Capítulo 4: Castigo
Me encuentro con Mía hablando sobre el trato del inversionista que ahora será nuestro cliente. La empresa de mi madre es una agencia de modelaje y moda, nuestro cliente quiere que algunas chicas de la agencia sean la imagen de un producto de maquillaje que su esposa maneja. Mi área es más la organización de los eventos, ellos van a presentar sus productos en una fiesta que van a ofrecer en su mansión, mi madre decidió dejar el trabajo en manos mías y de Mía, ella irá a la fiesta, pero como invitada.
Sé que es su forma de evaluarme, pero no me preocupo, pues confío en mis capacidades, aunque no sé que tal será con Mía, no la conozco mucho y lo que sé es porque mi madre me ha contado sobre ella, dice que es muy trabajadora y que no la ha decepcionado en ningún ámbito, ni laboral ni personal, parece que tiene plena confianza en ella.
—¿Me estás escuchando? —preguntó Mía sin sonreír, estábamos hablando cerca de los vestidores. Habíamos hablado con las cuatro modelos que se presentarían para el trabajo.
—Sí, lo estoy haciendo.
—Bien, como decía, Naomi es la que tiene una presencia que impone, ella debería ser la primera en aparecer.
—Si tú lo dices, yo no conozco a las modelos.
—De acuerdo, entonces eso sería todo. Vamos, en diez minutos es la junta.
Nuestro cliente vino con su esposa y otros patrocinadores para la marca, vamos a presentar la organización del evento.
La semana ya había pasado, desde que nos confrontamos he estado molestando a Mía con cosas como traerme el café a una temperatura exacta y de una marca en específica, o la he hecho ir a buscar cosas de cierta tienda, la he utilizado de mi chófer para ir a ciertos lugares dejándola a esperarme en lo que terminaba mis cosas, la mayoría triviales que sólo le pido hacer para hacerla enojar.
Ella siempre acata con una sonrisa y no deja que lo personal se mezcle con el trabajo, incluso cuando la obligo a llevarme a casa después de hacerla quedarse hasta tres horas después de su horario de trabajo, horas que como prometí, se las pago yo.
Aún así eso no termina allí, ella me evita mucho y ya no me mira tanto a la cara, y sé exactamente el porqué, y es debido a que invado su espacio personal tratando de propasarme, sin ser totalmente irrespetuoso, y siempre responde desafiante, algo que cada vez me vuelve más loco, pues quiero besarla.
—Mía. ¿Cuándo vas a aceptar una salida conmigo? —dije acercándome a lo que ella se aleja sin dejar de ver su libreta.
—No me interesa salir con usted a ningún lado. Ahora vamos, que pronto empezará la junta —ella trata de irse primero, pero la tomé de la cintura y la jalé hacia mí.
—Deja de resistirte —susurré a su oído, ella se mantenía calmada, pues estábamos en el staff, y aunque hay un carrito de ropa que nos tapa, ella es precavida para que nadie nos vea.
—Suélteme —demandó tratando de soltar mi agarre.
—Las palabras mágicas —pedí burlón.
Suspiró molesta. —Suélteme, por favor.
—Por favor ¿qué?
—Suéltame, por favor… Señor —dijo en voz baja haciendo que yo bufara. Sin embargo, con cuidado la jalé más y la hice entrar a un vestidor al que le puse seguro—. ¿Qué está haciendo? —cuestionó en cuanto la arrinconé contra una pequeña mesa redonda.
—Mía, has sido muy grosera.
—No le he faltado al respeto.
—Sí, lo has hecho.
—No es verdad —la tomé de la cintura y la alcé sentándola en la mesa para luego comenzar a besar su cuello. —¿Q-Qué…? Suélteme.
Hizo un leve sonido entre un quejido y un gemido ahogado, yo estaba usando una mano para acariciar su pierna mientras iba subiendo cada vez más a la vez que alzaba su falda, podía sentir como su respiración se aceleraba y ella apretaba mi ropa, con mi otra mano acariciaba su espalda por encima de la tela, traté de besarla en los labios, pero ella se negó y no me dejaba, incluso trataba de apartarme.
—Mía, vamos. Tú también deseas besarme.
—No se crea tanto, señor. Ahora suélteme o gritaré.
—Entonces hazlo —la reté al oído.
—No estoy jugando, en verdad lo haré.
—Sé bien que no lo harás.
Sonreí burlón y volví a jugar con su cuello, sin embargo, esta vez fui un poco más lejos. La enderecé un poco y metí mi mano en su ropa interior tocando su trasero. Ella se estremeció y apretó más mi sacó, demandó en voz baja detenerme, reí bajo y saqué mi mano, pero no para dejarla, pues la levanté un poco y jalé su ropa interior, quitándosela por completo, luego me alejé un poco y vi como ella jaló su falda juntando las piernas a la vez que estaba muy roja.
—Que linda te ves así.
—I-Imbécil, regrésamelo —no podía ocultar la vergüenza en su voz, ni en su rostro, ni en su cuerpo.
—No. Te dije que no me gusta que me desobedezcan, y este es tu castigo. No te lo regresaré hasta que se termine tu turno.
—Démelo —replicó bajando de la mesa, se acercó tratando de tomarla de regreso, yo alcé la mano para evitarlo y con mi otro brazo la rodeé de la cintura y la pegué a mí—. Deje estos juegos y regréseme mi ropa interior.
—No —me agaché para besarla, pero ella se apartó fulminándome con la mirada—. ¿Qué harás? ¿Ir a cambiarte?
—Tengo ropa en mi auto.
—¿Irás cuando falta muy poco para la junta? Según mi madre eres alguien que siempre tiene todo bajo control. No irás a decirme que tendrás un contratiempo por esto ¿o sí?
—¿Acaso espera que me presente así y de la presentación de esta manera?
—Mía, sorpréndeme —dije guardando la prenda en el bolsillo de mi pantalón, abriendo la puerta y yéndome a la junta.
×~×~★~×~×
Narrador omnisciente
Mía se quedó dentro de aquel vestuario pensando en cuál excusa dar para no entrar a la junta, al menos por el momento, sin embargo, también pensaba en que no podía dar ese paso debido a que ella era parte de la organización.
Maldijo por unos momentos a Dante tras esa jugarreta que le hizo. «Esta me las pagarás, y con creces» juró en sus adentros mientras dibujaba una sonrisa maliciosa.
Mientras tanto, Dante estaba en la sala de juntas al lado de su madre, todos estaban ya reunidos y sólo esperaban a la joven, aunque aún faltaba un minuto para que la hora llegara.
—Quizá sí me pasé esta vez —Dante se cuestionaba la acción de hace poco.
—Que raro, ella no ha llegado. Hijo, ¿no has visto a Mía? Ella suele estar al menos cinco minutos antes de que una reunión empiece.
—Eh, bueno, quizás no venga —rascó su nuca y pronunció en voz baja para su madre
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—Lamento la demora —Mía se apareció abriendo la puerta y entrando totalmente serena, algo que asombró al mayor—. Imbécil —pensó al verle—. ¿Comenzamos?
La presentación comenzó, la joven hablaba con tranquilidad y caminaba como si nada, Dante la veía incrédulo y se preguntaba si ella tuvo tiempo para ir hasta el establecimiento a tomar su ropa.
No sé si tiene o no ropa interior. Se decía mientas observaba su trasero en busca de una señal que le resolviera su duda.
Dante también explicó parte de la organización del evento, incluso durante la junta, surgieron otras ideas que podían implementarse, abriendo un mini debate entre él y la joven, algo que a Elizabeth le agradó, pues sentía que ambos hacían buen equipo.
Después de que la junta terminara, los clientes felicitaron la presentación del dúo, incluso los invitaron a tener un convivio en un bar, Elizabeth y Dante aceptaron con gusto, pero Mía rechazaba la oferta.
—Vamos Mía —habló su jefa—, iremos a divertirnos un rato, y te lo mereces.
—Muchas gracias, pero estoy bien.
—Por favor, hazlo por mí.
—Pero yo…
—Sí Mía, vamos —Dante la tomó de los hombros y así se la llevaron al convivio en el bar.
En el lugar todos se divertían, pero Mía seguía sentada en una mesa tomando algunos tragos. Dante platicaba con algunos de los clientes, pero veía de reojo a la joven, en un momento que pudo zafarse de los demás, fue a buscarla, sin embargo, cuando se dirigía a la mesa, ella no estaba.
La comenzó a buscar con la mirada, pero no la encontraba, así que amplió la búsqueda en el lugar hasta que la encontró, sin embargo no estaba sola, pues la vio besándose con alguien de manera muy íntima y lo que más le molestaba, era el hecho de que se viera tan divertida con aquel joven que se notaba, la comía más que con la mirada.
—Mía —dijo acercándose y recibiendo una mirada molesta de la chica—. Vámonos, ahora.
—No me fastidies ahora, mi horario ya terminó y no estamos en la empresa, así que no tienes ningún derecho a decirme qué hacer —respondió jalando al joven con quién se encontraba para besarlo sin importarle que Dante estuviera allí.
—Te he dicho que nos vamos —él la tomó del brazo apartándola del sujeto.
—¡Oye! —Mía se quejó mientras que el mayor la rodeó con su brazo y trataba de llevársela.
—¿Quién te crees para…?
El extraño quiso detenerlo, pero se calló en cuento el mayor lo mandó a largarse sin siquiera decir una palabra, y así lo hizo. Dante se llevó a la joven sin que los demás los vieran irse, tomaron un taxi para regresar a la empresa, pero sólo para tomar el auto de Mía, no se preocupó por su madre ya que el chófer que tiene la llevará a la casa.
—Dame las llaves, yo conduciré.
—Cierra la boca.
—Es una orden.
—Jodete —el mayor bufó molesto y comenzó a buscar en las bolsas que tiene la falda de la chica—. ¡Oye! ¡Ya suélteme!
—Cállate y haz esto más fácil, no puedes conducir tú ya que bebiste, además ¿cómo se te ocurre? Besuquearte con ese tipo.
—Ya suélteme…
—¿Qué te pasa? —preguntó confuso al verla apenada— Mía, será que… ¿sigues sin ropa interior? —ella desvío más la mirada, confirmándole su pensar— ¿Estuviste así todo este tiempo?
—Vete al diablo.
—No me hables así —suspiró y sacó de su bolsillo la prenda—. Lo siento ¿de acuerdo? —se agachó extendiendo las bragas— Vamos.
—Puedo hacerlo yo misma.
—Hazlo ya.
—Idiota —musitó con fastidio.
Ella dejó que él se las pusiera ya que sentía que se caería si trataba de hacerlo por su cuenta, pues efectivamente había bebido mucho.
Dante subía con lentitud acariciando la piel de Mía, se aprovechaba de la situación y la joven lo sabía. Aunque al fin se lo colocó, aún no retiraba sus manos que estaban por debajo de la falda, él se quedó muy cerca de la cara de Mía, ambos estaban mirando cada facción del rostro del contrario, cada uno deseando atacar al otro, con ambos acercándose peligrosamente a juntar sus labios con anhelo impúdico.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro