ADVERTENCIA: CONTENIDO APTO PARA MAYORES DE 18 AÑOS

"ADOLESCENCIA"

Soy un adolescente como cualquier otro: con penas, miedos, nostalgias y sufrimientos. Y entre tantas cosas que vivimos, a veces nos encontramos con esas historias que parecen sacadas de una novela pero nos duelen como la vida misma.

Hace dos semanas conocí a un chico muy agradable en la secundaria. Pensé que todo encajaba: él es bisexual, yo soy homosexual, ¿Qué podía salir mal? Pero al confesarle que me gustaba, llegó la desilusión: él solo quería amistad. Y ahí estaba yo, con el corazón en pedazos por algo que parecía tan prometedor.

¿Ves lo complicado que puede ser ser adolescente?, a veces pasamos por situaciones que ustedes, los adultos, ni siquiera imaginan. Pero cuando intentamos expresarnos, nos tratan como si no tuviéramos derecho a sentir profundamente.

"¡Debemos ser fuertes!", nos dicen.
Pero no siempre es tan fácil.

Sin embargo, creo que las personas llegan a nuestra vida por una razón. Aunque duela, aunque cueste, siempre hay algo que aprender. Estamos aquí, en este mundo, para crecer con cada experiencia, incluso con las más difíciles.

Después de cada tormenta, eventualmente, sale el sol. Es así como aprendemos a sanar. Algunos dejamos de lastimarnos —a veces, literalmente—, otros superan adicciones, otros simplemente encuentran fuerzas donde creían que no las había.

Y con el tiempo, nos damos cuenta de que esas noches sin dormir, esos pensamientos que daban vueltas en nuestra cabeza, esas lágrimas… no valían tanto dolor.

Es como una calesita: dar vueltas solo te marea. Al final, alguien termina cayendo. Así que, querido compañero adolescente, no te desesperes. No tiene sentido quedarse atrapado en ese círculo.

¡Vendrán tiempos mejores!

Sé que no es fácil estar en nuestros zapatos, pero les pedimos que nos entiendan. Nuestros silencios a veces son gritos, nuestras miradas esconden angustias, y aunque no siempre lo decimos, lo sentimos todo.

Esto va dedicado a vos, a mí, y a cualquiera que lo necesite. Para que encuentres, aunque sea un poquito, de esperanza. Porque, al final, solo estamos intentando ser felices.