Capítulo 26: Espada Maldita
El ambiente en Polove se sentía más lúgubre que de costumbre, mientras Riyo Gudako y sus Servants continuaban explorando las ruinas para asegurarse de no dejar nada valioso atrás. La ciudad, ahora devastada y en ruinas, tenía pocos secretos que ofrecer, o al menos eso parecía.
Después de horas revisando callejones polvorientos y estructuras derruidas, se encontraron con lo que parecía ser una antigua entrada semioculta, apenas visible entre los escombros a las afueras de la ciudad. La curiosidad de Gudako y su equipo los llevó a investigar. Al descender por las escaleras de piedra deteriorada, notaron que el lugar estaba abandonado hacía mucho tiempo; huesos dispersos por el suelo y rastros de magia oscura marcaban su historia violenta y olvidada.
—Parece que este lugar ha estado abandonado durante siglos, —murmuró Emiya, su mirada alerta recorriendo las paredes oscuras y gastadas. A pesar de no haber encontrado nada relevante, su intuición le decía que algo estaba oculto entre aquellas sombras.
Finalmente, después de un rato de explorar las profundidades de las ruinas, se toparon con algo distinto: una espada negra, clavada en una roca al final de la sala, casi como si estuviera esperando ser descubierta. La hoja tenía un brillo oscuro y parecía haber absorbido la luz que la rodeaba, envolviéndola en un aura de misterio. Una energía densa y peligrosa emanaba de la espada.
—Siento una energía oscura en ella, —advirtió Emiya, su voz tensa mientras observaba la hoja de cerca—. No parece una simple arma... tal vez esté maldita.
Pero Gudako, siendo como era, no mostró ni una pizca de temor. Su mano se extendió hacia la empuñadura, mientras sus Servants la miraban con cautela.
—¿Qué puede salir mal? —respondió con su clásica despreocupación, mientras envolvía sus dedos alrededor de la empuñadura oscura.
En el instante en que la tocó, un destello carmesí brilló desde la hoja, iluminando la sala con una luz inquietante. Sin embargo, no sucedió nada más. El resplandor desapareció tan rápido como había llegado, y la espada volvió a su apariencia negra y silenciosa, como si nunca hubiera pasado nada. Gudako levantó la espada, que ahora estaba completamente inerte.
—Hm, interesante... pero no parece hacer nada por ahora, —comentó, mirando la espada con curiosidad, y luego la guardó con indiferencia en su inventario.
Emiya la observaba con los ojos entrecerrados, su instinto todavía lo mantenía alerta. Sabía que algo no estaba bien con esa espada, pero por ahora no podía hacer nada más que vigilarla.
—Será mejor que la guardemos hasta que descubramos qué hacer con ella, —sugirió finalmente. Gudako asintió, perdiendo rápidamente el interés y pensando en el próximo paso.
Al salir de las ruinas, el grupo sintió que habían encontrado algo más que una simple espada, pero por el momento no le dieron más importancia. Mientras el sol caía sobre las ruinas de Polove, algo oscuro y antiguo se había despertado en las manos de Gudako, aunque aún no se revelaba su verdadero propósito.
Pronto, el misterio de la espada negra se haría evidente, pero por ahora, todo estaba en calma.
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fin de capitulo.
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