Capítulo 42.5: Interludio
Capítulo 42.5: Interludio
Mientras Gudako y su equipo continuaban explorando las excentricidades de Wonderland, eventos paralelos se desarrollaban en el mundo exterior, trayendo consigo ecos de sus acciones pasadas.
En las islas dispersas por el vasto océano, pescadores y navegantes comenzaron a notar algo extraño. Las tormentas repentinas, tan comunes en esas aguas, habían cesado. El mar, normalmente rebelde y lleno de mamonos marinas acechantes, ahora era inusualmente tranquilo.
En una pequeña aldea pesquera, un anciano navegante miraba el horizonte con desconfianza. "El mar está demasiado callado," murmuró, sujetando el timón de su viejo barco. "Cuando el océano calla, siempre es porque algo grande está por venir."
Mientras tanto, en los dominios de los dioses menores del mar, sus seguidores presentaban informes sobre la ausencia de mamonos marinas. Estos seres divinos, aliados de la diosa Chief God, se reunieron en un santuario bajo el agua, discutiendo las implicaciones de este fenómeno.
"Algo ha alterado el equilibrio," declaró uno de ellos, una deidad con una cola de pez plateada y ojos como perlas. "No hemos sentido la presencia de Poseidón en días. Esto es alarmante."
Decidieron enviar exploradores para investigar, y algunos de los más valientes partieron por su cuenta.
Los exploradores, después de navegar por las tranquilas aguas, llegaron al lugar donde se alzaba el imponente castillo de la diosa mamono Poseidón. Lo que encontraron los dejó atónitos: las ruinas del castillo estaban en un estado caótico, saqueadas y vacías. Los corredores, antes decorados con coral brillante y oro, ahora estaban destrozados.
Uno de los exploradores, un joven semidiós, se inclinó hacia un charco de agua turbia en el suelo. "Esto no es normal. No hay señales de lucha externa. Esto... esto fue desde dentro."
Un ruido débil los alertó, y al investigar, encontraron a una mamono marina herida, acurrucada en una esquina. Aunque agotada y temerosa, les contó lo poco que sabía:
"Fue... una criatura del abismo," murmuró. "Ella... ella no era humana ni mamono. Era... otra cosa."
"¿Una criatura del abismo?" preguntó uno de los exploradores, confundido.
"La oscuridad la seguía... y una humana de cabello anaranjado. Eran monstruos."
Tras obtener esta información, los exploradores regresaron para informar a los dioses menores, quienes a su vez enviaron un mensaje urgente a la diosa Chief God.
En un lugar apartado y desconocido, Druella, una de las hijas más poderosas de la Reina Mamono, se encontraba recuperándose de su derrota. Su cuerpo, envuelto en vendas y energía curativa, descansaba sobre un improvisado trono de ramas y rocas. A su alrededor, sus subordinadas más leales vigilaban en silencio.
La princesa del caos apretó los dientes, recordando el combate. La imagen de un gigante de dos metros, con un aura de corrupción pero también de poder puro, seguía nítida en su mente. Y luego estaba esa humana... esa maldita pelinaranja.
"¿De dónde vinieron?" murmuró, golpeando el brazo de su trono con frustración. "Una humana no debería tener ese poder... ni aliados tan temibles."
Una de sus subordinadas, una mamono con apariencia de arpía, se inclinó hacia ella. "Mi señora, podríamos intentar investigar en las regiones donde fueron vistos por última vez. Aunque nuestras fuerzas están dispersas, podemos obtener información."
Druella negó con la cabeza. "No por ahora. Necesitamos recursos y aliados. Además, no podemos arriesgarnos a enfrentarlos de nuevo sin saber qué son en realidad."
Miró al horizonte desde su refugio, su mente trabajando incansablemente para trazar un plan.
"Puedo haber perdido esta batalla," pensó, "pero no he perdido la guerra. Descubriré quiénes son esos intrusos y los reduciré a polvo."
Aunque separados por distancias, los eventos del mundo convergían lentamente hacia un nuevo conflicto, con preguntas que solo Gudako y su equipo podrían responder... si estaban preparados para lo que venía.
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fin del interludio.
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