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Capítulo 4: La Última Batalla.

Han pasado tres meses desde que tomé la mejor decisión de mi vida.

Han sido meses difíciles de acostumbrarse a la nueva rutina. Dejé el oficio de mercenario, ahora me dedico a trabajar en el taller de Lisbeth como un herrero más.

He descubierto que Lisbeth es una persona obsesiva con su trabajo, algo similar a lo que alguna vez fui, así que de vez en cuando, salimos a las praderas más allá del puente donde tuvimos nuestra primera cita. Allí, le enseñé a mejorar sus habilidades de precisión y de cacería contra algunos jabalíes salvajes, utilizando el Gastrafetes que me confeccionó.

Nos hemos divertido bastante en este último tiempo, ya no tengo la culpa de no volver al mundo real.

Si muriera hoy, moriría felíz.

Hoy me encuentro junto con Lisbeth en la parte trasera de la tienda, afilando las espadas de metales ligeros, admito que mi habilidad no es precisamente correcta, pero he ayudado con el peso de sostener la calidad de nuestros productos a nuestros más fieles clientes.

Me detengo un momento a admirar el temple con que Lisbeth fabrica las armas: su rostro serio y concentrado hace que me enamore cada día más de ella.

- ¿Qué haces? - detiene Lisbeth su trabajo al notar que la estoy observando.

- Nada - le respondo sonriente.

- Vamos, sé qué en algo estás pensando - comenta un tanto molesta por mi actitud infantil.

- Pienso en lo afortunado que soy al tenerte en mi vida.

Sonríe orgullosa al oír mis palabras.

- Claro, soy lo mejor que tienes en S.A.O, cualquier hombre mataría por estar en tu lugar - infla su pecho presumidamente.

- Claro, como los múltiples pretendientes que tenías - le digo sarcásticamente.

- ¡Oye!, ¡Yo si tenía muchos pretendientes antes que tú!

No puedo evitar reír ante su actitud orgullosa.

La alegría duró poco al oír la campanilla de la entrada.

Como de costumbre ambos salimos a recibir a los clientes. Desde el incidente con el jugador posiblemente miembro del gremio Ataúd Risueño hemos tomado algunas precauciones como éstas.

- ¡Asuna!, ¡Kirito!, ¡Que alegría verlos por mi tienda! - saluda Lisbeth emocionada.

- Hola Lisbeth que alegría verte de nuevo - se acerca Asuna a abrazar a su amiga.

- Que alegría verte por estos lados Kirito - saludo al espadachín negro con un fuerte abrazo.

- Lo mismo digo Anzerg - responde a mi abrazo.

- También me da mucho gusto de verte Anzerg - oigo la voz de Asuna detrás de mí.

- ¡Wow!, si que luces bien Asuna, puedo notarlo en tu lozano rostro.

- Gracias - ríe alagada por mi comentario - hemos estado un poco alejados de la línea delantera.

- ¿Ahora coqueteas con otras mujeres Anzerg? _ menciona Lisbeth enojada por mi galantería hacía Asuna.

- Por favor Lis, fue solo un cumplido - me alejo unos cuántos pasos, evitando una posible golpiza.

Puedo ver la mirada fulminante de Lisbeth hacía mí.

- Vamos chicos, no es momento de pelear - Kirito trata de bajar los ánimos.

- Así es - continúa Asuna la conversación - hemos venido por tí Anzerg.

- ¿Por mí? - pregunto impresionado.

- Así es amigo, necesitamos de tus habilidades - interviene Kirito con preocupación - no hay mucho tiempo que explicar, pero Heatcliff necesita de tu ayuda.

- ¿El líder de los Caballeros de la Hermandad de Sangre?

- Exacto - responde Asuna - estamos reclutando a los mejores jugadores de S.A.O para combatir como un solo grupo contra el jefe del piso 75.

- Tienes que ir - volteo a mi derecha hacia la voz de Lisbeth.

- ¿Estás segura?.

- Lo estoy, si están reclutando a los mejores jugadores, eso significa que el jefe de ese piso debe ser poderoso.

No puedo evitar pensar que este podría ser la última vez que vea a Lisbeth, hace 3 meses atrás, no me habría importado morir en el campo de batalla, pero ahora temo realmente por mi vida.

- Lo haré - digo convencido.

- Me alegra oír eso, sé que volverás - muestra su menú y materializa una espada - ten, esto te ayudará.

Me entrega la misma espada que cuando la conocí, la había olvidado por completo.

- Gracias - con esto tengo la certera de que saldremos victoriosos.

- Procura volver, ¿De acuerdo?

- Claro que lo haré - me inclino para besar sus suaves y húmedos labios rojo por largos segundos.

- ¡Ujum! - exclaman Kirito y Asuna incómodos ante nuestra demostración de amor.

- Claro, lo olvidaba - digo un poco avergonzado.

- Bien, es hora de marcharnos - apresura Asuna en su actitud de líder.

Los tres salimos de la tienda.

Caminamos por las calles de Lindars.

Kirito retrocede hasta mi posición alejada de ellos.

- Eres un buen chico, ¿Lo sabías? - comenta misteriosamente.

- Gracias, ¿Pero a que debo tu cumplido?

- Sabes que hay pocas probabilidades de regresar con vida y aún así le das esperanzas a Lisbeth.

- Te mentiría si te dijiera que no creo lo mismo que tú, pero es así. Ella es mi motivación para sobrevivir y daré lo máximo para regresar con ella en cuanto antes.

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- Corredor ¡Abrir! - exclamó Heatcliff apuntando su cristal de salto hacía el cielo para transportarnos a todos quienes nos encontrábamos en la plaza del portal de Salto de Yurinia.

- Ahora, vamos - ingresa Heatcliff al portal.

Enseguida, caminamos detrás de él aceptando nuestro destino.

- No me gusta este lugar... - comenta Asuna a Kirito al ver la guarida del jefe de este piso.

Antes de que pudiera continuar de escuchar esa conversación, Agil y Klein me sorprenden por mi espalda.

- ¡Tanto tiempo sin verte Anzerg! - Klein se apoya en mi hombro con total confianza como si fuera su hermano pequeño o algo por el estilo.

- Nos enteramos que ahoras te dedicas a la herrería ¿No es así? - dice Agil.

- Así es chicos, ahora he cambiado de rubro.

- ¿Y como va tu vida conyugal con Lisbeth? - Klein trata de susurrarme al oído.

Mi rostro se sonroja al comprender a que se refería.

- ¡No, no, no!, yo sería incapaz de tocar a Lis...

- Vamos Anzerg es solo una broma, no hay razón para estar a la defensiva - ríe Agil.

Todos nos reímos al unísono, olvidando por un segundo la verdadera razón por el cual nos habíamos reunido.

Los tres miramos la puerta del jefe abrirse.

Nos preparamos para la batalla.

Corremos a gran velocidad ingresando a la guarida.

Al no ver nada, todos nos posicionamos en caso de un ataque sorpresa.

Por mi posición de ballestero tengo que cubrir la retaguardia de mis compañeros, pero algo me dice que no será de mucha utilidad tal estrategia.

- No está sucediendo nada - se oye decir.

- ¡Arriba!

De inmediato todos miramos hacía arriba y nuestra impresión fue de total pavor al ver a una especie de ciempíes calaveríca.

Mis manos y piernas tiemblan al ver a este monstruo.

- La calavera...  — trata Klein de articular sus palabras.

- ¿...Cegadora? - Kirito completa la idea.

Con rapidez, la calavera baja por los aires hacía nuestra posición.

- ¡No se queden agrupados!, ¡alejénse de él! - ordena Heatcliff.

Sin pensarlo dos veces me acerqué a mis amigos.

- Corran - ordena Kirito a los jugadores impávidos.

Como si tuviera deseos de sangre, la calavera fulminó de un solo golpe a varios jugadores que no pudieron reaccionar.

A la distancia tan solo pude apreciar magna escena, no sabía que hacer.

Esa cosa es realmente fuerte.

¿Acaso será nuestro fín?

Al estar desconcentrado, no noté que todos se habían reagrupado estratégicamente: algunos bloqueaban sus ataques frontales, mientras que otros atacaban por el costado.

Me integro rápidamente a la línea de ataque, haciendo lo que mejor sé hacer:

Atacar a la distancia con mi ballesta.

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Nuestros ataques contra la calavera cegadora está dando frutos.

El primer grupo continúa contrarestrando sus ataques frontales, mientras que el segundo grupo ataca desde el costado.

Pero hay algo que me deja inquieto, y es que a este ritmo perderemos más hombres en la batalla, lo que lentamente hará que nos dificulte atacarlo, además mis municiones se están acabando.

Por mi honor y por el de mis compañeros caídos, lucharé con mi espada.

En un movimiento rápido, invoco la espada de Lisbeth y me deshago de la ballesta.

Corro a toda velocidad hacía la calavera.

- ¡¿Qué estás haciendo?! - oigo decir a Agil.

Con la motivación de regresar en cuanto antes a Lindars, golpeo con todas mis fuerzas a ese monstruo.

Mi presencia en la batalla ayudó a los jugadores con mayor riesgo de morir, retroceder en la medida que yo atacaba y defendía de sus mortales ataques, permitiendo rotar con mayor fluidez nuestras posiciones.

Fue un arduo trabajo, pero finalmente logramos derrotarlo.

Me siento exhausto, nunca antes me había sentido de esa forma.

Todos estamos en el suelo tratando de recuperar nuestras energías.

Me recuesto un momento con la alegría de salir victoriosos y finalmente cumplir con la promesa que le hice a Lisbeth.

Pero, inesperadamente oigo un ataque de una espada.

Me levanto para entender la situación.

Para mi sorpresa, Kirito inexplicablemente atacó a Heatcliff, provocando el asombro de todos.

- ¿Objeto inmortal? - se escuchó decir a Asuna.

Exaltado, noté que de frente al cuerpo de Heatcliff tiene el símbolo morado diseñado a los objetos indestructibles dentro de S.A.O.

Esto no tiene sentido.

Mi cabeza da vueltas, ¿Quién rayos es Heatcliff?.

Mientras navegaba en mis pensamientos tratando de hallar una respuesta lógica a todo esto, la voz de Heatcliff confirma mis sospechas.

- Sí, yo soy Kayaba Akihiko(...)

La reacción de todos fue de asombro. Quien se suponía que sería el líder de nuestro regreso a casa, realmente estaba en nuestra contra todo este tiempo.

Mi ira aumenta al pensar que fuimos los títeres de ese sujeto.

Antes de que pudiera atacarlo, uno de sus soldados lo enfrentó por la espalda, pero en un movimiento veloz, abrió su menú y activo la opción de parálisis.

Rápidamente Heatcliff nos inmoviliza a todos con sus permisos de administrador.

Desafortunadamente caigo boca abajo, pudiendo amortiguar la caída con mi brazo izquierdo.

Fueron los minutos más eternos que he vivido, no puedo ver, tan solo puedo oír los sonidos a mi alrededor. Además me siento impotente al no poder ayudar a Kirito en su pleito ante Heatcliff, mis oraciones al creador están con él: Si Kirito gana, seremos libres y finalmente podré cumplir el deseo que pedí en la fuente de los deseos.

De repente ya no oigo el sonido de las espadas, solo oigo los lamentos de Kirito, no sé que habrá sucedido, pero esto no es nada bueno.

También percibo el sonido de una espada atravesando a un cuerpo.

Me siento desesperado al no oír nada, no oigo voces, no oigo espadas, es un silencio aterrador.

Alguien ha desaparecido del juego.

Mi cuerpo sigue inmovilizado...no puede ser...Kirito...¿Perdió?.

Tengo náuseas de solo considerar la idea.

De nuevo oigo el sonido de una espada atravesando un cuerpo.

¿Qué está sucediendo?, ¿Cómo es posible que haya otra víctima?. Muchas preguntas se me vienen en mi cabeza.

De repente, un destello blanco inunda alrededor, impidiendo ver con mis ojos todo lo que está sucediendo...

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