16- Corazones felices... corazones rotos...
Aldebaran sentía que su cuerpo pedía por más pero decidió tranquilizar su respiración, concentrarse en algo más que no fuera el físico perfecto de su adoración...
Decidió que lo mejor era cambiar de aire y salir de esa habitación ocupada, mayormente, por una cama...
-Camie, ¿me muestras tu casa? Ahora que ya estamos bien quiero conocerla y luego venimos por el pastel...
Camus sonrió feliz, su corazón se sentía liviano, como si muchos pesos acumulados por años hubieran desaparecido de repente...
Era joven, tenía deseos de vivir, sentir y se ilusionaba con una vida cerca de Aldebaran... claro que eso no sería tan fácil, su toro continuaba siendo un caballero de Athena y él no deseaba volver a aquel lugar...
Aunque debía enfrentar de una vez por todas a Afrodita y quedar en paz con su pasado...
Tomó la mano de Aldebaran y bajaron hacia la biblioteca, donde el señor Devereaux los esperaba...
-Le mostraré la cabaña y luego vendremos a cortar el pastel...
-Me alegro verte feliz, hijo... nos vemos luego...
El brillo en los ojos de Camus no pasó desapercibido en el anciano... el chico estaba enamorado y se le notaba a leguas de distancia.
Su mente voló hacia otra persona, que lo estaría pasando muy mal y valoraba su sacrificio...
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Kanon había regresado al santuario y se hallaba sentado en el sillón de un cuerpo del living de la casa de Géminis...
Su cabeza dolía mucho y su mente era un torbellino de dudas...
Desde siempre supo que no era para él pero no pudo evitar que ese chico le llegara al fondo de su corazón...
Había luchado contra ese sentimiento que crecía día a día, pero le era imposible quitarlo de su mente, de su alma... Camus tenía la calma y pureza que todo su ser anhelaba y lo estaba orillando a la locura, porque sabía que nunca sería correspondido...
Tomó la decisión más difícil, alejarse sin despedirse y darle el mejor regalo de cumpleaños para hacerlo feliz...
Pero ese amor lo estaba destruyendo y se sentía ahogar en su angustia... le costaba respirar y las ganas de llorar se le hacían insoportables...
-Llora en mi hombro... libera tu pesar y te sentirás mejor...
Y ahí estaba de nuevo, rodeado de esa paz que tanto necesitaba y se aferró a ella, a Shaka, y rompió en llanto como un niño desamparado...
El rubio se acomodó en el sillón más grande y lo recostó en su regazo, dejándolo allí para que purgara su dolor, acariciando su cabello hasta que lo sintió respirar profundo después de mucho tiempo...
Kanon se había dormido y Shaka, sin dejar de acariciarlo, dejó que su propia angustia fluyera, sus lágrimas corrían raudas, porque él no podía competir contra ese amor, no tenía posibilidad alguna de llegar al corazón del gemelo menor, a quién amaba con locura... sólo le quedaba estar allí para él, cuidarlo y recoger las migajas de su corazón destrozado...
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-En verdad es tu casa?
Aldebaran no podía creer la belleza natural que rodeaba el nuevo hogar de su novio...
-Sí, Alde... la compré con los ahorros de toda mi vida y ahora puedo hacerle arreglos con mi sueldo de la biblioteca, porque no tengo gastos al vivir allí...
-Es increíble el lugar! Y más aún que lo hayas logrado con tu esfuerzo, tú solo! Estoy muy orgulloso de ti, Camus!
-¿En verdad lo dices?- sus hermosos ojos brillaban felices y llenos de emoción...
-Claro que sí! Tienes tu propio lugar en el mundo! Es mucho más de lo que muchos de nosotros podríamos imaginar o soñar...
-Gracias...- de pronto se volvió tímido en sus palabras -gustas pasar? Verás como he decorado todo a mi gusto...
-Sería un honor, Cam!
Lo tomó de la mano y tras usar sus llaves, entraron en la bella casa, que a esa hora de la tarde, era iluminada por los rayos del sol que se colaban a través de las blancas cortinas...
Todo era de un gusto increíble, muebles delicados sin llegar a ser ostentosos, una sala con sillones a tono con el color beige de sus paredes y una gran chimenea de ladrillo a la vista, empotrada en la pared, que daba un toque cálido al ambiente...
Siguieron por cada ambiente, recorriendo y disfrutando de ese momento íntimo, de estar juntos y solos en un lugar donde nadie más que Camus y Kanon habían estado antes...
Llegaron a las habitaciones, eran tres y Camus ya las tenía dispuestas para su uso, sabiendo que su otrora alumno podría visitarlo cuando deseara, una sería para Hyoga, la otra estaba preparada para recibir visitas y la última era la suya, pintada de un hermoso color cielo, con detalles azules y blancos en sus cortinas e implementos de cama...
Aldebaran posó su mirada en el mueble delante suyo y no pudo evitar un sonrojo mientras se retaba a si mismo por tener esos pensamientos...
Camus lo miró de repente y su mirada tenía otro aspecto, se veía oscura y su sonrisa era muy provocativa...
-Alde... recién estamos empezando pero... yo quisiera que... tú y yo... sabes...
El toro no lo dejó seguir y lo besó con pasión... se sabían solos y eso era todo lo que importaba en ese instante...
Camus sentía que se podía perder en la dulce mirada de su gran amor, que era grande en todo sentido, desde lo físico hasta su corazón, que era enorme...
Se colgó de su cuello, en puntas de pie, porque la diferencia de alturas era bastante y sonriendo, besó de nueva cuenta esos labios carnosos que tanto añoraba saborear desde la adolescencia, cuando todas sus hormonas se revelaron y pedían a gritos por el segundo guardián...
Aldebaran estaba sumido en el cálido sentir de sus labios, con los ojos cerrados intentaba grabar su textura y sabor para siempre en su mente...
Lo besaba con la inocencia y pureza de su alma, que era compartida porque ambos se entregarían por primera vez al acto carnal, la fusión de sus cuerpos...
El toro acariciaba su espalda mientras sus besos bajaban por el cuello del menor, arrasando con todo raciocinio y dejando pequeñas marcas en la nivea piel...
Camus se deshacía en suspiros mientras sus manos viajaban por el ancho pecho y abría ansioso, los primeros botones de su camisa, encontrando piel morena, tostada por el clima tropical de su Brasil natal...
Los besos y caricias se hicieron más candentes, la ropa estorbaba y pronto ya estaba desperdigada por toda la habitación mientras sus dueños se fundían en un abrazo sentido, antesala de lo que vendría y ellos tanto anhelaban...
Aldebaran lo tomó en brazos, como si de un tesoro invaluable se tratara y lo llevó hasta la cama, donde lo depositó con sumo cuidado, para luego posicionarse encima suyo, para volverlo a besar y robarle nuevos suspiros, mientras simulaba estocadas y hacía que sus miembros se acariciaran en una danza por demás sensual...
Camus se perdía en esas avellanas que tenía por ojos, que lo adoraban al conectar sus miradas y su boca y manos cobraron vida propia, siendo más atrevidas, buscando y descubriendo los puntos que hacían jadear, suplicar por más a su amante...
Era todo tan sensual, auténtico, se guiaban por sus instintos a falta de experiencia previa y eso era lo más increíble...
Las caricias íntimas no se hicieron esperar, sus erecciones pedían atención y Camus probó por primera vez, el placer de una felación, con esa boca que lo estimulaba en forma que creía perdería el sentido del juicio...
Enloquecía con los jadeos y gritos de placer que robaba de esa boca con cada movimiento que hacía para estimular su miembro, sus testículos y llevarlo al límite de su cordura...
Era hermoso ver al acuariano gemir sin pudor alguno, exigiendo más contacto, más fricción hasta ver su rostro como en una ensoñación al ser golpeado por su primer orgasmo real.
Aldebaran no lo dejó reaccionar y, mientras el galo aún respiraba agitado, separó aún más sus piernas y le dio su primer beso negro, haciendo que su orgasmo continuara por más tiempo...
Lo estimulaba con su lengua y un dedo ensalivado, probaba suerte en su entrada...
El cuerpo de Camus se tensó y todo placer se desvaneció en segundos... su mente voló al momento en que Minos lo tomó por la fuerza...
Sin embargo, fueron unos segundos en los que su cerebro le dijo que no era ese hombre sino la persona que más amaba en la vida, quién trataba de conquistar su cuerpo...
Suspiró y vio dudas en Aldebaran, que no sabía qué hacer y su prominente erección pedía a gritos complacencia.
Le sonrió tranquilo y lo recostó, besándolo con pasión mientras su mano tomaba por primera vez ese órgano que, esperaba, pronto le hiciera ver luces de colores...
Aldebaran se estremeció al contacto y su mente se disparó, separándose de su cuerpo para observar cómo Camus bajaba sensualmente por su anatomía dejando besos y caricias por todo su abdomen, hasta llegar al objeto de su deseo...
Sus ojos hicieron contacto y sólo amor y deseo se podía apreciar en ellos... el menor lo tomó con su boca, como pudo porque era enorme como todo de su toro y lo escuchó gemir, levantando su pelvis para mayor contacto, haciendo que un poco más entrara en su cavidad...
Lo estaba disfrutando pero deseaba ese miembro en su interior, que borrara las huellas y cicatrices de la única experiencia horrible que había tenido...
Se incorporó sensualmente, dejando mucha saliva sobre la erección y, metiendo dos dedos en su propia boca los ensalivó también, para luego llevarlos a su entrada...
Se preparó lo mejor que pudo, dando un espectáculo para su amado y se sentó a horcajadas suyas, besándolo con pasión y deseo, masajeando su entrada contra el enhiesto miembro hasta que comenzó a autopenetrarse...
El dolor era mucho pero el rostro de su toro, que lo adoraba con la mirada, le animaba a seguir...
Logró llegar hasta lo más profundo de su ser y se quedó sin aliento, sintiendo que era partido en dos... Alde lo tomó entre sus brazos, besándolo con una dulzura infinita y sin romper el abrazo, lo recostó sobre la cama, quedando encima suyo para poder moverse mejor...
-Hiciste tu parte mi vida, ahora yo te daré placer, lo que te mereces y he guardado para ti...
Se movió apenas y Camus gimió apenas, un nuevo movimiento de salir y entrar lentamente rozando su próstata y el menor gritó ante la nueva sensación...
Aldebaran comenzó el vaivén, enlazando las piernas a su cintura y besándolo en cada embestida, haciéndole ver lo feliz que estaba, lo mucho que disfrutaba de ese momento...
Ambos se desarmaban en gritos de placer ante tanta estimulación, el toro que apenas si podía contenerse ante la fricción que ejercía el menor con su canal virgen...
-Voy a acabar, Cam... hazlo conmigo...
-S-sí, Alde... acabemos juntos...
Unas embestidas profundas más, mientras masturbaba al menor y pronto ambos llegaban al tan ansiado orgasmo...
-Eso fue maravilloso, Cam... increíble...
-Gracias Alde... fue genial...- sus respiraciones agitadas no permitían más palabras que esas, pero sus miradas y corazones lo decían todo por ellos...
-Te amo Alde... gracias por considerarme digno de ti...
-Siempre lo fuiste... nunca he dudado de ti...
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