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𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚝𝚛𝚎𝚌𝚎


─Parece que no deberías conocer a la sirenita.

─No, solo quiero un poco de... ¡achú!

Jeongin observó a Hyunjin, que yacía tumbado en la cama, tosiendo. Sus ojos reflejaban una mezcla de lástima y preocupación. La cara del alfa estaba enrojecida, con un gel antifebril aplicado en la frente, y su cuerpo temblaba a pesar de que Jeongin había subido la temperatura del aire acondicionado. Era sorprendente ver cómo alguien tan fuerte como Hyunjin, un alfa dominante, podía verse afectado por un simple resfriado, provocado apenas por haber pasado demasiado tiempo en el agua. Jeongin, que había estado empapado incluso más tiempo que Hyunjin, seguía sin sentir ningún malestar. Sin embargo, Hyunjin empezó a mostrar síntomas de fiebre poco después de salir de la ducha.

─Sumergirte en un jacuzzi te ha dejado mal. ¿Qué pasará con tu trabajo? ─Jeongin sacudió lentamente la cabeza, molesto. De repente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo. ¿No era su intención original permitir que este chico se uniera a él para que se sintiera mejor y dejara de estar enfadado? Pero ahora, se encontraba buscando comida y medicinas para él, limpiando su cuerpo, aplicándole gel para bajar la fiebre, y luego sentándose a su lado para vigilarlo. Sentía como si estuviera cuidando a un hijo en lugar de a un amante.

─Pronto estaré bien ─murmuró Hyunjin con voz ronca.

─Que te mejores pronto ─respondió Jeongin, con un tono que carecía de la seriedad que la situación requería. Se levantó lentamente de la cama y, con un gesto casi despreocupado, añadió─: Ya has comido y tomado tu medicina.

Ahora duerme, cuando despiertes estarás mejor.

Hyunjin lo miró con ojos entrecerrados, todavía pesados por el cansancio.

─¿A dónde vas?

─Planeaba reunirme con el equipo... ─Jeongin se interrumpió de repente, como si reconsiderara sus palabras. Rápidamente, continuó con una voz más suave, subrayando su intención─: Voy a ver la televisión en la sala. No voy a salir.

─Si quieres ir, puedes ir. Eres libre de salir y divertirte, pero al menos invita a Minho hyung a que te acompañe.

No quería ser una carga para el alfa de cabello azabache, ni quería que pensara que estaba desesperado por su atención, aunque, para ser sinceros, cada día sin resultados lo hacía parecer cada vez más desesperado.

─Primero tienes que ser capaz de levantarte y sentarte por ti mismo. ¡Después, puedes empezar a darme órdenes!

─No necesitas vigilarme.

─No voy a mirarte. Voy a ver una serie. ─Jeongin enfatizó cada palabra, con la paciencia de quien explica el abecedario a un niño distraído. Si tan solo los chicos con cabello rubio oxigenado pudieran comprender algo tan sencillo. ─¡Ya puedes dormir, yo te cuidaré!

─No puedo dormir.

─Tómate la medicina y dormirás pronto.

─Pero no tengo nada de sueño.

─¡Shh! Cierra los ojos y dormirás.

Jeongin, con un suspiro que delataba su resignación, se acercó al rubio que yacía inquieto en la cama. Antes de darle la espalda y salir de la habitación, hizo un ademán con la palma de su mano y, como si fuera un mago frustrado, cubrió los ojos de Hyunjin, obligando con suavidad, pero firmeza a que sus párpados finalmente se cerraran.

─Listo. Cerrados están. Ahora, si empiezas a roncar, ¡lo consideraré un éxito!

Hyunjin, con un ungüento pegajoso en la frente, seguía tumbado en la cama, observando a Jeongin con los ojos entrecerrados, como si quisiera atraparlo en ese momento, rogando en silencio para que no se fuera. Pero Jeongin, a pesar de notar la súplica muda en los ojos de Hyunjin, no tuvo el valor de quedarse quieto.

¿Por qué se ve tan patético cuando está enfermo?

Ante la escena, Jeongin dejó escapar un suave quejido, claramente intencionado, antes de regresar a la cama. Luego, se sentó en el suelo, al lado de la cama, con una expresión que intentaba parecer molesta, aunque no lo lograba del todo. A pesar de haber dicho que estaba dispuesto a acompañarlo, su actitud sugería lo contrario.

─ ¿Puedo besarte?

─¡No!

El alfa, desde la cama, frunció los labios al escuchar la firme negativa de Jeongin, quien había respondido sin levantar la cabeza hacia él. Jeongin se sentó apoyado en el cajón, mirando al frente en lugar de girarse hacia la izquierda para establecer contacto visual con el enfermo.

─Me voy a enfermar ─respondió en voz baja después de que Hyunjin guardara silencio—. ¿Y si los dos nos contagiamos de gripe y acabamos muriendo?

─¿Sueles tener fiebre?

─No, rara vez termino en cama. Pero tú eres un alfa dominante, ¿por qué te enfermas tan fácilmente?

─Yo tampoco lo sé. Normalmente soy fuerte. ─Contestó. La voz era ronca y hablaba más despacio que de costumbre. ─Pero me pregunto, ¿he estado demasiado tiempo remojado?

─¡Oh! Yo duro mínimo dos horas bañándome. La próxima vez no te dejaré meterte conmigo.

─No, podemos bañarnos juntos. A mí también me gusta estar en el agua por mucho tiempo.

─ ¿Cuándo vas a dormir? ¿Por qué sigues hablando? ─Jeongin se había sentado a su lado con la esperanza de que Hyunjin conciliara el sueño más rápido, pero este se negaba a cerrar los párpados. A pesar del evidente dolor en su garganta y de lo exhausto que estaba, continuaba hablando. ─Deberías dormir ya. Si no, no mejoraras pronto.

─No tengo nada de sueño ─respondió Hyunjin, en tono quedo─. ¿Puedes leerme algo?

─¿Qué más podría contarte? No tengo ningún libro corto a mano.

─Cuéntame cualquier historia, tal vez una aventura que te contaban tus papás.

─Hyunjin soltó una pequeña risa al recordar las peripecias de sus padres al criar a su primer hijo, quien afortunadamente no era él─. Seguiré escuchando y me entrará el sueño.

─No tengo papás.

Jeongin desvió la mirada hacia el alfa dominante que yacía descompuesto a su lado, observándolo con una mezcla de sorpresa y desconcierto. Pero al final, Jeongin sólo pudo suspirar suavemente, dejando que su cuerpo se relajara de nuevo contra el cajón que tenía detrás. Quizás, en el fondo, también buscaba consuelo en esa conversación, aunque no lo admitiera.

─Al principio, no quería ser piloto de carreras ─dijo Jeongin en voz baja, su mirada perdida en algún punto frente a él. Parecía que finalmente había optado por contar su propia historia en lugar de un cuento, tal como Hyunjin había predicho mentalmente. Después de todo, no se imaginaba a Jeongin narrándole una lectura infantil─. En realidad, quería ser muchas cosas muy diferentes. Nunca pensé en algo fijo. De niño, veía mucho los canales artísticos; una semana quería ser pintor, al mes siguiente quería ser bailarín contemporáneo, y cuando aparecieron los shows de variedades, creo que fue cuando volví loco a mi abuelo. Ser cocinero gourmet fue una fantasía que mantuve por mucho tiempo, hasta que la cambié cuando entré a la primaria. Mi maestro de educación física me decía que tenía buen físico para ser bailarín; tal vez por eso es mi sueño frustrado.

Hyunjin guardó silencio, permitiéndole a Jeongin continuar, intuyendo que había más por decir.

─Mis padres desaparecieron ─prosiguió Jeongin, con un tono más sombrío─. Apenas puedo recordar a mi madre en algunos momentos; te seré sincero si te digo que ni siquiera sé con certeza si es hombre o mujer. Mi abuelo siempre me dijo que me criaron hasta que cumplí un año, y luego se fueron. A los siete años, mi abuelo perdió su trabajo. Usó sus ahorros para mantenerme hasta que finalmente se agotaron. No había trabajo ni dinero. Sabes, en ese momento pensé: "Vaya, nací y ya he experimentado el infierno mucho más rápido que incluso otras personas que ya han muerto". Tal vez exageraba; era solo un niño y ver cómo mis compañeros tenían padres y un hogar económicamente estable me afectó mucho.

Jeongin hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras se asentara en la habitación.

─Éramos pobres. Mi abuelo tenía que pedir fiado ─comenzó Jeongin, su voz sin rastro de tristeza, como si contara un simple hecho─. Pedía un paquete de pan económico, dos huevos, y eso se repartía durante todo el día.

Hyunjin lo escuchaba en silencio, reflexionando sobre las palabras de Jeongin. No sentía que este estuviera compartiendo su historia para despertar lástima; parecía más bien que simplemente estaba relatando su pasado, esos recuerdos escasos de su niñez.

─Antes de que todo empezara a decaer, estaba inscrito en gimnasia. La primaria donde estudié era privada, así que había varios clubes y actividades extracurriculares. Eran gratis, pero obviamente tenías que comprar cosas adicionales. —Jeongin hizo una pausa, como si reviviera aquellos días─. Siento pena por mi abuelo. Me salí antes de que tuviera que pedir más préstamos. Alrededor del tercer curso, por la noche, salía y me sentaba frente a la casa, viendo a los estudiantes de secundaria regresar. En mi mente de entonces, ni siquiera me atrevía a soñar con entrar al instituto. Era demasiado caro.

Al escuchar esto, a Hyunjin le resultaba difícil imaginar cómo habría sido Jeongin en el pasado. El contraste con el presente era abrumador. Yang Jeongin, el hombre que tenía enfrente, era famoso, poseedor de una colección de hipercoches tan vasta que ni siquiera se atrevía a calcular su valor.

¿Cómo se sentiría aquel Jeongin de primaria si supiera que, al crecer, alcanzaría tanto éxito?

─Me dolía el estómago y me mareaba. Luego me quedé dormido.

El corazón de Hyunjin dio un vuelco al escuchar aquellas palabras. Aunque sabía que Jeongin había sobrevivido a esa experiencia, no pudo evitar sentir un latido intenso en su pecho.

─Cuando desperté, se me acercó un hombre. Me dijo que era mi tío, hijo de mi abuelo. Y después de eso, las cosas mejoraron.

Jeongin se rascó la cabeza, más por simple comezón que por cavilación.

─No sabía nada en ese momento. No tenía idea de dónde estaba mi abuelo. Pero mi tío me aseguró que estaba bien, que su gente lo cuidaba, y que, cuando todo estuviera listo, me llevarían a verlo. Así que me fui con él. ─Extendió los brazos, haciendo un gesto amplio hacia Hyunjin, quien en ese instante parecía estar prestando una atención profunda─. Tenía una mesa llena de comida, con todo lo que solo había visto en la tele. Después de dos años viviendo en la pobreza, de repente me encontré en una vida de lujo, con mayordomo, chofer y todo lo que quisiera. Incluso me cambiaron a otra escuela.

Cuando Jeongin llegó a este punto de su relato, Hyunjin comenzó a entender por qué era como era hoy en día. Al principio, había pensado que Jeongin había pasado toda su infancia en la pobreza hasta que, al decidir convertirse en piloto de carreras, le dio a su abuelo lo que no pudo conseguir antes. Al menos, eso fue lo que Hyunjin imaginó como el posible giro de la historia. Pero todo había resultado ser una vuelta desafortunada en los negocios del abuelo de Jeongin, que los llevó a la bancarrota, forzándolos a vivir en un modesto departamento durante solo dos años. Hyunjin sintió una profunda tristeza al darse cuenta de que Jeongin había pasado hambre, aun cuando tenía un techo sobre su cabeza. Él, siendo foráneo, sabía lo que era aguantarse el hambre.

─Si eras rico antes, ¿por qué te sorprendió tanta alcurnia?

─Ser dueño de un monopolio de supermercados en un pueblo no se compara con ser un CEO. Mi tío era el CEO de una marca que ahora nos patrocina. Y digo "era" porque ya tiene años que se murió. Mi abuelo tomó su puesto hace tiempo.

El alfa rubio golpeó su nuca contra la suave almohada. Se suponía que la historia era para dormir, no para hacerlo pensar tanto. La familia de Jeongin debía de tener buenos contactos. No le sorprendería que todo el arco de pobreza de Jeongin fuera solo una prueba para enseñarle humildad.

─Pero cuando terminé el instituto, descubrí algo que me habían estado ocultando ─continuó Jeongin, con una narración que parecía sacada de una telenovela.

Todos en el equipo conocían bien el pasado de Jeongin; el piloto no escatimaba en misterios al contar su historia.

─Y luego... llega la amante de mi abuelo con un niño. Después de eso...

Cuando Jeongin volvió la mirada hacia la cama, vio que el alfa, que antes había dicho que no podía dormir, ahora estaba tumbado con la boca abierta y respiraba ruidosamente. Jeongin observó la escena y no pudo evitar sacudir la cabeza y reír suavemente. No sabía desde cuándo se había quedado dormido. 


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