9 Avery
Me está costando bastante ver a Skylar y ver lo hermosa que se ha puesto con los años, yo tampoco soy la misma del pasado, ni siquiera soy la misma de hace un año. Pero encontrarme con mi crush, mi amor de la infancia, mi primer beso, me dejó trastocada, no pensé que los sentimientos del pasado volverían y sé que está mal, sé que no debo y es mi cuñada, pero no puedo permanecer lejos de ella.
Por otro lado mi divorcio o exesposa me siguieron a este maldito pueblo del cuál me fui dichosa, solo lamentando dejar atrás a Skylar. Ahora voy a encontrarme con ella.
—Hola, que lindo es volver a verte.
—Hola —suspiro—. Te ves... bien, supongo.
—Sigues siendo amable, aunque ambas sabemos que debajo de este maquillaje hay ojeras, y detrás de mi baja de peso, están las pocas ganas de comer que he tenido, desde que te fuiste —dibujo una línea con mi boca y no le respondo— ¿Cómo te va en la librería? —se sienta frente a mí en la cafetería que quedamos— ¿Uma me extraña al menos?
—No solo Uma, pero ella y yo estamos tratando de estar bien —la miro directamente y trago—. La libreria va bastante bien, al parecer les gusta lo novedoso y sigo escribiendo también. Acá entre nos, tengo demasiados libros, ya no sé dónde ponerlos, porque me quiero dejar o me dejo un ejemplar siempre.
—La biblioteca de casa, sigue cómo la dejaste, tiene bastante lugar —ella sonríe y yo no respondo.
—¿Tú cómo has estado? —le pregunto desviando un poco el tema a dónde quiere llegar.
—Bueno ha sido difícil, me sigo tratando de adaptar.
—Sí, te entiendo completamente —tomo el sobre con los papeles de divorcio en la mesa para abrirlos, pero me detiene.
—¿Puedes leerlos en un rato más? Me gustaría compartir un último café con mi todavía esposa.
Asiento y dejo los papeles, nos miramos un momento para luego ver la carta y nos decidimos que pedir, antes de que llegue el mozo a tomar la órden.
—Pediré un café con crema, leche condensada y canela ¿Ya sabes que pedir?
Le pregunto a ella sentada frente a mí, levanta la vista y me mira por unos segundos.
«Veo esos ojos bondadosos que me enamoraron hace tantos años. Cuando al fin tuve una oportunidad de estar con ella, la desaproveché ¿Cómo fui capaz de perderla? De arruinar esto. Hace tanto que no la veo sonreír y brillar así. Aunque está más delgada la separación parece haberle sentado bien» -piensa su esposa sentada frente a Avery.
—¿Estás segura de querer esto?
—Sí, el café con canela es algo nuevo, pero quiero probarlo.
—No me refiero al café.
—Lo sé —mi sonrisa cambia a una más triste. Aprieto los labios dibujando una delgada línea—. Honestamente no, no estoy segura. Pero sé que si vuelvo hoy contigo a tu casa.
—Nuestra casa —me interrumpe y sonrío negando, miro por la ventana con lágrimas en los ojos.
—Si supieras cuántas veces esperé que dijeras eso. Pero no, no es nuestra, es tuya y la compraste con tu trabajo, me lo dijiste una vez y tenías razón, es tuya —la otra agacha la mirada, ni siquiera recuerda cuándo lo dijo. Pero es probable, cambió mucho desde que tiene un mejor sueldo y posición—. Yo me cansé de esperar —me apoyo sobre la mesa y acaricio su mano izquierda con el pulgar, pero aparto la mano, ya que pareja y así de "cercanas" solo en privado—. Traté de entenderte, y te dí espacio y tiempo, quise ser una buena esposa y esperarte con la cena lista, la casa limpia. Pero había una brecha entre ambas que fue creciendo, pronto me encontré con una cena enfriándose, una casa a la que solo ibas a dormir y bañarte, y yo terminé siendo lo que más odie de mi madre, una esposa sumisa.
—Jamás fuiste sumisa, ni siquiera en la cama.
—Tienes razón y por eso tomé lo poco que quedaba de mí, lo mucho que te amaba, y por amor a mí misma me fui.
—Te extraño.
—Extrañarme no es amarme —toco su mano— y lo sabes.
—Perdón Avery —me mira y veo lágrimas en sus ojos—. Perdón por no poder ser realmente yo, realmente libre. Te amo y sé que eso no es suficiente —tomo su mano, hace seis meses que estamos separadas y verla de nuevo luego de tanto tiempo, si ha movido algo en mí—. Estás mucho más...
—Delgada, lo sé —ella se sonríe— ¿Crossfit?. En realidad —suelto su mano—, no me ha pegado bien la separación, la estuve pasando muy mal.
Entre nosotras siempre habíamos sido honestas, irónicamente ella podía ser honesta conmigo, pero no sobre mí, con los demás.
—Bueno yo tampoco la pasé muy bien, me arrepiento y te extraño cada día.
—Pero no lo suficiente como para salir de clóset y reconocerme como tu pareja —ella agacha la mirada—. Y yo no puedo seguir siendo tu esposa en las sombras.
Flashback
—Hola.
—Hola —pasa su esposa texteando dejando el maletín y su abrigo. Sin siquiera darle un beso— ¿Hay algo para cenar? Muero de hambre —Uma mueve la cola está feliz de verla pero no se acerca—. Hola Uma —le tantea la cabeza.
—Sí, te dejé hecha una ensalada con huevo y pollo en la heladera con film. Me voy —toma la correa de la perra con fuerza, no quiere echarse atrás.
—Okay. Me pasas la sal —ella se la pasa, saca la ensalada y le saca el film— ¿Dónde está el aceite de oliva?
—Tercera puerta a derecha ¿Escuchaste lo que te dije? Me voy.
—¿A dónde? Tendría que sacarme la camisa para no mancharla.
—Yo ya no puedo hacer esto.
—¿De qué hablas?
—Hablo de que me voy, Nanda me espera abajo.
—¿Nanda? Si ella vive a 4 horas de aquí. ¿De hablas Avery? ¿A dónde te vas? ¿Me estás dejando? Es eso —la otra traga con dificultad— ¿Tuviste en cuenta este detalle? —se saca la larga cadena con la alianza en ella— No puedes irte y dejar a tu esposa. Estamos casadas. Dile a Nanda que se marche, que ya hablamos y arreglamos las cosas.
—No, porque no lo hicimos, no hemos, ni vamos a arreglar nada y por eso me voy.
—A ver déjame ver si entiendo. Llego de trabajar cansada, para darte todo, para que nada te falte, para cumplir tus caprichos y hoy te levantas y dices, me cansé de todo, me voy. Así de sencillo, cómo si me opinión no importara. Una relación es de a dos. No te vas, mándale un mensaje a Nanda —sigue camino a la habitación—, y dile que se vaya o lo haré yo.
—Intenté hablarte muchas veces, y no escuchas...
—¡Lo tienes todo! te lo he dado todo. ¿cómo es que no puedes seguir haciendo qué? Nada todo el día. No seas ridícula. ¿Quieres? —avanza y ve unas maletas hechas, voltea a verla porque va en serio— A ver que pasa ¿Qué es ahora lo que le aqueja a la reina del drama? —voltea a verla y Avery se siente herida por su actitud, cierra los ojos despacio y se le caen las lágrimas.
—Te has transformado, el dinero te ha cambiado —le dice con la voz temblorosa secando sus lágrimas.
—Eso es un pensamiento limitante de pobreza. Te lo he dado todo —dice enojada—, terminaste de estudiar tranquila tu carrera sin tener que trabajar, porque para eso trabajo y me levanto cada día, para que nada te falte. Querías un perro, te lo dí, el auto de tus sueños y está estacionado afuera ¿Qué putas haces todo el día que no puedes MÁS?
—Eres cruel —agacha la mirada—. El dinero no es malo, lo malo es en esto en lo que te has transformado y no, no lo tengo todo. No tengo a ti, ni siquiera cuándo estás, no estás presente y ni hablar que delante de todos, sigo siendo "tu amiga" ¿De qué me sirve una enorme casa, un carro y teléfono último modelo? Si no puedo disfrutar nada eso con mi esposa, sino podemos ser delante de todos, esposas. Prefiero tener un poco menos y tenerte también.
—¿Me estás diciendo que te gustaba trabajar en esa cafetería de mierda por un sueldo mínimo y que llegaramos a duras penas a fin de mes? Es lo que me dices ¿Acaso te escuchas hablar? —se acerca enojada parándose delante de ella—. Cualquiera en su sano juicio estaría encantado de vivir con las comodidades que tu esposa, la cuál trabaja todo el día, te brinda.
—Cualquiera que no te amara. Otra en mi lugar con gusto te reventaría la tarjeta haciendo compras, invitado a sus amigas y pagando ella, y yo solo sigo siendo la que era, soy la misma persona de la que te enamoraste y con la que te casaste.
—Quizas ese es el maldito problema ¿No lo crees? Que yo cambié para darte todo y tú sigues siendo igual. La misma de siempre.
—Que injusta eres —aprieta su mandíbula con rabia—. Yo tenía un buen trabajo, bien pagado y nos mudamos y renuncié porque te dieron el pase, que pediste sin consultarme y te seguí.
—Y mira a dónde nos llevó. Mira a tu alrededor todo lo que conseguí.
—Exacto, conseguiste. Sigue siendo tu triunfo personal, yo no quepo en esa postal. Para ti esto no lo conseguimos juntas.
Ella retrocede para darle la espalda, dejando el teléfono en la americana colocando ambas manos en la cintura. Sabe que ella tiene razón.
—Hoy ha sido un día largo, solo quiero bañarme y acostarme, subamos a dormir y hablamos mañana.
—No —ella voltea y la ve llorar, lágrimas silenciosas—. No puedo hacer esto, ya no puedo pretender que no pasa nada, ya no puedo seguir aguantando este vacío que crece en mi pecho. Cada vez que te marchas en la mañana me siento cada vez más sola, incluso en tu compañía me siento sola. Hacemos el amor... —se corrige—, tenemos sexo cómo si fuera algo que hacer para tachar de la lista de los quehaceres en la semana, ni siquiera lo disfruto.
—¿Ahora es mi culpa que no tengas orgasmos o no acabes? —ríe sin gracia— Evidentemente todo es mi culpa, si progreso y te doy lo mejor, es mi culpa, si quiero que tengamos una mejor calidad de vida, es mi culpa...
—Es que no entiendes, no te estoy culpando, no busco expiar mi parte en esta desición y dejarte el peso. Ya no salimos, el tiempo que pasamos juntas sigues pegada a tu teléfono hablando por mensaje, pero no respondes ni atiendes mis llamadas. Te has vuelto indiferente a mí a nosotras y a nuestra relación —la mira y con miedo pregunta—. ¿Aún me amas al menos?
—Que pregunta estúpida, claro que te amo.
—Yo también te amo, y por este amor que te tengo me voy. Y es la decisión más difícil que he tomado en mi vida, porque créeme que me casé contigo pensando que estaríamos juntas, que eventualmente les hablarías sobre mí a tu círculo y sigo siendo tu amiga. También pensé que después de un año de casadas podríamos renovar votos y tal vez casarnos con una fiesta, invitando a nuestras familias y amigos, no de la manera que lo hicimos. Supongo que pequé de ingenua ¿No crees? —su labio inferior tiembla y le cuesta hablar, finalmente la otra se acerca y levanta su mirada así la mira.
—Entonces no te vayas, resolvamos esto. Hablemos mañana tranquilas y lo arreglemos.
—Es que —la mira a los ojos inténtando hablar y saca las llaves de su casa y su auto para dejárselas en la mano—. Ya no creo que quede algo por arreglar, porque aunque me lo acabas de decir, yo hace tiempo sé que no me amas. Y ni siquiera estoy enojada porque no recordarás mi cumpleaños hoy, porque haya pasado casi todo el día sola, porque hayas ignorado mis llamadas y mensajes cuándo vives pegada a tu teléfono, y porque mis amigos viajaron 4 horas para venirme a ver, cuándo les dije que no creía que iba a celebrarlo, porque tú tenías mucho trabajo y llegabas tarde a casa. Aunque intentaron animarme y yo intenté poner la mejor cara, notaron mi tristeza. -—Ella la mira toma el teléfono y mira la fecha, ve los mensajes y llamadas pérdidas y la mira. Acaba de perderla, la está perdiendo ella se va, aprieta la alianza en su mano— Yo ya no soy feliz, y tú conmigo tampoco. Te amo —la mira a los ojos—, te amo tanto y esto es lo más difícil que me ha costado hacer y me está costando, porque honestamente no quiero irme.
—No te vayas —ella también comienza a llorar—, podemos resolverlo. Perdón por olvidar tu cumpleaños, te lo voy a compensar, saldremos, haremos una viaje y... —la besa.
—Trata de ser feliz —le acaricia la mejilla y se aparta un poco—, con alguien a quién si le interesen solo las cosas materiales que tienes para ofrecerle y con quién pueda ser tu pareja en público y en privado. Te amo, pero más tengo que amarme a mí. Se honesta contigo misma y asume que tampoco hace tiempo eres feliz, no conmigo.
—Por favor no te vayas.
—No me hagas esto —abre la puerta tomando sus valijas y Uma la sigue a su lado.
—Hablemos, hablemos ahora, solucionemos esto. No te vayas, no me dejes.
—¿Te diste cuenta que te dije que te amaba y no me lo has respondido ni una sola vez? —abre la puerta.
—Te amo.
—No, ya no lo hacés. Pero yo por el amor que me queda, te dejo y me alejo para que puedas amar de nuevo a alguien, aunque ya no sea yo.
Abre la puerta y sale, la ve marcharse. Quiere correr trás ella, hacer una pataleta, pedirle que no se vaya, que si se va esto se acaba. Pero si de todas maneras se está acabando. Su esposa la ha dejado, ha olvidado no solo su cumpleaños sino también el amor que le tenía.
Fin del flashback
—Oficialmente estamos divorciadas —le extiendo los papeles y ella mira mi firma dubitativa toma el bolígrafo.
—Lamento haber olvidado tu cumpleaños, lamento la boda horriblemente cutre que te dí —ese fue la palabra que use hace solo un momento y escucharla de su boca, me da risa pero no de gracia, de tristeza—, lamento el amor mediocre al que te confine el tiempo que estuvimos juntas y lamento no tener los ovarios para luchar por lo nuestro, pero también sé que mereces algo mejor y aunque te extraño y te amo —me mira con lágrimas en los ojos—, aunque me hizo falta perderte para recordarlo, quiero lo mejor para ti, aunque no es conmigo.
—Gracias por el tiempo bueno que pasamos estando juntas, por amarme, por la luna de miel que pasamos que fue austera, pero me encantó, por trabajar tan duro y permitirme terminar mi carrera sin preocuparme por el dinero o por tener que trabajar para costearmela. Elijo quedarme con lo bueno, haz lo mismo. Te perdono, te amé mucho, y te deseo lo mejor.
Ella me mira sonríe secándose las lágrimas, firma. Me levanto tomando mis cosas, nos abrazamos y suelta mi mano cuándo me estoy alejando hacía la puerta, intentando aferrarse un poco más a mí. Mientras me marcho lloro y en la intimidad de mi vehículo lloro aún más. La amé, mucho, a veces pienso que quizás demasiado, y tuve el valor de mancharme aunque la amaba y casi cedo para volver con ella, pero no puedo de nuevo, aceptar nuestra relación en las sombras yo quiero ser su esposa delante de todos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro