Sutileza - Toshinori Yagi
Pedido por: MaryTiky (Espero que te guste ^^)
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"Espero que estés bien."
La simple frase llamó su atención en un post-it sobre su escritorio. El motivo de gatitos junto a la letra le indicaban que era de una chica. El mensaje le hizo sonreír levemente, a la par que la intriga crecía en su mente por semejante nota sin remitente; pero se conformó con guardarla.
Los mensajes se repitieron a diario por más de dos semanas, todas con palabras de aliento. No importó cuántas veces intentó esperar a quien le escribía, simplemente no dio con ningún indicio. Así que los días se sucedieron con la misma cadencia, anhelando que alguien como él, sin kosei, pudiera ser capaz de entrar en U.A. en el siguiente año.
Pasó lo sorprendente, conoció a una heroína de poca fama, con un corazón gigantesco e ideales que se ajustaban a los de él; y le ofreció la oportunidad de convertirse en el sucesor de un poder que pasaba de generación en generación, alimentándose de las experiencias de su portador y perfeccionándose cada vez más.
"Te ves bien últimamente, supongo que algo bueno te pasó. Me causa curiosidad, pero prefiero mantener el anonimato. Pensarás que soy insegura, pero siento que, si me conocieras, no quedarías fascinado como yo contigo. Ya sabes, mi apariencia es bastante normal. Me he alargado mucho. Suerte en los exámenes finales del semestre."
Toshinori se acomodó contra la mesa, releyendo la nota varias veces. Cómo podía decir eso cuando, sin tener un rostro en específico, era maravillosa. Siempre lograba animarlo, y podía decir que esperaba ansioso el cambio de aula o el inicio de clases solo para encontrar un papelito, ahora con motivo de osos panda, pegado en su puesto. Ese don para mejorarle el día a alguien, que todos tenían y pocos usaban, valía más que cualquier defecto del que se sintiera avergonzada.
Guardó la nota en una caja de zapatos bajo su cama, junto al resto de papelitos que se había tomado la molestia de organizar por día al percatarse que la chica seguiría enviándolos. Cada una de ellas representaba su afán por convertirse en un mejor héroe, y defender la sociedad y el mundo donde ella estaría.
Con eso en mente, los días continuaron. Se debatía entre estudiar y ejercitarse, a la par que procuraba no saltarse comidas y dormir bien. Como siempre, la duda de quién sería su ¿admiradora? —no sabía si tildarlo así— secreta lo atosigaba, y no tenía el tiempo y tampoco amigos que le ayudaran a buscarla. Así que, sin aún conocer quién era, el día de graduación de la secundaria llegó.
Podía ver a los diferentes grupos de amigos despidiéndose, algunos con la certeza de que no volverían a verse a pesar de las promesas de reunión. Los miembros de los clubes estaban organizados en sus respectivos salones de prácticas para despedir a los de último año. La imagen lo llenaba de nostalgia, pero al mismo tiempo le recordaba que entraría a preparatoria, y la carta de aceptación de U.A. ya estaba sobre el escritorio de su habitación.
Pasó de largo un grupo de cuatro amigas que se despedían como si al día siguiente supieran que volverían a verse; deseó por un segundo poder sentir eso por alguno de sus compañeros. Sin embargo, el hecho de no tener kosei, a pesar de no ser tan raro, lo había hecho excluirse un poco del entorno jovial de sus compañeros. Hubo algunos que palmearon su hombro a modo de despedida, pero no significaba demasiado.
—¿Qué se siente graduarse? —La voz femenina hizo que girara abruptamente, su rostro armándose con una sonrisa resplandeciente.
—No pensé que vendrías. —Repuso y le mostró el portatítulo negro con dorado—. Siento que estoy más cerca de cumplir mi sueño; aunque eso te lo debo en mayor parte a ti.
—Para nada —Shimura agitó la cabeza, sin poderse creer cómo había madurado Toshinori desde que lo había conocido—, todo es mérito tuyo. No subestimes tu genialidad.
—Sin ti, probablemente no hubiera entrado a U.A. —puntualizó de forma insistente, mientras ella suspiraba resignada por la tozudez del más pequeño.
—Creo que sería buena idea celebrar. —Lo rodeó por los hombros, sus ojos siempre atentos de sus alrededores—. Te invito a donde quieras. Aunque... —Shimura sonrió al notar a la joven que se debatía entre acercársele o no a su pupilo—. Creo que debes hacerte cargo de algo primero.
—¿Eh? —Toshinori separó los labios y reparó en la presencia de la muchacha, portando un ramillete de claveles rojos y una polaroid.
Ella se quedó paralizada en su lugar, sin hallar dónde meterse cuando fue capturada observándolo. Él dio el primer paso, y se vio tentada a retroceder; pero una fuerza magnética la arrastraba hacia él a pesar del bombeo incesante de su corazón.
—¿Ocurre algo? —Toshinori curvó los labios para no lucir tan aterrador como siempre lo hacía parecer su gigantesca estatura.
—Yo... —La chica carraspeó, buscando modular la voz—. ¿Podrías darme el segundo botón, por favor?
—¿Segundo botón?
Shimura se golpeó la frente con la palma de la mano, oportunamente escondida tras un árbol. Sin importarle llamar la atención, le hizo señas a Yagi para que se diera cuenta que se refería a su gakuran.
—¿El de mi uniforme? —Llevó la mano al pecho.
La muchacha asintió levemente, como si el gesto fuera calculado. Toshinori recordó el significado del segundo botón; las chicas se la pasaban hablando de ellos las últimas semanas de clases, cuestionándose a quién se lo iban a pedir, mientras los chicos se preguntaban si tendrían la dicha de poder entregárselo a alguien.
—Si no es mucha molestia, por supuesto. —De nuevo, midió sus palabras.
—No... —Llevó los dedos largos para arrancar el botón, pero se quedó a medio camino.
Recordó a la joven que le escribía notas diarias. No diría que la amaba, porque era una palabra que lo superaba, pero sí podía afirmar que le interesaba, y si tenía que darle el botón a alguien, sería a ella a modo de agradecimiento por tantas hermosas y simples palabras que le habían alegrado el día.
—Lo siento, no puedo —admitió, retirando la mano.
—E-entiendo. —Curvó los labios, y a Yagi le pareció que el gesto cargaba más valentía de lo que él jamás había sentido—. Bueno... ¿Una foto?
—... —Él sonrió y asintió—. Eso suena bien. ¿Es instantánea?
—Sí. Si quieres, puedo darte una copia.
—¿Está bien? Es decir, tener la foto de una chica en mi habitación no...
—Pero si yo voy a tener una tuya. —Rio, sus pupilas brillando con jolgorio, mientras él se dejaba capturar un poco más por las agradables sensaciones—. Creo que es justo que tú la tengas; además, puedes simplemente guardarla.
Toshinori asintió, dejándose persuadir más fácilmente de lo que creía. Ambos se juntaron un poco más, mientras ella enfocaba la cámara en ambos y sonreían. Yagi imitó el signo de paz de la muchacha, mientras que, con dos clics sucesivos, se separaban.
—¡Muchas gracias! —Volvió a sonreírle—. Toma. —Sacó una flor del ramillete y la posó en sus manos junto a la foto—. Espero... Espero que todo lo que hagas tenga éxito.
—Igualmente. —La miró unos segundos, desconcertado—. ¿Estás llorando?
—No, no es eso. —Se limpió los ojos rápidamente—. Es que me siento un poco mal por no haberme acercado a hablar contigo antes; como pensaba, eres un buen chico. No me arrepiento de haberme fijado en ti, senpai.
—Pero lo hiciste ahora; eso es bueno. Me alegra que te hayas acercado. —Intentó tranquilizarla, sin poderse creer que su mentora estaba a pocos metros, burlándose de su escasa experiencia lidiando con chicas.
—Yo también estoy feliz de haberlo hecho. Lo siento, debo irme.
—Sé feliz. —Toshinori agitó la mano para despedirse, viendo la flor y la foto entre sus dedos, sintiendo la calidez de una confesión indirecta ardiendo en su pecho. Le gustaba el regusto dulce y cálido que le había dejado el encuentro. Así que, medio encantado, pasó el resto de la tarde con Shimura.
La vida de las flores era corta, pero cuidó con esmero la pequeña flor en un vaso junto a su cama, agradeciendo el agradable olor dulzón que lo arrullaba en sueños. Sin embargo, murió al cabo de una semana, y le reclamó a su madre haberla botado en su ausencia. No supo bien por qué no quería dejar ese pedacito de sí mismo, pero se lo habían arrebatado y solo le quedaba continuar sus estudios en U.A., ser un héroe sería una tarea larga.
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A veces, olvidaba que era Toshinori Yagi, un pobre ser humano con la suerte de recibir un don tan brillante como One for All; prefería ser All Might, siempre fuerte, seguro de sí mismo... Un héroe en toda su globalidad. Le dolía ver lo que el espejo le ofrecía, el reflejo de un hombre delgado, con una enorme cicatriz a causa de la resección de gran parte de los órganos digestivos. Un hombre con un pie sobre la tumba.
Ni siquiera sabía en qué momento se había convertido en esa persona. Solo le quedaba su sentido de justicia y la obstinación que siempre lo había caracterizado, también su kosei para rescatar a las personas... Pero nada más, se había entregado tanto al trabajo, que poco podía decir de su vida social.
Tenía a Gran Torino, también a Tsukauchi y un par de personas que lo aceptaban como era; pero sentía que eso no bastaba. De hecho, anhelaba a la chica de secundaria, sus notas y sus recordatorios de que seguía siendo humano.
Sentado en la recepción de su propia Agencia de Héroes, jugueteaba con un bolígrafo, mientras todos pasaban de largo su existencia. La verdad era que Toshinori Yagi no llamaba la atención, ni siquiera cuando se suponía que era el secretario de All Might. A veces se preguntaba sino tenía alguna clase de dualidad en la personalidad.
Respingó y alzó la mirada cuando una mujer dejó una carpeta sobre la mesa.
—Buenas tardes. Supongo que es usted Toshinori, ¿cierto? Me informaron que era con usted con quien tenía que discutir el nuevo plan de marketing para All Might, ¿me equivoco?
—S-sí... —logró responder, estupefacto.
—Bien, soy (T/A) (T/N). —Se presentó, esgrimiendo una sonrisa.
—Mucho gusto. —Extendió la mano cuando ella lo hizo, cuestionándose si la conocía de algún lado—. ¿Vienes del departamento de marketing? Pensaba que llegarían más tarde.
—De hecho, estoy a tiempo. Son las cuatro.
—¿Qué? Pero si... —Toshinori vio el reloj tras ella, y ella rio, el sonido le pareció melifluo y conocido.
—Está dañado...
—Dos y treinta y ocho... —musitó, sintiendo las mejillas arderle—. No me percaté del paso del tiempo.
—No hay problema. —Cruzó los dedos sobre la mesa—. ¿Estás listo?
—Sí. —Toshinori se puso de pie, y se ofreció a llevar parte de la carga hacia la oficina de conferencias.
(T/N) expuso el nuevo plan para mejorar la imagen de All Might, que de por sí se hacía solo. También mencionó la nueva línea de suéteres de colección. Trazó cada aspecto con tal meticulosidad, que a Yagi se le hizo imposible no halagar su trabajo.
—¿Eres nueva en la empresa?
—No realmente. —Parpadeó ante la pregunta—. Estaba en la sede de Yamagata; también he estado en varias sedes de América. Aunque soy nueva aquí, en Musutafu. ¿Se notó mucho?
—Sí, aunque no es malo. Son ideas innovadoras, creo que será bueno. Si bien es cierto que el público japonés es algo más conservador, creo que les gustará; en especial el diseño de los suéteres.
—Me alegra que te guste. —Curvó los labios—. Tengo entendido que eres quien está más cerca de All Might.
—¿Eso dicen? —Se rascó la nuca descuidadamente, avergonzado.
—No. Solo es lo que creo —dijo de forma enigmática, empezando a guardar sus cosas.
Toshinori la observó, recordando esos movimientos calculados de alguien más; sin embargo, no acababa de comprender qué era eso que se le hacía tan familiar. Cuando acabó de recoger, se despidió con un ligero asentimiento de la cabeza; y él la siguió con la mirada hasta que dejó la oficina.
Desde ese instante, Toshinori empezó a reparar en su existencia, deslizándose ágilmente de un lado a otro por la empresa. En su tiempo como Toshinori, aceptaba ir a almorzar juntos cuando ella se lo propuso al verlo totalmente solo. Le había dicho que era un enigma, que no entendía cómo nadie se le había acercado al ser la mano derecha de All Might. Lo trataba con respeto, pero no deferencia ni con lisonjas. Era una mujer encantadora y bonita, su voz lo embelesaba y deseaba que los minutos con ella no acabaran.
—¡Oh! —(T/N) se detuvo frente a una papelería—. Es lindo.
—¿Los sobres? —se detuvo, ajustándose la bufanda.
—Sí. Me gustaban de pequeña. —Hizo memoria, recordando la buena época—. Solía comprarlas con diferentes motivos de gatitos y osos.
Toshinori asintió, perdido en sus memorias, saboreando la desazón que le dejaba el comentario.
(T/N) suspiró, sin creer que Yagi fuera tan lento. De forma sutil, pasó sus brazos por el izquierdo de él.
—Hace frío.
—Sí... —susurró, tensándose un poco, pero sin apartarla—. ¿Quieres ir a tomar algo?
—Estaría bien —Sonrió, apoyándose de su hombro—. Un chocolate caliente me sentaría de maravilla con este clima.
Toshinori asintió, deslizando los pies sobre la ligera capa de nieve a la par que se fijaba su próximo destino, deseando que no hubiera ningún percance con un villano, odiaría dejarla sola cuando su deber llamaba.
Cuando arribaron y escogieron una mesa, Yagi volvió a fijarse en la sutileza de sus movimientos, los ademanes de sus manos y sus gestos sinceros. La imagen le traía buenas memorias de su juventud. Las mujeres eran, para él, un símbolo de fortaleza, eran ellas quienes lo habían llevado hasta ese instante, sobre todo su mentora. Sin embargo, a veces recordaba la letra desgarbada en las notas de una admiradora secreta, deseando poder relacionarla con un rostro en particular.
—Creo que estará bien con un mocachino —suspiró (T/N), dirigiendo la mirada al nervioso mesero.
—¿Algo más?
—Dos canelés, por favor —agregó, dirigiéndole una sonrisa condescendiente.
—Lo siento —dijo Toshinori, avergonzado.
—Siempre hay algo que te tiene en las nebulosas, ¿qué es?
—Creo que suelo vivir más en el pasado que en el presente.
—Tú... —(T/N) apoyó el mentón de la mano; por primera vez, parecía que había conseguido desconcertarla—. Eso no es bueno. Vivir en el pasado te hace pasar por alto lo que está al frente de ti; creo que hacerlo trae consigo más arrepentimientos que alegrías.
—Estoy consciente. —Le sonrió a modo de disculpa, reconociendo su error.
Se quedaron en silencio unos segundos, ella mirándolo fijamente mientras él buscaba dónde meterse para evadir sus pupilas escudriñadoras. Habló luego de un minuto, sintiendo su lengua enredándose en su boca.
—Nunca te lo he preguntado, pero ¿cuál es tu kosei?
—No es nada del otro mundo... —Se frotó la barbilla, extendiendo la mano frente a sí—. Puedo teletransportar pequeñas cosas de un lado a otro en cortas distancias. Por ejemplo...
Una cuchara pasó de estar frente a ella a posarse en la mano de Toshinori. Rio cuando el hombre pareció estupefacto por su pequeño truco.
—¡Es un kosei muy útil!
—Sobre todo cuando tengo pereza de moverme. —Se carcajeó con jolgorio—. Cuando era pequeña, solía enviarle notas a un chico de un año superior.
Toshinori sonrió divertido, incapaz de imaginársela haciendo eso. De repente, sus palabras empezaron a hacer eco en su cabeza, como queriendo hacerle caer en cuenta de algo. Cuando su cerebro terminó de procesar todo y sus neuronas hicieron sinapsis, la observó con los ojos tan abiertos como le era posible. (T/N) le sonreía, sonrojándose de a poco al ser descubierta.
—Tú... Tú eres...
—Contigo las sutilezas no funcionan demasiado.
—Es que... ¿Cómo? —Agitó la cabeza, organizando sus ideas para hilar correctamente las palabras—. Jamás se me hubiera ocurrido que tú fueras ella.
—Pero si me tomé una foto contigo... —Puso los ojos en blanco, recibiendo con gusto la taza de chocolate cremoso—. ¿O no te acuerdas?
—Jamás pensé que se trataba de la misma persona. —Se mesó el cabello, con la satisfacción de quien completa un rompecabezas luego de años de darse por vencido.
—Eres despistadísimo, Toshinori.
—Vaya... —suspiró, miranda la espuma con forma de gato en su taza, así no le daban ganas de dañar el dibujo—. Aunque, espera. —Alzó una mano, su cerebro poniéndose a trabajar de nuevo—. Entonces, ¿tú aún...?
—Algo así —dijo de forma misteriosa, a la par que a él se le desencajaba la mandíbula, procurando mantener la calma a pesar de sentir las mejillas crepitándole.
—Lo lamento. Soy un poco lento en este tipo de cosas; es decir, tú eres tan maravillosa y yo soy...
—No tienes que decírmelo para darme cuenta —dijo de forma socarrona—. Aunque, no digas más, tú eres genial.
De nuevo usaba esa entonación enigmática, como si dijera más de lo que hacía. Ciertamente, había soñado con poder reencontrarse con aquella chica de su adolescencia para decirle cuánta fortaleza le habían dado sus palabras de aliento. Si bien tenía trillones de fans, ella había sido la primera en fijarse en él, en su auténtico yo, y eso se merecía un sitio especial en su corazón. Sin embargo, teniéndola allí, después de haber hablado por tantas semanas, no podía hallar palabras para explicarle cuán agradecido estaba.
—Gracias —dejó escapar.
Ella parpadeó por la simple palabra, cargada de un sinfín de emociones que se hacían presentes en su entonación sentida.
—No, gracias a ti. —Le sonrió de forma brillante y se atrevió a darle un apretón cariñoso a los dedos ajenos que descansaban sobre la mesa.
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(T/N) se secaba el cabello con una toalla prestada. Les había caído un diluvio en pleno mayo y lo más sensato que pudieron hacer fue correr a la casa del más alto en busca de resguardo. Ninguno de los dos lo había dicho, pero se sentían repentinamente como un par de adolescentes.
Toshinori le había prestado algo de ropa para que usara mientras colocaba en la secadora sus prendas mojadas. Si se detenía a pensarlo, Yagi era todo un caballero, amable y diligente; en serio le seguía gustando tanto como aquel tiempo que se dedicaba a verlo por los pasillos de la escuela.
—¡Oh! ¡Encontré tu porno! —exclamó cuando divisó una caja escondida bajo la cama.
Rio cuando escuchó la taza retumbar contra el mesón de la cocina. En menos de cinco segundos, el hombre había aparecido por la puerta, con la respiración agitada y amenazando con toser sangre como ya estaba acostumbrada a verlo.
—¡No toques eso!
—Muy tarde —cantó, quitando la tapa de un pequeño cofre de madera pintada de azul con motivo de estrellas plateadas, demasiado delicado como para ocultar pornografía en su interior.
Toshinori se cubrió el rostro con las orejas delatando el rubor de sus mejillas, mientras la misma (T/N) se permitía sonrojar violentamente. Rio enternecida, sin querer perder el buen ambiente que se había creado desde que ella le había confesado que era su "stalker personal" en la secundaria.
—No puedo creer que las hayas guardado hasta ahora.
—Eran... —Yagi se acercó y se sentó junto a ella en el suelo—. Son importantes.
—Las organizaste por fecha —puntualizó, pasando los ojos sin atreverse a leer el contenido para no morir de vergüenza—. ¡Y también está la foto! Sigues tan apuesto como en ese entonces.
—No es cierto. Estoy demacrado. —Observó a ambos adolescentes posando para la foto—. Tú no has cambiado demasiado.
—Es todo un halago —bromeó y se deslizó hasta quedar hombro contra hombro junto al hombre—. Y pensar que tenías tan brillante futuro por delante...
—Ser secretario de All Might no es la gran cosa... Realmente no haga nada trascendental.
—¿Tú crees? —Recostó la cabeza de su hombro, procurando no golpearse la sien con la huesuda articulación; sonrió al sentirlo tensarse bajo su peso—. Pues yo creo que como All Might has pasado a la historia.
Esta vez se quedó tieso, y (T/N) creyó ver su espíritu dejando su cuerpo.
—¿Estás bien?
—N-no sé de qué...
—No puedes mentirle a tu stalker número uno. —Sonrió, sacando su celular y mostrándole una foto de All Might en un álbum titulado como "Fotos All Might 2018"—. Son idénticos.
—No es cierto.
—Está en sus ojos. ¿Lo ves? —Señaló la transparente mirada azulada de la foto de su adolescencia y de su adultez—. Jamás podría confundir tu mirada, Toshinori; la reconocería hasta estando ciega.
—¿Desde cuándo?
—Desde siempre, la verdad —meditó unos segundos—. Bueno, desde que vi a All Might realizando milagros al otro lado del mundo.
—¿Y por eso fuiste a América?
—Quería verte. —Le sonrió—. Quería cerciorarme de que se trataba realmente de ti. Perdí tu rastro cuando pasó el incidente con ese villano...
—Supongo que te decepcionó enterarte de lo que me ha ocurrido, entonces.
—Para nada. —Lo miró con los ojos muy abiertos—. Eres un buen hombre, y eso vale más que cualquier apariencia. En serio, me hace feliz el haberme enamorado de ti. —Palmeó su pecho para enfatizar sus palabras.
Toshinori tomó su mano entre sus largos dedos, queriendo creer que no estaba soñando y asegurándose de ello por la calidez de la piel ajena. Jamás hubiera creído que había alguien allá afuera que aceptara y quisiera su lado más patético; en serio, el haberla conocido le hacía extremadamente afortunado.
—Gracias. —Sonrió, apretando su mano como si por fin se sintiera liberado de la presión que ejercía tener que cumplir ciertas expectativas.
La más joven parpadeó varias veces, dubitativa, pero se armó con una de sus radiantes sonrisas. Se estiró y besó su barbilla. Toshinori se puso rígido, con un arrebol coloreándole las mejillas de un tono carmín; sin más, se puso en pie cual resorte para ocultarse hasta tranquilizar sus errantes latidos.
Supuso que tenían que empezar a trabajar en la timidez de Yagi también.
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Vengo antes de que se cumpla un mes de no haber escrito algo. Estoy en semana -realmente va siendo un mes- de exámenes, así que apenas he tenido tiempo para mantener un aseo personal apropiado xD
Ahora sí *redoble de tambores*, vengo a abrir los pedidos nuevamente. Aceptaré a las cinco primeras personas. Bueno, ya están todos los que puedo realizar por los momentos, espero pronto poder volver a abrir los pedidos. Hasta eso, intentaré ser más rápida que la vez pasada (Será mi propósito de año nuevo xD)
Y otro punto más, necesito que me digan de qué seis personajes les gustaría que escribiera el especial de Navidad ^^
Eso sería todo por hoy. ¡Tengan un excelente inicio de semana!
¡Plus Ultra! >.<
P. D.: Extrañaba escribir "Plus Ultra" :'D
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