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Navidad 2020 - Hawks

Aplicación

Ni siquiera estaba segura de lo que pasaba por su cabeza cuando instaló la aplicación y aceptó verse con alguien por Navidad. Tener una cita con un total desconocido por esas fechas sonaba como a premisa de una mala película de terror ambientada en las festividades. El hecho disparaba sus señales de alarma, pero, a la vez, quería intentarlo y buscar a alguien que se sintiera tan solo como ella.

Obviamente, revisó el perfil a conciencia. En la foto se retrataba a un hombre joven de cabello oscuro y ojos cafés, de apariencia muy normal, que sonreía cálidamente a la cámara; sobre todo, no parecía un psicópata. Por supuesto, nunca se debía descartar a nadie como potencial psicópata, así que lo había citado en la estación del tren donde los transeúntes abundaban hasta caldear el ambiente frío de finales de diciembre.

Sin embargo, su cita llevaba diez minutos tarde y empezaba a considerar marcharse. No quería enviarle un mensaje informándole que había llegado porque consideraba que atrasarse en un momento como ese era algo que no podía pasar por alto como primera impresión. Bufó, se quedaría sola y, de paso, molesta. Se dispuso a marcharse cuando una mano se posó en su hombro, haciéndola soltar una interjección de sorpresa.

—¿Eres tú? —cuestionó un hombre, en quien lo que destacaba más eran el par de alas rojas tras él, y toda la atención que la gente le prestaba repentinamente. Agitaba un celular en la mano donde se veía una foto de ella.

—¿Eh? ¿Sí? ¿Estoy en problemas? —dijo, incrédula. No recordaba haber hablado con un policía o un héroe nunca porque intentaba pasar desapercibida siempre.

—Para nada. —Esgrimió una sonrisa relajada—. Parece que eres mi cita.

—¿Disculpa? —susurró, curvando una ceja y zafándose de su agarre—. El de la foto y tú no se parecen en nada. Además, ¿no eres Hawks? ¿Ese héroe del que todo el mundo habla últimamente?

—El mismo. —Asintió, guardándose la manos en los bolsillos del pantalón—. Usé las fotos de un colega para no llamar la atención.

—Creo que debes ir más despacio —pidió y miró a su alrededor: la gente empezaba a apiñarse en torno a ella y eso le ponía los nervios de punta—. ¿Sabes qué? No estoy de humor para juegos, así que encárgate de tus fans y yo me iré. Haré como que esto nunca pasó, ¿sí? Y tú deberías hacer lo mismo.

Hawks alzó las cejas, viéndola atravesar la concurrencia como si se tratara de una jugadora de fútbol americano. ¡Vaya temperamento! Quizás sería divertido pasar Navidad conociéndola, aunque no la culpaba por marcharse cuando era cierto que varias personas les habían cercado el paso. Sin embargo, eso no era problema para él.

Sus alas se agitaron en el aire y alzó vuelo. Como un ave rapaz, la distinguió entre la multitud. Cuando descendió rápidamente, la gente soltó exclamaciones de asombro, y él la atajó por la cintura como si capturara a una presa.

—¡¿Qué mierda...?! —chilló.

Sus pies se despegaron del suelo a medida que veía cómo con cada segundo se alejaba al menos un metro del piso. Sin pensarlo, se aferró a la chaqueta del héroe mientras soltaba imprecaciones. Hawks la sintió temblar y creyó justo aterrizar en la azotea de un hotel para tranquilizarla. Tal vez en esa ocasión se le había ido la mano. En su defensa, en sus escasas conversaciones por la aplicación de citas, ella le había parecido más dulce y relajada. Aunque no negaba que le parecía divertido cómo ella no lo veía con admiración sino como alguien a su mismo nivel —o quizás inferior—.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —exclamó con la voz entrecortada—. Que seas un héroe no te da el derecho de hacer eso. Pensé que me moriría.

—No está entre mis prioridades soltarte. —Se encogió de hombros—. Además, quería que habláramos para resolver este malentendido.

—¿Malentendido? Que yo sepa, me engañaste fingiendo ser alguien que no eres. Ni siquiera sé si Takami Keigo es tu verdadero nombre.

—Cree lo que quieras, pero mis palabras fueron sinceras —explicó, dejándose caer en un banco de piedra empotrado en el suelo—. Imagínate lo que pasaría si ven que el Héroe Número Dos está suscrito a una aplicación de citas —dejó la frase colgar en el aire por unos segundos y continuó—: Por eso decidí usar otra imagen.

—¿Al menos ese compañero tuyo sabe que lo hiciste?

—Tengo su permiso por escrito. —Se sacó una carta del bolsillo y la vio curvar muy levemente los labios, para luego recuperar su ceño fruncido.

—Aun así, no esperaría que un héroe me engañara de esta forma. Y tanto que tuve cuidado en no terminar con un psicópata...

—No soy un asesino serial, si eso preguntas. —Sonrió, relajado, al notar que ella estaba más tranquila o resignada, no sabía—. Solo no quería estar solo para este día... Trae malas memorias.

—¿En serio? —preguntó, dejándose caer en el banco frente a él, a una distancia prudente—. Estoy lejos de casa, así que me entristezco con más facilidad.

—Bien, nuestros intereses se cruzan aquí —dijo Hawks, ofreciéndole la mano—. ¿Te importaría pasar este día conmigo?

Ella lo analizó. Su actitud, ciertamente, era similar a la que demostraba las pocas veces que se comunicaron por la aplicación. Además, era un héroe, no había modo en el que pudiera ser malvado, a menos que terminara desplegando un carácter torvo digno de top 10 de traiciones del anime donde el bueno resultaba ser el malo.

—Antes de que lo digas, preparé algo para hoy —agregó él—. Espero que una cena en un cuarto privado en un restaurante no te parezca muy sospechoso. De todos modos, creo que podrías manejarme bastante bien con ese kosei tuyo.

—Eso me recuerda, cuando dijiste que podías volar, en serio pensé que era algo parecido a levitar... Ahora me siento más estúpida.

—Pues creo que mis alas son bonitas, eso es mejor que simplemente elevarse por el aire.

Ella, esta vez, sonrió, agitando la cabeza y dándose por vencida. Se puso en pie y se alisó la ropa, aproximándose a él. Debía estar loca por aceptar, pero no podía ignorar cómo su corazón latía desbocado ante la idea de aventura que empezaba a aflorar en su pecho.

Hawks bajó la mano cuando ella no hizo amago de sostenérsela. No llevaban conociéndose ni una hora, pero podía afirmar que su actitud le gustaba. Era honesta y, si no quería, no lo complacía, muy diferente a la mayoría de las mujeres con las que alguna vez hubiera tratado.

Ella puso camino a la entrada a la azotea mientras escuchaba una suave carcajada provenir de él. La puerta se abrió antes de llegar y se encontraron con un guardia.

—Esta área es de uso exclusivo. —Alzó una tarjeta magnética—. ¡¿Como entró aquí?!

Ella frenó y le lanzó una mirada acusatorio a Keigo, sin embargo, el hombre no se veía por ningún lado. El guardia seguía escudriñándola y ella gesticulaba, intentando hallar las palabras para defenderse. Sin embargo, dejó caer los hombros.

—Discúlpeme —empezó, reuniendo todo su orgullo herido—, ¿podría llevarme abajo? Prometo que no volverá a pasar esto...

—Tendré que reportarla y...

La risa de Hawks se escuchó desde arriba y aterrizó con gracia. El guardia parpadeó, anonadado.

—¡Mi hija es una gran fan suyo! ¿Puede darme un autógrafo?

—Solo si nos deja marcharnos sin ningún problema. —Pasó el brazo por los hombros de la chica mientras el hombre asentía vigorosamente.

Ella bufó y se zafó de su agarre, roja de furia. No esperó más y se coló por la puerta.

Hawks firmó rápidamente una libreta y fue tras ella, descendiendo con sus alas para alcanzarla.

—Espera, solo fue una broma.

—¡Tú y tus bromas se pueden ir a comerse una carretera de excremento!

—Oye, lo siento —atajó su paso usando sus alas como barrera, y notó cómo ella parecía admirarlas—. Prometo no hacerlo más.

—Esas promesas tuyas no...

—No te he prometido nada, así que ten por seguro que nunca rompo una.

—Vaya... Tú sí que sabes confortar a alguien. —Alzó una ceja—. ¿Me lo prometes y qué? ¿Haces otra broma pendeja y tengo que aguantártela?

—¿Sabes? Cuando hablábamos no decías tantas groserías, pero admito que me pone un poco.

—Tú no tienes ni un poco de decoro...

—Hagamos un trato. No te jugaré más bromas si vas conmigo a la cena que te comenté, cuando esta acabe y tenga tu aprobación, podemos dar una vuelta por la ciudad.

Bajó la mirada, meditabunda. No quería estar sola, pero tampoco estaba de humor para aguantarse los desvaríos del joven héroe, aunque admitía que toda su figura era algo que admirar y podía pasársela toda la velada simplemente observándolo, como a David de Miguel Ángel.

—Pagaré todo —agregó él.

—¿Todo lo que pida? Si es un restaurante de esos con cuartos privados, debe ser caro.

—Lo sé.

—Bien, pues te advierto que como mucho.

—... De acuerdo.

—Ah, y otra cosa, de darse ese paseo por la ciudad, lo haremos sobre el asfalto. No quiero que me alces por allí de nuevo.

Hawks rio y bajó las alas asintiendo. Ella le pasó por al lado con el mentón en alto. Cuando él capturó su mano para marcar el paso, ella no se apartó, aunque tampoco le devolvió el apretón.

—Eso no lo prometo.

—¡Takami!

Cuando estuvieron en campo abierto, la elevó por el aire y ella volvió a aferrarse a él como un salvavidas en pleno océano Pacífico.

No importaban las extrañas circunstancias de su encuentro, ni siquiera la incongruencia de sus personalidades, pero Keigo deseaba tener una Navidad como las que se veían en televisión. Y, si se sinceraba consigo mismo, le agradaba escuchar su nombre provenir de otra fuente que no fueran las letras en una carpeta confidencial.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Me divertí mucho escribiendo esto, aunque jamás en mi vida usaría una aplicación de citas, tanto Mentes Criminales me tiene mal xD

Espero les haya gustado~

Muchas gracias a moggukbe por haber recomendado a Hawks, además adapté un poquito tu idea >.<

No estoy segura de si mañana traeré otro OS porque me quedé un poco trabada con las ideas xD

¡Tengan un gran día!

¡Plus Ultra! >.<

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