con él, y eso estaba bien. A veces lloraba, pero mi tristeza se desvanecía al encontrarme con sus ojos observandome.
Yo supuse que Mateo, no sabía nada, pero dejé de suponer cuando tuvo un enfrentamiento con Mía y Andrew, yo estaba detrás de ellos, pero no lo suficientemente lejos como para no escuchar la conversación. Nos encontrábamos en uno de los pasillos, no estaba concurrido, casi nadie pasaba por alli, pero no encontramos otro sitio para quedarnos, el ventanal parecía ser el nuevo centro de atención.
- La mocosa a la que tanto defiendes se siente bien, tan dulce y estrecha como no te lo puedes imaginar.
El golpe que le siguió fue estruendoso, la sensación, el asco que sentí al procesar esas palabras fue horrible, y quise enojarme, pero solo podía sentir la tristeza, y el asco hacia mi misma. Aquello que alguna vez quise llamar autoestima estaba terminando de desmoronarse, solo quedaba yo, alguien sin dignidad, porque permite que todo eso le pase, alguien que una vez vivió en el silencio y lo seguirá haciendo, nadie escucharía nunca la voz de alguien que no tiene pruebas, solo golpes que tiene que ocultar, lágrimas que no sirven de nada, y en el fondo, una ira que no deja de crecer, siendo opacada por el arrepentimiento y la encrucijada del no saber que hacer.
Inconscientemente pienso que es mi culpa, que en el fondo, podría haber hecho algo para evitarlo, y el asco no se desvanece, sigue ahí, y me carcome porque no hay nada que llene ese vacío que hay.
Tienes la culpa, tú dejaste que pasara, podrías haberlo evitado, pero no lo hiciste, al contrario, se lo diste, con gusto, como la igualada que eres.
Ese es el mejor resumen que puedo hacer de lo que pasa por mi cabeza, es una voz, no se de donde sale, solo se que es cruel, y que tiene razón.
Mateo golpeó a Andrew, quien le devolvió el golpe con más fuerza, podía sentir mis ojos enrojecer, y mi cuerpo temblar, había algo en el fondo de mi mente que me hacía querer detenerlos, a pesar de que sería imposible para alguien como yo.
No... No dañes su piel ¿no ves que le quitas aquello que tanto me gusta?
Esa voz... Solía ser más sincera que yo hablándote.
—Detente... Detente por favor...
Andrew seguía golpeando a Mateo, no se detenía, me sentía mal, temblaba, lloraba sin control.
—Detente... No lo lastimes...
Él no te escucha ¿Lo dejarás así? ¿Dónde estás?
—¡Detente maldito bastardo!
Se detuvo, no pensé que lo hiciera. Y se levantó. En mi mente aún se encuentra plasmado el recuerdo de cómo sonrió, y se alejó de la escena, como si no acabara de casi terminar con lo poco que tenía.
Recuerdo como pasaron los días, fueron sombríos, Mateo se recuperaba, yo intentaba normalizarme, pero había una sensación, un presentimiento, algo malo pasaría, así que nuevamente, regresé al inicio, donde solo los impulsos me llevaban, sin rumbo alguno, decidí confesarle a Mateo lo que sentía por el.
Y él me correspondió, y pasaron cosas, aquel sentimiento magnético me decía que lo disfrutará mientras pudiera.
Recuerdo su sonrisa, un 13 de agosto el me invitó a contemplar las estrellas y el cielo índigo, recuerdo sus palabras.
—Alguna vez leí que Ukiyo era una forma de decir que estás cansado de pensar, y que es mejor disfrutar del presente— sus ojos brillaban cristalinos— si te pidiera lanzarnos de este piso ¿lo harías?
Y yo lo amaba, llamalo romance adolescente, pero para mí era distinto, para mí era la unión de dos piezas rotas.
《 Alguna vez me gustaría mostrarte que es lo que yo veo, pero eso es solo un sueño, todo lo que veo se desvanece con el pasar de los días.》
Un 14 de agosto, conocí a Mateo.
Y un 14 de agosto, Mía Carter apareció con un arma cuando nos encontrábamos juntos.
—El amor solo es un magnetismo que atrae problemas, y yo busco ser quien rompa ese magnetismo.— sonrió, y puedo jurar que su sonrisa no era humana— De ustedes solo queda esa sensación amarga cuando saben que un amor, no durará.
Entonces apretó el gatillo.
A veces pienso que él ya lo sabía.
A veces me cuestiono sobre si él sigue conmigo.
Y a veces lloro pensando en que pude haber hecho algo para evitarlo.
***
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