El sol abrasador del desierto envolvía a Riyo Gudako y sus Servants mientras avanzaban por las vastas dunas. Su incursión en las tierras desérticas continuaba, con el calor sofocante y el terreno inhóspito marcando su paso. Sin embargo, algo inusual apareció a lo lejos. En el horizonte, una masa de movimiento caótico se vislumbraba, un ejército de mamonos de todo tipo que vivían en el desierto. Entre ellas, se destacaban especialmente las mamonos felinas, como weretigers, werecats, y otras criaturas gato, que avanzaban con sorprendente coordinación hacia el grupo de Gudako.

Riyo Gudako, siempre con su peculiar estrategia en mente, observó la situación con una sonrisa astuta.

—He tenido una idea, —dijo con una mirada brillante mientras sus Servants la observaban expectantes—. ¡Traigan las catapultas y las bombas de hierba gatera!

No pasó mucho tiempo antes de que catapultas improvisadas fueran desplegadas, cargadas con bombas de hierba gatera, una sustancia capaz de desestabilizar por completo a las mamonos tipo gato. Al ser lanzadas, las bombas volaron por los cielos, estallando en el centro del ejército de mamonos felinas.

El resultado fue inmediato y caótico. Las mamonos gato, que habían mantenido su formación disciplinada hasta ese momento, fueron consumidas por un comportamiento errático. Empezaron a rodar por el suelo, a frotarse contra todo lo que encontraban y a comportarse como si estuvieran bajo los efectos de una droga potente. Sus movimientos eran torpes y poco coordinados, mientras reían, jugaban y se enredaban entre sí.

—Esto es demasiado fácil, —rió Gudako, disfrutando del espectáculo—. Funcionó como un encanto.

Sin embargo, mientras observaban el caos en el campo de batalla, algo llamó la atención de Apep. A lo lejos, entre el desorden del ejército enemigo, una figura se destacaba. Era una chica gato diferente, con una presencia imponente que exudaba una energía divina.

—Esa criatura... —siseó Apep, sus ojos rojos centelleando con una mezcla de interés y precaución—. Siento la esencia de una divinidad en ella. Podría ser un semidiós, o tal vez una diosa menor. Debemos estar atentos.

La figura no era otra que Bastet, la diosa felina, que avanzaba peligrosamente hacia el grupo. Su cuerpo ágil y ligeramente musculoso se movía con la gracia de un depredador, y sus ojos dorados estaban fijos en Apep y Riyo Gudako. Bastet había llegado para detener el caos y proteger a sus felinas súbditas.

—Intrusos, —gruñó Bastet mientras se acercaba—. No permitiré que continúen con su destrucción. Este desierto está bajo mi protección.

Sin perder tiempo, Apep bajo a Gudako de su cabeza, dejando a su Master a salvo mientras se preparaba para el combate. El gran cuerpo de la serpiente oscura se movía con una fluidez aterradora. Con un rugido sibilante, Apep lanzó una serie de proyectiles oscuros hacia Bastet.

La diosa felina, con sus reflejos sobrehumanos, esquivó los ataques con una velocidad asombrosa, creando barreras mágicas para desviar los proyectiles que no pudo evitar. Los dos contendientes intercambiaron golpes mientras el ambiente se llenaba de tensión. Bastet, con su tamaño más pequeño pero mayor agilidad, se movía como un relámpago, deslizándose por el campo de batalla con una gracia felina, mientras que Apep, aunque más lento, compensaba su desventaja con astucia y experiencia en combate.

Cada golpe de Bastet era rápido y preciso, pero Apep había aprendido a leer sus movimientos. Aunque la diosa tenía ventaja en tamaño y reflejos, el colosal Avenger sabía anticipar sus ataques, girando su cuerpo masivo y serpenteante para esquivar los golpes letales de Bastet. Era una batalla titánica, cada oponente jugando con las fortalezas del otro.

Finalmente, tras un largo intercambio, Apep comenzó a mostrar signos de cansancio. A pesar de su gran poder, la agilidad implacable de Bastet lo había forzado a estar constantemente a la defensiva. Pero Apep, astuto como siempre, decidió cambiar de estrategia. Con un siseo de advertencia, lanzó una nube espesa de magia venenosa y oscura, que cubrió el campo de batalla.

El veneno y la oscuridad en el aire fueron lo suficientemente densos como para bloquear la visión de Bastet. La diosa felina, alerta y con los músculos tensos, miraba en todas direcciones tratando de ubicar a su enemigo en medio de la niebla tóxica. Pero en ese momento, Apep, usando el elemento sorpresa, lanzó un brutal coletazo. La fuerza del impacto fue tan poderosa que Bastet fue lanzada por los aires, volando lejos del campo de batalla.

—¡Ahora! —exclamó Gudako, señalando a Apep—. Usa tu Noble Phantasm. Termina con esto.

Sin dudarlo, Apep reunió toda su energía. Sus ojos brillaron con un intenso destello oscuro mientras invocaba su Noble Phantasm. La energía oscura y venenosa se condensó alrededor de su cuerpo, y con un rugido ensordecedor, lanzó un devastador rayo de oscuridad y veneno que impactó directamente en el ejército de mamonos y en la diosa Bastet.

El rayo atravesó el campo de batalla, dejando a su paso destrucción pura. Las mamonos restantes fueron aniquiladas, y Bastet, debilitada por el combate, no pudo evitar el impacto del ataque. La explosión de poder oscuro consumió todo a su alrededor, y cuando el humo finalmente se despejó, solo quedaron los restos del ejército derrotado y la figura de Bastet, inconsciente y derrotada.

—Bien hecho, —dijo Riyo Gudako con una sonrisa satisfecha mientras observaba la escena—. Un ejército menos en nuestro camino.

El desierto había sido conquistado, y la temida diosa felina había caído ante la fuerza del colosal Apep. Pero la victoria no significaba el fin. Con cada batalla, la fama de Gudako y sus Servants crecía, y nuevas amenazas comenzaban a emerger desde los rincones más oscuros del mundo.

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Omake: Las Divinidades Se Alarman

A pesar de la victoria contundente de Riyo Gudako y su equipo en el desierto, su triunfo no pasó desapercibido en los planos superiores. En lo que parecía un tranquilo y majestuoso palacio celestial, envuelto en nubes doradas, varias divinidades sintieron una perturbación en el tejido espiritual del mundo.

En el centro del reino divino, una gran sala de mármol blanco estaba llena de una energía inquietante. Ángeles y valquirias femeninas caminaban nerviosas, patrullando los pasillos con mayor diligencia. La calma en sus rostros estaba rota por una sensación de inquietud que no podían ignorar.

De repente, en una de las estancias, una valquiria se apresuró por los pasillos, deteniéndose frente a una puerta grande y ornamentada. Golpeó suavemente dos veces antes de escuchar una voz desde adentro que le dio permiso para entrar. Al abrir la puerta, la valquiria se inclinó con respeto.

—Mi señora... hemos sentido una perturbación. Uno de los nuestros ha caído en combate.

Detrás de un escritorio lleno de papeles y documentos divinos, Adelia, la Chief God, alzó lentamente la vista. Su mirada, normalmente indiferente, se tornó sombría mientras su mano descansaba sobre un montón de informes.

—¿Qué has dicho? —preguntó, su voz suave pero llena de autoridad.

—Se trata de la diosa Bastet, —respondió la valquiria con voz temblorosa—. Fue derrotada por una entidad oscura en el desierto.

El silencio llenó la sala. Adelia se levantó de su asiento con un gesto grave, sus ojos brillando con determinación. Las otras divinidades, sintiendo su energía, comenzaron a moverse inquietas. Las alarmas estaban sonando en los reinos celestiales.

—Esto no puede ser ignorado, —dijo Adelia en voz baja, con un aire de gravedad. Una entidad antigua ha despertado... y ha comenzado a eliminar a nuestras aliadas.

En otro lugar del mundo divino, en un templo dedicado a la diosa Hel, la reina del inframundo estaba rodeada de montones de almas que habían llegado recientemente a su dominio. Mientras lidiaba con el aumento de las almas, su mirada se endureció al sentir la caída de Bastet.

—¿Qué demonios...? —murmuró Hel, alzando la vista de sus documentos. Una sensación ominosa se apoderó de su corazón. Esto no es un acontecimiento ordinario.

Lejos, en un rincón apartado del cielo, Bastet, la diosa gato que ahora yacía derrotada en el desierto, había emitido una onda expansiva de energía antes de caer. Ese destello de oscuridad había sido sentido por otras divinidades a lo largo del mundo. En el Reino Espiritual de Pandemonium, la Diosa Caída, aliada de la Reina Mamono, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—Un antiguo monstruo... ¿cómo es posible? Pensé que todas esas entidades fueron convertidas hace mucho tiempo. —la voz de la diosa caía en susurros, su mirada llena de algo de preocupación mientras enviaba a sus subordinadas a investigar.

Por su parte, en lo profundo de un castillo submarino, la diosa marina Poseidón también sintió la vibración de la batalla a lo lejos, aunque más débil. Su rostro se tensó mientras miraba las profundidades del océano con inquietud.

—Algo ha cambiado, —dijo para sí misma—. Un poder oscuro ha comenzado a moverse nuevamente.

El impacto de la caída de Bastet fue sentido por todas las divinidades del mundo de las mamonos. Las deidades sabían que el equilibrio se estaba rompiendo y que una nueva fuerza amenazante estaba surgiendo, trayendo caos y destrucción. Las divinidades, usualmente pasivas, comenzaban a moverse, preparándose para lo que podría ser una confrontación inevitable con la destructiva Riyo Gudako y su poderoso Apep.

El conflicto entre los cielos y la tierra acababa de escalar, y las divinidades no iban a quedarse de brazos cruzados mientras su mundo se veía amenazado por el regreso de un antiguo monstruo... y su peligrosa Master.

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fin de capitulo y omake

les quiero hacer una pregunta ¿deberia darle un poco de importancia a otros servants como por ejemplo: Gilgamesh, Vlad Tepes, Sigurd, ect?

¿si es asi deberia tambien introducir a otro de los demon lords que vinieron despues de Apep? como por ejemplo el creador de las cursed sword o espadas malditas o el dragon- lord malef.

pero sobretodo ¿deberia traer como servant a algun monstruo antiguo?