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Capítulo 17: Nos vamos

Había pasado un mes desde aquel momento mágico que tuve con Austin. Siendo las cinco de la tarde me encontraba como siempre con él en mi habitación, pero con el cambio de que estaba encima de mí, nos besábamos.
Era peligroso, lo sabíamos, pero nos éramos muy discretos.
Quién diría que tendría un amante en la casa.
Antes había dicho que no estaba segura de estar enamorada de Austin, pero ya no me cambia duda.

—El de mandarina también me gusta —atinó a decir separándose mientras se ríe.

—Vamos con el siguiente —limpié de mis labios el labial que tenía y me coloqué otro—. Frambuesa —dije divertida con Austin bajando a besarme de nuevo.

Digamos que este era nuestro pequeño juego, traía labiales de sabores y los probaba de mis labios.
Él siempre se mostró respetuoso y un caballero conmigo, no se propasaba y lo máximo que me hacía era besarme el cuello y acariciar mi muslo, pero siempre pidiéndome permiso. Algunas veces le pedí que… vayamos un poco más lejos, pero él niega y dice que aun no podemos hacerlo.

—También me gusta —mencionó relamiéndose los labios, me levanté a tomar uno más—. ¿Falta otro?

—No. Mi favorito siempre será este —dije pintándome para besarnos otra vez. Cuando nos separamos, nos miramos divertidos.

—Fresa, también siempre será mi favorito.

Luego de nuestro juego, nos reincorporamos mientras guardaba mis labiales en el cajón. Claro que el Señor no sabe que los tengo, aunque tampoco lo he visto mucho últimamente. Siempre venía a despedirme con un beso en la frente durante las mañanas antes de irse al trabajo, y después sólo se alcanzaba a escuchar como abría la puerta de su habitación y pasaba de largo la mía. Por las noches ni se aparecía a cenar conmigo, y cuando lo hacía era al pendiente de su teléfono.

Pero eso ya no me importaba mientras no me hablara o viera. Sea lo que sea que le distraía, agradecía que lo mantuviera alejado de mí y mis bellos momentos con Austin. Incluso deseaba que se hubiera conseguido una mujer con la cual se distraera.

×~×~×~×~×

—Lamento desaprovechar mi tiempo contigo —me dijo el Señor acariciando mi mejilla, estábamos cenando y él tenía el celular en su otra mano.

—No se preocupe, Señor. Sé que está ocupado y si le estoy retrasando, está bien si no viene conmigo.

—No, tú eres mi prioridad.

—Gracias, mi Señor —ahora debía abrazarlo—. ¿Eh? ¿Sucede algo, Señor? —me extrañó que me detuviera.

—¿Qué tienes aquí? —dijo con el ceño fruncido de enojo, yo no comprendía a qué se refería hasta que pasó su pulgar por la esquina de mi labio inferior, retirando un poco de labial que me había dejado. Rayos.

Sonreí inocente, pero eso no le gustó porque me tomó con fuerza de la muñeca, hice un quejido por el dolor. —Mi Señor, me está lastimando.

—Te hice una pregunta.

—Es labial —juro que intenté mantener mi falsa sonrisa.

—¿Y de dónde conseguiste…? ¿Fue Austin?

—N-No —ya no me era posible fingir mi terror.

—¿No fue él? ¿Entonces quién? ¡Responde!

Empecé a tartamudear, estaba muy asusta y mi temblar regresó, no quería meter a Austin en problemas, pero no se me ocurría ninguna mentira.

—Yo se las regalé, señor —él y yo volteamos a ver a la puerta, Austin estaba ahí, viré mi vista al Señor. Está muy enojado y me apretaba más mi muñeca, sentía que en cualquier momento me la rompería.

—Auh… —me quejé entre dientes por el dolor.

—¿Acaso quieres convertirla en una zorra? —habló con voz torva hacia Austin.

—No, señor, ella jamás será así —aunque se mostraba sonriente reconocía la ira en sus ojos—. Ella es una joven tierna y amable, pura, diría yo. Lo labiales sólo se los di porque creí que podría utilizar algo para mantener sus labios protegidos, después de todo son humectantes —parecía ser que esa explicación le convenció, pues había relajado su agarre un poco.

—Bien, sal de aquí —Austin me miró, parecía que quería intervenir. No debe, así que le sonreí y asentí. Vi como apretó sus puños y se fue cerrando la puerta—. Muéstrame esos labiales que tienes —me dijo mirándome con molestia a la vez que soltaba mi muñeca. Tragué y obedecí. Veinte labiales son los que saqué, la mayoría de frutas y algunos de cítricos—. Usa uno.

—Sí, mi Señor… —el primero que utilicé fue el de cereza, él veía atento como me lo aplicaba, cuando terminé, lo tapé y bajé un poco la cabeza.

—Mírame —volví a tragar y obedecí con una sonrisa forzada. Se acercó tomándome de la muñeca de nuevo con fuerza y jalándome a chocar con él, rodeándome con su otro brazo. Después soltó mi muñeca y me tomó del mentón alzándome la cabeza—. Debo admitir que te ves bien.

—Gracias… —no me dejó terminar cuando me besó haciéndome apretaba mis manos en su traje.

La manera en que me besaba era muy diferente a la de Austin, pues él era tierno y lento, pero el Señor lo hacía rápido y con rudeza, arremolinaba su mano entre mi cabello y me apretaba contra él para que no me separara, no podía respirar, y lo peor es que utilizaba su lengua, me daba asco. Tenía miedo. ¡Lo odio!

Al fin me dejó tomar aire. —Uhm, no está mal.

Te odio. Deseaba gritarselo, ya no podía mantener mi sonrisa falsa.

—Bien, el que sigue —me sonreía con malicia, sabía lo que estaba pensando hacer. Dejó que me separara y yo me volteé limpiando mi boca con la parte delantera de mi mano mientras temblaba—. Rápido —ordenó y di un pequeño salto, me apresuré a tomar otro labial mientras mis ojos se cristalizaban.

Hizo lo mismo una y otra vez, me besaba con rudeza, pues incluso me lastimaba mordiéndome, estaba llorando y no se detenía.

—No estuvo mal —dijo después hacerme usar todos los labiales. Yo estaba sentada en la cama ocultando mi rostro con las piernas mientras las abrazaba y sollozaba—. Puedes usarlos, pero quiero que cada noche que venga uses el de cereza —no respondí, no se enojó por ello, pero escuché como bufó burlón para luego salir.

×~×~×~×~×

Austin
¡Maldita sea!
Estoy caminando en círculos en mi habitación preocupado por ella, ese es un malnacido asqueroso.
¡Sólo es una niña! ¿Qué diablos tiene en la cabeza? Quiero hacer algo, debo hacerlo, ha estado viviendo un infierno aquí, ella es dulce y su sonrisa es la mejor del mundo.

[Me detuve mirando al suelo]
Al principio sólo quería protegerla porque es lo correcto, necesita ayuda, pero con el pasar de los días y las conversaciones que hemos tenido, me enamoré de ella, pero soy consciente, como dijo ella también, de que quizá crea estar enamorada porque fui la primera y única persona que le ha mostrado una pizca de interés que no sea enfermiza o aprovechada, me contó lo que vivió antes de que nos conociéramos.

Giré mi cabeza rápido a la puerta de mi habitación, el desgraciado se avistaba en ella y me daba un sonrisa arrogante. Sin que ninguno dijera algo, yo salí deprisa a la habitación de ella, la vi ahí, en la cama abrazándose a sus piernas con la cabeza ocultando su rostro a la vez que temblaba y… lloraba.
Él me dio un empuje para que entrara más y yo lo miré con enfado, más él sólo mantenía su maldita cara de satisfacción que dejé de verla en cuanto cerró la puerta conmigo dentro. Su intención era mostrarse superior y dejar claro que era el dueño de la vida de ella. Apreté mis puños y respiré profundo para calmarme y acercármele, me senté a la orilla extendiendo mi mano a acariciar su cabeza, su temblar aumentó en cuanto la toqué.

Maldito.

—Ratoncita —dije con voz suave para tranquilizarla, a lo que ella dejó de temblar y subió su cara. La sonrisa que mostraba para apoyarla desapareció en cuanto la vi.
Eres un puto loco. Pensé al ver sus labios algo hinchados y con sangre.

—Austin… —se lanzó a abrazarme con fuerza que obviamente correspondí, me dolió verla de esa manera tan asustada, ya antes la veía así, pero ahora es peor— Lo odio. Me hizo probar los labiales y besarlo. Perdóname, por favor, no quise hacerlo —estaba quebrada.

—No tengo nada que perdonarte, tú no hiciste nada malo.

—Pero no usé el de fresa, lo escondí. Porque ese fue el que utilicé en nuestro primer beso.

Es demasiado dulce. Afiancé nuestro abrazo mientras le besaba la cabeza por un costado.

—Está bien, todo estará bien, estoy contigo.

—¿Por qué me pasa esto a mí? —chilló tratando de controlarse— ¿Acaso hice algo malo? Austin, tengo miedo.

—Lo sé, mi Ratoncita, descuida —no voy a aguantar esto más—. Vas a estar bien.

Te voy a sacar de aquí.

×~×~×~×~×

Ya era de mañana, me quedé toda la noche junto a ella pero me levanté temprano para que no hubiera problemas si ese loco nos ve en la misma cama.
La desperté un momento para decirle eso y luego me retiré después de besarle la frente. Fui a mi habitación, tengo un pequeño escondite en el piso donde guardo un segundo teléfono, uno que ese tipo no conoce.
Empecé a contactarme con alguien que me debe un favor, así que comencé a hacer planes con él, va a conseguirme todo lo que le pida.

×~×~×~×~×

Hice mi trabajo como es normal, una vez mi turno terminó fui con mi Ratoncita que me abrazó apenas entré, la tomé de su rostro y la besé con ganas, debía mostrarle y transmitirle que la quería como siempre, quizá más.
La tomé de la mano y la llevé a la cama para sentarnos, yo estaba serio y eso parecía que la ponía nerviosa.

—Te voy a sacar de aquí.

Mía
«Te voy a sacar de aquí» me dijo eso con mucha seriedad en su mirar mientras me tomaba las manos con firmeza, habló en serio.

—¿De qué hablas? —dije aterrada, me empezó a acariciar con sus dedos entre mis cabellos a los costados.

—Vamos a huir juntos, escaparás de esta prisión y nos iremos lejos de aquí.

—Austin, eso es imposible, el Señor no lo permitirá, y si nos atrapa va a ser muy peligroso.

—Ya tengo pensado el plan, así que tranquila, yo me ocuparé de todo. No voy a permitir que ese maniático vaya a lastimarte más.

—No, si fallamos él te va a matar y no quiero eso, por favor —me aferré a abrazarlo con mucho terror, en verdad no quiero que le pase nada.

—Mi Ratoncita, mírame —le hice caso con lágrimas que él me secaba—. Te amo.

Su sonrisa cálida y sincera no hacía otra cosa que romperme el corazón por el miedo que tengo de perderlo, pero borró todo rastro de pavor con su beso cargado de ternura, aunque también lo sentí algo diferente, algo que me hacía sentir más calidez, y así me convenció, con un deseo de escapar a donde sea, pero con él.

×~×~×~×~×

Pasando otro mes, Austin había estado hablando conmigo sobre los preparativos que ha hecho para escapar. Según me contó, un “amigo” le consiguió algunas cosas.
Estaba viendo la hora de mi reloj digital en la mesa, ya daban las siete de la noche, aún faltaba una hora para que el Señor regresace a casa y ya estaba muy preocupada por Austin, no lo vi en todo el día y salió muy temprano con los dos tipos que siempre le acompañan afuera.

Volteé mi cabeza con miedo a la puerta en cuanto escuché el ruido del exterior. Y luego, unos sonidos potentes que retumbaron me asustaron tanto que me escondí debajo de la cama.
Cerré los ojos con fuerza al escuchar que la puerta se abría rápido y junto a él, voces que no conocía en tonos amenazantes.

—¡Ratoncita! —pero la voz de Austin me sorprendió— ¡¿Dónde estás?!

—¡Austin! —dije asomándome por debajo— ¿Qué pasa?

—Rápido, sal de ahí —me ayudó a salir y me tomaba de la mejilla con una mano y con la otra agarró una mía—. Nos vamos.

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