2. Portazo.
Me levante jadeando por el sueño que había tenido. Mi frente sudaba y mis piernas estaban pegajosas contra el cuero de sofá. Trate de recordar porque me encontraba dormida en la sala de star, mi mente formo una línea de tiempo recordando desde que salí de la heladería con Connor. ¿Qué paso después? Oh, sí. El me acompaño hasta el departamento, Alex saco las llaves de su mochila (Siempre llevaba la llave de mi departamento con él. Por razones x) y como al parecer mi torpeza era contagiosa, se resbalo de sus mano al querer ponerla en la cerradura.
Y yo, como buena samaritana que soy, me ofrecí para recogerlas, al hacerlo, mi cara choco con un gran bulto provenientes de los pantalones de Connor. Al oírlo gemir, rápidamente abrí la puerta, dándole un portazo en la cara a Connor que se había acercado para detenerme, lo que le causo un fractura en la nariz. Con eso más, me reúse a mirarlo en toda la noche, dejándolo desangrarse en la puerta de mi departamento, hasta que decida marcharse. Se podría decir que esa fue la causa de despertarme de esa manera y del raro y exitante sueño que tube con el.
Después de aquel-Ya muy común- incidente (Lo digo más por lo torpe, que por golpear a Connor en sus partes. Eso sí era nuevo), me había quedado sentada con la laptop en frente mío, esperando que las demás chicas de la campaña "Quiero matar a Rayita" Se conectara y habláramos muy madura mente del tema. Yo era la jefa de las jefas. Nadie sabía mi verdadera identidad, tan solo su simpática firma. "OhViolameConnor" Por eso me dicen que soy tan única.
Cuando decidí hablar mañana mejor con ella, fui directo a la cocina. Encontré botellas de cerveza y supuse que seguramente mi hermano Blake las había comprado aprovechando que mi padre estaba fuera de la ciudad, hoy y mañana hasta la tarde, para pastorear unas iglesias por la parte sur de California.
Seguramente se preguntaran: ¿Que hace un pastor con una hija como ella? Sí, todos se lo preguntan. Pero en mi defensa, Blake era más torpe y tonto que yo. Eso me hacía sentir orgullosa. Lo que me frustraba más de todo esto de tener un padre pastor, era que no podía hablar malas palabras. Tenía que comportarme como todos creían que era correcto, frente a los ojos de mi padre y de dios. La hija buena, educada, calmada y correcta del pastor que no habla malas palabras y sigue-siempre será-virgen. Cuando en realidad yo era: Torpe, poco amable, desastrosa, mal hablada y deseaba que dios no decida hacerme como María.
Mientras tomaba un sorbo de mi chocolate caliente, porque el frió esta de puta mierda. Mire por la ventana, observando y escuchando, como los autos corrían y piteaban por las calles, escuche mi nombre gritar, gire para encontrarme nuevamente con el gordo de la esquina. Si hacia una lista de a cuantas personas en toda mi desastrosa vida eh logrado conquistar su pequeño y gelatinoso corazón podría decirse que a la mitad de la población obesa. Por alguna rara razón lograba tener un cierto atractivo hacia los gorditos. El gordo de la esquina que saltaba, levantando sus manos hacia el aire para que lo mirara, hacía que sus rollos revotaran en su panza. Hice una mueca tratando de ignorarlo mientras seguía recordando a quien más le eh logrado gustar.
Y claro, no me podía olvidar del acosador francés que me perseguía en el instituto. Su raro acento hacia que las chicas se derritieran por él, mientras que yo solo miraba como su saliva saltaba de su boca al hablar en su idioma natal. Para después limpiarme con el dorso de mi mano y darle una sonrisa forzada como si yo le hubiera entendido perfectamente lo que él me estaba diciendo.
Para que entiendan mejor la situación, era así:
Chico Francés: Hola Amber, blablabla bla blabla blalabla....
Yo: *Uh, una gotita de saliva sale de su boca. Esperen, ¡ya son dos!
Chico Francés: bla bala blabla blaba...
Yo:*Cinco, seis, nueve, once*
Chico Francés: Y entonces ¿Qué te parece?
Yo: Ah ¿Qué? *Ugh, me escupió*
A pesar de ser el chico más popular y atractivo de toda la escuela, yo seguía creyendo que necesita ir a un dentista para ver su problema salival. No es por ser mala, pero no quería llegar mojada a mi casa, en una primera cita con él, si saben a lo que me refiero.
Tome otro sorbo mas de mi chocolate, cuando mi hermano Blake, entro en la terraza dándome un susto, al hacerlo escupí el chocolate de mi boca en su cara. Hablando del francés salivon…
-¡Qué asco, Amber!-Con el dorso de la mano se limpió la cara.
-Tú comenzaste, me asustaste como mier…-Blake levanto una ceja hacia mí esperando que continuara. La hija del pastor no habla así.
-Como…mucho, me asustaste mucho.-Rió entre dientes mientras se iba a sentar en el sofá.
-Vine a decirte que los padres de Connor te estaban buscando.
-¿A mí?
-Si cabezona. Estaba con la nariz vendada. ¿Sabes lo que le paso?
¿Los padres de Connor buscándome? ¿Connor se había fracturado la Nariz? Mejor dicho. ¿Había fractura la nariz de Connor?
Mierda.
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