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12


El sol comenzaba a ocultarse a lo lejos, pero eso no impedía que ciertos chicos disfrutaran del poco tiempo que les quedaba antes de regresar a casa.

—¡Ahre caballito! —rió dulcemente el omega mientras le pegaba a Yoongi en el hombro.

El alfa rió roncamente ante la actitud tan infantil que estaba teniendo el omega. Llevaba al pequeño chico en su espalda mientras corría por la desolada acera que dirigía al parque central. Le había dicho que pesaba mucho, pero la realidad es que Jimin era muy ligero, casi como una pluma.

—¡A la derecha, hyung, a la derecha! —Exclamó, guiándolo por el camino.

Yoongi le hizo caso, y giró rápidamente, lo que causó que casi se fuera de lado gracias a la brusquedad que amplió. Pero afortunadamente, logró mantener el equilibrio, riéndose al escuchar el chillido asustado que Jimin lanzó.

—Alfa tonto —reclamó el omega, dejando de reír—. Sentí como mi vida pasó frente a mis ojos.

—No seas tan dramático —dijo riendo.

El pálido dejó de correr y comenzó a caminar a paso lento, todavía con una sonrisa en su rostro y con un Jimin asustado.

—Quiero caminar, hyung —pidió con un puchero que el alfa en ningún momento pudo ver.

—Estás muy chiquito para que intentes caminar —quiso burlarse—. Después puedes dar tus primeros pasos bebé.

El omega en lugar de enojarse o sentirse molesto, puso una gran sonrisa en su rostro ante lo dicho por el alfa.

Ni en uno de sus más locos sueños había pensado en que Yoongi le diría "bebé". Tampoco se imaginó el día en el que estuviera compartiendo momentos con él de esa forma, que Yoongi lo cargaría o lo tratara como una persona normal y no como el omega raro y acosador.

—¿Bebé? —preguntó tiernamente, poniendo su cabeza en la parte trasera del cuello del alfa. Llenando su nariz con la esencia de este.

Siguió sonriendo bobamente, importándole poco el hecho de que el alfa se tensara.

—Jimin... ¿Estás ronroneando? —preguntó, olvidándose por unos momentos de los nervios, y sintiendo como el pecho del omega vibraba.

—Eh? —el omega estaba demasiado concentrado en aspirar todo el aroma que pudiera del alfa.

Yoongi detuvo su paso, y quito sus manos de las piernas del menor, para bajarlo con cuidado de su espalda, pero el contrario quiso hacerle las cosas un poco difíciles, no soltándolo del cuello.

—Jimin, suéltame —pidió suavemente el alfa, riendo quesito por la actitud del omega.

—Ño —negó de manera añiñada.

—Si me sueltas te daré un besito —chantajeó.

No siquiera pasó un segundo cuando Jimin ya estaba parado en el suelo. Tan recto, como si fuera un soldado, aunque se miraba que estaba algo desubicado y aún seguía ronroneando. No estaba del todo lejos, puesto que todavía sentía el aroma de Yoongi, y eso hacía que se pusiera como un tonto.

—Estoy esperando mi recompensa —abrió sus brazos.

El alfa negó riendo y se acercó poco a poco, hasta llegar a Jimin y envolverlo con sus brazos. El omega pasó los suyos por el cuello del mayor y estiró sus labios como patito.

—¿Por qué estás ronroneando? —preguntó, queriendo ignorar los apetecibles labios del chico—. Te ves muy tierno así.

Mío. Gruñó su lobo.

Mío, mío, mío, mío. Grr.

—Podría hasta ladrar si usted quiere, hyung —dijo, para después volver a estirar su boca—. Sigo esperando.

El alfa sonrió maliciosamente y se acercó lentamente, un movimiento más y hubiera unido sus labios con los del omega, pero al contrario, sonrió y subió para dejarle un beso sobre la pequeña nariz del chico.

Idiota. Le reprendió su lobo dejando de dar vueltas en su interior.

Jimin se quejó audible, y pegó con su pie en el suelo. — Hyung, eso fue trampa.

Hizo un pronunciable puchero con su boca. Hundió su cabeza en el pecho del mayor, avergonzado por haber pensado que le daría un beso en la boca.

—Dije que te iba a dar un besito, y ya te lo di —se rió.

—Usted es muy malo —el ronroneo que antes había estado haciendo desapareció.

El alfa se desespero al ver la desilusión del menor. El también quería volver a probar por segunda vez esos deliciosos labios, pero el sol pronto se ocultaría y él tenía que ir a dejar al omega a su casa. No podía permitir dejarlo ir solo.

—Vamos, te iré a dejar a casa.

Jimin asintió un poco triste y se alejó del pecho del mayor. Se sentía tan bien con la compañía del alfa que el tan solo pensar en volver a su casa y dejar al chico, hacia que su lobo bajara sus orejas.

Yoongi agarró la mano del omega y entrelazó sus dedos, admirando la perfección que hacían al unirlas. El omega se calmó un poco ante la acción del alfa, para después comenzar a caminar con él, volviendo a sonreír.

Aún no sabía si Yoongi lo quería como para pedirle ser su omega, o si su relación iba a ser más estrecha de ahora en adelante. Tenía miedo en su interior de que el alfa jamás lo llegara a ver como algo más que su irritante acosador, pero pasará lo que pasará, Jimin jamás se iba a rendir, no hasta enamorar al alfa.

Caminaron unas cuantas cuadras hasta encontrar un taxi. Ambos chicos iban sumergidos en su tan amena plática que el tiempo se sintió demasiado corto. Jimin quería seguir hablando con el alfa sobre sus gustos y saberlo todo de él, pero eso sería otro día.

—Gracias —le dio una sonrisa el peli-rosa al señor taxista, para después salir del auto.

—Espéreme un momento —le susurró Yoongi, antes de salir intentando que Jimin no escuchara—. Solo voy a despedirme de mi futuro omega.

El hombre asintió amablemente. Yoongi salió deprisa del taxi con una gran sonrisa plasmada en su boca.

Agarró a Jimin de su mano y comenzó a caminar con el omega hacia la entrada de la casa, y lo sabía porque Jimin se la había señalado minutos antes cuando él taxista estaba parqueando.

—No es necesario que camine conmigo hasta la puerta, hyung —rió adorable—. No haga esperar al señor.

—No te preocupes, le agradeceré mucho por su servicio.

El omega asintió un poco inseguro. Se sentía curioso ante la gran sonrisa que Yoongi tenía en sus labios, pero tampoco se quejaba, puesto que amaba ver las rosadas encías del chico.

Unos segundos después se encontraban en las pequeñas gradas de la entrada de la casa del omega. Este último suspiró, el momento de despedirse había llegado.

—Gracias por venir a dejarme, Yoongi hyung —le sonrió inocente, haciendo que sus ojos se cerraran—. La pase demasiado bien con usted, y aunque todavía me duele el estómago, tenga por seguro que me gustaría repetir.

El pálido solo asintió pero no dijo nada, poniendo nervioso a Jimin pensando en que el alfa no se la paso tan bien como el imaginaba, pero contrario a lo que su mente imaginaba, el alfa estaba en un debate interior en sí hacer lo que su lobo le proponía o solo decir que se la pasó bien y regresar a su hogar.

Se quedó por unos segundos viendo intensamente a un Jimin cohibido, hasta que no pudo más y se acercó al omega. Rodeó su estrecha cintura con sus manos y conectó sus miradas por unos segundos antes de unir sus labios en un suave y dulce beso.

El peli-rosa abrió sus ojos sorprendido pero a la misma vez correspondió el beso, enrollando sus manos en el cuello del mayor. Yoongi lo estaba besando con tanta delicadeza y dulzura que quiso llorar como un bebé pequeño. Se sentía como si de verdad el pálido estuviera enamorado de él.

—Quiero conocer todo de ti, Jiminnie —dijo, dejando los labios del omega para darle un beso esquimal—. Déjame cortejarte, pequeño acosador, me gustas. Quiero llegar enamorarme de ti y a amarte.

El corazón de Jimin comenzó a latir fuertemente. Por fin, el chico del que estaba enamorado desde hace meses no sólo lo había besado, si no que también le estaba pidiendo permiso para cortejarlo. No lo podía creer.

Una pequeña lágrima de felicidad salió de sus ojos y comenzó a asentir rápidamente. —Sí, sí quiero hyung.

Yoongi sonrió abiertamente y volvió a besar los dulces labios del chico al que se encargaría de enamorar.

Después de probar esos labios, no se arrepentía ni en lo más mínimo de su decisión. 

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