1.
Su infancia fue normal, como la de cualquier niño. Se la pasaba jugando y hablaba con todo el mundo, era descrito como: “un niño muy energético y sociable”, ese es Bonnie. Jamás tuvo algún problema, fue un estudiante bastante resaltante y bueno y jamás se le vio desanimado, o con mala vibra.
En su adolescencia, Bonnie fue descubriendo más sus gustos, más personales que otra cosa. A la edad de 15 años admitió su interés por los chico, la atracción que sentía hacia ellos, confesando así que es gay.
Y esa confesión le traería algunos problemas, más con su familia; y no es algo de lo que sorprenderse, su madre es una cristiana que ve ese tipo de gustos como algo satánico, su padre es un homofobico y ha mencionado varias veces que no quiere un hijo gay. Esto se debe también a su primo, Tommy, él es transexual y fue echado de casa por eso, pero según se sabe, vive bastante bien y es un bailarín.
Aun así existía cierto temor en Bonnie a la hora de confesarse, pero no se sostuvo a ese miedo. El pelimorado siempre confía en él y sólo en el mismo, con valentía habló y se desahogo.
El ser gay hizo que sus padres le tuvieran cierto asco, esto lo entristeció, pero no impidió que siguiera adelante. Al cabo de un año, no sabía si era la suerte o el mismo Dios sonriendole, pero su madre y padre entraron en un acuerdo y aceptaron a su hijo como es, todo un adolescente homosexual.
Aunque algo en lo que Bonnie siempre ha creído de una manera “infantil” que hasta el mismo lo reconoce, es que él espera por tener a su pareja perfecta, a ese chico de sus sueños con nubes de algodón de azúcar y unicornios vomitando arcoíris con peces nadando en este mar asqueroso de colores, mientras cantan una sinfonía de romance a la luz de un sol sonriente; si, algo así.
Bueno, no exageremos.
Y es que Bonnie, desde que supo sobre su homosexualidad, siempre ha querido encontrar a ese “chico para su vida entera”, ese “Ese Romeo”, “su alma gemela”, o mejor dicho: “su corazón de melocotón”. Él deseaba eso, encontrarlo, y no terminar en algo alocado o fuera de lo común, sino que deseaba casarse y formar una familia, para después vivir en paz y morir como unos ancianos. Y colorin colorado, ese cuento se ha acabado.
Es cierto que Bonnie confiaba mucho en él mismo, pero se necesita más que eso para conseguir la correspondencia de otro. Bonnie, lastimosamente, jamás fue bueno encontrando parejas, ¿y que bueno va a ser?, si ni siquiera ha encontrado a alguien gay y teme que si lo hace no sea correspondido.
Pero no crean que Bonnie es una mariposita, él es duro como una piedra y un rechazo no lo hará caer en depresión o bajarle el autoestima. Osea, si sus padres no lo lograron, ¿quién podría hacerlo? Cuando ya Bonnie vivió con su propio enemigo que fue su propia sangre, pero al final las cosas salieron bien.
De hay en adelante no pasó nada relevante, entro a la universidad y jamás volvió a ver a sus amigos de la escuela, eso fue algo que se esperaba y sabía que pasaría, pero jamás pensó que todo se sentiría tan rápido, tanto así que hasta añoraba con melancolía esos momentos. Se graduó de su universidad y su padre le busco un trabajo, pero antes le hicieron una enorme fiesta, donde invitaron a su primo Tommy, desde ese día Bonnie y Tommy se mantienen en contacto.
La fiesta pasó, y sólo ocurrió una noche llena de pensamientos sobre el futuro que le espera a Bonnie en su primer trabajo.
Su padre tiene muchos contactos, y uno de ellos es el hijo de uno de sus amigos. El hijo de este es dueño de una empresa que está en crecimiento y necesita trabajadores buenos, Bonnie al ser alguien muy destacable en la administración de este tipo fue recomendado de inmediato por su padre. En unas semanas recibió una entrevista y al cabo de unos días obtuvo el trabajo con una pequeña prueba para ver su potencial.
Si, Bonnie aprobó.
Lleva casi un año en ese trabajo y no ha cometido ninguna falla, es uno de los más eficaces y se dice que será empleado del año, que es un gran honor tener ese título. Pero este título ya lo tienen dos compañeros suyos, Freddy y Chica. Según Bonnie, ellos dos son unas bestias en su trabajo.
Freddy y Chica fueron los primeros en darle la bienvenida a Bonnie, mostrandole el lugar y enseñándole como funcionan las cosas. Son bastante agradables a decir verdad.
Ahora, ¿acaso saben todos ahí que Bonnie es gay?, y si, lo saben. No es un secreto ni nada, no es algo por lo que avergonzarse y ocultar.
Bonnie esta orgulloso de ser quien es.
El año está acabando, y Bonnie esta emocionado, ¿y como no estarlo?, solo ese mes y se ganara su título de empleado de honor, él y Freddy hicieron una apuesta de si podía conseguirlo o no.
—Solo este mes, y será mío.—decía para si mismo mientras observaba el mural de Freddy.
Recibió una palmada en su espalda, Bonnie se sobresalto.
—¡Ah!, ¡Te asustaste!—exclamó. Miró su mural.—Con qué viendo mi logro, dudo que llegues a tal nivel.
—Si, como no.—solto una risilla sarcástica.—Lo haré, hasta te superare y tendrás que pagarme.
—¿Tu crees?—frunció su ceño, Bonnie asintió.—Pues sigue creyendo que no te funcionará.—rió.
Bonnie chasqueo sus labios.
—Buen chiste.—volvió con el sarcasmo.
—¿Porque crees poder conseguir eso?—dejo de reír.—Ósea, mírame, me veo hermoso, el oro me queda.
Bonnie bufo por lo bajo y rodo los ojos.
—He sido estudiante de honor por tres años consecutivos.—contó.
—¡Vaya, eso es algo increíble!—dijo.—No sabía que eras tan inteligente.—bromeó.
Bonnie sólo lo miró con una cara de poker, no sabía cómo reaccionar o decir en ese momento, así que optó por usar la descripción perfecta para ese tipo de personas en situaciones como esas.
—Pendejo.—pronunció.
Freddy sólo rió por lo bajo, en una carcajada. Él no es alguien que se enoje por alguna broma de mal gusto o insulto, todo para él es una broma, aunque es alguien bastante serio cuando respecta a hacer su trabajo.
—Ah, Bonnie.—palmeo nuevamente su espalda.—Nos vemos luego, tengo que hacer algo ahora.—decía mientras reía.
—Adiós.—dijo.—Algun día voy a matarlo.—pensó irritado.
Volviendo a sus cosas, se sento en la silla rodante, dando una pequeña vuelta hasta llegar al escritorio y poner sus manos sobre el teclado. Suspiro, y cabizbajo empezó a teclear para escribir códigos, mientras leía una pila de papeles, transcribiendo éstos en el computador.
Bonnie podía escuchar los pasos de unos tacones acercarse, se detenían en segundos y volvían a encaminarse. Esto le pareció raro, solo hay una chica trabajando en esa oficina, y es Chica, a ella no le gusta usar tacones, prefiere usas zapatillas o unas adidas.
Los quejidos de la rubia se oyeron en la puerta y el pelimorado giro para encontrarse con una Chica irritada por usar, lo que para ella son, más que objetos de modas, una pérfida de tiempo total, unos tacones altos.
—Maldición.—mascullo.—Estos tacones, los odio. Son como los cuernos del demonio, sólo que en vez de estar en la cabeza, están en los pies.
Bonnie sonrió.
—¿Nunca supiste caminar con tacones?
—¿Me ves cara de que si?—espetó.—Y jamás quisiera ponerle un pie a estas cosas del demonio.
—Supongo que eso es un no.—soltó una risilla.—¿Que sucede?, ¿para que viniste?
—El jefe me mando para entregar estas cartas.—respondió pasándole una.—Planeamos hacer una fiesta, como estamos casi en navidad, quiso aprovechar un día para que festejemos juntos el rápido crecimiento de la empresa.
—Hm, ya veo.—decía mientras leía la carta, cuya estaba bien decorada, parecía la de un cumpleaños de niños.—No iré.
—¿Qué?, ¿porque?
—No es por nada, pero no soy de ir a fiestas.—dijo.
—Antisocial.—comentó.
—¡Ey!, ¡tuve muchos amigos!—mencionó.—Es solo que no quiero ir y listo.
Chica rodó los ojos y bufo.
—¿Tienes algún compromiso ese día?
—No.—respondió.
—Pues iras.—espetó.—Y si te niegas, le diré al jefe que baje tu sueldo.
—Ok, esos tacones si son demonios.
—No tienes nada que perder, Bonnie, si es por el alcohol, no te preocupes, solo no bebas más de la cuenta y ya.—aconsejó, mientras salía con algo de dificultad.—Ven, para que no te la pases solo en casa. Necesitas un descanso.
Se fue.
Las palabras de Chica dejaron pensativo a Bonnie, se sintió realmente bien ver la preocupación de ella, es su amiga pero no suele mostrarse tan empatica. Pero Bonnie no quería ir por timidez o el alcohol, más bien porque quería quedarse viendo un maraton de una serie de netflix que le ha encantado.
Suspiro, se quejo por lo bajo pero se lo pensó dos veces, llegando a la conclusión de que no sería tan malo ir a esa fiesta.
Además irá su jefe, Foxy. Él es alguien apuesto, demasiado, su cabello es rojo y lacio hasta el cuello, a veces se amarra unos mechones en un larga y delgada trenza. Sus ojos ámbar, entrecerrados y manteniendo esa mirada seria y cortante, más ese lunar bajo su ojo ezquierdo. La nariz respingada, su piel blanca y suave, los labios rosados; es un galán, totalmente.
Bonnie no sabe si su jefe es gay, pero siendo sinceró el menor, su jefe es la persona más sexy y bonita que ha conocido. Pero sólo es una opinión sincera, no es que sienta algo por él, ningún tipo de atracción o algo. Foxy es bastante serio y llega a ser estricto cuando hay que serlo; no le llama tanto como pensó que lo haría en un principio cuando lo vio. Y Bonnie no se fija tanto en ese tipo de cosas.
Pero él admite, que cada vez que esta cerca de él o lo ve caminando desde el pasillo a su oficina, le causa cierta sensación y su imaginación empieza a volar, planeando en territorios eroticos. Aún si sólo es un pensamiento pasajero, lo pensó alguna vez.
Pero solo es eso, un pensamiento.
Los días pasaron y llegó el sábado en la noche, a las seis en punto los empleados que fueron invitados, que son todos, debían ir a esa hora exacta. La mayoría se presentaron, como es normal en esas temporadas empezó a nevar, aunque no se pensó que sería tan pronto.
La fiesta tomó lugar en una discoteca, una bastante famosa y costosa, de renombre, que Foxy les había recomendado, eso fue algo que les sorprendió, nadie ahí pensaba que su jefe tan serio que se veía supiera de lugares como este.
Todos ahí comieron y charlaron, algunos hasta hacían el ridículo a veces, pero todo gracias al alcohol, que aportó las risas y que otros se soltaran más y empezarán a tomar confianza, haciendo que el ambiente sea más agradable. El alcohol, la comida, las personas; toda esa convivencia hicieron de esa noche algo espectacular.
Chica miraba como Bonnie, que estaba sentado junto a Freddy, se estaba divertiendo y integrándose con los demás; por el trabajo, Bonnie no ha podido hablar mucho con sus compañeros. Ella golpeo el hombro del pelimorado, quien se sobresalto.
—¿Y así no querías venir?—mencionó.
—No me lo había pensado.—reía.
—¿No te lo habías pensado?, la próxima vez haré que si te lo pienses.—dijo en forma de amenaza.
Bonnie solo pudo fruncir su ceño.
Al cabo de unas horas, todos empezaron a marcharse. Bonnie iba a irse también, pero Chica le llamó para que acompañara a ella y a Freddy, también a su jefe, Foxy.
El pelirrojo les había explicado que quería invitarlos a un karaoke a ellos tres, a Chica y Freddy por ser tna buenos empleados, y a Bonnie por ir en el mismo camino; mejor dicho era más por ésto que por otra cosa.
Foxy llevó a Chica y Bonnie, que son los que no tienen auto, Freddy le siguió en el suyo.
En el karaoke, conversaron entre ellos, y grabaron a Freddy borracho cantando una canción de Ricky Martín. Ese noche Bonnie estaba riendo a carcajadas, mientras que su jefe también, algo que el pensó nunca ver.
Foxy estaba riendo, y Bonnie miraba de reojo como este lo hacía. Lo miró, cada expresión y movimiento, y se preguntó:
—¿Como puede un rostro permanecer perfecto?
Es algo que se cuestionó, pensó que tal vez sólo era locura suya. Pero por más que Bonnie se negaba, no podía dejar de mirar a Foxy.
Las horas pasaban y se hacía tarde, ya siendo las tres de la mañana.
—Lo lamento, lo lamento, se me pasó la hora.—se disculpo Foxy.
—No importa, jefe, hoy fue una gran noche.—dijo la rubia.—Gracias por invitarnos.
—De nada.
—¡S-si, gracias!—balbuceo Freddy.
Chica recargaba a Freddy, tomándolo desde su brazo rodeandolo en sus hombros para llevarlo hasta su auto.
—Nos vemos, tengo que llevar a este tonto a su casa.—se despidió.
—Cuidate, maneja con cuidado.
—Lo haré, jefe.
A pesar de no tener un auto, Chica sabe conducir, así que no hay problema alguno.
Foxy miró a Bonnie, quien acababa de salir de baño, después de haber orinado.
—Bonnie,—le miró el contrario.—ven, te llevaré a casa.
Él solo asintió sin más, se montó en el auto y partieron.
—Vivo muy lejos, esa era una de las razones por las que no quería venir.—dijo el pelimorado.
—Ya veo.—espetó.—Hay un hotel cerca, dormiremos ahí, como mañana tienes el día libre.
Volvió a asentir, no podía ni hablar porque siempre se le salía una risilla.
Bonnie no recuerda mucho, sólo que llegaron al hotel y ambos durmieron, el pelimorado no sabe si juntos o no, pero es algo que a estas alturas no le interesa.
A la mañana siguiente, el sonido de la regadera lo despertó. Se sentó en la cama y rasco su nuca, un leve dolor en su cabeza apareció. Se quejo por lo bajo. Miró la cama, está estaba desordenada; no recuerda casi nada de lo que pasó anoche. Para nada.
Apenas estaba consciente de sus acciones, la jaqueca y confusión no le permitían dar un paso más, pero lo intentaba. Con pasos pequeños y cuidadosos, se acercaba a la puerta, su mundo daba vueltas y aún sentía el alcohol en su boca.
—Bebí mucho, joder.—mascullo.
Salió al pasillo. De repente, la puerta de el baño se abrió, Bonnie miró con la ceja alzada, del baño salió Foxy, poniéndose la toalla. Por esos instantes, Bonnie pudo ser testigo de cómo las fantasías pasajeras que él tuvo alguna vez con su jefe se volvían realidad, la imagen de su cuerpo en persona.
Foxy abrió sus ojos como platos, sorprendido, no pensó que Bonnie estaría despierto.
—Oh, Bonnie.
Y ahí, el mundo de Bonnie dejó de dar vueltas.
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