Hacia tiempo que no volvía. Recorrer peldaño y peldaño, las grietas de mi ciudad. Los papeleos propietarios y pícaras discusiones me mantenían lejos de aquella puerta roja, inmensa y pesada. Que daba al cuartucho de lo que era mi habitación. No más.

Adiós a las lluvias, al constante sonar del ese miserable reloj azul. Que insistía groseramente en levantarme a las seis con cinco de la mañana. No volveré más a esos rincones de musgo y piedra. Aquí, vuelvo al sol, y a la noche eterna de mi cama. Y si extraño las peleas, de las cuales con victoria, me tendía en glorioso orgullo. Reñiré con las arañas, que reciben con actual animosidad, ahora mismo, mi entrada. 

He encendido la estufa. Que hermoso es el chirriar del aceite en ella! Ahora como, ahora descanso. Que belleza de abandono! El del abandonado encontrándose en su hogar.. vacío, memorias precocidas, sentimientos ya caducos.

Ya mañana rezaré a mi arcangel, dando honra al cielo por la vida. Ya mañana, arreglaré las cosas...