15- Mi corazón te pertenece
Aldebaran lo miraba a los ojos y no veía pizca de engaño o burla...
Camus estaba nervioso porque no esperaba esa reacción de su gran amigo y eterno amor...
Sólo lo miraba fijo, haciendo que el galo tuviera sus mejillas teñidas de un hermoso carmín, que poco a poco se esfumaba para dar paso a la tristeza y la desilusión...
-Lo siento, Alde... hacía tanto tiempo que guardaba esto en silencio y tú me orillaste a confesarlo...
Por un momento creí, tonto de mí, que me corresponderías pero veo que me equivoqué... sólo espero que nuestra amistad no cambie ahora que sabes de mis sentimientos...
Aldebaran no podía creer que esa belleza de chico lo amara, no podía ser cierto... siempre deseó que así fuera pero él no tenía la gracia de los demás, ni era atractivo... era tosco, se creía y sabía bruto, demasiado grande para alguien de su edad...
¿Cómo podía ser cierto que Camus lo amara a él, cuando sabía que Kanon y Shura lo pretendían?
Ellos que eran hermosos, fuertes y más poderosos que él en todo sentido... y eran buenas personas...
Vio como el rostro de Camus se distorsionaba, las lágrimas corrían raudamente por sus mejillas y sus ojos antes brillosos de felicidad, ahora se apagaban por el llanto...
-Lo siento Alde... no me odies...- y salió corriendo de allí, dejándolo solo para que reaccionara en segundos y corriera tras él...
Para su desgracia, él no conocía la ciudad y Camus se perdió entre la gente, que lo veía pasar apresurado, sin verlos ni saludarlos como era su costumbre, que lo veían llorando...
Era el joven bibliotecario y sufría, de seguro le habían hecho daño y en el día de su cumpleaños!
Vieron a otro joven corriendo, buscando entre la multitud, preguntando por Camus, si lo conocían...
-¿Qué le hizo a nuestro bibliotecario para que llore así? No tiene derecho a arruinar su cumpleaños... es un chico muy lindo y bondadoso, todos lo queremos y no permitiremos que le haga daño...
Aldebaran por primera vez entendió que si no arreglaba las cosas con Camus, se tendría que ir para no volver jamás.
Allí lo querían y respetaban, lo cuidaban y eso era lo que Camus necesitaba... amor de familia...
Sin dar importancia a la gente que se le acercaba a recriminarle, buscó la librería y volvió, creyendo encontrarlo allí...
El señor Devereaux se preocupó al saber lo ocurrido porque Camus no había regresado...
-Soy un tonto, señor... amo a ese chico como no tiene idea pero nunca creí ser correspondido...
Él es tan dulce y lindo y es inteligente, tan culto... perfecto... nunca sería digno de estar a su lado...
-¿No crees que es una decisión que debe tomar Camus? Si él te declaró su amor es porque lo siente, sabes que no es alguien que demuestre su sentir fácilmente...
Crees que con su integridad e inteligencia, pondría en una balanza lo físico antes que los sentimientos?
Camus no es así y ya deberías saberlo... aquí tiene muchos pretendientes, tuvo un acosador que llegó a hacerle mucho daño y tiene a Kanon, que lo ama hasta con la mirada... pero él sólo tiene corazón para ti, todo su ser grita tu nombre...
Aldebaran se sintió aún peor, sabiendo que su silencio había dado a entender todo lo contrario a su sentir, al amor que le tenía desde que lo conoció y que fue aumentando con el paso de los años...
-Camus... ¿dónde estás?
De pronto sintió un cosmos alterado y el frío aumentó considerablemente en el lugar.
-Él está aquí, tal vez entró por otro lugar... su cosmos no está bien...
El señor Devereaux corrió hacia la habitación del galo y vio el hielo formado en el parqué; abrió la puerta con dificultad y se encontró con su protegido hecho una bolita sobre la cama, llorando y su cuerpo cubierto con una gruesa escarcha...
-¡Camus, hijo!- el mayor le llamó asustado y pronto Aldebaran se le unió, siendo testigo de la condición del galo.
-Camus... Cami... por favor, escúchame... yo también te amo, correspondo totalmente a tus sentimientos... te he amado desde que éramos niños y me aceptaste como era, con mis defectos y fealdad...
Aldebaran bajó su mirada avergonzado, aún no se sentía digno del aguador...
Tan ensimismado estaba en su tristeza que no notó que el ambiente cambiaba a uno más cálido y tranquilo
-¿En verdad me quieres o sólo lo dijiste para que dejara de congelar todo?
El rostro lloroso de Camus fue lo que vio el toro al focalizar su mirada en él y tan solo pudo levantarlo entre sus brazos para envolverlo con el alma, con todas sus fuerzas y la alegría de su corazón...
-¿Cómo pudiste pensar que no te correspondía, si te he amado desde el día que te presentaste ante mí y me pediste que te ayudara a ser fuerte?
Camus reía mientras giraba en el aire, Antoine sonreía al ver a su hijo con el hombre que amaba y que sin querer, le había dado el mejor regalo de cumpleaños...
Los dejó solos, era un momento para estar a solas, juntos por primera vez después de tantos años de estar lejos uno del otro...
Aldebaran lo fue bajando pero sin romper el abrazo y por fin quedaron frente a frente, sus miradas castaña y azul violáceo hablaban por ellos...
Una paz infinita los invadió, sabiéndose correspondidos por el otro, sus miradas conectadas, sus corazones latiendo fuerte y al unísono... no hacían falta las palabras cuando sus sonrisas y miradas hablaban por ellos...
Camus tomó la iniciativa y acarició el rostro de Aldebaran, que sintió ese roce como la expresión más hermosa jamás recibida...
Su piel era suave al tacto, se dejó llevar y poniéndose en puntas de pie, depositó un beso suave en sus labios, esperando una repuesta que no demoró en llegar...
El gran toro lo tomó por la cintura y se inclinó para profundizar el beso, acariciando su espalda, su cabello, mientras Camus se abrazaba a su cuello y le daba espacio para que entrara en su cavidad...
Se separaron agitados por ese primer contacto que los dejó sin aliento...
-Aún no creo que me correspondas, Alde... no me siento digno de ti...
El gran toro lo miró serio, sorprendido por lo que acababa de escuchar de los labios de ese hermoso chico...
-¿Acaso oyes lo que dices, Camus? Te he amado desde que te conocí, eres la persona más dulce y sincera que conozco...
¿Por qué no te sientes digno? Eres tan buen caballero como cualquiera de nosotros, todos cometimos errores en las diferentes guerras y fuimos perdonados por nuestra diosa... ¿qué te hacen pensar que eres menos?
-Yo... los demás caballeros no me tratan como lo hacen con Shura y Saga, ni siquiera me han dado una oportunidad de acercarme a ellos...
Creo que es porque no me encuentran digno de servir a Athena...
-No son ellos quienes lo deciden, es tu diosa, tu armadura, tu esencia y poder que te preceden donde vas... somos tus amigos, los que te valoramos por quién y cómo eres...
-Gracias Alde, estoy tan feliz de que estés conmigo, que estemos juntos y que me aceptes...
Aldebaran sonrió negando con su cabeza, acariciando ese hermoso rostro y besándolo nuevamente, con suavidad, como si fuese un preciado objeto a venerar...
Camus correspondió al contacto pero le siguió el ritmo suave y tímido, casi erótico, que subía su libido de a poco...
Se separaron sonriendo, sus sentidos despiertos y sus cuerpos pidiendo más...
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