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Propuesta - Iida Tensei

—Deberías solo intentarlo, ¿no crees?

Tenya estaba sentado frente a él con la espalda derecha mientras tomaba una taza de leche caliente endulzada con miel. Pese a la seriedad de sus facciones, Tensei podía vislumbrar la alegría al fondo de sus pupilas. Y, pese a ello, él estaba nervioso como nunca antes.

—No creo que vaya a pasar nada malo —agregó Tenya, ajustándose los lentes sobre el tabique de la nariz—. (T/N) siempre ha sido buena con todos, así que dudo que...

—Pero no estás seguro.

—Bueno, no, no soy su novio. —Tenya sonrió, divertido por la repentina inseguridad de su hermano—. Tú has pasado mucho tiempo con ella y sabes cómo es y cómo podría reaccionar.

Tensei apretó los labios y resopló por la nariz.

La había conocido después de terminar confinado a una silla de ruedas y siempre había sido amable con él, aun cuando al inicio su relación era meramente profesional. Después de todo, él quería regresar a vivir solo, pero sus padres no se lo permitieron hasta cerciorarse de que su nuevo hogar cumpliera con todos los nuevos requerimientos que él tenía. Así fue como se comunicó con ella, una arquitecta especializada en adaptar casas para personas con dificultades para movilizarse.

Todavía no estaba seguro de cómo habían empezado a salir, ni siquiera de qué había visto ella en él como para pedirle que fueran novios. Pero si algo agradecía de todo lo que vino después del incidente con Stain, era haberla conocido, cruzar sus caminos y, esperaba, aunarlos por siempre.

—Y ella te quiere. Tú no te das cuenta, pero te ve de una manera diferente... Me atrevería a decir que con devoción. —Tenya terminó de tomarse su té y le sonrió—. No creo que te vaya a decir que no, hermano.

—Tienes razón. —Él asintió, procurando una tenue sonrisa—. Es que es normal que esté nervioso.

—¡Claro que sí! —Tenya gesticuló con los brazos—. Si quieres ayuda, mis amigos y yo podríamos organizar algo para...

—Gracias, Tenya, pero quiero intentar que sea algo más privado.

—Tienes razón... No iría acorde al tono de su relación.

Con los ánimos de su hermano menor cerca del corazón, Tensei se dispuso para preparar todo. Creía que lo más difícil había sido conseguir su talla de anillo, pero de algún modo lo logró sin levantar sospechas.

Ahora, su plan consistía en proponérselo con la sorpresa de que al fin podía sostener su peso sobre sus piernas sin parecer Bambi recién nacido. Había entrenado mucho y pasado horas de sesiones de refuerzo muscular que, en su momento, le parecieron interminables.

—¡Buenos días, Tensei! —La chica lo saludó con el usual entusiasmo que le dedicaba solo a él—. ¿Descansaste bien?

—¿Eh? Sí, sí...

—Es que tienes ojeras. —Ella se acuclilló a su altura para ver mejor su rostro y sonrió al notar el leve sonrojo—. ¿Te sentías mal? Debiste llamarme.

—No, no es eso —se apresuró a decir, desarmado cuando ella tomó su mano y se la apretó con efusividad—. Tengo algunas cosas en la cabeza.

—Aun así, sabes que no me molestas. —Ella hizo un puchero, pero le lanzó una mirada enigmática que lo puso aún más nervioso porque sabía que ella sabía que le estaba ocultando algo.

—Lo sé, pero también sé que estás ocupada y podía hacerme cargo.

—Bien, confío en ti.

—Y yo también. —Ella curvó los labios y se irguió—. ¿Te parece si vamos a comer algo? No desayuné bien porque me quedé dormida...

—Conozco un buen sitio en el que...

—¡Ah! —Ella juntó las palmas con entusiasmo—. ¡Por cierto, muchas felicidades!

—¿Eh?

—Tenko me contó que ya puedes mantenerte de pie por varios minutos. ¡Me alegra mucho que las sesiones por fin estén dando resultados! Te esforzarte mucho y...

Tensei quería asesinar a su hermana. Aunque asesinar era una palabra muy fuerte para un héroe retirado como él. Quizás quería darle un zape y amonestarla por andar divulgando cosas sobre él cuando no se lo había solicitado.

—Tienes que mostrarme, ¿sí? Cuando te sientas seguro.

A Tensei se le estrujó el pecho al ver la sonrisa de ánimo que ella siempre le dirigía. Era incansable y optimista, y mantenía una buena actitud aún frente a las adversidades. Quiso reírse de cómo intentó alejarla por tanto tiempo hasta que, irremediablemente, ella se coló hasta su corazón, endurecido por todo el daño que había recibido.

Bien, podía trabajar con eso.

Podía idear otra manera de proponerle matrimonio. ¿Qué clase de misión sería esa si fuera fácil o, peor, si se dejara desalentar ante el menor desliz? ¡No! Él era un héroe y tenía la tozudez de uno, así que perseveraría hasta lograrlo.

Pero el destino parecía empeñado en demostrarle lo contrario.

De hecho, a partir de los treinta su vida se había convertido en una serie de eventos que buscaban probar su temple y convicción. Pero los dioses ya se estaban pasando un poco, no podían exigirle más a él, un pobre mortal que aún luchaba con las cicatrices que había dejado Stain.

Había intentado proponerle matrimonio en una cita mientras visitaban el Skytree de Tokio, pero hicieron un simulacro de evacuación, dejándolo con las palabras a medias.

Luego, lo intentó en un restaurante, pero un mesero en entrenamiento se tropezó con su silla de ruedas y lo empapó en champán, el mismo que iba a usar para el gran momento.

Después, se decantó por hacerlo en la playa municipal Takoba, pero un villano decidió elevar una ola para simular un tsunami y traer caos a la ciudad; fue una suerte que Shouto y Cementoss hubieran estado allí para contenerlo todo.

Y cómo olvidar su intento más reciente: había organizado una cena en su casa, en un ambiente controlado donde nada malo podía ocurrir, había cocinado y preparado cócteles, para que, en el momento en el que podía sacar a colación el tema, tocaran el timbre de su apartamento.

Onemu también se sumaría al saco de personas a las que les daría un zape junto con Tenko, el mesero y el villano.

Suspiró, el peso del anillo descansando al fondo de uno de los bolsillos de su silla de ruedas. En serio quería hacer algo romántico, algo digno de todo lo que ella le había ofrecido, algo capaz de devolverle así fuera una ínfima parte de su amabilidad. Ella se lo merecía y él quería darle todo lo que estuviera a su alcance, pese a que ella siempre le insistía en que no era necesario.

—¿A qué se deben esos suspiros? —preguntó ella mientras tendía la ropa en el patio de su casa.

—Lo siento, no pretendía sonar tan melodramático. —Tensei se llevó una mano a la boca, avergonzado. Le pasó un vestido para que lo colgara—. ¿Sabes? Me gusta mucho cómo te queda ese vestido.

—¿Por qué será? —Ella curvó una ceja, juguetona.

—No lo sé. ¿Quizás porque yo te lo regalé? Eso hace que mi opinión esté muy sesgada.

Ella se rio y vio con satisfacción toda la ropa tendida. Un sentimiento cálido se apoderó de ella cuando se percató de que muchas de las prendas eran de Tensei y que toda su casa estaba repleta de memorias juntos.

—¡Bien! Ahora tenemos que ir a preparar la comida de esta semana.

La chica ahogó un grito cuando Tensei la atajó por la cintura para que se sentara en sus piernas. Dejó que él le diera un beso en la mejilla para después decir:

—No solicité un taxi, señor.

—Ah, y yo que iba a ofrecerle nuestro servicio turbo.

—¿Tiene algún recargo?

—Eso lo podemos discutir luego —susurró con voz baja y tono sugerente.

Tensei rio entre dientes cuando ella se ruborizó, poniendo los ojos en blanco, pero rodeó su cuello con los brazos. Como Tensei aún tenía esperanzas de regresar a hacer su trabajo de héroe, se mantenía tan en forma como podía y no había descuidado su kosei, descubriendo que, con una silla mejorada, podía propulsarse y maniobrar bastante bien. Así que no tardaron en atravesar el jardín hasta llegar a la sala a súper velocidad.

—Te despeiné, lo siento. —Tensei se rio, intentando arreglar los mechones sueltos en el cabello de su novia.

Sin embargo, se sorprendió cuando ella enmarcó su rostro y depositó un beso en sus labios, lento, cuidadoso, irremediablemente dulce. Él la acercó un poco más cuando la haló por la cintura, extasiándose por la facilidad con la que sus cuerpos encajaban.

Ella se separó y apoyó sus frentes:

—Arréglame el cabello.

Se quitó el coletero, que él también le había regalado, en un movimiento innecesariamente sexy y se giró para darle la espalda. A Tensei se le aceleró el corazón al ser consciente del peso de su cuerpo sobre sus piernas y del roce de sus extremidades. Por ese instante, todas las terapias habían válido la pena. Sin dudarlo, introdujo los dedos en su cabellera, agradeciendo tener experiencia por todas las veces que había tenido que peinar a sus hermanas.

—¿Eh? ¿Me hiciste una trenza? ¿Tan rápido? —Ella se tocó el cabello y sonrió—. ¡Gracias, Tensei! Ahora sí, nada de distraernos, hay que preparar la comida si no queremos sobrevivir de bentos de la tienda de conveniencia.

Tensei la dejó ir y se posicionó a un lado de la encimera de la cocina para ayudarla a picar todo lo que necesitaba. Eso le encantaba de ella, que nunca supuso lo que podía o no hacer, y se aseguraba de, si no podía hacer algo, hallar una forma de lograrlo. En sus palabras, siempre quería que él fuera lo más independiente posible.

Y eso contrastaba con su familia, que, al inicio, lo trataban como si fuera un niño indefenso y sin autonomía. Todavía recordaba el día en el que explotó en una humareda de frustración con Tenya y, pese a que sabía que lo había lastimado, su hermano fue comprensivo y medió entre él y los demás miembros en su familia. Desde entonces, sentía que era aún más cercano con su hermano menor.

(T/N) estaba concentrada en remover unas verduras mientras Tensei troceaba la carne que iría adentro para después lavarse las manos. Entre ambos existía una armonía sin precedentes, por eso Tensei respingó cuando ella habló, meditabunda.

—Oye, Tensei. He estado pensando en algo.

—¿Sí?

—¿Quieres que nos casemos?

—¿Eh?

—Quiero decir, siento que nos llevamos bien en cuanto a convivencia se refiere. Y, por supuesto, también nos queremos... Pero creo que el respeto es una de las bases del matrimonio y eso lo tenemos, y... —Ella ladeó el rostro para verlo y se arrepintió un poco de su propuesta por la expresión de pánico en el rostro de Tensei—. ¡Claro! Es solo si tú quieres. Sé que toda tu situación hace que sea un poco difícil aceptar, pero sabes que a mí no me importa y...

Ambos se quedaron en silencio y ella apagó las estufas de la cocina.

—¡Di algo, Tensei! —pidió, sonrojada, temiendo haber metido la pata cuando su relación con Tensei, adversidades aparte, le parecía digna de un cuento de hadas.

—... —Tensei apretó los labios y dejó caer los hombros—. Te lo quería pedir yo primero...

—¿Qué?

—¡Que yo te quería pedir matrimonio primero! ¡Pero en cada ocasión ocurría algo y no podía! —Tensei se cubrió el rostro y ahogó un grito—. ¡Pero sí! ¡Sí quiero! No imagino a otra mujer con la que podría estar. ¡Espera!

Tensei introdujo la mano dentro de uno de los bolsillos de la silla de ruedas y sacó una pequeña caja azul aterciopelada.

—Hasta tengo el anillo aquí.

Ella parpadeó, incrédula, para después echarse a reír. Se acercó a él y se acuclilló a su lado, extendiendo la mano sin apartar la mirada de la tenue sonrisa crepitando en los labios de Tensei.

—Ahora entiendo por qué a veces lucías tan disgustado en nuestras últimas salidas. —Rio ella, observando el sencillo anillo de plata—. Es precioso, Tensei. ¡Gracias!

—Lo intenté más de tres veces, al punto en el que creí que era un mensaje del universo...

—Uhm... Bueno, sonará cursi, pero te elegiría en cualquier universo, Tensei, sin importar qué.

—Yo también. —Él tomó su mano y depositó un beso en sus nudillos—. Quiero continuar creciendo a tu lado.

—Juntos, ¡seguro que seremos grandes personas!

Ambos se sonrieron y, con alborozo, reanudaron sus actividades. Tensei sabía que cuando se lo dijera a sus familias, celebrarían hasta el cansancio, así que quería disfrutar de esa calma, del epítome de la alegría que traía consigo la cotidianidad a su lado.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Siento que quedó muy bonito >.< Es que a Tensei siempre tengo que mimarlo porque es uno de mis personajes no populares favorito.

Si todo va bien, nos leemos mañana~

Descansen mucho.

¡Plus Ultra! >.<

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