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Capítulo 27

Antes de la batalla...

Mientras volaban, la castaña le explicaba al albino el plan que tenía en mente.

Ban se sorprendió tanto que no pudo comprenderlo.

Ban– ¿Qué harás qué?– preguntó sorprendido.

— ¿Me harás explicarlo una vez más?— preguntó molesta—. Cuando llegue el momento de involucrarme en la pelea, usaré una técnica que me explicó mi padre. Solo la utilicé una vez por lo peligrosa que es para mí.

Ban– ¿En qué consiste?

— cuando la use, el poder de las llamas del purgatorio tomarán prestada parte de mi vitalidad, mientras más sea, más fuertes serán.

Ban– entonces...

— si. Si la uso por demasiado tiempo, las llamas, más que tomar prestada, robarán toda mi vitalidad, provocando mi muerte— explicó seria—. Mientras más fuerza quiera, más vitalidad tomará. A ese proceso le digo "Intercambio Temporal".

Ban– eso no suena bien...– dijo dudoso.

— cruzaré los límites en una situación que lo amerite, de lo contrario me detendré antes de que eso me mate— dijo—. Por eso quería contártelo antes de llegar, para que no te preocupes si me vez mal.

Ban– dime... ¿Te recuperarás?– le preguntó preocupado.

— le digo Intercambio Temporal porque al parar ese proceso, con el tiempo recupero lo que fue prestado.

Ban– ¿No es el mismo caso cuando toma toda tu vitalidad?– preguntó intrigado.

— no. Si toma toda mi vitalidad, ésta jamás vuelve a pesar del tiempo. "Si estás muerto, ya no hay nada que reclamar." Eso me había dicho mi padre.

Ban– pequeña...

— ay tranquilo. No se desharán de mi tan fácilmente— dijo entre risas—. Todo estará bien.

[...]

Ban– aún no estaba convencido, pero lo hecho, hecho está ¿No, pequeña?– dijo mientras la observaba.

La castaña se encontraba en su habitación. Dormía plácidamente después de una ardua batalla.

Después de que Ban y Meliodas se recompusieron, el rubio rompió las maldiciones. Pero después de eso todo había sido fatal para Elizabeth, quién estaba en su castillo en compañía de sus amigas, las cuales brindaban su apoyo.

La castaña no estaba consciente de nada, pues después de que todo terminara, cayó desmayada ante la falta de energía.

Su piel palideció bastante, haciendo resaltar el color de sus ojos.

Ban se quedó a su lado mientras Elaine estaba con Elizabeth y el rubio tomaba aire fresco para calmarse.

Meliodas se había asustado al ver a la castaña desplomarse y adquirir una increíble palidez, peor fue cuando no consiguió despertarla. Logró calmarse cuando su amigo le explicó la situación en la que ella misma se puso, pero aún seguía preocupado.

Ban le había recomendado que saliera a tomar aire fresco para relajarse, y muy apenas logró convencerlo.

Una hora había pasado.

La castaña empezó a abrir los ojos lentamente, cuando su visión se aclaró logró observar al albino, quién estaba por dormirse.

Ella soltó una suave risa, llamado de golpe la atención del hombre. Él la vió y le dió una de sus típicas sonrisas, la cual ella devolvió.

Trató de incorporarse, pero eso le pedía mucho esfuerzo. Ban le indicó que no lo hiciera, a lo que ella hizo caso.

— ¿Todo está bien?— fue lo primero que le preguntó.

Ban– si.

— ¿Dónde está Elaine?— le cuestionó al no verla con él.

Ban– está con las chicas.

— entiendo— dijo con una triste sonrisa—. Él... La eligió a ella... ¿Verdad?

Ban– pequeña...

— está bien, no importa. Creo que ya lo esperaba...— dijo entrecortada. Sus ojos se cristalizaron y sus mejillas y nariz se enrojecieron.

Ban– estás equivocada– le dijo, atrayendo su atención–. Las chicas están tratando de hacer sentir mejor a Elizabeth. Él capitán se alteró cuando te desmayaste, por eso le dije que tomara aire fresco.– le explicó sonriente.

— ¿Q-Qué?— preguntó incrédula.

Ban– te escogió a ti, pequeña– le dijo sonriente.

— a-ah... Está bien.— dijo secando sus lágrimas. Trataba de mostrarse indiferente.

Ban– ¿Eh? Pensé que este era el momento en que gritabas como una loca hasta dañar mis oídos.– dijo burlón, pero recibió un golpe en la cabeza.

— idiota.— dijo tratando de sonar molesta, pero en vez de eso sonó alegre.

Ban le sonrió, la ayudó a incorporarse y la abrazó, cosa que ella aceptó. La castaña dejó descansar su cabeza en el pecho del albino mientras él acariciaba su cabello.

— no lo voy a negar, estoy muy feliz...— dijo entre algunas lágrimas—. Creí que eso no pasaría, que él se arrepentiría, pero no lo hizo. No me alegra que Elizabeth esté mal, pero siento felicidad en mi corazón.

Ban– nadie se alegra por la desgracia de otro, pero si por la felicidad propia. Tu también mereces ser feliz.

— creo que si...— murmuró—. Sabes... Cuando había una tormenta, mi hermana siempre iba a mi habitación porque le tenía miedo a los relámpagos. Cuando no podía dormir yo la abrazaba de la misma manera en la que tú me abrazas, Ban.

Ban– ¿De verdad?, Pues debe ser instinto.

— creo que tienes razón— concordó—. No quería que nadie me viera así, no quería que sintieran lástima, eso lo odiaba, pero creo que puedo hacer algunas excepciones.

Ban– ¿Sabías que eres demasiado orgullosa a veces?– le dijo con gracia.

— y tú muy creído.— contraatacó.

Ambos echaron una sonora carcajada.

Cuando el silencio volvió, se quedaron así largos minutos, disfrutando de la cercanía del otro.

En los brazos de Ban sentía ese calor familiar que hace tiempo no sentía. Lo conocía no hace mucho, pero lo quería como a un hermano.

Él igual la veía así, sentía nostalgia con ella. Pensaba que estaría igual con su hermana fallecida. La castaña había rellenado ese hueco que estuvo siempre con él.

Ambos se querían.

Ban– presiento que esta noche habrá celebración, así que es mejor que pidas algo antes de que llegue ese momento.– le sugirió.

— ¿Lo qué sea?— dijo viéndolo con una amplia sonrisa.

Ban– no pidas imposibles.– le avisó.

— ¡Ey! ¿Por quién me tomas?— le cuestionó indignada.

Ban– bueno, ¿Qué se te ofrece?

— mmm... La verdad tomaré cualquier cosa extra caliente.

Ban– ¿Extra caliente?– preguntó extrañado.

— las temperaturas altas logran ayudarme a recuperarme más rápido.— le dijo sonriente—. Mi enemigo es el frío.

Ban– entendido señorita– dijo al levantarse–. Entonces le traeré Reptador de tierra rostizado, extra caliente.– dijo refinadamente.

— muchas gracias sirviente.— le dijo refinadamente.

Ban le guiño un ojo y sin más salió de la habitación.

Ella sonrió contenta y vió el día a través de la venta. Después de unos años, al fin se sentía feliz.

Bueno, hasta que sintió una leve inquietud al ver el exterior. Sentía que algo grave pasaría, que ese no era el final.

Pero la voz que tanto esperaba escuchar apareció. Lo vió parado en el umbral de la puerta con una linda sonrisa y sus ojos esmeraldas, los cuales brillaban al verla.

Ella le sonrió en forma de bienvenida, él se acercó a ella y la abrazó con desesperación, aspirando un dulce aroma. Ella aceptó ese necesitado abrazo.

— creí que no podría volver a abrazarte...— confesó aliviada.

Meliodas– igual yo...– susurró–. Creí que te perdería.

— ay Meliodas, no podrás deshacerte de mi tan fácil— dijo entre risas por parte de ambos. Se separaron solo un poco para verse a los ojos—. Me alegra tanto verte bien. Estar así valió la pena.

Meliodas– no hagas esas locuras por un imbécil como yo.– le pidió.

— tranquilo, tu eres un imbécil al que quiero.— dijo con una amplia sonrisa.

Meliodas– creí que dirías que no soy un imbécil.– dice con un tierno puchero.

— tu y yo sabemos que lo eres.

Meliodas– eres mala– dijo con una sonrisa–, pero me gustas así.

— Meliodas... ¿Seguro que no te arrepentirás de esto?— le preguntó dudosa.

Meliodas la besó de forma suave y lenta, ella sin resistirlo lo aceptó. Sus labios se movían en sincronía, haciendo de ese beso, un contacto lleno de amor.

Al separarse él tomó con delicadeza las manos de la mujer y besó el dorso de éstas.

Meliodas– estoy completamente seguro– respondió–. Fue doloroso ver a Elizabeth en ese estado, me sentí tan culpable, pero no podía estar con ella cuando mis sentimientos ya cambiaron por ti, no sería justo para ninguno.

— pero tres mil años es mucho tiempo...— murmuró inquieta.

Meliodas– lo sé. Tal vez sea un estúpido al dejar algo que duró tanto, pero no me arrepiento– le dijo sereno–. Te quiero, tú lo vales.

Unas lágrimas se escaparon de los ojos de la castaña, sus mejillas y nariz se enrojecieron y una sonrisa llena de alegría adornó su rostro.

Meliodas– no llores preciosa...– le dijo suave mientras limpiaba el rostro de la mujer.

— es que... Esto lo veía tan lejano cuando me enteré de lo tuyo con Elizabeth...— confesó entrecortada—. Tuviste tanto con ella, además yo no tengo lo que ella tiene... Yo soy simple a comparación de ella...

El rubio le dió un golpecito en la frente, a lo que ella se quejó. Lo miró extrañada, y se desconcertó al ver la mirada enojada de él.

Meliodas– ¿Qué estás diciendo?– le preguntó indignado–. ¿Dónde está la ___________ que es segura de sí misma y hasta un poco engreída?

— ¡Oye!— exclamó ofendida.

Meliodas– la ___________ que conozco no es insegura ni nada de eso– dijo molesto–. Tal vez Elizabeth tenga cosas que tú no, y me gusta que sea así, porque eres tú misma. Tu eres fuerte, segura, considerada con los que quieres, protectora, perseverante y honesta. No necesitas cambiar nada de eso, yo te quiero así como eres.

— ¿En serio...?

Meliodas– si, hasta quiero tu parte engreída.– dijo entre risas, pero soltó un quejido al recibir un golpe.

Ella le dió un beso efímero para luego mostrar una sonrisa segura—. Tienes razón. Tal vez no sea tan dulce o no tenga un gran cuerpo como ella, pero así estoy excelente. Gracias.

Meliodas– no me lo agradezcas. No quiero que estés insegura por algo así.

— no volverá a pasar.— aseguró con seriedad.

Meliodas– bien. Y oye, no tendrás el cuerpo más voluptuoso del mundo, pero a mí me parece perfecto, aunque... debería verificarlo.– dijo mientras tocaba sus pechos.

La castaña le dió un manotazo para que apartara las manos, y así lo hizo.

— no gracias.— negó.

Meliodas– ay vamos, no hay nada de qué avergonzarse– dijo perverso– no seas tímida.

Él se acercó a su cuello e inhaló y exhaló para ponerla nerviosa. Ella suspiró profundamente ante su cercanía, sintió una mordida por parte de él y como su mano se deslizaba por su muslo.

— Meliodas... Basta...— murmuró. Cerró sus ojos, aguantaba la respiración por las provocaciones del rubio—. Esto me recuerda a esa vez...

Pero alguien había entrado sin tocar, ellos no se inmutaron hasta oír su voz, lo cual rompió el momento.

vaya capitán, usted no pierde el tiempo.– dijo con diversión.

Al oír a su amigo la cara de la castaña se enrojeció y el rubio se apartó con una sonrisa. Ban soltó una carcajada al ver la cara de su amiga.

Ban– pareces un tomate así~– se burló.

— cállate...— murmuró.

Un aroma inundó sus fosas nasales, fascinada vió lo que el albino tenía en sus manos.

Ban– lamento haberlos interrumpido, pero si esperaba esto se enfriaría.– se excuso al acercarse a su lado.

— no importa.— dijo contenta.

Ella le arrebató el plato sin aviso y aspiró más de cerca el platillo frente a ella.

Meliodas– se ve delicioso ¿No?– comentó sonriente.

Ella tomó un bocado y se quedó fascinada con el sabor.

— ¡Delicioso es poco para describirlo!— comentó contenta.

En poco tiempo el plato quedó vacío. Meliodas y Ban se impresionaron con la rapidez en la que tragó.

Ban– ¿Tú no masticas?, Y ni siquiera soplaste. ¿Cómo rayos lo soportaste?

— en primera, si mastico, pero no me tardaré una hora para comer; y segunda, lo que esté caliente me ayuda a recuperarme, así que no me hace daño— les explicó—. Esa es la diferencia entre ustedes y yo.— dijo engreída

Meliodas– no me sorprende. Eres increíble.

— lo sé.— dijo arrogante.

Ban– bueno. ¿Quieren que me vaya para que sigan?– les preguntó pícaro.

Los aludidos tuvieron distintas reacciones. El rubio sonreía de forma pervertida y la castaña fulminaba con la mirada al albino con su rostro levemente enrojecido.

— ustedes son tal para cual— murmuró molesta—. Díganme, ¿Todos están con Elizabeth?

Ban– creo que sí. Al volver todos se fueron directo hacia el castillo.

Se creo un silencio incómodo.

La castaña se arrepentía por haber preguntado, pero había algo que la inquietaba, por lo que no se aguantó.

Ban– bueno, los dejaré solos– se dirigió a la puerta–. Descansa pequeña, te hará bien.

Salió sin más, dejándolos en ese incómodo silencio otra vez.

Ella estaba dispuesta a romperlo, pero él se lo impidió sellando sus labios con los suyos. Fue un beso tierno, pero necesitado.

Al separarse la acostó en la cama.

Meliodas– Ban tiene razón, descansar te hará bien.– murmuró.

— está bien...— vió que estaba a punto de irse, pero lo impidió—. Por favor quédate, tu calor me ayudará.

Él no protestó, solo se acostó a su lado, abrazándola cariñosamente.

— ¿Vamos a estar bien?— le susurró inquieta.

Él frunció los labios, no sabía que decirle exactamente, pero extrañamente algo salió.– si.

No quería lastimarla, pero eso se veía como algo inevitable.

[...]

Más tarde algunos habían vuelto. Diane y Merlín se habían quedado a consolar a Elizabeth, la cual estaba notablemente deprimida.

En la habitación de aquella triste princesa, se oían sus sollozos nuevamente.

Elizabeth– ¡¿Qué tiene ella que yo no?!– se preguntó deprimida por cuarta vez.

Diane acariciaba con pena la espalda de la albina mientras que Merlín la abrazaba.

Merlín– nada. Hermana, tu eres mejor que ella, pero él es un estúpido.– le dijo molesta con el rubio.

Diane– si el capitán no está contigo significa que no te merece...– murmuró dolida al ver a su amiga así.

Elizabeth– pero duele... Duele porque yo lo amo...– murmuró.

Diane– pero él...-

Elizabeth– ¡Él aún me ama, lo sé. Debe estar confundido, debe ser solo eso!

Diane– Elizabeth...

Elizabeth– ¡Ella jamás debió aparecerse en nuestras vidas. Todo iba tan bien!– gritó enojada.

Merlín– perdóname hermana.

Elizabeth– no es tu culpa Merlín....

Tocaron un par de veces la puerta, Diane concedió el paso dejando ver a las hermanas de Elizabeth.

Margaret– te traje un poco de agua Elizabeth– dijo al estar junto a ella.

Verónica– Ellie... Nos duele verte así... Cálmate por favor...– le suplicó afligida.

Elizabeth– mientras yo estoy así... Ella está con él...– musitó.

Verónica– maldita mujer...– murmuró.

Margaret– lo superaremos juntas Elizabeth, no te dejaremos.– dijo serena, recibiendo en sus brazos a su hermana.

Elizabeth lloró desconsolada en el pecho de Margaret, deseando que él volviese y dijera lo que ella anhelaba escuchar.

"Perdón Elizabeth, yo estaba realmente confundido, pero me dí cuenta que a la que realmente amo es a ti."

Imaginaba cosas que se habían quebrantado cuando ella apareció, y cuando vió como él la elegía a ella, todo al fin colapso.

Elizabeth imaginaba una vida junto a él, casados y con un hermoso hijo, fruto de su amor. Creía que eso llegaría después de terminar la guerra, pero se equivocó.

Había pasado tanto, y al final eso era lo que obtenía.

No siempre habían finales felices como en los cuentos infantiles.

No era propio de ella, pero odiaba a la castaña que le arrebató lo que más quería. Maldecía su mala suerte.

Elizabeth– Meliodas...– musitó con anhelo.

[...]

La noche llegó, y el Boar Hat era inaugurado. Estaba lleno de personas.

Mientras Ban y Meliodas hablaban, la castaña estaba en la barra bebiendo un poco para celebrar junto a Elaine.

Se alegraba de que todo hubiera terminado, de que Hawk esté bien. Ella había notado que había estado desanimado, por eso le dió cumplidos que de verdad se merecía.

Pero algo aún le inquietaba, no sabía que era, pero si sabía que no debía ser nada bueno.

El rey solo estuvo unos minutos, felicitando a los pecados. Pero no deseaba estar allí por lo triste que está su hija.

Al ver la mirada que le dedicó el rey se preguntó ¿Qué tan mal estaría Elizabeth?

Vió a los mejores amigos bajar por las escaleras, pero lo pasó por alto y continuó bebiendo.

Meliodas la tomó por sorpresa y la abrazó cariñosamente por la espalda. Estaba extrañada al ver al rubio tan cariñoso.

Elaine– son tan lindos– murmuró sonriente.

Ellos le brindaron una sonrisa como respuesta y los chicos se les unieron para celebrar.

Ban– si van a hacer algo después, por favor no hagan tanto ruido.– les pidió burlón.

La castaña lo fulminó con la mirada y el rubio solo soltó una carcajada.

Meliodas– no te prometo nada– dijo burlón, haciendo que el sonrojo de la castaña apareciera–. Mañana iremos por suministros, no quedará nada después de esto.

— seguro.

Meliodas– aunque creo que solo iremos nosotros, después de todo no creo que a los demás tengan ganas de venir.

La castaña solo asintió y bajo la mirada a su cerveza. No podía evitar sentirse culpable al romper las amistades de Meliodas.

Pero tampoco podía evitar sentirse contenta al estar con él, al haber sido elegida, al no estar sola otra vez.

[...]

A la mañana siguiente partieron a distintos sitios para conseguir suministros.

Diane y Merlín se quedaron con Elizabeth, y con ellas King y Escanor  para hacerles compañía.

A pesar de como estaba la situación el viaje no fue incómodo. Pudieron pasar tiempo de calidad juntos.

Pero Elaine se sentía inquieta. Veía la felicidad que estaba en la sonrisa de la castaña, que temía a como reaccionaria cuando se enterará de la verdad.

La noche anterior Ban le confesó lo que le iba a pasar al rubio.

Por convertirse en el Rey Demonio, Meliodas debía desaparecer de ese mundo para que así se mantenga el equilibrio.

Cuando se abastecieron de cerveza, Meliodas, Ban, Gowther y Hawk fueron de caza, mientras la castaña y la rubia se quedaban para platicar un poco.

El momento de caza fue entretenido. Ban y Meliodas organizaron un concurso para ver quién traía una mejor presa, después orinaron juntos, a excepción de Gowther, el cual los miraba analítico.

Hawk– un grupo de hombres orinando en los arbustos de la madre naturaleza, ¿No les parece agradable?

Meliodas– cuidado dónde salpicas– le advirtió.

Ban– los hombres no hablan cuando orinan juntos.

Al terminar su labor, estaban dispuestos a regresar, pero Gowther los detuvo.

Gowther– capitán, tal vez no sea de mi incumbencia, pero... ¿Cuando planea decírselo?

Hawk– ¿Eh? ¿A qué te refieres?– le preguntó extrañado.

Ban– capitán...

Gowther– los demás también lo sospechan, pero no han podido comentarlo por las circunstancias de la princesa– comentó–. Todos menos ____________.

Hawk– ¡¿De qué están hablando?!– preguntó confundido.

.

Elaine– ¿Cómo te sientes?– le preguntó a la castaña mientras le servía té.

— estoy mejor, si sigo así pronto me repondré.— dijo optimista— pero en fin, ¿Cómo van las cosas con Ban?

Elaine se sonrojó un poco al recordar la noche anterior.– bu-bueno.... Todo está bien entre nosotros...

— ¡Te sonrojaste!, Eso significa que algo paso, específicamente anoche ¿O me equivoco?— le preguntó pícara.

Elaine– no...– susurró.

Pero la castaña logró escucharlo. La tomó de las manos y le sonrió.

— no te avergüences por eso, es algo normal entre parejas.— le dijo sonriente.

Elaine– ¿Tú... Lo haz hecho?– le preguntó tímida.

— si.

Elaine se sorprendió por lo fluida que fue su respuesta–. ¿Ya lo hiciste con Meliodas?

La aludida se atragantó un poco por la pregunta, pero logró recomponerse.

La miró un poco sonrojada—. No, con él no.

Elaine– ¿Eh?

— la verdad me arrepiento de esa vez— le confesó melancólica—. Fue con alguien a quien a penas conocía, y después de eso no lo volví a ver. Seguro fue algo de una sola vez.

Elaine– ¿Pero por qué?

— porque era una tonta inmadura, por eso perdí los más importante de una mujer.— murmuró afligida.

Elaine– ya veo....

— desde esa vez jamás volví a meterme con un hombre. Pero ya no importa, lo que pasó, ya es pasado.

Elaine– tienes razón...– murmuró.

— dime ¿Por qué estás deprimida?— le preguntó curiosa—, ¿Ban no lo hizo bien?

Elaine– ¡No es eso!– respondió sonrojada.

— ¿Entonces?

Elaine se desanimó–. ___________... Es sobre Meliodas.

[...]

El camino a Liones iba acompañado de un silencio sepulcral.

La castaña iba con la mirada baja, y eso le preocupaba a Meliodas. Trató de animarla, pero no logró mucho.

No aguantando más, el rubio preguntó–: ¿Qué es lo que te ocurre?

— no pasa nada...

Meliodas– no me mientas por favor...

— está bien, no te mentiré. Dime ¿Por qué no me lo dijiste?

Meliodas bajó la mirada, ya sabía de qué se trataba todo.

Ban– pequeña... Escucha.– le pidió. Iba a explicarle, pero fue interrumpido.

— dime... ¿Sería tan malo si yo fuera contigo?— preguntó intrigada.

Los demás solo pudieron exclamar por lo repentina que fue.

Hawk– ¡¿Estás loca?, Es el purgatorio!

Gowther– es verdad, no podrías volver.

Ban– es algo que debes pensar seriamente.– le advirtió.

Meliodas– ¡Ban tiene razón. ___________, no es algo que debas tomar a la ligera!– le dijo preocupado–. No quiero que te sometas a algo que seguro te hará infeliz.

— dime Meliodas ¿Tu me harías infeliz?— le cuestionó.

Meliodas se quedó callado. Estaba más que dispuesto a darlo todo para darle una vida plena, pero si le decía eso, ella aceptaría cambiar su vida bastante.

Elaine– Meliodas, dile la verdad.– le pidió.

Él vió a la castaña, y se sorprendió al ver su sonrisa serena. Entonces se imaginó un mundo en el que ella no esté, y solo pudo ver una vida infeliz.

¿Tanto impacto había causado ella en tan poco tiempo?

Meliodas suspiró y tomó con cuidado las manos de la mujer–. Trataría de hacerte la mujer más feliz en el lugar más oscuro.

— para mí, las acciones valen más que las palabras ¿Sabías?— le dijo entre una risilla—, así que tendré que ver cumplir tus palabras.

Gowther– tendrías que estar muy segura para decir eso– dijo–. Entonces ya es un hecho que irás con el capitán.

Hawk– pero ___________... No podremos verte más...– dijo entre lágrimas.

— lo sé, y eso me duele, pero no puedo perder esta oportunidad— les dijo determinada—. Meliodas no es la única razón por la que quiero ir.

Todos la miraron confundidos.

Gowther– ¿Cuál es la otra razón?

— en la batalla contra Chandler, me desconcertó cuando me preguntó si era pariente de un tal Fëanor. También cuando peleamos contra el Rey Demonio, él no se vió nada sorprendido cuando pude sobrevivir en unos de sus ataques...— comentó—. Si puedo investigar sobre eso, que mejor lugar que en el Reino de los Demonios, además Meliodas podría hablarme sobre eso.

Meliodas– me descubriste.

— eres hijo del anterior Rey de los Demonios, es obvio que tú sabes algo.

Gowther– ¿Aunque haya manera de solucionarlo?– le preguntó a Meliodas.

Meliodas– de todas formas iré, y creo que __________ también. Solo espero que Merlín quiera abrirme la entrada al purgatorio.

Ban– creo que con lo que a pasado, te echará de este mundo con gusto.~

Meliodas– chicos, pronto será el adiós– dijo melancólico.

[...]

Al día siguiente, en la mañana, Meliodas y __________ se preparaban para partir.

Mientras que en el castillo de Liones, Elizabeth veía con desánimo a través de la ventana.

Merlín entró a la habitación con un serio semblante–. Hermana, ¿Cómo te sientes?

Elizabeth– ¿Cuándo se irá?– le preguntó ignorando lo anterior.

La pelinegra suspiró derrotada–. En una hora máximo.

Elizabeth– ¿Ella se irá con él?

Merlín– hermana...

Elizabeth– por favor.– suplicó.

Merlín– si, se irán juntos.

Elizabeth– está bien...– murmuró dolida.

Merlín– no te hagas esto por favor, no vale la pena.

Elizabeth– no lo entiendes... Es muy difícil....– murmuró deprimida.

Merlín– estaremos para ti, pase lo que pase.

Elizabeth– gracias Merlín– agradeció entre lágrimas–. ¿Irás con ellos, verdad?

Merlín– si... Justo venía a avisarte...– murmuró nerviosa.

Elizabeth– tranquila, no pasa nada...

Merlín– mientras tanto me quedaré contigo– dijo parándose a su lado.

Ella la abrazó y empezó a llorar una vez más. Era increíble lo mucho que cambiaban las cosas.

[...]

En el Boar Hat Elaine ayudaba a la castaña a prepararse para partir, aunque en vez de empacar solamente hablaban.

Elaine– ¿Y cuáles son tus expectativas a este cambio?– le preguntó curiosa.

— mmmm.... Espero conocer mis raíces de demonio, conocer el lugar donde mi padre se crió y tener una buena relación con Meliodas— dijo pensante—. ¡Ah! Y ver a un dragón.

Elaine– ¿Un dragón?– preguntó extrañada.

— ¡Si! Soy admiradora de los dragones. Jamás he visto uno, y siempre soñé con eso. Mi papá me contaba algunas cosas de ellos cuando era pequeña.— le comentó emocionada.

Elaine– bueno, seguro vez bestias que no has visto en este mundo.

— si, estoy segura de eso jeje— dijo entre risas. Se calmó y su expresión se volvió melancólica—. Esto es algo que jamás me imaginé hacer, esto cambiará mi vida por completo, experimentaré cosas a las que no estoy acostumbrada.

Elaine– es un cambio muy grande, por eso debes estar completamente segura de esto.

— lo estoy— dijo decidida—. Este cambio lo enfrentaré con Meliodas. Tal vez tengamos tropiezos, pero si ponemos de nuestra parte sé que podremos construir un futuro juntos. Estas cosas son las que nunca creí decir cuando todos en los que confiaba me traicionaron.

Elaine– me alegra tu optimismo, también me alegra conocerte, y que hayas podido derrumbar esos muros ante nosotros.

— si, lo hice, pero eso me asusta...— confesó.

Elaine– no temas que alguno de nosotros te traicione, eso no pasará. Estoy segura que Meliodas te hará feliz y que Ban te recibirá con los brazos abiertos, al igual que yo.

— gracias por todo. No quisiera perder la comunicación con ustedes, pero es algo que tengo que hacer...

Elaine– lo sabemos, y te apoyaremos en cualquier cosa. A pesar de lo lejos que estemos, siempre serás mi amiga.

— digo lo mismo, Elaine.

Ambas se sonrieron melancólicas y se dieron un cálido abrazo.

Tocaron la puerta y permitieron el pase a Gowther, quién triste se les unió al abrazo.

Minutos después bajaron, donde se encontraron a los pecados, excepto a Merlín y Diane.

Todos al verla se levantaron de sus asientos. El ambiente se tensó al igual que algunos cuerpos.

Meliodas– ¿Estás lista?

— supongo. ¿Tu lo estás?

Meliodas– supongo.

Elaine– dejan la taberna en buenas manos.– dijo para aligerar el ambiente.

Meliodas– gracias. Cuento con ustedes.

King– entonces realmente piensas marcharte.– dijo aún sin creerlo.

Escanor– las despedidas siempre son tristes.– dijo con algunas lágrimas.

Ban– ¿Irá con ellos maestro?– le preguntó intrigado.

Hawk– si, sería lindo visitar la tumba de mi hermano.– respondió entusiastas.

El albino y el rubio sonrieron en forma de aceptación.

— eso me alegra, Hawk.

Meliodas– ahora no entiendo por qué hizo un escándalo cuando dijiste que irías.– le susurró a la castaña.

King– ___________, no pasamos mucho tiempo juntos, pero puedo decir que fuiste una buena compañera– le dijo sonriente–. Te agradezco haber protegido a Diane, a todos.

— no te preocupes por eso, era mi deber como su compañera ¿No?

Ambos se estrecharon la mano.

Escanor– me disgusta ver a lady Merlín así, pero usted fue buena chica conmigo, se lo agradezco.– dijo antes de inclinarse.

— no es nada. Y lo siento por poner a esa mujer de malas.

Meliodas– algunos no estarán felices con la desición que tomé, pero no importa, porque yo si.– dijo mientras rodeaba la cintura de la castaña.

Ambos se intercambiaron una sonrisa llena de cariño.

King– eso está bien, no hubiera sido justo para la princesa de todas formas.

Meliodas– lo sé. Espero cuiden de Elizabeth. No me enorgullece haberla lastimado, pero era lo mejor para ambos.

Gowther– lo entendemos capitán.

Ban– capiii, espero que trate bien a la pequeña, porque si no, se va arrepentir.– le advirtió.

Meliodas– tranquilo Ban, estará bien.– le aseguró.

Hawk– ¡Yo estaré para vigilarlo!– dijo seguro.

Ban– cuento con usted maestro.

Ban y la castaña estaban a punto de darse su abrazo de despedida, pero un portazo desconcertó a todos.

Un caballero, al cual no conocían, se veía alterado.

– ¡capitán Meliodas, un edificio fue atacado y colapsó, la señorita Merlín solicita su presencia de manera urgente!

Meliodas– ¿Por qué Merlín solicitaría mi presencia si íbamos a vernos?

– ¡La princesa Elizabeth casi fue aplastada!– dijo, y ahí entendió el problema.

El rubio se puso nervioso, estaba indeciso en dejar sola a la castaña.

— no te preocupes, ve con ella.

Ban– si capitán, lo alcanzaremos.

Él asintió, pero antes de marcharse le dió un beso fugaz a la castaña, para que no se sintiera insegura.

¡Esto no puede ser posible!

No puede ser lo que estoy pensando, por favor que no sea eso.

¡Qué no sea esa maldición!

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Hola gente hermosa!

Espero que estén muy bien en sus casitas :3

Cómo ven soy buena y les doy un capítulo antes ;)

Pero cada vez estamos más cerca del final, tanto que duele :')

Y sobre lo que dije en el capítulo anterior, más que ser una propuesta, es como una sorpresa, pero depende de ustedes si aceptarla o no.

En fin. Espero lo hayan disfrutado!

Y sin más que decir, nos leemos en el siguiente capítulo.

Se me cuidan!

Bye Bye!

(◍•ᴗ•◍)❤

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