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05. Scratches

Esta vez estaba casi seguro de que podía culpar a Kaminari por ello.

Es decir, el que dejaba esas marcas en su espalda era el ¿no?

Que Shinso se volviera adicto a ellas también debería de ser su culpa... ¿cierto?

Bueno, tal vez en eso ambos tenían un poco de culpa, sin embargo, en lo que Kaminari si debía llevarse completamente la responsabilidad era en lo qué pasó aquella tarde en los vestidores del colegio.

No pueden culpar a Hitoshi por el descuido, después de todo estaba muy cansado por la resiente clase de educación física y la desvelada (también culpa de su novio) de la noche anterior.

Él recuerda haberle repetido un sin fin de veces a Denki que el día siguiente tenían escuela y que si lo hacían seguro acabaría arrepintiéndose durante su entrenamiento, pero como el niño terco que era eso no lo detuvo y siguió besando el cuello de su novio mientras movía sus caderas sobre su entrepierna.

Shinso estaba seguro de que Denki lo había lamentado un poco pues sabía lo exhaustivo que podían ser los entrenamientos con Aizawa, sin embargó, el que se arrepentía verdaderamente era Hitoshi por sucumbir a los deseos de su caprichoso novio, pues el cansancio le nubló la mente y lo hizo olvidarse de un pequeño -gran- detalle.

A su novio le gustaba marcar su propiedad.

Si, lo olvido por completo.

Y sin siquiera detenerse a pensar un poco, se quitó la camisa en pleno vestidor dispuesto a ponerse otra menos sucia.

No tuvo que siquiera voltear para ver la reacción de sus compañeros pues él repentino silencio lo dijo todo.

Tampoco pueden juzgarlos; ver al chico callado de la clase, ese que algunos catalogaban "bicho raro" y que prefería estar solo en una esquina del salón que rodeado de gente; con la espalda marcada con largas líneas rojas, dejaba a cualquiera atónico.

Shinsou maldijo en su mente al darse cuenta de su error y sintiendo de repente todo el sueño desaparecer; tomó la camisa limpia y se apresuró a vestirse para ocultar los arañazos en su piel.

- ¿Y que? ¿Les gustaron? -preguntó Denki, intentando ocultar su sonrisita detrás de su vaso de jugo

Shinso lo fulminó con la mirada y Kaminari soltó una risita divertida.

- No lo se. Estaba demasiado avergonzado por hacer mi vida sexual pública que se me olvidó preguntarles -contestó con sarcasmo rodando los ojos

- Bueno -Denki dejó su vasito en la mesa y se acercó hacia el mayor; con una sonrisa gatuna y pasos lentos- si no les gusta mi obra de arte, siempre puedo hacer una nueva

Hitoshi arqueó una ceja.

- ¿Planeas tener sexo después de que todo mi salón viera el desastre que me dejaste en la espalda?

- Un par de arañazos no es nada, ademas, ellos no saben quien es el autor ¿o si?

- En primera, no te refieras a ti mismo como "el autor" , y en segundo, no, no saben que fuiste tu

- Pero pronto lo sabrán -se acercó y enrolló sus manos alrededor del cuello del pelivioleta- mi clase ya sabe que estamos saliendo y estoy seguro que la clase B también lo sabe, así que cuando tus compañeros comiencen a buscar respuestas seguro alguien les dirá que somos pareja y junten todas las piezas

Shinso suspiro, tomó la cintura de su novio entre sus manos y lo vio directo a los ojos

- ¿Como puedes estar tan tranquilo?

- Porque por fin, Hitoshi Shinso, todos saben que solo puede haber una persona en tu cama y pronto descubrirán que esa persona soy yo

- Vaya, nunca imagine que fueras ese tipo de persona

Kaminari sonrió de lado.

- A veces lo soy, ademas, también estoy tranquilo porque no fui yo quien expuso nuestra vida sexual a su grupo de clase

Soltó su agarre y regresó a la mesa por su vaso de jugo mientras su novio lo miraba perplejo y ofendido.

Denki podía ser una pequeña perra cuando quisiera.

Si embargo, y por más ofendido que pudiera lucir Hitoshi, durante la tarde tomó esa oferta que le hizo el menor horas antes y lo obligó a pintar nuevas líneas en su espalda.

Dolía un poco por las cicatrices que ya tenía, pero eso no le quitaba la satisfacción de escuchar a su novio gemir mientras clavaba sus uñas en su piel.

Desde entonces Shinso descubrió lo placentero que era ser arañado por su novio.

Sentir su piel arder bajo sus dedos mientras el calor y el placer los inundaban, sentir la presión más fuerte cuando tocaba el punto correcto, ver las marcas al día siguiente y ocultarlas cuando era necesario.

Tal vez su fetiche de ser arañado contrastaba mucho con el de atar las muñecas a Denki y dejarle las manos inmóviles, pero no podía evitarlo, tener un novio como Kaminari llevaba a tener un sin fin de placeres ocultos.

Y tal vez (solo tal vez) esta vez si podía culpar de este a Denki, pues si su novio no tuviera esa -extraña- necesidad de arañarle la espalda cada que las cosas subían de tono, Shinso nunca hubiera descubierto el placer que le causaba las uñas de su novio y las marcas que dejaban.

Sus compañeros se podían joder buscando al autor de esas marcas, porque justo ahora el lo tenía debajo de su cuerpo temblando y rogando por más, igual, se preocuparía por los arañazos al día siguiente.

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