Voz - Koda Koji
Entre la algarabía que podía explotar cuando un puñado de adolescentes aspirantes a héroes decidía hacer un noche de chicos improvisada con los que permanecieron en los dormitorios durante el fin de semana, un susurro, casi como un comentario fútil soltado al aire con el deseo de ser y no ser escuchado, fue capaz de silenciarlos. Boquearon como peces fuera del agua, en busca de palabras que se alinearan al cuestionamiento, intrigados y emocionados y un poquito incrédulos. Fue Shouto, con las piernas encogidas en el hueco que dejaba la cama y la pared del cuarto de Midoriya, el que habló primero:
—Podrías solo decírselo.
—Pidríis sili dicírsili —remedó Mineta con un tono ofensivo—. No somos tú, Todoroki. Seguro que, si le dijeras a una chica que te gusta, no dudaría en aceptarte.
—Creo que tu percepción en el poder decisivo de las mujeres deja mucho que desear, Mineta —reprendió Iida.
—Pero... —Midoriya bajó la mirada, emocionado porque era la primera vez que hablaba de esos temas con sus amigos—. ¿Todoroki tiene razón de algún modo? No digo que debas decírselo en este instante, pero sí deberías considerarlo. Me refiero a que podría ser muy tarde cuando decidas hacerlo. No quiero sonar pesimista, pero el mañana es incierto y posponerlo podría convertirse en un futuro arrepentimiento, ¿no?
—Sabias palabras, Midoriya —apoyó Tokoyami, impresionado—. Aunque, por como eres, ¿no crees que podrías buscar otros medios por los cuales decirle lo que sientes?
—¿Otros...? —musitó, su rostro totalmente rojo ante la sola idea de confesarle todo lo que sentía por ella.
—Como un poema —elaboró Tokoyami—. Versos capaces de desnudar tu alma.
—¿Desnudar...? —cuestionó Todoroki, abriendo los ojos de la forma peculiar que tenía cuando iba a hacer teorías conspirativas.
—Es figurado, Todoroki —se apresuró a esclarecer Midoriya.
—Ah.
—Más que un poema, podrías intentar con una carta —ofreció Ojiro, su cola agitándose con entusiasmo—. Aunque... ¿(T/N)? Nunca había escuchado de ella.
—Está en Estudios Generales —explicó Mineta—. Con toda la ropa que carga encima, aún no he podido saber sus medidas, ¡pero...!
—¡No es necesario que continúes! —chilló Ojiro, abanicando a su compañero que pronto sería soldado caído si terminaba por darle una embolia de toda la sangre que se le había subido a la faz—. Vale, de Estudios Generales... ¿Cómo se conocieron?
—Uhm... —Koda hizo un ademán para que dejara de echarle aire con el cuaderno de apuntes de Midoriya, ese del que todos tenían diversas teorías de dónde se generaba espontáneamente—. El primer día de clases, la vi ayudando a unos patitos a cruzar la calle... Su madre estaba muy alterada y pude ayudarla a que se calmara.
Todos observaron como una sonrisa, muy distinta a la nerviosa que solía esbozar, iluminaba su expresión con un amalgama de emociones pueriles. La simple reminiscencia de su primer encuentro era capaz de hacerlo sonreír así, y todos se cuestionaron cómo habría sido con los encuentros posteriores.
—¿Cómo sabes que te gusta? —preguntó Todoroki, interesado por los cambios que su compañero más callado sufría. Ignoró el chasquido de lengua de Mineta y el chillido de Midoriya farfullando algo de que eso no se preguntaba. Koda se rascó la mejilla, nervioso.
—No lo sé, solo lo siento.
—Lo sientes... —repitió Todoroki, llevándose una mano al pecho, imitando el gesto involuntario que hizo Koji—. Entiendo.
—¿En serio puedes entenderlo? —preguntó Tokoyami.
—Creo que cada uno lo siente diferente —opinó Iida—. Y creo que el hecho de que sea personal es lo que Todoroki entiende. —El aludido asintió, meditabundo—. En fin, creo que Tokoyami tiene razón, al igual que Midoriya. Ese tipo de sentimientos es mejor sacarlos.
—¿Y si no le gusto? —susurró con la voz amortiguada por sus manos, enrojeciendo cada vez más al percatarse de lo que conversaban tan someramente.
—Eso es algo que está fuera de tus manos —dijo Ojiro y le sonrió para animarlo—. Pero a veces una confesión es el inicio y no el final.
—Ugh, me diste asco, Ojiro —gruñó Mineta—. Aunque, concuerdo, yo sé que aún tengo oportunidades con alguna de las chicas. Es solo cuestión de tiempo.
—Si continuas con esa actitud, no tendré más opción que reportarte con Aizawa-sensei —negó Iida con severidad.
—¡No te aguantas nada, presidente!
Mientras el resto se sumía en una posible lista de quejas que podrían poner contra Mineta, Koda encogió las piernas, abrazándolas con fuerza a la par que meditaba sobre una buena forma de decirle lo que sentía. La verdad era que sabía que tenía pocas posibilidades, porque su presencia siempre palidecía frente a la de otros compañeros, pero quería atarse a la posibilidad de que esas sonrisas que le dirigía sumado a los cándidos saludos por la mañana y la tarde no fueran solo su innata amabilidad.
Despertó con su ensoñación cuando Ojiro posó su mano suavemente en su hombros y aseguró:
—¡Cuenta conmigo si necesitas ayuda!
A pesar de haberlo dicho en confidencia, Midoriya los escuchó y repitió sus palabras, creando una cadena en la que cada uno se ofreció a ayudarlo. A Koda lo conmovió saberse de tan buenos amigos y fue esa certeza lo que terminó de construir la convicción para actuar.
:-:
Estaban ocurriendo cosas extrañas.
Varias especies de animales no paraba de acercársele con comportamientos curiosos. Un perro le había hecho señas para que lo siguiera, un gato le había trepado por la espalda para que lo llevara a un sitio sin rumbo fijo, una abeja la persiguió por todo el patio central, un pájaro tiró de su suéter, pero ella lo asustó sin querer y este término bañándola en heces...
Y luego estaba el gorrión que cantaba sin falta a las seis de la mañana, despertándola de mal humor, sin importar que su gorjeo anunciaba la llegada de un espléndido día.
Se sentía una maldita princesa de Disney por la cantidad de animales que, de un día a otro, se interponían en su camino.
Ya ni siquiera le importaba seguirles el juego hasta que empezaran a comportarse como debían.
—Cada vez tienes peor cara —mencionó Shinsou mientras pasaba por delante de la cocina, una toalla colgaba de sus hombros para limpiarse el sudor que escurría por su barbilla.
—Te admiro por pararte voluntariamente antes de las seis.
—Bueno, es parte de mi entrenamiento. —Se encogió de hombros, como si las ojeras bajo sus ojos no hablaran por él—. ¿Pero no te has puesto a teorizar sobre que es lo que está pasando?
—¿Qué? ¿Estoy desarrollando un nuevo kosei? —bromeó.
—Ni que fueras Midoriya —continuó él, esgrimiendo una sonrisa cínica—. Pero, si lo pones así, ¿puede que alguien te esté gastando una broma?
—No me meto con nadie. Mi lema es: vive y deja vivir. —Agitó la cabeza, pasándole un vaso con agua cuando lo vio pasarse la lengua por los labios resecos—. Además, sería como encontrar una aguja en un pajar, hay cientos de personas con koseis de control de animales.
—¿Sí? —Hitoshi alzó las cejas con un gesto enigmático—. Voy a bañarme.
—Siento que lo dices con segundas intenciones. —Shinsou curvó una ceja y ella parpadeó, sonrojándose y obligándose a esclarecer—. Lo primero, no lo segundo.
Shinsou rio entre dientes, alejándose; desde que había obtenido una plaza para segundo año en el curso de héroes, era más fácil hacerlo sonreír. Todos en la clase 1-C agradecían que su actitud taciturna desapareciera paulatinamente.
Cuando dieron las siete y ya había desayunado, se obligó a levantarse de la cama para no arrugar el uniforme más de lo que ya. Quizás debía ir a caminar, fingir ejercitarse, o algo, tal vez eso la ayudara a despejar la mente para dilucidar aquello que Shinsou parecía saber.
Cuando salió, el sol se dibujaba sobre la montaña, extendiéndose en haces luminosos sobre los senderos para difuminar la calima matutina. Apenas se observaba actividad por los diversos caminos que llevaban al edificio principal, y ella decidió seguir las líneas que dibujaban las sombras, saltando algunos baches y zigzagueando en la silueta de los árboles.
Reaccionó a tiempo cuando alguien se interpuso en su camino, y no pudo evitar poner cara de desagrado.
—¡Buenos días! —saludó con entusiasmo, aunque había algo de nerviosismo en sus ademanes.
—Sí, hola —murmuró, mirando hacia abajo y retrocediendo un paso—. Que yo sepa, este jardín no colinda con el de Heights Alliance.
—No hay ninguna regla que prohíba pasearse por toda U.A.
—Y a mí me sorprende que leas las reglas.
—No seas tan frías conmigo —lloriqueó, indignado.
—Si me entero de que estuviste molestando a alguna de las chicas...
—Molestar y apreciar son cosas muy distintas —repuso con la voz agudizada—. Además, ayudaba a un amigo.
Ella curvó una ceja, escéptica. Cruzó los brazos sobre el pecho, sentía que su mañana se había arruinado por culpa de Mineta, siempre lograba ponerla de un humor de perros inaudito. Sin embargo, entre el follaje, divisó a una ardilla cuya cabeza asomó entre las ramas de un rododendro. Sin más, corrió hacia ella y escaló por su ropa hasta terminar en su hombro, de soslayo notó una protuberancia anómala en el cuerpo del animalito.
—¿Qué es...?
La ardilla empujó un bombón de chocolate contra su mejilla, apenas dándole chance de atraparlo en el aire cuando se precipitó al suelo mientras el animal descendía por su cuerpo rápidamente.
—Mi trabajo está hecho —declaró Mineta con solemnidad ominosa.
(T/N) quiso reponer algo, pero estaba tan anonadada por la escena que poco pudo hacer aparte de separar los labios en un gesto ridículo. Agitó la cabeza y, cuando vislumbró un banco metálico, se dejó caer dramáticamente. En parte, la asustaba un poco que alguien hubiera averiguado cuáles eran sus chocolates favoritos, o quizás había sido pura casualidad, aunque una corazonada le indicaba lo contrario.
Tal vez debía seguir el consejo de Shinsou e investigar si los sucesos con los animales estaban conectados a algo. Lo cierto era que la pereza la había superado esos últimos días, pero la curiosidad por desentrañar semejante misterio, la causa de que sus días no fueran monótonos, la empujó a sentarse a pensar.
Y cuando ató todos los cabos, se sintió una total idiota.
Animales.
Chocolate.
Mineta.
Clase 1-A.
Y no solo eso. Animales con comportamientos erráticos y antinatura. Ni siquiera culpaba a Shinsou por haberle esgrimido la sonrisa de sabelotodo. Era tan obvio.
Tomó el chocolate entre sus manos y, sin más, echó a andar a Height Alliance.
:-:
Cuando Mineta le dio unos pulgares en alto a Koda y Tokoyami refunfuñó algo sobre malos augurios, sintió una aprensión en el pecho. Había perdido su influencia sobre varios de los animales que había llamado, así que estaba ciego de aquello que estaba más allá, ignorante de que la chica se aproximaba, como un vendaval, al dormitorio.
—Uh... —Ojiro pronunció desde la puerta, dispuesto a salir a trotar un poco antes de las clases—. Koda, te llaman.
El chico reaccionó cuando Dark Shadow le dio un empujoncito hacia la salida. Koda sintió que la sangre se anegó en sus pies de lo pálido y mareado que estaba en cuanto cruzó la mirada con la de (T/N), electrizante, tanto que aceleró los latidos de su corazón. La lengua se le trabó aún más cuando ella extendió la mano con un simple bombón, la respiración apenas agitada.
—Buenos días —saludó ella con la voz imperturbable.
Koda intentó responder, pero había enmudecido, abrumado por todos los significados que ese simple gesto representaba. Quiso culpar a sus amigos por sus precipitadas acciones, pero no podía cuando siempre fue su elección hacerlo, atándose a una infundada esperanza. Había sido extremadamente ambicioso al imaginar que alguien podría fijarse en él de esa forma, que alguien podría quererlo con su personalidad insípida, su escasa elocuencia y su carencia de iniciativa. Era todo lo contrario al estereotipo de héroe que les gustaba a las chicas.
—¿Estás rechazándolo?
Una voz, agudizada por la impresión, expuso sus pensamientos y, una vez tangibles en palabras, la realidad le pareció más dolorosa. Quería echarse a llorar, pero al menos debía ser fuerte para soportar un poco más. Más tarde podría desmoronarse todo lo que quisiera.
Midoriya, que regresaba de correr, pasaba su mirada del uno al otro. Para cuando había llegado, sudado y con deseos de bañarse, no pudo evadir verse inmiscuido en la escena. Después de todo, dudaba mucho que Koda hubiera inquirido sus intenciones, desatando una tormenta de palabras y acciones tergiversadas.
—¿Eh? —susurró la chica con la mano aún extendida, sus ojos refulgiendo con determinación—. No lo estoy rechazando.
—Ah... —Asintió Midoriya, animándose a continuar con su camino mientras palmeaba el hombro de Koda para que reaccionara de una vez por todas.
Ella curvó una ceja, cuestionándose en qué punto se habían malinterpretado sus intenciones. Bajó la mano suavemente hasta que Koji separó los labios solo un poco.
—¿E-Entonces...? —Su voz sonó tan frágil que tuvo que cerrar la boca de nuevo, inquieto.
—Bueno —ella se rascó la mejilla, nerviosa—, pensé que podíamos compartirlo... Me refiero al chocolate. Eso. Ajá... Y... Y después, solo si quieres, podríamos hablar del gorrión de las mañanas y de todo lo que creo que quieres decirme. Sin presiones, por supuesto, pero...
Koda sentía un nudo en su garganta, ese que siempre se aferraba fuerte a su lengua para impedirle el habla. Sin embargo, luego de mantener una lucha interna con sus inseguridades, de querer dejarse llevar por la oportunidad que se presentaba ante él, hizo acopio de los pequeños fragmentos de valor que habitaban en su frágil corazón. Tal vez así por fin pudiera hablar y ser tan locuaz como su kosei se lo exigía, quizás por fin pudiera liberar aquello que cimbraba en su pecho con ansias de liberarse.
—Hablemos. —Asintió con más entusiasmo del que pretendía, sus mejillas arreboladas a niveles alarmantes.
—De acuerdo. —Acortó la distancia para depositar el chocolate en la palma de su mano.
Y Koda no supo si fue repentina osadía, contagio de la audacia perenne de sus compañeros, pero bajó el genkan. Estaban tan cerca que podía sentir el calor irradiando de su cuerpo, abrigando su alma. No lo dudó más y tomó su mano en un agarre dulce y cuidadoso.
(T/N) parpadeó dos veces, el tacto tierno la hizo sonrojarse, pero esbozó una radiante sonrisa.
Eso bastó para saber que todo estaría bien.
¡Muchas gracias por leer!
N/A: ¡Estoy viva! Esto lo tenía escrito a medias y no me animaba a continuarlo porque, pues... me costó mucho escribir sobre Koda, y no ayuda el hecho de que cada vez que escribo su nombre en mi mente suena la canción de Tierra de Osos.
Sin embargo, ya se acerca el fin del año y yo estoy aquí, sin cumplir mis propósitos de año nuevo, así que me senté a escribir esto hasta que resultara en algo que me satisficiera. Al menos solo faltan Rikido y Mineta. Sigo sin saber cómo lograré sacar algo con Mineta sin morir en el intento xD
No me siento del todo satisfecha con este OS, creo que es porque no he estado escribiendo mucho sobre MHA... He estado más concentrada en escribir originales, una historia de Mikey de Tokyo Revengers (me obsesioné con este anime jaja) y, sorpresa, una de Bakugou que espero poder publicar para mi cumpleaños.
Ahora, después de mi reporte, me regreso a mi esquina (ya quiero que se acabe mi internado, Yisus :'( El horario me está matando).
Espero traer algo nuevo pronto >.<
¡Cuídense mucho y pórtense bien!
¡Plus Ultra! >.<
P.D.: Se me encogió mi corazoncito escribiendo ese ¡Plus Ultra! jajaja
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro