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Cine - Todoroki Shouto

Advertencia: ¿Mucho texto? Y también spoilers sobre el nombre de héroe de Bakugou.

Espero que lo disfruten~

:-:

Trabajar en el cine, cuando era el preestreno de alguna película de All Might se convertía en una paradoja. Por un lado, amaba el ambiente festivo, los cosplays de All Might, los colores alegóricos y los platillos especiales; pero odiaba la concurrencia, las discusiones con los clientes y las palomitas de maíz pegadas al piso con refresco. Pero era esa noche en especial en la que se podía ver a algunos héroes vestidos de civiles para disfrutar de la película. Acudían a ese cine porque el personal estaba estrictamente entrenado para no perder la cabeza, ni pedir autógrafos, ni fotos. Era una especie de principio que respetaban como si fuera un mandamiento celestial.

Sin embargo, el trabajo no la había preparado para lo que ocurriría a continuación.

Después de ayudar a las personas a encontrar sus asientos, subió a la sala de reproducción para preparar la película con sus respectivos comerciales luego de que un compañero se excusara con un escueto mensaje de que estaba atrapado en el baño; y ella no necesito más explicaciones cuando recordó que le había contado sobre la hamburguesa de dudosa procedencia que se había zampado saliendo de la universidad.

A pesar de que algunos de sus compañeros habían visto ya la película, ella decidió no hacerlo porque le parecía injusto con el resto de las personas. Lo que sí sabía era que trataba sobre la batalla de Kamino, empezando con fotogramas de cómo DynaMight era secuestrado por la Liga de Villanos. Se quiso imaginar al héroe hecho una furia cuando reprodujeran esa parte, siendo que siempre había mencionado que ese hecho no era algo de lo que se sentía especialmente orgulloso; después de todo, daba comienzo al declive de All Might como Símbolo de Paz.

Esperaba con cierta expectativa la escena en la que All Might decía "Tú eres el siguiente", porque recordaba haberlo visto en vivo hacía casi diez años y sentir una indescriptible emoción porque la forma en la que lo dijo vaticinaba algo grande —y vaya que lo fue—. Suspiró con anhelo. All Might era una gran héroe y nunca tuvo la oportunidad de conocerlo, a pesar de tenerlo relativamente cerca al estar ambos en Musutafu.

La película empezó luego de cuatro cortos, las luces se atenuaron suavemente. Hubo un murmullo generalizado de emoción, pero luego se callaron.

Miraban la pantalla como si estuvieran bajo un encantamiento. Ella también se dejó absorber por los primeros minutos de la película, cuestionándose cómo era que empezaba a sentirse tan inmersa en la trama cuando estaba apenas empezando.

Las imágenes mostraban a All Might hablando con Nezu en U.A., siendo este último interpretado por el mismísimo director. Le pareció que los bordes de la pantalla se difuminaban, distorsionando la realidad. Parpadeó para despertar del estupor, percatándose de que solo habían sido ideas suyas y todo seguía igual. Miró el reloj y se preguntó por qué su compañero de trabajo no se apresuraba. Le escribió un mensaje cuestionándole si estaba bien o si necesitaba que lo llevaran al hospital, pero no obtuvo respuesta.

Vio de nuevo la hora. Ya llevaban quince minutos de película y ella necesitaba regresar a la tienda de comida para limpiar todo si no quería terminar trabajando horas extra sin paga. Se sentía más lúcida, más atenta a sus alrededores, así que se cercioró de que la cinta siguiera corriendo y de que todo estuviera en orden para regresar a su puesto de trabajo.

Le escribió a Kotaro que volvería a la tienda y que le avisara, por favor, si se sentía muy mal. Suspiró cuando ni siquiera marcó como leído el mensaje, se puso en pie y cerró la puerta suavemente. Descendió por unas escaleras en espiral alfombradas de borgoña. Las luces cálidas y las paredes de paneles de madera la hacían pensar en el Titanic, y a eso se le sumaba la decoración vintage de esa ala, donde se exponían los carteles de las películas más famosas de Hollywood. Le encantaba esa sección, pero el ala temática para los héroes era su favorita, con sus colores vivos, las figuras de colección y los objetos que se habían usado en el rodaje de alguna película.

Se saltó los últimos dos escalones, mirando en todas direcciones al no hallar a ninguno de sus compañeros. A Aiko, en las noches de preestreno, le gustaba robarse algunas palomitas de maíz y atragantarse con ellas en uno de los amplios sofás del hall principal. Se sorprendió al no encontrarla allí y disminuyó el paso hasta detenerse junto a una pared.

Todo permanecía en ominoso silencio, con el zumbido de las refrigeradoras haciendo eco en las paredes. El frío de los aires acondicionados erizó los vellos de sus brazos y un escalofrío hizo convulsionar su cuerpo, inconsciente de que contenía la respiración mientras su cerebro intentaba entender qué ocurría.

Brincó cuando su celular vibró. Lo sacó con premura y curvó una ceja cuando leyó el mensaje:

«NO SALGAS»

Otro escalofrío agitó su cuerpo y quiso responder que ya había salido, pero no pudo hacerlo porque escuchó el primer ruido de esos silenciosos minutos, que no fueron más que la calma antes de la tormenta. Inclinada hacia el pasillo, vio a un sujeto enorme con colmillos de jabalí protruyendo de sus labios, sacando el dinero de la caja registradora de la tienda principal.

Villanos.

Solo tuvo que pensar eso para marcar el número de emergencias. Sin embargo, cuando la operadora contestó y ella farfulló la dirección del cine mientras balbuceaba algo sobre villanos, soltó el celular, anonadada. Frente a ella se detuvo una mujer de apariencia surreal por cómo las luces se refractaban sobre su piel plateada, esgrimía una sonrisa maternal.

—Pero ¿qué tenemos aquí? Un ratoncito... —Agitó los dedos en el aire y sintió cómo una onda acariciaba su piel.

La onda apagó su celular y algunas luces circundantes. Imaginaba que debía tratarse de una especie de pulso electromagnético. La chica reculó un par de pasos, consciente de que la salida estaba muy lejos como para huir.

—¿Por qué no regresas a la sala y olvidas que viste todo esto? —La voz de Kotaro la despertó del pánico que empezaba a reptar por su esófago, amenazando con hacerla vomitar.

—¿Qué demonios piensas que haces? —susurró, procurando mantener la calma.

—No es nada personal —suspiró, como si estuviera lidiando con un infante—. Es solo que los preestrenos traen consigo jugosas ganancias. Como te dije, regresa.

(T/N) agitó la cabeza, dando otro paso atrás. Kotaro arrugó el entrecejo, sin comprender cómo su sugestión no estaba funcionando en ella. La joven no esperó a que la obligaran a regresar o que la tomaran como rehén o cualquier otra situación peor, se echó a correr por donde había caminado, haciendo bien en no exponerse a un área abierta cuando una onda de aire pasó por su lado y rasgó unas varitas de Harry Potter y otra partió en dos el escudo del Capitán América.

Kotaro tenía razón. Se ganaba muchísimo dinero en los preestrenos, en las entradas del cine, en la comida y en los productos exclusivos de la noche, sobre todo si se trataba de una película tan esperada como la de All Might. Sin embargo, no podía terminar de comprender como era que había decidido organizar un asalto al cine, habiendo mejores opciones. Entendía que Kotaro había conseguido ese empleo hacía dos meses, pero ¿siempre había tenido ese propósito en mente?

Logró perderlos cuando se coló en una de las salas vacías. Recordó cómo la película había intentado absorberla, y se cuestionó qué clase de kosei sería capaz de hacerlo. Según la información que había logrado recolectar, había al menos cuatro personas: Kotaro, la mujer de los pulsos electromagnéticos, el hombre con colmillos de jabalí y discos de aire, y la persona capaz de crear la sumersión en la película.

Se preguntó si la ayuda venía en camino, porque no era ninguna clase de heroína como para arriesgar el cogote de ese modo. Además, no podía ser de gran ayuda cuando estaba temblando como un chihuahua debajo de los asientos de la sala. Maldijo a Kotaro por no haber limpiado bien cuando su mano se posó sobre refresco seco y pegajoso.

Aguantó la respiración cuando las luces se encendieron y, a través de los resquicios que dejaban los asientos, divisó la figura de la mujer, caminando con garbo y una sonrisa que no auguraba nada bueno.

—No queremos lastimarte —dijo, alzando las manos mientras sus dedos se movían como si estuviera tejiendo algo.

(T/N) no respondió, prefiriendo gatear hasta poder ir a la puerta de emergencia para salir. A pesar de la adrenalina corriendo por sus venas, al punto de que su corazón martillaba contra sus costillas, procuraba no pensar en lo sucio que estaba el piso. Temblaba, pero el movimiento constante lo disimulaba muy bien. Casi se le escapó un grito cuando la pantalla se iluminó y sonó el comercial que incitaba a las personas a no encender el celular en el cine. El sonido, varios decibeles sobre el nivel normal, la aturdió, pero aprovechó para ponerse de pie y correr hacia la salida, confiando en que la otra mujer se desconcertaría por las luces claras que siempre encandilaban a los usuarios.

Quería confiar en que la villana no era tan mala como para que las cosas mundanas no la afectaran.

Chocó con un pecho duro, como una pared, que la hizo ver lucecitas por el repentino impacto. Sin embargo, cuando alzó la mirada, se encontró con un par de ojos carmesí. Sus labios formaron el nombre "Red Riot", pero no profirió ningún sonido, siendo invadida repentinamente por el alivio de encontrarse con un héroe.

—¿Estás bien?

—Sí. —Asintió—. Uhm... Controla pulsos electromagnéticos o algo así... Quizás tengan que ver con redes inalámbricas o circuitos por cómo activó de forma remota la sala de proyección.

—Es bueno saberlo. —Le sonrió, impactando un puño contra su palma—. ¿Hay heridos?

—Solo los guardias de seguridad de la entrada.

—Bien. Me gustaría que escaparas de aquí y, si puedes evacuar a alguien en el camino, sería genial.

(T/N) asintió, sin querer distraerlo más. Quería huir, como civil, eso era lo que se esperaba de ella, pero conocía lo suficientemente bien el mapa del cine como para dar con una ruta de escape efectiva y que, probablemente, Kotaro desconocía. Si se encontraba a otro héroe, quizás podría informarle para agilizar la evacuación. Lo más probable era que Red Riot estuviera con Chargebolt o Dynamight, así que se concentró en buscarlos.

Recorrió con cautela los pasillos por los que transitaba el personal, alerta sobre cualquier ruido extraño para esquivar tan pronto como le fuera posible. Sin embargo, no contó con que alguien la atajaría por la espalda y cubriría su boca. Intentó resistirse, pero cuando no cedió, prefirió quedarse inmóvil.

—Te dije que no salieras, maldita sea. —La voz de Kotaro llegó a sus oídos.

(T/N) arrugó el entrecejo y le dio un codazo en la boca del estómago, molesta.

—Pues debiste buscar una mejor excusa aparte de que tenías una diarrea capaz de levantar a los muertos.

Kotaro se alejó de ella, mesándose el cabello.

—Mira. Eres una de las pocas personas que ha sido amable conmigo en esta porquería, así que no quiero que nada malo te paso —explicó, sus ojos moviéndose de un lado a otro.

—Déjame sacar a las personas —pidió—. Solo déjame hacer eso y yo no diré nada.

Kotaro suspiró y luego asintió suavemente. (T/N) curvó los labios, procurando no pensar demasiado en la forma en la que la veía. Era cierto que habían trabado una especie de amistad de trabajo esas últimas semanas, pero eso no implicaba nada más.

Procuró mantener la calma cuando él le dijo que la guiaría hasta la sala más cercana.

Una vez estuvieron adentro, se fijó en cómo las personas lucían completamente abstraídas en las imágenes de la pantalla, conectados a una realidad que no era esa. Kotaro se las apañó para detener la película, rompiendo el encantamiento mientras las personas se veían, confundidas y con los ojos desorbitados.

—Guarden la calma —pidió (T/N) al notar cómo algunos empezaban a hiperventilar—. Necesito que evacúen por esta puerta en completo silencio, ¿de acuerdo?

Algunos murmullos se extendieron por toda la sala, pero la chica respiró con alivio cuando nadie cuestionó de más e hicieron lo que les pidió. Repitió la misma operación en dos salas más, todo ese tiempo sin apartar los ojos de la colaboración anticlimática de Kotaro.

Todo cobró un peculiar sentido cuando, luego de evacuar a una pareja de ancianos, la temperatura de la sala descendió al punto de hacerle castañear los dientes. Un ligero vaho se escapaba de los labios de Kotaro. Un haz de luz surgió por la entrada principal, y (T/N) se petrificó cuando observó al héroe que entraba. No era ni Dynamight ni Chargebolt como había deducido, sino que se trataba de Shouto, quien tenía la respiración levemente agitada y un corte en la mejilla.

Kotaro le dirigió una sonrisa triunfal y se giró hacia el héroe.

—¡Ella está con los villanos! Le pedí que me permitiera evacuar a los civiles porque no podría permitir que algo más les pasara.

—¿Qué? No, yo no... —Le tembló la mandíbula, pero cuadró los hombros—. Son al menos cuatro de ellos.

—Y eso sirve como más prueba —puntualizó él.

Shouto pasó su mirada de uno a la otra, sintiéndose mareado, como si sus palabras apenas llegaron a sus oídos. Cosa que no tenía sentido porque el otro villano al que enfrentó no había drenado de ese modo sus energías. Según entendía de la situación, el chico era otro rehén; así que solo tenía que detener a la muchacha para acabar con esa misión y poder regresar a dormir. Odió un poco haber sonado como Aizawa, pero lo cierto era que llevaba unos cuantos días con un insomnio de conciliación terrible, precisamente después de que no pudiera rescatar a unas personas de morir aplastadas luego de un terremoto en otro país. Se le revolvió el estómago por las reminiscencias y por cómo la habitación daba vueltas.

Si la derrotaba, podría ir a descansar. Quizás le pediría a un médico algún somnífero.

(T/N) no podía ver nada a través de los ojos obnubilados del héroe, casi como si hubiera perdido la voluntad bajo los efectos del kosei de Puppeteer. Quiso gritar cuando el héroe dirigió un muro de hielo en su dirección sin afán de lastimarla, pero prefirió gastar energías esquivando el ataque. El héroe gruñó algo, pero ella consiguió volver a evadir sus ataques con más facilidad de la que hubiera esperado al tratarse de un héroe de su calibre.

Repasó las hojas de vida de sus compañeros, recordando que el kosei de Kotaro era la sugestión, algo parecido al kosei de Shinsou Hitoshi, que doblegaba la voluntad, pero no tan eficaz. Podía intentar hacer algo con eso.

Shouto era alto y mucho más grande que ella, pero si lo embestía en el sitio propicio, seguro podría tumbarlo, siendo el golpe lo suficientemente fuerte como para hacerlo recobrar el sentido. Por su parte, Shouto no entendía por qué la chica corría directo hacia él, ni siquiera se molestó en esquivarla cuando lo atajó por la cintura.

—Mierda, ¿por qué no te caes?

Kotaro se echó a reír, pero se calló cuando (T/N) consiguió tumbar a Shouto luego de propinarle un rodillazo en la entrepierna. Cayó fuera de su rango y maldijo suavemente, creyendo que lo mejor sería huir de ahí.

A Shouto todo le dio vueltas. No fue consciente de lo que ocurría hasta que sintió un par de cachetadas suaves en las mejillas.

—¿Estás bien? Creo que te golpeaste con uno de los apoyabrazos. —Le metió los dedos por el cabello para comprobar si había sangre y suspiró con alivio—. Dime que ya volviste en ti mismo.

—Yo... —Shouto gruñó, sentía las sienes palpitarle—. Siento que la cabeza me va a estallar. Pero, más importante, ¿qué pasó?

—Kotaro puede doblegar voluntades —dijo sin más, quitándose de encima de él—. Uhm... ¿Quizás estás muy cansado y por eso te afectó así?

—... —Shouto no comentó nada y entornó los ojos—. ¿Qué razones tienes para que confíe en ti? Su kosei también debería haberte afectado.

—Ah... Es que mi kosei repele otros.

—Muy conveniente.

—Si no me crees, puedes intentarlo con tu fuego.

Extendió la mano, esperando que su teoría fuera correcta. Shouto no miró su mano, sino sus ojos y asintió levemente. Se puso de rodillas y colocó la palma derecha sobre el suelo. (T/N) observó, maravillada, cómo una pátina de hielo se extendía por toda la superficie.

—Te tengo —susurró, victorioso, y se paró para ir tras Kotaro—. Tú sal de aquí.

(T/N) asintió, entendiendo por qué la temperatura había bajado antes de que Shouto entrara a la sala. Debía tratarse de alguna técnica de reconocimiento, lo que le pareció espectacular. Aun así, el pecho le pinchaba cada vez que se inquiría si estaría bien por su cuenta, considerando el deplorable estado mental en el que se hallaba.

Era un héroe. Era su profesión. Y quiso confiar en eso. Sin embargo, antes de poder dejar el edificio por la escalera de incendios, vio a una niña que lloraba desconsoladamente. Dudó, pero al final se decantó por regresar sobre sus pasos para tomarla de la mano. La niña hipó, sin entender nada.

—¿Dónde están tus padres?

—Me solté de la mano de mi hermano mayor —sollozó y la chica se arrodilló frente a ella para tranquilizarla—. Todos se fueron, pero yo...

Fue allí donde (T/N) notó que los pies de la niña estaban fusionados con el suelo. Probablemente se trataba de algún kosei similar al de Awase, que era capaz de fusionar los átomos de objetos inanimados. Encontró fascinante que ella pudiera hacerlo con material orgánico, pero prefirió no distraerse.

—¿Sabes cómo activarlo?

La niña meneó la cabeza:

—He estado yendo a terapia, pero aún no...

—Necesito que lo actives en mi mano.

—Pe-pero vas a quedar atrapada también...

—¡No te preocupes! —aseguró con una sonrisa temblorosa, viendo en todas direcciones, esperando que no emergiera ningún otro villano—. Confía en mí.

La niña se sorbió la nariz y asintió, dejando que las moléculas se fundieran y sorprendiéndose cuando la chica tiró de su pie. Su sandalia quedó adosada al piso, pero al menos ya podía moverse. (T/N) asió su mano y la dirigió a la salida; sin embargo, cuando ella estaba por marcharser, la puerta de la sala 8 salió despedida por los aires mientras esquirlas de hielo permanecían suspendidas en la estancia. Vio a Shouto cubriéndose los ojos mientras Kotaro caminaba a su alrededor como una hiena, profiriendo palabras que no dilucidaba.

Él era un héroe y ella una simple trabajadora en un cine, pero eso no impidió que fuera corriendo hacia Kotaro para tumbarlo, tal y como había intentado hacerlo con el héroe hacía unos minutos. Logró tirarlo al suelo y empezaron a forcejear el uno con el otro.

—¿Por qué no funciona mi kosei contigo? —masculló, protegiéndose la cara de los golpes que ella le propinaba sin siquiera estar segura de lo que hacía.

Shouto no quería revivir sus pesadillas. Sabía que, como héroe, no podía salvar a todo el mundo, pero aun así era algo que quería obligarse a hacer para superarse a sí mismo, para ahorrarse el trauma que generaba ver a alguien morir en sus manos. Era aterrador sentir una muñeca sin pulso, una boca sin aliento. Y odiaba que ese sujeto jugara con sus emociones, que lo leyera tan fácilmente y hurgara en su mente como si la violara.

El hielo emergió de sus dedos, atravesó el suelo y se envolvió alrededor de Kotaro, asegurándose de amordazarlo sin importarle que pudiera quemarlo. (T/N) se alejó del hombre, sacudiéndose la escarcha impregnada en sus brazos desnudos. Lo miró como lo hubiera hecho Yaoyorozu o Uraraka o cualquiera de sus amigas en U.A. y dijo:

—¿Estás bien?

Todoroki quiso reírse, pero solo asintió una vez.

—Debería ser yo quien pregunte eso.

(T/N) sí soltó una carcajada breve, aunque él notó su nerviosismo. La chica se puso en pie, haciendo cálculos, mientras Shouto por fin se calmaba y decidía que era mejor ponerse en marcha. Habían detenido a todos los villanos, solo faltaba hacer un informe y podía irse a descansar.

—Vamos. —La invitó con un ademán de la mano, pero algo llamó su atención: Un trío de cabezas que le llegaban a la cadera y jugueteaban entre ellos: una roja y dos blancas. Escuchó los gritos de su madre, el chillido de la tetera, sus disculpas, su propio llanto. Una arcada agitó todo su cuerpo, siendo atosigado por todo aquello que ya había perdonado.

(T/N) notó su mirada de consternación, su respiración agitada y el fuego cimbrando en sus nudillos. Si era sincera, Shouto era de sus héroes favoritos por la amabilidad que se leía en sus gestos desinteresados, además de que era diligente y responsable. Le sorprendía hallarlo en un estado mental tan deplorable, pero más que sentir rechazo, quiso ayudarlo. Como dijo Uravity alguna vez, cuando los héroes necesitaban que los salvaran, ¿quiénes lo hacían?

Corrió hacia la caja de emergencia en caso de incendios y sacó el extintor. En teoría, sabía usar uno, pero jamás lo había hecho. Sin embargo, no halló la necesidad de activarlo cuando se percató de la sombra que se cernía sobre Shouto, susurrándole al oído.

Shouto parpadeó, siendo transportado de su primer enfrentamiento contra Dabi a la sala del cine. El mundo le dio vueltas unos segundos, pero recobró la consciencia cuando la chica dijo mientras sostenía un extintor y un individuo yacía inconsciente en el suelo:

—¡Te dije que eran cuatro!

Todoroki curvó una ceja y recordó que había sido su estamento de defensa cuando la encontró por primera vez. Deslizó una sonrisa sutil, de esas que lo caracterizaban y pronunció:

—Lo siento. No estoy bien.

—Está bien. —Parpadeó, procurando disimular el rubor en sus mejillas—. Vayamos afuera o, bueno, tú encárgate de ambos y yo iré afuera. Quiero salir de aquí.

—Serías una gran heroína.

—Nop —negó—. Las cosas físicas no son mi fuerte.

Shouto la observó marcharse, admirado por sus acciones rápidas a pesar de que la veía temblar como una maraca. Le causó curiosidad, pero prefirió no distraerse más y se echó a los hombros ambos villanos, que solo se quejaron por el cambio abrupto de posición.

Afuera se encontró con Red Riot hablando con Tsukauchi sobre los acontecimientos, los otros dos villanos en la parte trasera de una patrulla. Los paramédicos hacían un chequeo general de los signos vitales y el estado de consciencia de cada uno de los usuarios del cine. No la encontró por mucho que sondeó el área, quizás demasiado deslumbrado por sus desagradables reminiscencias y por las luces rojas y azules. Vio a Midoriya abriéndose paso por la multitud con el ceño fruncido y Todoroki quiso darse media vuelta y regresar adentro.

—No huyas —dijo, atajándolo del brazo—. ¿Qué haces aquí cuando se supone que debería ser yo el que esté haciendo esta misión? No te encontré en el cambio de turno y ya llevas como una semana haciéndome esto.

—Lo siento, es solo que...

—Odio hacer esto, pero sabes que soy tu superior, ¿verdad?

Todoroki lo miró, impertérrito, y Midoriya entornó los ojos, sin poderse creer que su mejor amigo lo estuviera retando tan descaradamente.

—Te voy a dar unas vacaciones.

—Esperaba una suspensión...

—No te voy a suspender —repuso, sonriendo un poco—. Necesito que descanses.

—... —Shouto suspiró, pero asintió—. Tienes razón, creo que lo necesito. También debería apuntarme a las terapias que la psicóloga de la agencia se la pasa ofreciéndome.

—Eso suena genial. —Sonrió más abiertamente, satisfecho—. Y aparta mi siguiente día libre porque vamos a venir a ver la película de All Might.

Todoroki imitó su gesto con mesura, dirigiéndose hacia Tsukauchi para explicar su lado de los eventos. No censuró la asistencia que había recibido de la misteriosa chica, descubriendo varios testimonios que afirmaban que ella los había ayudado a salir del edificio. Todos estaban ilesos y Todoroki solo pudo sentirse más intrigado por la joven, quizás arrepintiéndose por no haberle preguntado su nombre directamente. Por supuesto, podía recurrir a buscar la lista de empleados, pero sentía que eso perdía gran parte del enigma que representaba.

Cuando regresó a casa esa madrugada, por fin pudo dormir sin pesadillas, aunque eso no lo libró de los sueños que tuvo con la chica del cine, cada vez reparando más en que, de no ser por ella, hubiera fallado de nuevo. Estaba agradecido como no lo había estado en muchísimo tiempo y eso hacía que su pecho ardiera suavemente, con la esperanza de reencontrarse.

Tal y como se lo prometió, acompañó a Midoriya al cine. Se quejó un poco sobre lo mal que le sentaba no haber podido acudir al preestreno —pese a los desafortunados eventos—ni al estreno, pero estaba más que emocionado por las buenas críticas que había recibido la película. A veces, Shouto se cuestionaba si su amigo era un HeroTuber en secreto.

Lo escuchaba conversar, pero sus ojos estaban distraídos en buscar a la chica que lo había salvado, porque para ese entonces ya había llegado a semejante conclusión. Pero no la encontró en la boletería ni en la tienda de comida ni en los alrededores. Quizás era su día libre, y eso lo decepcionaba un poco.

Izuku, que había estado observándolo, no solo ese día sino por toda una semana, hundió un dedo en sus costillas.

—Mira, allí está.

Shouto curvó una ceja, alzando la mirada para encontrarse con la muchacha que recibía las entradas y permitía el paso a las salas.

—¿Fui tan obvio?

—Busca consuelo en que soy muy perceptivo.

Midoriya rio un poco cuando lo vio alisarse la ropa, y prefirió dar él el primer paso al notar su reticencia. Todoroki lo siguió por inercia, incapaz de prorrogar más su inminente encuentro. Shouto no era del tipo de personas que se fijaba demasiado en el físico, pero se sorprendió al hallar que era más bonita de lo que recordaba. Apreció la armonía de sus facciones y se fijó por más tiempo del debido en la curva deferente de sus labios.

—Buenas noches. —La chica los saludó como al resto de personas, aunque Midoriya supo que los reconoció, pisó suavemente el pie de su amigo.

—Hola —saludó Shouto, devolviéndole la pisada.

—Es bueno verte. Espero que estés mejor. —Ella le sonrió, aceptando los boletos que le pasaba Midoriya.

—Sí... Gracias.

—No hay de qué. Disfruten de la función.

Midoriya observó a Todoroki, incrédulo. Quería halarlo por la oreja y obligarlo a hablar como una persona normal, pero no pudo hacerlo porque entendía muy bien cómo se sentía. No lo culpaba por estar nervioso, aunque lo frustraba rememorar todas las conversaciones en las que Todoroki repetía como un muñeco de cuerda averiado el impacto que dejó ella en él.

Shouto se detuvo luego de un par de pasos y giró el cuerpo, tocando su hombro para llamar su atención.

—Disculpa, ¿cómo te llamas?

—(T/N). —Le mostró el gafete que ponía su nombre para facilitarle la pronunciación.

—(T/N) —repitió su nombre como si estuviera saboreándolo y curvó los labios cuando notó el rubor espolvoreado sobre sus mejillas—. ¿Estás libre luego de que termine la película?

—Pues... —Parpadeó, señalando un reloj colgado de la pared de forma enfática—. Será como la una de la mañana para ese entonces y estaré muerta hasta el cansancio —explicó, para luego procesar sus palabras y comprender lo que decía entre líneas. Agitó la cabeza con frenesí y agregó—: ¡Aunque me sentaría muy bien algo de compañía de regreso a casa!

—De acuerdo. Vendré por ti.

Ella asintió, armándose repentinamente con una sonrisa que no la abandonó en toda la jornada. Sus compañeros le preguntaron si había ocurrido algo, pero quiso guardarse la dicha para sí misma, así que solo negó con deferencia. Se apresuró a hacer todas su labores para estar libre en cuanto dejaran las salas. Agradeció que, al menos, no estaba en el turno para limpiar las salas posfunción.

Se lavó la cara en el baño del vestidor de los trabajadores y se alisó la ropa cientos de veces, maldiciendo su elección de un pantalón desgastado y un suéter de color anodino un par de tallas más grandes. Sin embargo, el plan había sido salir del cine e ir directo a su casa, no junto a un héroe que, pese a que aún no descubría los ínfimos cambios de su expresión, le dio a entender que estaba interesado en ella. No importaba la razón.

Intentó arreglarse el cabello, en vano, y salió resignada. La estaban esperando a la entrada del teatro. Deku y Shouto conversaban con distintos grados de entusiasmo, siendo el primero el más emocionado hasta que sus ojos se fijaron en la chica. Le sonrió y agitó la mano, dijo un par de palabras a su amigo y volvió a agitar la mano en su dirección para luego darse media vuelta y marcharse.

Cuando Todoroki ladeó el rostro para mirarla, no pudo leer bien su expresión. En vez de desanimarse, se propuso a descifrar cuanto pudiera de su personalidad en los pocos minutos que estarían juntos. Después de todo, la idea de estar en ese momento a su lado la emocionaba sobremanera. Quizás podría obtener su autógrafo y eso aseguraba que lo que restaba del año sería genial. Cuando sacó "buena suerte" en año nuevo no pensó que llegaría hasta ese extremo.

—¿Por dónde vives? —cuestionó Todoroki, hallando fascinante, de un modo extraño, la naturalidad de su atuendo.

—A unos quince minutos de aquí en un complejo de departamentos —explicó y luego lo miró con suspicacia—. Aunque no es apropiado decirle eso a un completo desconocido, sea héroe o no.

—No, no es sensato —cedió Todoroki y curvó los labios—, pero no tengo motivos ulteriores.

Ella le sonrió, adelantándose para indicar el camino. Todoroki no tardó en colocarse a su lado. Si bien había mostrado interés por ella esos últimos días, rememorando cómo había mantenido la racionalidad pese a la situación, no hubiera pensado jamás en invitarla a salir —aunque no estaba seguro de si eso contaba— de no ser por los comentarios de Kaminari. Y, luego, pensó que podría ser una buena idea cuando Iida y Momo apoyaron la moción. También le preguntó a Midoriya, quien, aunque dubitativo al inicio, lo alentó a darse una oportunidad si le interesaba.

Ver a una chica bajo otra luz que no fuera la de su madre, su hermana, o una amiga del trabajo, se le hizo más difícil, aunque le pareció interesante la miríada de nuevas emociones que despertaba en él. Todas destinadas a simplemente querer conocerla mejor, a forjar lazos de confianza hasta poder cerciorarse de que le gustaba.

—¿Ocurre algo? —preguntó ella—. Has estado mirándome todo este tiempo sin decir nada.

—No. Solo pensaba —negó cortésmente—. Me preguntaba si solo trabajas en el cine.

—Es solo a medio tiempo. La paga es buena y el horario es opcional.

—¿Escoges siempre estar en las funciones nocturnas?

—Pagan extra, y a casi nadie le gusta, así que aprovecho la oportunidad —explicó, imaginando con satisfacción el recargo sumándose a los dígitos del saldo en su cuenta—. Y estudio en la universidad local.

—¿Qué estudias?

—Apoyo de héroes con mención en investigación y planificación. Suena muy genial cuando lo digo.

—Eso lo explica...

—¿Qué cosa?

—Tu sosiego de aquel día —dijo, frotándose la barbilla en un gesto que se le había pegado de Midoriya.

—¿Eh? No. Estaba muy asustada. —Negó con la manos—. El miedo latente de todo civil es verse inmiscuido en un ataque de villanos... Pero tenía que evacuar a todos porque es mi trabajo y porque no quería que ningún inocente saliera lastimado. Aunque... —carraspeó, nerviosa—. Noté que tú no estabas bien. Uhm... ¿Tiene que ver con el caso en India donde hubo una réplica del terremoto casi con la misma intensidad? Por supuesto, si no quieres hablar sobre ello, lo entiendo. Es solo que parecías realmente disperso y...

—Cometí muchos errores. —Asintió Shouto.

—No quise decirlo de ese modo —atajó, avergonzada—. Como dijo Uravity, no son máquinas.

—Y aun así no debí haber ido en mi condición. Ni siquiera culpo a Midoriya por haber estado tan molesto. Pero, respondiendo a tu pregunta, sí. Mi desempeño se vio afectado por el insomnio y el cansancio crónico que me provocó ese incidente. Y agradezco que hayas estado ahí. No exagero cuando digo que salvaste mi vida.

—Creo que sí lo haces —susurró, azorada por lo sincero que resultaba ser el héroe.

—Podrías ser una heroína —insistió.

—Nunca fue mi sueño. Odiaría preocupar a mis padres y el horario de trabajo es horrible.

—¿Sí? —Todoroki apenas curvó las comisuras de los labios—. Yo diría que es más extenuante tu horario de trabajo actual.

—Touché. —Rio suavemente, sin poderse creer que Todoroki Shouto hubiera bromeado con ella. Quizás si moría en ese instante, podría hacerlo en paz—. ¡Por cierto! No salió en las noticias, pero me gustaría saber la naturaleza de los koseis de todos. Entiendo en parte el de Kotaro, el de la chica y el del sujeto jabalí, pero el cuarto... Supongo que debe ser algún tipo de sugestión como Kotaro.

—Podía crear ilusiones, siendo estas más certeras dependiendo del estado mental de la otra persona.

—Eso explica mucho. —Asintió, pensativa—. ¿Pero ya te encuentras mejor?

—Sí. Aún es difícil aceptar lo que ocurrió y lo impotente que eso me hace sentir, pero sé que estaré bien. —La observó sentidamente y ella desvió la mirada, abochornada.

—Me alegra... —musitó, jugando con las tiras de la capucha del suéter para luego señalar el complejo de apartamentos oscuro y con la pintura descascarada—. Aquí vivo.

—Como diría Tokoyami, luce como la morada de almas en pena.

Lo dijo muy serio, lo que la hizo reír, divertida, hasta tener que cubrirse los labios para no lucir tan grosera.

—¿Por qué te tapas la boca? —cuestionó, inmutable—. Tu risa suena bien.

(T/N) se encendió como un fósforo y se cubrió un poco más el rostro hasta calmarse. Todoroki esperó pacientemente, no muy seguro de por qué actuaba así, pero hallando reconfortante saber que era capaz de generar semejante reacción en ella.

—No está embrujado —aclaró—. O al menos nunca estoy lo suficientemente descansada como para darme cuenta de ello. Como sea... —Hizo tripas corazón y se apresuró a decir—. Ya que estamos aquí...

—¿Me vas a invitar a pasar? —Todoroki arrugó el entrecejo, dando un paso para atrás.

—¡¿Eh?! ¡No! ¿Cómo crees? —chilló, enrojeciendo más—. Solo quería pedirte un autógrafo para poder seguir con mi vida sin desperdiciar la única oportunidad de toda mi existencia para conocerte. Mi suerte apesta y nunca puedo ganar pases para tus eventos públicos...

—Ah. —Shouto parpadeó, llevándose la mano al bolsillo—. Pero esta no va a ser tu única oportunidad de verme. A menos que quieras lo contrario, lo que entenderé y...

—Espera, ¿qué?

—Yo... —Shouto suspiró, sin poderse creer lo mucho que le costaba hallar las palabras adecuadas—. Quería pedirte tu número para permanecer en contacto.

—La idea me entusiasma, pero no entiendo por qué arriesgarías darle tu número a una completa desconocida que podría poner en riesgo tu privacidad. No tiene sentido.

—Es porque eres genial —dijo, encogiéndose de hombros—. Quisiera conocerte mejor por ello. Dejaste una fuerte impresión en mí.

—No hice nada como para...

—Eso dices tú, y no me cansaré de refutártelo —replicó, muy serio.

(T/N) suspiró, sin estar segura de si aprovechar la oportunidad o ser un poco más racional. Había muchas ventajas de tener el contacto de Todoroki, así que se limitó a asentir, y le pareció que él suspiró, aliviado.

—Bien —Todoroki anotó el número que ella le dictaba—, la siguiente vez que nos veamos, te firmaré todo lo que quieras.

(T/N), quien intentaba mostrarse hierática y un poco suspicaz, esgrimió una sonrisa y profirió una leve carcajada.

Y Todoroki, ni siquiera con el transcurso de los años, se cansaría de ese momento mágico en el que se percataba de que era él el causante del sonido que aprendería a amar.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Yo solo quería escribir algo de acción y salió esto xD Hubo un punto en el que temí prolongarme demasiado y terminar escribiendo algo como una historia corta, pero pude detenerme; aunque me quedé con ganas de ahondar un poco más.

Al menos conseguí no romper con parte de mi tradición anual jaja Iba a escribir algo con Natsuo sobre un evento que me ocurrió en el hospital, pero no me dio tiempo y se quedó ahí a medias. Para colmo, hoy estoy de turno en el hospital, así que tampoco puedo terminarlo. Quizás lo haga en estos días para no quedarme con las ganas jajaja

Tampoco alcancé a avanzar lo suficiente en la historia de Bakugou para publicarla hoy. Me hice una madeja de lana enredada con la trama jajajaja

Ya tengo un cuarto de siglo y me emociona pensar qué me tiene el futuro preparado >.<

Y, bueno, supongo que podría decir que el siguiente OS es de Natsuo, así que espérenlo.

Pórtense bien y cuídense mucho.

¡Plus Ultra! >.<

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