Capítulo 11: Culpa
—¡¿Que hiciste qué?! —Lisa gritaba incrédula ante lo que le conté con Dante, ya era de mañana y estaba esperando a que Nicolás terminara de hacer el desayuno.
—Lo que escucharon. Le di una dosis de su propia medicina.
—Pero Mía, es tu jefe.
—No, aún no lo es, es el hijo de mi jefa, y además, el maldito se lo merecía. Está engañando a quien se va a casar con él.
—¿Para eso querías que te prestara mis esposas? —preguntó Nicolás poniendo los platos con la comida— ¿Ya no me las vas a regresar?
—Te las pagaré.
—Mía…
—De acuerdo, veré si las puedo recuperar.
—Olvídalo, puedo decir que las extravié o que las robaron, pero si vas a usarlos para tus juegos sexuales al menos avísame con antelación.
—Sí, sí, lo que tú digas. Te las pagaré, en serio.
—Pues gracias —rió bajo sentándose a comer con nosotras.
Nicolás es policía. Sé lo que piensan ¿cómo puedo ser amiga de un policía cuando no quiero que descubran mi identidad falsa? Pues fácil, él ya sabe eso, y Lisa también, saben mi historia, pero no saben quién es el Señor.
Nicolás me ayuda en lo que puede sin ir más allá de lo que debe, se ha hecho de la vista gorda sabiendo la verdad y eso es algo que le voy a estar infinitamente agradecida.
—Bien, debo irme —dijo levantándose para ir a ponerse su uniforme—. Mía, estás en tu casa —me dio un beso en la mejilla y luego besó a Lisa en la boca —Hasta luego, amor.
—Uy, que lindo —añadí haciendo que ambos rieran, Nicolás subió—. ¿Y cuándo es la boda?
—Aún no ponemos fecha, pero esperemos que sea muy pronto —contestó Lisa sonrojada y con sonrisa risueña—. No olvides que te quiero como mi dama de honor.
—Será todo un placer, Lisa.
—Bien, ahora cuéntame qué ocurrió con ese sujeto, Dante. Cuando me platicabas de él sonabas con algo de emoción —desvié la mirada frunciendo el ceño y enfadada.
—Es simple, sólo quería burlarse de mí. Está comprometido. Lo más seguro es que sea su forma de cobrarse lo del accidente.
—¿En verdad lo crees? Digo, por lo que me contaste parece ser que tiene un interés en ti, y por como te veo, tú lo tienes en él. Tal vez haya sido un malentendido.
—Esa forma en que besaba a esa chica no parecía ser un malentendido. Y es mejor así, sabes lo complicada que es mi vida, no puedo tener esperanzas en que encontraré el amor con el infierno que tengo, sería una total mentira. Mía no existe, mi vida es una farsa.
—No es cierto —ella tomó mis manos y me miraba a los ojos con ternura—. Puede que ocultes cosas, pero jamás mientes, eres la persona más honesta que conozco, siempre hablando directamente y sin rodeos. Has tenido una vida difícil y has sabido sobrellevarla, si encuentras a alguien que te corresponda, ese alguien se va a ganar un diamante.
—Eres muy amable. Gracias por ser mi amiga.
—¡A ti por permitirme serlo! —se levantó y me abrazó con fuerza dándome una gran calidez. Definitivamente tengo suerte de tenerla como amiga.
Después de que Nicolás se fuera a su trabajo nosotras salimos de compras, fuimos a muchas tiendas y boutiques, compré algunas cosas para ella y podía comprarle más, pero se negó.
—No deberías gastar en mí.
—Tonterías, eres mi amiga, Lisa, además, te lo debo por no haber podido asistir a tu fiesta de cumpleaños.
Fue una cálida tarde estando en compañía de alguien querido, alguien en que sé que puedo confiar.
×~×~×~×~×
Dante
Hace ya tres días desde que Mía se fue de vacaciones y no sé dónde está, le pregunté a mi madre sobre su paradero y tampoco sabe, así que fui con Gabriela, ella y Mía se han vuelto amigas, quizá sepa algo.
—¿Mía? Lo siento, señor, pero no sé a dónde fue. Sólo me dijo que pasaría sus vacaciones con un par de amigos —respondió con unas carpetas en los brazos.
—Comprendo. Gracias —me retiraba, pero ella me detuvo con una pregunta.
—Señor ¿puedo preguntar qué sucede entre Mía y usted? Sé que no es de mi incumbencia, pero…
—¿Por qué la pregunta? ¿Acaso te ha contado algo? —mi rápido cuestionamiento le hizo abrir sus ojos con asombro.
—¿Eh? Pues no, pero digamos que en cierta forma se siente como si hubiera alguna clase de química, por así decirlo.
Química ¿eh? Yo añadiría que estamos haciendo un explosivo. Reí en mi interior por ese pensamiento.
—¿Qué es Mía para usted?
—Ella es… —la leve sonrisa que tenían mis labios se esfumó, no sabía qué contestar. ¿Qué es ella para mí?— Mía es… una empleada —completé sin estar convencido de mi respuesta—. Debo volver al trabajo.
—S-Sí. Lamento mi impertinencia.
—No te preocupes.
Volví a mi trabajo sin dejar de pensar en esa pregunta. ¿Qué es Mía para mí? Al principio sólo quería incomodarla, pero luego empecé a desearla.
A mi mente llegó la escena donde la tomé en brazos la primera vez que estuve en su casa, le dije que la volvería adicta a mí, pero por lo que veo, soy yo quien se está volviendo adicto a ella.
Tengo que aclarar esto rápido con Mía, tengo que verla, y pronto.
×~×~×~×~×
Nicolás
Llegué a la estación y me dirigía a reportarme con mi supervisor cuando Lucas, mi compañero, me detiene.
—Hey, amigo, te tengo una noticia —nos saludamos de manos de manera fraternal, él siempre parece alegre por algo.
—¿No me la puedes decir cuando regrese de ver al supervisor?
—Será rápido. Verás, Graham ha organizado una fiesta para esta noche, nuestro departamento está invitado y ya que mañana es nuestro día de descanso. ¿Qué dices? ¿Quieres ir? Puedes llevar a tu novia.
—Suena divertido, ¿podemos llevar a alguien más?
—Sí, no hay problema. ¿Vas a traer a alguien?
—Sí, una amiga mía y de Lisa, vino a pasar sus vacaciones con nosotros. Creo que le servirá para distraerse.
—Oh —sonrió pícaro bailando las cejas—. ¿Y es guapa?
—Te lo advierto, no la molestes —le señalé con ojos entrecerrados y él alzó las manos.
—Eh. ¿Será que es tu amante?
—No digas tonterías, sólo es una amiga que Lisa y yo apreciamos mucho. Eres bien conocido por ser mujeriego.
—Ay vamos, no voy a hacer nada que ella no quiera.
—Bien, eso espero —dije dirigiéndome a la oficina del supervisor.
—Ella estará bien, no tienes que preocuparte.
—No es por ella de quién me preocupo.
—¿Eh? —reí en mis adentros por esa expresión que hizo.
Toqué la puerta y el supervisor me dijo que pasara, me ofreció tomar asiento, eso hice.
—¿Qué tal? ¿Todo bien?
—Sí, me han robado las esposas.
—¿Te robaron las esposas? ¿A un policía? —me miró por encima de sus gafas.
—Sí, increíble ¿no? Aunque creo que es más correcto decir que las extravié, estaba acomodando unas cosas y me las quité un momento, cuando volteé para tomarlas de nuevo, ya no estaban.
—Bien…
—Las pagaré.
—No hará falta. De cualquier forma hay algo que debo decirte —lo miré extrañado al quitarse los lentes—. Tu padre llamó hoy, quiere que le contestes el teléfono —solté un suspiro pesado.
—Lamento si le he causado problemas.
—No hay ninguno, pero me es extraño que ahora estén tan distanciados cuando en el pasado eras muy unido a él.
Después de lo que hizo hasta ser su hijo me da rabia. —Problemas de familia —contesté cabizbajo.
—Está bien si ninguno me quiere contar, pero si hay algo en lo que puedo ayudar, dímelo, he sido amigo de tu padre desde que entramos a la academia, como un hermano debo decir, y a ti te considero un sobrino —río bajo soltando sus lentes.
—Gracias tío Steve —yo también reí. Me levanté para irme—. Hablaré con mi padre, gracias.
Luego de eso comencé con mi trabajo, tomé mi unidad y un par de esposas más, me dispuse a patrullar la zona. Con suerte me encontraría a Lisa y Mía, estoy seguro de que fueron de compras.
Reí en mis adentros y luego esa sonrisa se desvaneció cuando mi teléfono vibró, revisé que alguien mandó un mensaje y me estacioné para poder verlo mejor, era mi padre pidiendo que hablara con él, suspiré molesto y contesté el mensaje, dije que iría a su casa, y así lo hice. Él me recibió y pase a la sala.
—Gracias por venir.
—Sí, claro. ¿Qué quieres?
—No puedes seguir tratándome así, soy tu padre.
—No comiences de nuevo con ese tema. ¿Qué es lo que quieres? —era cortante, tener que verle es una verdadera oleada de ira.
—Nicolás, lo que hice fue para poderte mantener, a ti y a tu madre —conteniendo mi enojo negaba con la cabeza.
—No metas a mi madre en esto —fue más una exigencia que una petición—. Vivíamos muy bien con lo que ya teníamos pero tu avaricia te cegó, cambiaste una vida honrada y una placa limpia por dinero sucio y manchaste el uniforme. Debías proteger y servir, y terminaste siendo un policía corrupto —señalo y ataco acusador, sin compasión—. Tenía tanta admiración en ti que cuando me confesaste ese crimen que hiciste, esa ilusión del hombre generoso y ejemplar se esfumó.
—Cuando esa bala me dio pensé que moriría…
—¡Y ahí está el problema! ¡Te dignaste a hablar sólo porque creíste que morirías! ¡Agh! —pasé mis manos por mi cabello y lo miré enojado— Tuve que obligarte a contarme todos tus demás crímenes con tal de que ese primero que me dijiste no saliera a la luz.
—Ese tipo es muy peligroso, te lo he dicho.
—Lo sé, por eso no te he entregado, pero más que nada lo hice por ella. Revelarlo implicaría que ese malnacido la encuentre y no la voy abandonar como tú lo hiciste.
—Quiero disculparme con ella.
—¡No! ¡De ninguna manera! —estoy colérico, siento que mi sangre hierve—. Tú no vas a hablar con ella, ya le hiciste demasiado daño. Dime, ¿no te dolió el corazón cuando una niña te pedía ayuda?
—¡Sí! Sí… —se sentó en el sofá tomando su cara con una mano— Por eso quiero rogarle su perdón.
—¿Acaso quieres irte en paz de este mundo? Esto es increíble —di media vuelta diciendo eso con sarcasmo, luego me volteé rápido con enojo—. ¡Tú podrías ayudar a que ese maldito pague por lo que le hizo! ¡Pero en vez de eso quieres torturarla de nuevo! ¡No voy a ayudarte con eso! ¡Yo sí voy a protegerla como debiste haberlo hecho tú!
—Nicolás… —se levantó con aparente aflicción, pero no es algo que yo crea otra cosa más que pura hipocresía.
—Tengo que irme —me detuve antes de llegar a la puerta, volteé a verlo—. ¿Sabes? Al final esa bala perdida que recibiste fue en cierta manera justicia divina —él suspiró adolorido—. Ni siquiera pudiste volver al trabajo y seguir abusando de tu placa. A estas alturas agradezco que mi madre haya muerto antes de que nuestro “problema familiar” empezara, sino hubiera sido muy difícil ocultar el porqué estamos tan distanciados. El habérselo confesado hubiera sido muy doloroso para ella. Al menos mamá no supo que eres una farsa.
—¡Nicolás, espera! —no lo esperé, salí de allí y me monté en mi patrulla estando muy furioso.
Durante años creí que mi padre era un excelente policía, lo admiraba tanto que me impuse la meta de seguir sus pasos.
Esa noche, cuando me informaron que estaba en el hospital por una bala perdida en un tiroteo después de una redada, mi mundo se me estaba viniendo abajo por pensar en que lo perdería a él también. Un año antes mi madre murió cuando un asaltante robaba la tienda en la que se encontraba. Fue muy difícil, días después encontraron al tipo muerto, fue asesinado brutalmente. Pensé que había sido el karma o algo así, pero no…
El pronóstico de mi padre no era muy alentador, pidió dejarnos a él y a mí a solas, yo me negué para que lo intervinieran de inmediato, pero insistió y acatamos, ahí me contó el mayor crimen del que se sentía culpable, esa decepción rompió mi corazón.
Yo estaba por terminar mi carrera en la academia y mi ejemplo a seguir en realidad era un ser despreciable.
Salí de allí y me fui, algo que a sus compañeros extrañó. No me importaba si moría o no, de hecho, rogaba por que muriera. Llegué a casa y comencé a destrozar mi habitación.
A la mañana siguiente mi tío Steve llegó y me dio la noticia de que mi padre había salido bien de la operación. «Qué mal» dije con total desprecio, su cara de desconcierto lo decía todo. No me paré en el hospital excepto cuando salió del área intensiva, fui a que me explicara lo que me confesó y que además me dijera si había más crímenes, negó con que estaba delirando, no le quedó de otra en cuanto le amenacé con que revelaría eso, palideció y terminó contándome todo.
Documentación falsa, sobornos, amenazas, pagos por debajo de la mesa, desaparición de evidencias, favores, vistas gordas, creación de cuartadas… Todo un cóctel para estar en prisión de por vida, también me confesó que fue él quien encontró al asesino de mi madre y que le mató de esa manera, eso terminó con mi admiración por completo.
Me alejé de él, no podía seguir viéndole después de saber la verdad.
Terminé envolviéndome en alcohol, una noche probé la heroína, primera vez y me metí una sobredosis. Dos chicas me ayudaron y llevaron al hospital, esas fueron Lisa y Mía, les agradecí e insistieron en ayudarme, me negué y ellas se negaron a mi negación, me da risa sólo con recordarlo.
Con el paso de los días se volvieron muy cercanas a mí, me enamoré de Lisa y me convertí en amigo de Mía. Gracias a ellas terminé la academia de policías con honores.
Todo iba bien hasta que una vez, mi padre se apareció después de que Mía se fuera luego de una visita que nos hizo a Lisa y a mí en nuestro nuevo hogar. Llegó palidecido y en ese momento me preocupé.
Resulta que aquella niña a la que ayudó a un miserable a mantenerla oculta, a esa joven que le había pedido ayuda en cuanto lo vio con su uniforme dentro de la casa, que la dejó a merced de ese tipo, era Mía. No quiero, pero me imagino lo que pasó después de que mi padre la dejara allí. Y ahora él quiere que le ayude a que Mía le perdone, de ninguna manera.
Cuando me dijo quién era ella, la culpa me invadió por completo, en la próxima visita que Mía nos hizo a Lisa y a mí me arrodillé ante ella a suplicarle perdón, le dije toda la verdad que sabía, vi como soltaba lágrimas por ello, se alteró y quería huir, Lisa la abrazó y ella se aferró a llorar.
Quería confesar lo que sabía, pero Mía replicó que no debía, ahora era ella quien suplicaba que no lo hiciera, acepté eso, creía que ya no hablaríamos más o que se alejaría de mí y que me odiaría, pero no, fue todo lo contrario, ahora los tres somos más unidos que antes.
Es por eso, por esta amistad es que voy a protegerla, ella no merece sufrir más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro