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21- Amores de fuego

Templo de Géminis

Los sonidos obscenos se escuchaban desde cada rincón de la habitación; el dueño de casa era brutalmente embestido por el guardián de Sagitario, las caricias y besos candentes se mezclaban con palabras de amor y deseo...

Era la tercera vez de esa noche y Aioros no tenía intenciones de dormir...

Saga respondía a ese tornado de sensualidad que era su amado centauro, el que después de tantos años, le había perdonado y correspondido en sus sentimientos...

Su cuerpo perlado de sudor, era recorrido por las ágiles manos contrarias, que se atrevían a hurgar en lugares íntimos que lo hacían desear que esos toques fueran imitados por la boca...

Su deseo le fue concedido sin mediar palabras, la boca del arquero fue dejando rastros de saliva desde su pecho, pasando por su abdomen, jugando con su ombligo y bajando hacia su vientre...

Abrió sus piernas y sin rodeos, tomó la virilidad del gemelo con sus labios y lo succionó, su lengua recorriendo la punta del falo, siendo de a poco devorado hasta hacerle perder la cordura y gritar su nombre en medio de los espasmos de un nuevo orgasmo...

Los dedos en su interior prolongaban su éxtasis y el placer lo abrumaba, nublando sus sentidos...

El arquero tenía ese poder en Saga, lo elevaba a otra dimensión sin necesidad de poderes o cosmos...

Otra ronda de sexo desenfrenado y ambos cayeron rendidos pero felices, abrazados y jurándose amor eterno...

Templo de Capricornio

Toda la entrada era un desastre de ropa diseminada por todo el piso y sillones...

En los privados, una sesión de sexo salvaje se llevaba a cabo...

En el piso, de rodillas y con los brazos atados en un nudo que unía sus muñecas encima de su cabeza, colgando de un postigo del techo, se hallaba Shura, sus ojos vendados...

Aioria lo seducía con frutas que bañaba en crema o chocolate y le daba a comer en la boca, pasando cada tanto su miembro por la misma sustancia y acercándolo a su rostro pero sin dejar que lo rozara siquiera...

Shura se retorcía tratando de zafarse de la venda para poder tomar con su boca el apetitoso manjar que se le negaba...

-¿Lo quieres? Convénceme, muéstrame lo mucho que me deseas...

Abrió el cierre del pantalón del español y su enhiesta espada saltó al ser liberada, ya húmeda por tanto placer que su sexy gatito le daba...

-Sí que estás ansioso, Excalibur parece que explotará...

-Por favor, Aio...

El joven león se colocó en la posición deseada y tiró de la venda para que cayera...

Lo primero que Shura vio, fue que tenía casi sobre su rostro pero lejos de su alcance, el trasero desnudo de su novio que, perdido en su entrepierna, masajeaba con la boca su miembro y testículos...

-Si quieres que sea buen chico y te libere, primero me debes alimentar...

Diciendo eso, lo tomó vorazmente en su boca, succionando, lamiendo cada vena y tendón, mordiendo sus partes más sensibles, enloqueciendo a su pareja...

Tanta estimulación en su hombría, sumado a tener ese escultural cuerpo cerca de su rostro lo arrastraba indefectiblemente al clímax...

Aunque éste no lo deseara, terminó por llevar a Shura a un orgasmo intenso, siendo su semilla devorada por el menor... no dejó rastro de semen y luego, muy sensualmente, fue girando sobre su cuerpo para quedar de frente al español...

-¿Te gusta lo que ves? A mí me gusta mucho lo que tengo frente a mis ojos

Sonrió ladino, pero con aires de inocencia, acercó su boca para besarlo pero lo dejó con las ganas al ladear su rostro hacia otro lado a último momento...

Rió ante la disconformidad del español y se encorvó para descender hasta su fuerte pecho y succionar sus pezones, haciendo que Shura diera un grito de genuino placer...

Ya su miembro había despertado nuevamente y Aioria lo masturbaba mientras dejaba rastros de fuego en su vientre con su lengua, que lamía todo a su paso y se internaba en su ombligo... ese chico era una delicia para los ojos y un placer para su cuerpo...

Las cuerdas en sus muñecas comenzaban a doler de tanto tirar de ellas, pero todo pasó a un segundo plano cuando vio a Aioria darle la espalda y acomodarse delante suyo, sentándose sobre su espada, autopenetrándose...

Todo raciocinio se fue a la basura en ese momento, el leonino le daba una perfecta visión de su ancha espalda, sus músculos moviéndose al ritmo de sus caderas, mientras saltaba sobre su miembro...

Él deseaba tocarlo, besarlo, sentirlo entre sus brazos mientras lo hacía suyo, deseaba hacerle el amor con dulzura, pero su fogoso leoncito había tenido esa fantasía y él no podía negarle nada...

Los movimientos de Aioria se hicieron erráticos y soltó la soga, liberando a su amante, quién en un sólo movimiento, quedó sobre su espalda, rodeando su cintura con sus brazos y haciendo las penetraciones mucho más profundas, besando su cuello, acariciando su plano abdomen y llegando a su sexo necesitado de atención...

Movía su mano al ritmo de las embestidas y Aioria era ahora quién se desarmaba ante el placer que sentía... sabía que las marcas de los dientes de Shura en sus omóplatos serían difíciles de cubrir pero era lo que menos le importaba en ese instante, cuando sus ojos cerrados en concentración y placer, podían ver los elíseos al llegar a su ansiado orgasmo.

Cayó rendido en los brazos de Shura, que lo volteó para quedar sobre él y lo volvió a penetrar, suave, profundo, besando esos labios carnosos que lo hacían delirar, sintiendo su esencia en ellos...

La mirada perdida de Aioria, llena de amor y deseo se encontró con la de Shura, llena de pasión y lujuria...

-Has sido un gatito muy travieso hoy, pero me colmaste de gozo y te voy a compensar...

Puso las piernas del menor sobre sus hombros y embistió profundo, doblándolo casi en dos, besándolo en cada aproximación, sus manos rindiendo culto a ese cuerpo de Dios griego y las palabras de amor que le susurraba como si no estuvieran solos.

-Eres lo más hermoso y perfecto de mi vida, Aio... te amo con toda mi alma...

Y Aioria no sólo se sintió feliz al ser llenado con el cimiente de su amado español nuevamente, sino que podía sentir que era todo suyo, que había logrado reemplazar el amor que una vez sintió por el francés...

-Eres mío, Shura, y yo soy tuyo en cuerpo y alma...

-Lo soy mi vida, no tengas dudas de ello... te amo como jamás amé a nadie en mi vida...

Lo separó al salirse suavemente de su cuerpo y, tras limpiar todo rastro de semen del abdomen del menor, que sabía a sexo y chocolate, lo levantó en brazos para llevarlo hasta la cama, donde lo recostó sobre su pecho y lo cubrió con sus fuertes brazos...

Los corazones fueron recuperando sus pulsaciones y el sueño los venció...

Shura nunca tendría suficiente de ese joven con alma de niño, con quién podía jugar escondidas dentro de las profundidades de sus templos o bien podía terminar en una sesión de sexo sublime...

Aioria era fuego puro y era el único que lo sabía... fue el primero y sería el último... nadie más disfrutaría del manjar de dioses que era su cuerpo, un santuario que lo arrastraba a las puertas del infierno pero le ofrecía el cielo en bandeja de oro...

Se durmió acariciando los suaves rizos castaños claro, mientras sus corazones latian al unísono...

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