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13- Al fin nos vemos

El mayor lo veía tenso, caminando de un lado a otro, su mirada perdida...

-¿Qué sucede, Camus, para que estés así el día de tu cumpleaños? Creí que estaríamos preparando todo para cuando llegue Kanon...

-No vendrá...

-¿Qué dices? Ayer me contaste que te dijo que vendría a saludarte!

-Él no vendrá... ya vino en la madrugada mientras dormía... me dejó un regalo...

-¿No te despertó?

Sus ojos le contestaron, al aguarse al instante...

-No... creo que me dio un beso, desperté con una dulce sensación en mis labios y aún podía sentir su cosmos cerca mío...

El hombre no sabía qué hacer ni qué decir para aplacar el dolor que sentía el menor, aunque lo entendía y aún más al gemelo...

De seguro había sido la última vez que lo visitaba por eso no lo despertó... para no enfrentar una despedida...

Obvio que no le diría eso a Camus porque terminaría de arruinar su día.

-Bueno, levantemos el ánimo que hoy es tu cumpleaños y de seguro, tu clientela vendrá a saludarte...

-Pero yo no le he dicho a nadie de mi cumpleaños!

-Bueno... digamos que varios jovencitos, hombres y mujeres, me han preguntado sobre ti, indagaron cosas...

-¿Y usted les dijo?- Camus lo miró asombrado y con curiosidad

-¿Y por qué no? No eres un secreto para nadie! Eres el bibliotecario más hermoso y joven de la ciudad, nomás!

Esto último lo dijo riendo, provocando un fuerte sonrojo en el chico...

-No soy hermoso... soy alguien normal...

-¿Lo eres?- preguntó rascándose la barbilla y mirándole de reojo

-Oh mon Dieu! que vais-je faire de toi!
(Por Dios, qué haré con usted!)

-Jaja, quita esa cara y pongámonos a preparar el pastel...

Camus movió la cabeza dándose por vencido y en un arranque, abrazó por detrás al viejo, que apresó sus brazos y los apretó contra su pecho

-Te has convertido en parte de mi vida, chico... podrías ser mi nieto, pero digamos que eres mi hijo...

Camus rió con ganas mientras se soltaba del agarre...

-Yo nunca tuve familia así que me halaga que desee ser como mi padre... es un gran regalo de cumpleaños!

Juntos siguieron riendo y disfrutando de la compañía que se brindaban mutuamente, preparando tortas y refrescos para cuando sus "admiradores" llegaran...

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Aldebaran miraba con nostalgia el florero frente suyo, lleno de hermosas florecillas silvestres...

Era el cumpleaños de su bello amor y no estaba en el santuario para darle su regalo...

Escuchó pasos en la entrada de su templo y salió a recibir su visita...
Le asustó el estado que cargaba el gemelo, los ojos hinchados y grandes aureolas negras bajo los ojos...

-¿Kanon? Qué te ha sucedido? Te ves muy demacrado!

-No me he sentido bien últimamente pero ya pasará, supongo... ¿qué harás después de comer?

-Nada en especial... sabes qué fecha es hoy, no estoy con ánimos...

-Vamos, acompáñame a un lugar que deseo mostrarte hace tiempo... de casualidad tendrás alguna de esas lindas flores silvestres?

-Sí... justo corté un ramo por costumbre... está bien, te acompaño pero no me quedaré mucho tiempo...

-No amigo, cuando desees volver, lo hacemos... es que no quiero ir solo...

-¿Debo llevar la armadura?

-No, Alde... ponte guapo que iremos a un lugar muy lindo...

-Esta bien, amigo...

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Camus dentro de todo disfrutaba su día, tal como dijo el señor Devereaux, muchos clientes se acercaron a saludar al homenajeado y le entregaron varios presentes...

Clara, su alumna no vidente, había pintado un hermoso cuadro de un atardecer en las costas griegas, habiendo un sólo espectador en la playa, de largos y lacios cabellos aguamarina, sentado en la arena...

-¿Cómo pudiste describirme de este modo?- miraba asombrado su propia figura de espaldas

-Mi esposo... él te describió para mí... sé lo que pasó hace tiempo joven Camus y lo lamento tanto...

-No te sientas mal, Clara, yo hablé con tu esposo, él me ayudó en todo momento, no tengo nada en su contra ni mucho menos... entiendo sus razones para estar en aquel lugar...

Se sentaron y ella le contaba cómo había detallado su imagen en el cuadro... Camus la escuchaba encantado...

-Y con ayuda de mis niños encontré el color exacto de tu cabello- dijo feliz...

-Gracias Clara... es un hermoso regalo y lo atesoraré con mucho cuidado y cariño!

Las primeras horas de la tarde se sucedieron tranquilas, Camus acomodaba unos trastos cuando la puerta de la biblioteca se abrió y un cliente entró...

El señor Devereaux salió a su encuentro y se quedó impactado ante la figura que tenía enfrente...

-Buenas tardes señor... buscaba a alguien que me puede dar información sobre una persona que necesito ubicar... me dijeron que es un joven bibliotecario...

-Pues le diré algo joven... hoy la biblioteca está cerrada, es un día especial...

-Yo busco a alguien que hoy cumple años y me dijeron que aquí me podían ayudar... por favor, necesito saber de él antes que acabe el día...

El mayor lo miró directo a sus ojos castaños y pudo ver nostalgia y bondad en ellos... no supo en qué momento ya estaba yendo donde Camus...

-Sólo me faltaba un minuto y acababa... qué suce-

-¿Camus?

-...

No podía hablar ni moverse... su amado toro estaba frente suyo y lo miraba con adoración...

-Aldebaran...

-¿Con que eras tú? Ese maldito...- su sonrisa se ensanchó y cuando menos se lo esperaba el galo, estaba volando por los aires, siendo abrazado con esos poderosos brazos que tanto había extrañado...

Cerró sus brazos finalmente, saliendo de su asombro y volviendo a la realidad, fundiéndose en el aroma suave del brasileño y soltando las primeras lágrimas...

-¿Cómo me encontraste?- se fue serenando de a poco

-Kanon... me trajo hasta aquí engañado, me pidió que lo acompañara a un bello lugar, que me vistiera guapo y trajera flores silvestres conmigo...

Al llegar aquí, me dijo que encontraría a alguien que me podía decir dónde te encontrabas y... se fue... me dejó solo...

Estoy tan feliz de verte nuevamente, Camus! Cómo has estado?

-Yo... bien...

Aldebaran se dio cuenta de la incómoda situación que rodeaba al peliagua y se preocupó por no ser bienvenido...

-¿Estás enojado porque vine a verte? Yo sólo deseaba saber de ti en tu cumpleaños y regalarte como siempre tu ramo de flores silvestres... me puedo ir si no estás a gusto conmigo...

-No... qué dices? Cómo no va a estar feliz de verte?- el señor Devereaux interrumpió ante el silencio de su hijo...

Tú eres Aldebaran de Tauro, no es así? Eres muy grande realmente y se nota que también muy fuerte...

-Sí, señor... con Camus hemos sido amigos desde que llegó al santuario y...- miraba de reojo al otro que sólo tenía la mirada perdida en el suelo...

-Y dime, ¿ cómo están las cosas por allá?

-En el santuario?- su sorpresa fue enorme al saber que ese hombrecillo sabía sobre ellos... ¿cómo sabe de...

-Kanon...

Camus al fin levantó su mirada y se posó en su gran amigo y amor... sus ojos estaban llenos de lágrimas, su angustia palpable en cada gesto...

No dijo más, sólo se tiró a los brazos del toro y lloró, soltó broncas, miedos, cosas guardadas por tanto tiempo que se habían estaqueado en su corazón...

-Estoy tan feliz que estés aquí, Alde! Me has hecho tanta falta...

El brasileño lo abrazaba con fuerza sin lastimarlo y acariciaba el largo y sedoso cabello...

-Ya estoy aquí, Cam... perdón por tardarme tanto... no sabía cómo encontrarte...

-Sólo... sólo no me dejes nunca más...

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