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Chimenea - Toshinori Yagi

A Toshinori aún le costaba creer que tuviera esa oportunidad después de tanto tiempo, cuando ya se había dado por vencido en muchas cosas. Y cada vez que rememoraba cómo ella había decidido entrar en su vida, como un bólido, sentía en su pecho una calidez inconmensurable, había roto un sinfín de muros que ni siquiera él sabía que tenía.

Tampoco sabía que necesitaba unas vacaciones hasta que ella lo arrastró a una cabaña en Hokkaido, asegurándose de que todos sus estudiantes le dijeran que iban a estar bien en su ausencia. Así que se pasaban los días charlando, leyendo, jugando con nieve y cocinando juntos.

Y le gustaba. Nunca había sentido una paz igual para sí mismo, lo cual le parecía paradójico siendo él el anterior Símbolo de Paz.

Entrada la noche, con el tenue silbido de la ventisca afuera, estaba untando mermelada en unas tostadas. No era mucho, porque tampoco era como si él pudiera comer banquetes, pero estaba bien como un tentempié nocturno. Preparó el té de manzanilla que Yaoyorozu le había recomendado, teniendo en consideración sus muchos problemas de salud.

Disponía todo sobre una bandeja cuando su pareja bajó por las escaleras, arrebujada en su suéter mientras castañeaba los dientes. Se sentó junto a la chimenea, desplomándose en la alfombra mientras se resentía porque el piso estaba helado.

—¿Estás bien? —preguntó Toshinori mientras dejaba la bandeja en una mesa baja y la halaba para que estuviera cerca de ellos.

—Nunca se me da bien el frío... —murmuró, enfurruñada, pero se llevó una tostada a la boca.

—Fue tu idea venir aquí. —Rio él entre dientes mientras atizaba el fuego.

—Bueno, sabes que no tengo ideas brillantes. —Se encogió de hombros—. Solo busqué un sitio en el que nada te pudiera distraer. Una mujer, de vez en cuando, tiene derecho de monopolizar la atención de su novio. Eres un trabajólico sin remedio, así que tuve que sacrificar mi tolerancia al frío. Fue un trato justo, si me lo preguntas.

—Entonces... ¿Esto es un secuestro? —bromeó Yagi.

—¿Eh? No es secuestro si es por amor. —Ella alzó una ceja de forma sugerente.

—Eso es algo que diría un villano. —Se rio él con más ganas y se inclinó un poco hacia ella—. Pero gracias. No recuerdo cuando fue la última vez que estuve así de tranquilo, aunque me sienta un poco mal pensar que allá todavía hay villanos y civiles y...

—Toshi, sé que es duro, pero no pienses en eso; los pensamientos intrusivos no son buenos. Además, tus estudiantes todos son muy geniales y se esfuerzan en su trabajo. ¡Creo que veinte de ellos sí hacen un All Might! Te lo han demostrado decenas de veces.

—Son buenos chicos, ¿no? —Toshinori sonrió con orgullo y extendió la mano para acunar una de ella—. Imagino que los planes para hoy y mañana son quedarse aquí.

—Pues sí. No quieres que me congele, ¿o sí?

—Jamás. —Él le sonrió con afecto.

Yagi tomó una tostada y se la comió despacio. Agradecía que ella, tan brillante como era, se hubiera fijado en él, no porque era All Might, sino por ser simplemente él, a veces demasiado amable, a veces demasiado correcto, a veces demasiado inseguro. La amaba y en ocasiones lo asustaba que algún psicópata pudiera usar eso en su contra porque era la primera vez que podía permitirse que unos sentimientos de esa magnitud se arraigaran en su corazón. Era la primera vez que estaba en una relación seria.

Había salido con otras mujeres antes, en sus años de juventud, pero nada serio, nada que pudiera comprometerlo y, más importante, que pudiera terminar lastimando a alguien. Y no sabía qué la hacía a ella diferente, con su habilidad para tenerlo danzando en la palma de sus manos, de querer ser bañado en su atención y cariño.

Toshinori despertó de sus cavilaciones cuando la mujer, unos cuantos años más joven que él, depositó un beso en su mejilla.

—¿En qué piensas? Parecías hipnotizado por las brasas.

—En... —Toshinori se ruborizó al percatarse de la intensidad con la que lo miraba, como si fuera capaz de eclipsar al mundo, a su alter ego—. En ti...

—¿Eh? —Ella apartó la mirada, sonrojada a tal punto que se llevó los dedos fríos a los cachetes para controlarlo—. Hay veces en los que haces que me olvide de que eres mayor que yo, y otras veces se nota toda la experiencia que tienes...

—¿Qué significa eso? —Toshinori se hizo el desentendido, pero una suave sonrisa sugerente surcó sus labios.

Ella desvió la mirada, pero dejó que una sonrisa se esbozara en sus labios al cabo de unos segundos. Tomó una de las tazas de té y se apresuró a tomársela porque se había enfriado más rápido de lo que había estimado al inicio.

—¡Deberíamos ver algunas películas! Vi que metiste unas en tu equipaje.

—Quizás no sean de tu agrado... —Toshinori también se terminó su té y otra tostada, sintiendo que ya estaba lleno.

—Sé que estás tan obsesionado con los héroes como Midoriya, así que me hago una idea de qué serán.

—Soy demasiado predecible. —Rio él entre dientes—. Aunque hay de otros temas también.

—No eres predecible, eres genial. Es bueno conservar los gustos a pesar de lo que los demás digan. Además, ¡quiero conocer todo de ti, Toshi! Desde tu películas favorita, hasta esas obras que son tus guilty pleasures.

Ella se puso en pie con energías renovadas y recogió todo para dejarlo en la cocina. Luego, haló a Toshinori para que se parara, sin importarle que era mucho más grande que ella y tuvo que maniobrar para compensar el peso.

—Tus manos siguen frías. —Toshinori las envolvió con las de él y las balanceó apenas.

—Debe ser culpa de mi kosei. —Ella se encogió de hombros—. ¡Pero me dan la excusa perfecta para estar cerca de ti!

—Sabes que no necesitas excusas para eso.

Ella le sonrió y lo abrazó, sin disimular que había inhalado su aroma tanto como pudo. Alzó la mirada cuando Yagi llamó su nombre y dejó caer los párpados para disfrutar del beso, cálido, increíblemente tierno. Enredó los dedos entre su cabello y se permitió agregarle un poco de vehemencia, poniéndose tan de puntitas como podía para que Toshinori no se tuviera que doblar demasiado.

—Te amo —susurró ella contra su boca, queriendo encapsular el secreto en el espacio entre sus labios.

A Toshinori se le estrujó el corazón por la dicha, así que la apretujó un poco más entre sus brazos y sonrió con la certeza de que podrían atesorar esos sentimientos por el resto de sus vidas.

—Yo también te amo.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Quedó cortito, pero bonito xD Tenía años sin escribirle algo a Toshinori porque me cuesta escribirlo, aunque con los últimos capítulos del manga, donde siento que se ha ahondado un poco más en su personaje, me resultó más sencillo.

Nos leemos pronto, cuando termine de escribir el siguiente OS.

¡Plus Ultra! >.<

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