Capítulo 34: Océano contra el Verdadero Abismo
La diosa mamono Poseidon descansaba en sus aposentos marinos, rodeada de corrientes y caracolas luminosas, cuando un eco oscuro y perturbador atravesó las aguas, vibrando en cada rincón de su dominio. Este cambio le resultaba vagamente familiar y, aunque confiaba en su poder, decidió no actuar sola. Llamó a varios de sus soldados marinos más leales, instructos para escoltarla y, en el peor de los casos, para facilitar una retirada estratégica si la situación se tornaba peligrosa.
Mientras tanto, en la superficie, Riyo Gudako y sus Servants se preparaban a bordo de un barco moderno modificado para parecer una simple embarcación comercial de este mundo. Gudako, vestida con un impermeable y botas de goma, estaba acompañada de su Servant Abyss, cuyo aura distorsionaba el ambiente con una energía siniestra y abisal. A su alrededor, otros Servants clave se mantenían en espera: Malef (Alter) y Apep ocultos entre las sombras del barco, mientras Archer Emiya y Mashu aguardaban discretamente al lado de Gudako, listos para ejecutar cualquier orden. La densa niebla y las nubes oscuras ayudaban a esconderlos, creando el escenario perfecto para la confrontación que se avecinaba.
De repente, los sensores del barco detectaron un movimiento aproximándose rápidamente desde las profundidades. Gudako se mantuvo en calma, observando mientras una figura imponente emergía de las aguas. Era Poseidon, la diosa mamono del mar, observando cautelosamente el mar en busca de la fuente de aquella perturbación. Con una señal de Gudako, Abyss dio un paso adelante, creando una plataforma oscura sobre el agua, un anclaje de energía antinatural que flotaba en la superficie.
Abyss se adelantó sobre la plataforma hacia Poseidon, su figura escalofriante revelándose poco a poco entre la niebla. La diosa mamono frunció el ceño al verla, con una mezcla de curiosidad e incomodidad. Cuando ambas estuvieron frente a frente, Abyss hizo una leve reverencia y se presentó, su voz resonando con un tono profundo y perturbador.
— "Encantada de conocer a la diosa mamono del mar y, además, a una traidora de la diosa Chief God. Mi nombre es Abyss. ¿Te importaría tener una pequeña charla para responder una duda que tengo sobre ti?"
Poseidon parpadeó, sorprendida por la acusación directa y por la naturaleza extraña de Abyss, tan distinta de cualquier criatura que hubiera visto en su reinado bajo el océano. Aunque irritada por el comentario de traición, la diosa mantuvo la calma y decidió escuchar. Sin embargo, su desconfianza aumentaba, y sus soldados se movieron imperceptiblemente, preparándose para cualquier ataque.
Desde su escondite en el barco, Gudako observaba con satisfacción el primer paso de su plan desplegarse. Sabía que esta confrontación no sería sencilla, pero confiaba en la habilidad de sus Servants para inclinar la balanza a su favor.
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La conversación entre Abyss y la diosa mamono Poseidon comenzó con calma, como una corriente tranquila en un mar aparentemente en paz. Poseidon respondía cada pregunta con vaguedad calculada, mientras Abyss indagaba en puntos clave que Gudako había designado como esenciales para obtener cualquier ventaja en esta extraña y potencialmente peligrosa singularidad.
Pero cuando Abyss formuló la pregunta clave — "¿Por qué te pasaste al lado de la reina mamono?" — un súbito silencio se apoderó de la conversación. La diosa del mar, siempre altiva, titubeó por un instante, sin responder, sus ojos mirando hacia un punto indeterminado en el agua. Abyss, en cambio, no iba a permitir que Poseidon eludiera el tema. Con un tono astuto y provocador, presionó:
— "No trates de desviar el tema, señorita. Sé que alguna vez fuiste una diosa pura, y sin embargo, algo cambió. Algo en tu pasado te convirtió en lo que eres ahora."
Poseidon continuaba en silencio, pero una rigidez en su expresión delataba que la pregunta había tocado una herida antigua. Entonces, con voz suave y calculadora, Abyss lanzó su suposición, observando cada reacción de la diosa con una satisfacción gélida.
— "Déjame adivinar... ¿la diosa Chief God te pidió ahogar a un pueblo lleno de humanos y mamonos?"
La expresión de sorpresa en Poseidon lo confirmó: la pregunta había sido certera. Un destello de dolor y rabia cruzó el rostro de la diosa, y aunque su voluntad de mostrarse indiferente era firme, el impacto de la verdad parecía irremediable. Satisfecha con su hallazgo, Abyss sonrió y dio un paso más cerca de su presa, rodeando a Poseidon como si fuera una cazadora ante una bestia atrapada.
— "Sin embargo, aquí estás... haciendo prácticamente lo mismo bajo el pretexto de 'darles felicidad' a tus súbditas, ¿no es así?" — La voz de Abyss sonaba burlona, pero sus ojos rojos, reflejos de abismos infinitos, observaban a Poseidon con una seriedad afilada. — "No te engañes, diosa. Esto solo te convierte en una hipócrita."
Poseidon intentó replicar, su voz temblando de rabia contenida, pero no encontró palabras adecuadas. La acusación había tocado una verdad que evitaba a toda costa admitir. Abyss continuó, negando con la cabeza lentamente, como quien reprende a un niño que ha cometido un error:
— "Muy en el fondo, sabes que es cierto, pero lo ignoras para tranquilizar tu propia conciencia. Intentas convencerte de que haces lo correcto, que buscas la felicidad para otros, pero ¿es eso realmente lo que ven ellos?"
El silencio se apoderó del lugar, con las olas golpeando suavemente la plataforma de Abyss y la figura de Poseidon rígida y sin palabras, su mirada fija en la nada. No era una diosa acostumbrada a recibir tales acusaciones, y menos de una criatura de origen abisal, tan ajena a sus propias creencias y juramentos.
Desde el barco, Gudako observaba la escena, satisfecha al ver cómo Abyss iba desmoronando la fachada de Poseidon palabra a palabra. Las tensiones entre ambas entidades, una diosa caída y una criatura del abismo, parecían alcanzar un clímax inevitable, una batalla de convicciones donde la fuerza física era solo una sombra en el horizonte.
..
El silencio reinaba en la confrontación hasta que la diosa mamono Poseidon, con una expresión desconcertada y una furia apenas contenida, rompió su mutismo:
— "¿Qué eres...?"
Abyss guardó silencio por unos instantes, como si estuviera evaluando su respuesta o simplemente disfrutando de la incertidumbre de la diosa. Finalmente, habló, sus palabras impregnadas de un tono tan oscuro como el propio abismo:
— "Eso... es difícil de explicar." — Sus ojos rojos resplandecían con una profundidad indescriptible. — "Pero te lo diré de forma sencilla... vengo del mismo abismo en el cual nos enviaste." — Su voz adquirió una resonancia amenazante y sus palabras parecieron encarnar una marea sin fin.
Poseidon endureció su expresión, la ira resplandeciendo en sus ojos mientras hacía girar su tridente. Sin esperar otra provocación, la diosa lanzó un ataque con toda la fuerza de los mares, clavando su arma directamente en Abyss. Sin embargo, para su sorpresa, el tridente se hundió en la figura de Abyss como si hubiera atravesado niebla. Aunque parecía que la había impactado de lleno, la servant no mostró signos de daño alguno, su figura permanecía imperturbable, como si estuviera más allá de cualquier herida.
Ese ataque selló el inicio de la batalla.
Poseidon se lanzó al combate con la furia de una tempestad, y Abyss la enfrentó sin temor. La diosa mamono tenía la ventaja del agua; cada golpe de su tridente desataba poderosas ráfagas de agua y oleadas que habrían destruido cualquier defensa ordinaria. Abyss, sin embargo, parecía adaptarse como un ser nacido del caos mismo, desviando los ataques de la diosa con movimientos de gracia antinatural. Sus habilidades se manifestaban en pequeños reflejos abisales que distorsionaban el aire a su alrededor y absorbían parte de la fuerza de cada ataque.
Ambas combatientes parecían igualadas en poder, aunque cada una luchaba en su propio terreno. Pero cuando Poseidon intentó concentrar una marea de fuerza en su tridente, Abyss decidió que el juego debía acabar. Con un destello oscuro en sus múltiples ojos, inhaló profundamente y desató un rugido tan profundo que reverberó hasta el fondo del mar.
Este rugido, más que un ataque, era una señal. En algún lugar lejano, criaturas abismales surgieron desde el fondo oscuro, avanzando hacia las tropas de Poseidon con la misma voracidad que una marea interminable. Mientras la diosa dirigía su atención a Abyss, estas criaturas embistieron contra sus soldados, arrastrándolos al fondo de las aguas.
Desde la seguridad del navío, Gudako observaba cada momento a través de una cámara submarina, con sus labios curvados en una sonrisa de anticipación. Al ver la señal de que sus soldados caían y que Poseidon empezaba a tambalearse, Gudako hizo un movimiento calculado. Levantando su mano, emitió su orden con el poder de un Sello de Comando:
— "¡Abyss, termina con esto!"
Una descarga de energía recorrió el cuerpo de Abyss, quien, alimentada por la recarga de su Master, invocó su Noble Phantasm. La oscuridad descendió súbitamente, como una marea densa e impenetrable que absorbió todo rastro de luz. Era como si la esencia misma del abismo hubiera cubierto el campo de batalla, el eco de su rugido expandiéndose y reverberando hasta el último rincón de ese universo acuático.
El silencio regresó lentamente, y cuando la oscuridad comenzó a disiparse, solo quedó Abyss, de pie, completamente sola. Ni un solo rastro quedaba de Poseidon o de sus soldados. En el navío, Gudako sonrió con satisfacción, mientras Mash, Emiya y los demás servants miraban asombrados la calma en el mar, como si ninguna batalla hubiera ocurrido.
El abismo había reclamado a Poseidon.
...
Omake.
El mar quedó envuelto en una calma espectral, la superficie tan inmóvil como un espejo. Abyss permaneció inmóvil, flotando en el lugar donde había confrontado a la diosa Poseidon, su expresión indescifrable. Finalmente, sin pronunciar una palabra, se volvió hacia el barco de Gudako y, como un espectro deslizándose entre las sombras, regresó a la cubierta. Su figura parecía más siniestra que nunca, envuelta en un silencio que hizo que Mash y los demás la miraran con algo de inquietud.
Sin embargo, lo que realmente sucedió en el abismo oscuro de aquella confrontación era un secreto que solo Abyss conocía.
Dentro de la insondable oscuridad, Abyss se había transformado, adoptando una forma más allá de la comprensión humana. Ante los ojos de Poseidon, la servant reveló una figura monstruosa y multidimensional, un ser de pesadilla que parecía una combinación imposible de tentáculos, ojos, y formas angulosas, de apariencia lovecraftiana y de escalas infinitas, como si el propio abismo le hubiese dado cuerpo. La diosa, por primera vez, sintió verdadero terror. Y entonces, con una voz que resonó como un susurro desde las profundidades de su ser, Abyss pronunció unas palabras:
— "Mi señor estará satisfecho. El abismo no olvida, ni perdona."
La oscuridad la consumió por completo, y el terror silenció a Poseidon. Para el momento en que el mar recobró su calma, ya no quedaba rastro de la diosa mamono. En su lugar, solo restaba un eco, una advertencia destinada a quedar en el olvido... o en las profundidades insondables del mar.
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fin de capitulo y omake
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