Cita - Kirishima Eijiro
Pedido por: amornalu (Lamento la demora, y espero que te guste :D)
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Si Mineta tuviera el kosei de Mirio, probablemente su mandíbula hubiera traspasado el suelo de los dormitorios de U.A.
De hecho, fue el primero en notar cómo el grupo de chicas bajaba del ascensor en su usual algarabía y paraíso de curvaturas corpóreas —por no emplear términos más vulgares—; pero lo realmente impresionante de todo el asunto era ver a (T/N) tan arreglada y en vestido.
VES-TI-DO.
Era increíble, y el fin del mundo.
—¿Una aplicación? —se quejó la muchacha, sin poderse creer aún que sus amigas la hubieran convencido de ir a una cita a ciegas con un sujeto que ni siquiera conocía.
—Solo queríamos probar suerte y divertirnos un poco —se excusó Hagakure, mientras la joven sentía cómo abrazaba su brazo.
—Pero no conmigo —suspiró, pasándose la mano por el cabello, gesto que Mineta consideró muy sensual—. Deja de verme, maldito pervertido —gruñó, moviendo un pie para desestabilizar el piso bajo él.
—¿Vas a algún lado, (T/N)? —logró pronunciar Kirishima después de recuperarse de la primera impresión visual.
—Voy a...
—¡A una cita! —exclamó Ashido, colgándose de los hombros de su amiga.
—Oh... —Eijiro se frotó la nuca, incómodo—. No sabía que tenías novio.
—No es...
—¡Lo tendrá pronto! —saltó Uraraka, queriendo seguirle la corriente al descabellado plan de Mina.
—¡Eso...! —(T/N) giró dramáticamente para hacerlas callar, sintiendo las mejillas arderle.
—Ya llamé un taxi —interrumpió Jirou, sosteniendo el teléfono entre sus manos y dedicándole una sonrisa socarrona a su amiga.
Kirishima se removió en su lugar, viendo cómo, presa del pánico, (T/N) hacía deslizar la superficie bajo los pies de Mineta para que se cayera en un ciclo infinito. No sabía qué pensar respecto a toda la situación, pero ciertamente se sentía mal por verla así de arreglada para reunirse con el chico que le gustaba. No era como si quisiera creer que ella gustaba de él, pero pensaba que sus gestos y su amabilidad eran, mayormente, para él, y que tenían un significado especial.
Sin embargo, no eran nada más que amigos; así que se armó con su sonrisa más radiante y le dio un par de pulgares en alto.
—¡Seguro todo va bien! Te ves muy linda.
—Ah... —La aludida se ruborizó aún más, más convencida de irse a poner un pijama y quedarse en su habitación que de ir a conocer a un tipo que muy fácilmente podría ser un villano—. Kirishi...
—¡Ya llegó! —exclamó Yaoyorozu, creando un chal para (T/N) con la excusa de que serviría por si hacía frío.
—Díganme una vez más, ¿a dónde es que voy? —Alzó una ceja.
—Al cine, kero —esclareció Tsuyu, manteniéndose alejada del resto de chicas, tan solo sopesando la situación.
(T/N) suspiró de nueva cuenta y se acomodó el pequeño bolso que llevaba. Uraraka se le quedó mirando fijamente.
—¿Qué llevas ahí?
—... —(T/N) bajó la cabeza en un gesto culpable—. Un libro, ¿por si me aburro?
—Creo que no es una buena idea —dijo Momo, extendiendo la mano para que le entregara su única arma contra una situación que no deseaba.
—Ugh. —Puso los ojos en blanco, dándole su ejemplar del buen Arthur Conan Doyle—. Hasta ayer las quería, chicas; ahora me duelen —mencionó dramáticamente.
—Si pasa algo, nos llamas. —Mina le guiñó el ojo, empujándola hacia la salida.
—Recuerda usar tu kosei si algo se sale de control —acotó Kirishima, procurando que la voz no le temblara, a pesar de querer ir para detenerla y pedirle que se quedara esa noche con él.
Agitó la cabeza.
Corrección.
Quedarse esa noche en los dormitorios.
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Bakugou leía un libro que (T/N) le había prestado con la excusa de que necesitaba que desarrollara un poco más de empatía; y, vale, había intentado hacerlo explotar al leer a la clásica autora del romanticismo del siglo XIX, por allá en la época georgiana. Sin embargo, no estaba tan mal; a pesar de que le jodía la maldita existencia los comentarios burlescos de sus compañeros por estar leyendo a nada más y nada menos que a Jane Austen.
No se asustó cuando la puerta fue azotada, ni cuando la muchacha emitió un gruñido y colapsó en el sofá.
—¿Qué mierda...? ¡Vas a mojar el maldito mueble!
—Cómete esta, Bakugou. —Le sacó el dedo medio, pagando su frustración en la persona menos indicada.
—... —Katsuki sintió una vena palpitarle en la sien, su visión tornándose roja mientras alejaba el libro y creaba pequeñas explosiones con los dedos, encabritado—. Date por muerta, maldita perra.
Esta vez, (T/N) se irguió y le sacó ambos dedos con un gesto obsceno.
—Bienvenida sea la muerte, entonces; femicida de mierda.
—¡¿Qué les he dicho del lenguaje?! —exclamó Iida, sin poderse creer que ambos se estuvieran insultando en sus narices sin reparo alguno.
—Me vale un pito. —Y, del mismo modo que había hecho con Bakugou, le sacó el dedito al representante del curso.
Iida se coloreó de rojo, no sabían si de la vergüenza o la rabia. Katsuki dejó escapar una carcajada ante la expresión descolocada de Tenya, que se ajustó los lentes y tomó una prolongada bocanada de aire pensando en qué haría Tensei.
—¡Kirishima! —vociferó Iida, creyendo que, en momentos de crisis, el miembro más amigable del aula sabría qué hacer.
Bakugou iba a replicar algo mordaz, pero Eijiro llegó más rápido de lo esperado al escuchar el llamado. Primero vio a Iida, luego a Bakugou y, finalmente, entró en pánico al notar la presencia de (T/N).
—¡Estás empapada! —exclamó, quitándose el suéter para cubrirla—. ¿Qué pasa, Iida?
—No sé —suspiró—. Pensé que podrías ayudar a (T/A), parece que está muy alterada.
—¿Ocurrió algo? —dijo en un susurro Kirishima, y ella suspiró, mientras toda su ira daba paso a la languidez.
Bakugou tomó el libro y subió corriendo las escaleras, dejando deslizar por esa ocasión las afrentas de su compañera. Iida agradeció con la cabeza a Kirishima y los dejó solos.
—Quiero bañarme —pidió, deslizando los pies hacia el baño compartido—. ¿Puedes cuidar que nadie entre?
—Cla-claro. —Asintió enérgicamente, pensando en una cantidad de desfachateces a la par que se convencía de que, si se lo pedía a él, era porque confiaba en que no la espiaría.
La muchacha corrió escaleras arriba y buscó su siempre confiable pijama. Kirishima se quedó apostado junto a la puerta, tan solo escuchando el tarareo de alguna canción de moda. Para no pensar demasiado en cosas para mayores de dieciocho años, empezó a inquirirse qué pudo dejar en ese estado de labilidad emocional a su amiga. Juraba que, si ese tipo le hizo algo, iría él mismo a hacer un ajuste de cuentas.
Cuando (T/N) salió, el cabello húmedo y el pijama de ovejitas, le sonrió, agradeciéndole el vigilar que cierto minion morado no anduviera husmeando lo que no debía.
—¿Quieres chocolate? —preguntó, dirigiéndose a la cocina.
—Está bien. —Kirishima la siguió, esperando que ella diera el primer paso para empezar a hablar.
—Lo siento por lo de Iida, no pensé que se molestaría tanto; además de que estaba pagando la rabia en Bakugou. —Se carcajeó de forma vacía—. La mentada cita fue un completo desastre. El sujeto, Akihito-kun, como quería que le dijera a pesar de haber nacido en verano, no hacía más que parlotear sobre sí mismo una y otra vez.
—Eso suena horrible...
—Y hacía sonidos al masticar, pensé que me vomitaría; agradezco tanto que no hayamos podido entrar a la función. No sé si lo hubiera soportado.
—¿No llegó puntual?
—Media hora, Kirishima. Y yo sin un libro para entretenerme.
—Espera. —El joven alzó una ceja, procurando no sonreír—. ¿No te gustaba?
—¡Obvio que no! Era una cita a ciegas que organizaron las chicas para gastarme una broma, probablemente.
Kirishima dejó escapar el aire que inconscientemente había estado reteniendo, y sonrió. Era un alivio escuchar eso.
—No te burles. —Hizo un puchero, encendiendo la licuadora una vez tuvo todos los ingredientes listos—. Toma. —Le colocó la taza al frente—. La verdad es que más nunca voy a salir con alguien, fue aburrido, un martirio, solo deseaba que la muerte viniera por mí...
—Exageras. —Agitó la cabeza, mientras encontraba la idea aterradora, porque él sí que quería salir con ella.
—Es la verdad, ¿y sabes qué es lo peor? Sí, porque se puede poner peor. —Tomó un largo sorbo de chocolate caliente que le hizo arder el esófago—. Intentó besarme.
—Espera, ¿qué? —Kirishima detuvo la taza a medio trayecto a sus labios, sintiendo cierto instinto animal que le hacía hervir la sangre.
—Pero lo detuve con mi kosei. Se cayó y él, muy indignado, me empujó en la pileta. Fin de nuestra historia de amor —dijo tan seria que Kirishima no sabía si estar tranquilo, estallar en ira o simplemente reírse.
—Bueno, pero no digas que más nunca saldrás con un chico —se decantó por esas palabras, abordando el tema lo más sutil que podía.
—Por lo pronto no, supongo.
—¿Eso me incluye?
(T/N) separó los labios, tomada con la guardia baja mientras un violento sonrojo se apoderaba de sus mejillas. Pasó saliva y se puso la taza de chocolate en la cara para disimular un poco. Kirishima se dio un golpe mental por lo que había dicho, pero ya había dado el paso, era hora de atacar.
—Ma-mañana podemos salir.
—¿A dónde?
—No sé, pero será genial. Es una promesa.
—Si no sabes, ¿cómo va a ser genial? —rio suavemente, con los cachetes teñidos del arrebol más hermoso que Kirishima había visto.
—Solo lo sé. Un hombre de verdad no puede romper una promesa —agregó con convicción ardiendo en sus pupilas.
—No hay forma de negarme, ¿no?
—Siempre puedes decir que no, jamás te obligaría a hacer algo que no quieres.
—Por esta ocasión no me estarás obligando a hacer nada. —Le sonrió, aceptando una propuesta que le hubiera parecido descabellada de no tratarse de Eijiro.
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Los juegos de luces, los gritos y la música de ambiente le hacían vibrar el pecho. No solía frecuentar sitios tan concurridos, pero no lucía tan mal cuando estaba junto a Kirishima, ambos vestidos con atuendos informales, sin necesidad de adornos ni maquillaje. Ambos pagaron por sus entradas respectivas y otearon el sitio.
—No pensé que habría tanta gente hoy, lo siento —dijo Kirishima, siendo empujado por la multitud de la entrada.
—Es Capypa Land, no podías esperar menos. —Asintió y tomó su mano—. Así no nos separaremos.
—Sí... —Kirishima miró sus manos asidas, completamente sonrojado—. ¿A dónde quieres ir primero?
—Las sillas voladoras serían un buen comienzo.
El resto de la tarde se la pasaron de atracción en atracción, se tomaron unas cuantas fotos, comieron frituras, nadie vomitó y rieron tanto que terminaron derramando lágrimas. Después de todo, ambos se entendían a su manera, a pesar de que (T/N) solía mostrarse un poco taciturna, se podía alocar cuando estaba en buena compañía.
Ambos cayeron exhaustos en una banca desocupada de paso. El sudor se deslizaba por sus nucas y compartían una botella de agua helada.
—¿Te has divertido?
—El mejor día de mi vida —dijo de forma solemne, permitiendo que una sonrisa se deslizara por sus labios—. Es una lástima que tengamos que irnos tan pronto; aún faltan los fuegos artificiales.
—Podemos quedarnos un poco más —tanteó Kirishima—. No nos pasará nada si vamos juntos a los dormitorios; además, tenemos permiso para llegar a las diez.
—Es cierto, pero... —(T/N) jugó con sus dedos, incapaz de poner en palabras sus temores, y es que le asustaba que con cada segundo Kirishima le pareciera más y más brillante, cuando de por sí ya lo era.
—¿No quieres? —ladeó el rostro, mirándola como un cachorro pidiendo ser adoptado.
—Claro que quiero —espetó, creyendo que él estaba siendo injusto.
—¡Bien! Entonces, vayamos a conseguir buenos puestos. —Kirishima la hizo pararse de un enérgico tirón y, sin soltar su mano, la guio a un sitio alejado de toda la gente.
Una modesta baranda de madera hacía su trabajo de muralla para que nadie terminara rodando por la cuesta. Las hierbas crecían a su gusto porque no eran frecuentadas por personas. No muy lejos, podía verse la multitud reunida de frente al sitio donde iniciaría el espectáculo.
—¿Seguro que desde aquí se verán?
—Sí —aseguró con una sonrisa—. En secundaria vinimos por fin de año, Ashido encontró este lugar y pudimos ver todo perfectamente desde aquí.
—No sabía que conocías a Ashido de antes. —Alzó las cejas, y dejó deslizar una sonrisa socarrona—. Le sacaré información del pequeño Kirishima.
—No habrá nada interesante. —Curvó los labios con nostalgia.
—Un pasado oscuro para el gran Red Riot, causaría furor.
—Lo dices como si me fuera a hacer famoso...
—Después de participar en el arresto de Overhaul, te has ganado admiradores.
—¿Cómo quiénes?
—Como yo. —Le sonrió abiertamente y tan segura de sí misma que Kirishima la envidió un poquito.
No supo qué decir, porque le bastaba con que ella lo admirara de esa forma, lo llenaba de orgullo y también le formaba un nudo en la garganta porque jamás pensó que podría causar tales sentimientos en una persona.
—Kirishima, eres el más genial de todos nuestros compañeros. —Deslizó sus dedos entre la mano de él, dándole un empujoncito con la cadera para que se animara y aceptara sus palabras.
—Gracias —pronunció, sonriendo levemente y aceptando el gesto—. Seguiré dando lo mejor de mí para que nunca cambies de opinión.
—¿Y qué harás cuando te supere? —bromeó de buena gana.
—Entonces, te admiraré con más ahínco. —Apoyó el mentón en su coronilla—. Eso es lo que un verdadero hombre haría por la chica que quiere —susurró cálidamente, sin importarle que los latidos de su corazón llegaran a los oídos de ella.
(T/N) bajó la mirada, sintiéndose a gusto en los brazos de su amigo a la par que su cerebro orquestaba las palabras del joven en una sinfonía interpretada por ángeles. Que Eijiro le dijera eso no se comparaba con la mala experiencia del día pasado, porque esta vez ella sentía lo mismo de regreso.
—Kirishima, yo...
El silbido del primer fuego artificial surcó el cielo y estalló en miles de pétalos de colores, ambos se sonrieron ampliamente, maravillados por el escenario. Sin embargo, para Kirishima, algo más brillante que los fuegos artificiales eran las pupilas de (T/N), reflejando las estrellas y las luces pirotécnicas.
—¿Viste ese? —dijo con jolgorio—. Estuvo...
Fue un simple roce, escueto, de menos de un segundo; pero había podido percibir la calidez de sus labios, el cariño que le profesaba y, también, la flecha que se le había clavado en el corazón de una forma tan paradójicamente agradable que deseaba que nunca dejara de atravesar su pecho. Cuando Kirishima se separó, sintiéndose culpable por precipitarse; ella lo vio más esplendoroso de lo usual, y también más apuesto —aunque siempre lo había sido—.
Sin mediar palabras, volvieron a besarse, atraídos como dos imanes por sus polos opuestos. Esta vez se sintieron fundir en uno, en un gesto que perduraría por siempre en sus memorias.
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La primera en percatarse de sus manos asidas fue Yaoyorozu y no pudo contener un gritito de alegría, alertando a las demás chicas que esperaban emboscar a la, con suerte, nueva pareja.
—¡Por fin! —celebró Jirou, agradeciendo a cualquier ser superior por el milagro.
—Hay que pactar con el diablo para que ustedes dos dejen de ser tan lentos —dramatizó Ashido.
—Felicitaciones —dijeron Uraraka y Asui, alegres por los logros de su amiga.
—¿Qué? —Alcanzó a pronunciar (T/N), demasiado anonadada por el montón de comentarios.
—Lo que pasa es que agendamos esa cita para que Kirishima se pusiera celoso —explicó Hagakure.
—¡Y fue un éxito! —exclamaron todas.
—Ah, pero yo no estaba celoso. —Kirishima se rascó la mejilla—. Solo triste...
—Lo siento por haber aceptado —repuso la joven, culpándose un poquito por hacerlo sentir así—. Pero, Kirishima, ya me entró curiosidad.
—No te preocupes. —Él le sonrió reconfortante—. ¿Curiosidad de qué?
—¿Cómo eres celoso?
Ashido sonrió satisfecha, viendo cómo ambos se dirigían al ascensor hablando sobre los temas que tenían en común. Dejó escapar un suspiro de añoranza y felicidad, para girarse hacia sus amigas. Con ambos pulgares en alto, dijo:
—I ship it!
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Ahora que me doy cuenta, creo nunca había escrito un beso con Kirishima xD
No sé por qué, pero este OS me pareció muy dulce y divertido; espero que les haya gustado.
El próximo capítulo será para Midoriya.
Hasta eso, ¡cuídense mucho y que tengan un excelente inicio de semana!
¡Plus Ultra! >.<
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