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Ballet - Midoriya Izuku

Se supone que esto era el especial de Halloween. Aun así, espero que lo disfruten.

De las opiniones que pedí, la gran mayoría estuvo de acuerdo con 'Midoriya fantasma'. Lo cavilé mucho y este es el resultado final, después de unos tres intentos por escribir otras cosas xD.

:-:

La academia para héroes U.A. realizaba voluntariados cuando llegaba cierto día del año, todo ello bajo la excusa de que todos sus alumnos debían ser altruistas si querían ayudar a la sociedad al matricularse en una escuela de tanta reputación. Así que allí estaba toda la clase 3-A reunida entre retazos de telas de distintos colores.

Las chicas, con ayuda de Koda, Aoyama y Shoji —siendo Shoji el más productivo por su número de extremidades—, se las habían ingeniado para diseñar los trajes de cada estudiante del salón. Con mucho orgullo, podían decir que había quedado genial, y cómo no cuando Momo planificó cada detalle tan minuciosamente, mientras (T/N) hacía de asistente como fuente inagotable de ideas.

—Creo que todos los chicos se verán apuestos una vez se prueben sus trajes —comentó Jiro de forma confidencial a (T/N).

—Bueno, hay unos cuantos que van más al estilo adorable. —Asintió con una sonrisa satisfecha—. Y luego está el de Bakugou.

—Exacto —puntualizó Uraraka al escucharlas hablando—. King Explosion Murder... No sé qué estabas pensando, (T/N)-chan.

—Tú solo quieres ver arder el mundo, kero —expresó Tsuyu, rascándose la mejilla.

—¡Será divertido! Miren, ya llegaron todos.

Ashido, Momo y Hagakure habían ido a buscar a los chicos. Habían mantenido en confidencialidad el motivo de los trajes y hasta se habían ocultado entre ellos sus diseños.

—Parece que un tornado pasó por aquí —dijo Kirishima, encabezando el grupo.

—Tenemos planeado arreglarlo pronto —explicó Ashido, queriendo obviar la parte más tediosa de todo el trabajo.

Cada uno fue llamado y recogieron sus trajes. Parecían contentos por las elecciones de sus compañeras. Bakugou veía con especial cariño la máscara terrorífica que le habían diseñado a su traje de vengador fantasma. Sin embargo, (T/N) quería ver la reacción de cierto futuro Símbolo de Paz que no salía del vestidor improvisado que habían hecho.

—Izuku —cantó su nombre, a la par que el joven adentro sentía las mejillas arderle.

—N-no voy a salir así. Se supone que es Halloween, no algún tipo de fiesta de disfraces.

—Darás miedo.

—Soy todo menos eso. —El muchacho corrió la cortina, los cachetes ruborizados.

—Te ves adorable. —Rio (T/N), instándolo a dejar la seguridad del cambiador—. Lo diseñé yo misma.

—Lo supuse —atajó, un poquito exasperado—. Aunque el detalle de All Might me gusta.

—Sabía que lo haría. —Sonrió con suficiencia.

Midoriya hizo un puchero, pasando a su lado cuando varios le pidieron enseñarle su traje. Lucía una capa blanca parcheada con retazos de tela que formaban distintas figuras, la capucha tenía un rostro macabro y portaba una guadaña de cartón en la mano. No daba miedo, pero debían admitir que el atuendo de fantasma le quedaba a la perfección al muchacho.

Casi sobre el tiempo, las chicas se dividieron a los muchachos para arreglarles el cabello como toque final a sus disfraces. Les alegraba ver que todos estaban conformes.

A (T/N) le tocó arreglar el cabello de Todoroki por último. Lo primero que notó fue que su cabello estaba dividido perfectamente a la mitad en distintos colores, lo siguiente que descubrió fue su suavidad, luego lo delgado que era, y, por último y para su sorpresa, el agradable aroma a champú de bebé. Se rio enternecida.

—¿Ocurre algo?

—No pensé que uno de los chicos más prometedores usara champú para niños.

—Fuyumi dice que otro podría ser más abrasivo...

—Ya veo. —Rio de nueva cuenta, notando los ojos de Midoriya clavados cual taladros en la espalda mientras Uraraka lo arreglaba.

Peinó el cabello lacio hacia un lado, cerciorándose de que se viera lo más vampiresco posible para acompañar su atuendo victoriano. Se veía apuesto y sabía que las niñas enloquecerían un poco; si Todoroki se tomaba en serio su papel, probablemente la velada sería un éxito.

—Deku-kun, no te muevas —pidió Ochaco un poco desesperada porque aún debía arreglarse ella misma.

—Te ayudo, Uraraka. —(T/N) giró sobre sus talones luego de indicarle a Shouto que todo estaba listo.

Ochaco le dedicó una mirada de agradecimiento, tocando los hombros de Midoriya a la par que se adelantaba con el resto de chicas a los vestidores improvisados.

—¿Estás celoso de tu amigo? —susurró, dándole la vuelta a la silla giratoria.

—Yo no... —Izuku se tiñó de rojo de inmediato—. No estoy celoso; solo...

—Solo te molesta que encuentre a alguien adorable; no tanto como tú, sin embargo.

—¿Lo es? —Cerró los ojos cuando el cabello le cayó sobre la frente.

—Cada persona tiene su encanto, Izuku.

—¿Hasta Mineta? —bromeó de mejor humor al sentir los dedos de su novia deslizándose por su cuero cabelludo.

—No encuentres contradicciones en mis palabras. —Rio y lo observó unos segundos cuando él tomó sus manos.

Él sonrió y besó cada uno de sus dedos, acariciándolos con sus labios. Ambos sabían que pronto se graduarían, así que preferían aprovechar cada instante antes de verse atareados con las responsabilidades de un héroe profesional. No lo discutían demasiado, pero ninguno tenía planeado alejarse del otro, y menos cuando se habían tardado tanto en reconocer sus sentimientos.

El carraspeo de Aizawa hizo que ambos se separaran igual de abochornados. (T/N) le colocó la capucha blanca rápidamente a Midoriya y corrió a buscar un cintillo con antenas esponjosas.

—Sensei, a usted también le hicimos un disfraz. —Rápidamente, le encajó el par de antenas en la cabeza.

—¡Ahora es una verdadera oruga! —celebró Ashido mientras el resto reía al ver la expresión desconcertada del hombre.

—Tenemos que irnos —dijo, cruzándose de brazos sin opinar respecto a la hilarante idea de sus alumnos, no estaba de humor ni para bromas, ni para regañarles.

Todos tomaron sus cosas y se apresuraron a dejar el aula mientras medio limpiaban de paso, prometiendo dejarlo todo en orden para el lunes siguiente. (T/N) se apresuró a cambiarse rápidamente en su cómodo traje oscuro de mercenaria.

Con algarabía se subieron al bus por orden de lista. Parloteaban sin cesar para descontento de Aizawa, mientras Mic apoyaba al ruido en un intento de animar el viaje ya de por sí jovial.

El recorrido a Sakurachuu era de una hora y cuando bajaron del autobús todos los niños los estaban esperando. Aplaudieron y soltaron ovaciones por los trajes tan elaborados, y hasta Aizawa felicitó al comité de organización por hacer que el prestigioso nombre de la academia continuara en alto.

Primero, se presentaron para luego hacer parejas y un grupo de tres. A cada uno se les asignó uno de los niños del salón 3-F. Izuku y (T/N) acogieron a una pequeña llamada Itoko, y prometieron cuidarla y hacerla pasar un buen rato alrededor de las instalaciones del colegio. Sin embargo, había algo que descolocaba un poco a (T/N).

—Quiero ver a la maestra Chika —demandó como por tercera vez en menos de media hora, su expresión algo preocupada y ansiosa.

—Espéranos un momento. —Midoriya le sonrió, ajustándose su traje blanco que ondeaba por las briznas del patio al que empezaban a adentrarse.

Tomó de la mano a la chica y caminaron unos metros más allá. La observó unos largos segundos y habló con convicción.

—Sabemos que el tutor a cargo es Hanamura Oumi; entonces, ¿crees que debamos buscar a la profesora Chika?

—Bueno, parece que eso le hará sentir mejor. —(T/N) se frotó la barbilla, cambiando el peso de una pierna a la otra—. Podríamos preguntar a los conserjes... O a otros profesores.

—Sí. —Midoriya se mordió el labio inferior, oteando los alrededores del patio anexo a la escuela—. No sé, hay algo perturbador aquí.

—Pensé que solo era yo. —Rio, intentando aligerar el ambiente pesado, a pesar de que la zozobra inundaba sus cuerpos.

Barrieron el sitio con la mirada, viendo el edificio nuevo y el viejo, ambos conectados por ese pedazo de área verde con juegos infantiles un tanto oxidados. El césped tenía varias semanas sin podarse y la madreselva había empezado a apoderarse de las cercas bajas que delimitaban los senderos.

(T/N) dio un brinco cuando el chirrido de los columpios le crisparon los tímpanos.

—Es el viento. —Le aseguró Izuku, a pesar de que él mismo estaba con los nervios de punta.

—Sí; soy solo yo sugestionándome por el ambiente.

Pasó saliva y le sonrió, a pesar de que Midoriya era capaz de distinguir cómo sus labios temblaban ligeramente. Apretó sus dedos más delgados y se encaminó rumbo a la niña.

—Itoko-chan, ¿vamos a buscar a tu maestra?

—¡Sí! —La aludida les obsequió una radiante sonrisa, posicionándose entre ambos y asiendo sus manos.

La pareja la balanceaba y hacía saltar mientras ella reía como si estuviera pasando la mejor tarde de su vida. Midoriya se acercó a cuanto profesor vio para preguntarle por Chika, pero ninguno supo darle información alguna, mientras otros alegaban que no conocían a nadie con ese nombre que hubiera trabajado en la escuela.

—Uhm... ¿Y de dónde conoces a Chika-sensei? —(T/N) se acuclilló para quedar a la misma altura de la niña.

—De aquí. —Se encogió de hombros—. Es una mujer alta y hermosa.

—Muy bien, pero segura que es una profesora, ¿verdad? —Midoriya imitó a su novia, intentando discernir de qué iba la más pequeña.

—Sí. Lleva el uniforme y sabe mucho sobre todo.

—Bueno, cualquiera podría saber mucho para alguien de su edad —susurró (T/N) a su acompañante.

—Si-sigamos buscando.

Midoriya tomó la iniciativa de nuevo, imitando una marcha extraña para hacer reír a ambas féminas. Se cruzaron con el grupo de Ojiro en un extenso pasillo que daba a una capilla, y se detuvieron para hablar un rato.

—Por cierto, Ojiro —(T/N) llamó su atención, a pesar de que la distraía ver al niño balanceándose en la cola del joven mientras Todoroki hacía pilares de hielo para evitar que el más pequeño terminara lastimándose—, ¿has escuchado de una tal profesora Chika por ahí?

—Realmente no. —Agitó la cabeza, haciendo memoria de las conversaciones sueltas que había oído a lo largo del día.

—¿Por qué? —preguntó Shouto, alisándose el cuello de su traje de vampiro.

—Itoko-chan quiere verla —dijo Midoriya, acomodándose la capucha blanca.

—¿Ya preguntaron a la directora? —repuso, tomando al niño de las axilas al verlo a segundos de estrellar la cabeza contra el suelo.

—Esa señora lo sabe todo —agregó Ojiro con una expresión que exageraba su estamento.

—Pues no se nos había ocurrido —admitió (T/N), recibiendo la mano que Itoko le tendía—. Supongo que es lo más sensato dadas las circunstancias.

—La pueden encontrar en el edificio antiguo. —Señalaron la construcción de madera.

La pareja compartió un breve intercambio de miradas que hablaron más que las propias palabras, y luego emprendieron su camino por el inquietante sendero, con la niña correteando de un lado a otro.

Cuando arribaron al edificio, deslizaron la puerta de madera y leyeron las indicaciones hacia el despacho de la directora. Midoriya dejó escapar un estornudo y (T/N) se burló de lo agudo que había sonado. Estaban distraídos hablando entre ellos, cuando una interjección de sorpresa por parte de la niña los interrumpió.

—¡Chika-sensei!

—¿Eh? —(T/N) hizo amago de salir tras ella, pero Midoriya la detuvo por el brazo.

—Ya estamos en el despacho. No creo que le pase nada...

—La verdad es que esta 'Chika-sensei' no me da buena espina, Izuku.

—A mí tampoco —mencionó con gravedad, ajustando su agarre y atrayéndola más a su cuerpo—, y no creo que sea buena idea separarnos ahora.

Parpadeó varias veces y asintió con dubitación, dejándose guiar al interior de la oficina una vez tuvieron el permiso para entrar. (T/N) sostuvo con fuerza la mano de Midoriya cuando las piezas taxidérmicas la saludaron sin darle tregua para recuperarse del impacto visual; él imitó su gesto, pero no flaqueó a medida que se acercaba a la mesa de la directora que portaba unos gruesos lentes de modelo obsoleto que agrandaban sus ojos rasgados.

—¿La profesora Chika? ¿Amamiya Chika? —Alzó las cejas, perdiendo un poco el color que de por sí casi no poseía.

—Esa misma. —La voz de (T/N) tembló un poco, pero no se dejó apabullar por la situación—. ¿Por qué? ¿Ocurrió algo?

—No, no... Es solo que hacía mucho tiempo no escuchaba ese nombre. —La mujer sonrió, reclinándose en la silla—. Solía dar clases de ballet aquí, pero...

—¿Pero...? —Izuku la instó a continuar, sintiendo cómo las manos de ambos sudaban de la intriga.

—Un día la encontramos muerta; su largo y hermoso cuello roto de par en par. —Tomó aire unos segundos para examinar con morbosa satisfacción los rostros de inquietud de los más jóvenes—. Fue un supuesto suicidio... Desde entonces hemos preferido no usar la sala de ballet. Los conserjes dicen que pueden escuchar cómo alguien baila allí adentro por las noches. Pero, vaya, ¿por qué me preguntarían ustedes dos, futuros héroes, por alguien que murió hace más de veinte años?

—¡Veinte...! —(T/N) se ahogó con el aire, tan lívida como un papel, mientras Midoriya palidecía tanto que no le envidiaba nada a su disfraz de Halloween.

—¡Itoko-chan!

Midoriya, sin querer, activó su kosei y aceleró hacia donde se había ido la niña. (T/N) apenas era capaz de seguirle los pasos, quiso detenerse al ver el rótulo de la sala a la que iban a entrar, pero sabía que un héroe no debía amedrentarse por algo que no sería más que producto de sus jóvenes y activas imaginaciones.

La sala de ballet era grande. Las barras de estiramiento empotradas a la pared estaban oxidadas y el enorme espejo resquebrajado. La madera chillaba con cada paso que daban, mientras observaban a la niña bailar al son de una canción de caja musical que ella tarareaba.

—Itoko-chan, es hora de irnos.

—Aún no —negó con vehemencia, ladeando el rostro para verlo—, por fin encontré a Chika-sensei.

—Aquí no... —Izuku le hizo señales a su novia para que guardara silencio.

—Dice que está sola, y también que soy muy buena bailando.

—Es cierto. —Midoriya se acuclilló, procurando no temblar ante la extraña fuerza que le hacía castañear los dientes—. Seguro podrás hacerte profesional cuando seas grande. Sin embargo, deberíamos marcharnos.

—No quiero.

—Itoko-chan... Es hora de regresar a casa. Vámonos —rogó Midoriya, extendiendo la mano, sin atreverse a mirar la figura que empezaba a reflejarse en el espejo como una amenazante sombra.

—Izuku —susurró (T/N), bajando la mirada al sentir una opresión en el pecho que casi le impedía respirar.

Había algo raro allí.

No era de creer mucho en sucesos paranormales, pero toda esa situación estaba fuera del contexto cotidiano, y podía sentir cómo una bomba estaba a segundos de estallar por un detonante que suponía era la presencia indeseada de ellos dos. Antes de que Midoriya pudiera acercarse, (T/N) había pasado corriendo a su lado, tomando a la niña de la cintura con un brazo mientras extendía el otro para alcanzar a su novio.

El enorme espejo pegado a la pared empezó a moverse como si fuera golpeado por alguien, mientras el suelo crujía y una pintura se estrellaba al piso y se partía en miles de pedazos. Escucharon un grito agudo y, cuando sus manos se tocaron, fueron transportados a las afueras del edificio.

(T/N) reculó varios pasos y cayó sobre la grama, hiperventilando por la experiencia extraña de hacía unos segundos y por los efectos secundarios de su kosei. La niña tenía la pequeña espalda pegada a su pecho, desconcertada, mientras Midoriya gateaba hasta llegar a ella para cerciorarse que estaba bien.

—Es un récord —musitó Midoriya—. Conseguiste sacarnos a los tres de allí.

—Si lo ves desde ese punto, haces que parezca irreal lo que acaba de pasar, nerd de los koseis...

—¿Y la maestra? Yo quería quedarme con ella...

—Yo creo que es mejor regresar ahora. —Midoriya les tendió la mano a ambas, incapaz de mirar a Itoko con la calidez de hacía unas horas.

Entrelazó sus dedos con los de su novia, colocándola lejos de la extraña niña que les había sido asignada. (T/N) apoyó la frente de su hombro y apretó su mano, como si quisiera decirle que ya todo estaba bien.

Le entregaron la niña a su tutor, el profesor Oumi, y rechazaron los sándwiches que les ofrecían a modo de agradecimiento, no tenían estómago para comer algo sin vomitarlo.

—Chicos, ¿están bien? —Yaoyorozu creó una frazada sencilla al verlos a ambos tan juntos.

—Algo así —mintió (T/N) a la par que Midoriya los arropaba a ambos—. Gracias, Momo.

—No te preocupes; es que ambos se ven tan pálidos que nos tienen preocupados a todos.

—No es nada, en serio. —Izuku esta vez habló, sonriendo.

La muchacha se alejó unos cuantos pasos y (T/N) suspiró, quitándole la capucha blanca al disfraz de Midoriya.

—Creo que fue una mala idea hacerte ese disfraz con lo que nos acaba de pasar. Y con lo lindo que te veías...

—Puede que sea su kosei, ¿sabes? —Soltó de repente, y (T/N) entendió que su silencio se había debido a su activa mente cavilando cosas—. Comunicarse con los muertos no es algo nuevo; de hecho, hay reportes de personas que realmente pueden hacerlo, hay timadores también, pero...

—Entiendo —(T/N) asintió—, pero ¿su kosei fue capaz de transmitirse a nosotros para sentir todo eso? No lo creo, Izuku.

—Es que no tiene sentido. Los... Los fantasmas no existen, no para alguien que no es capaz de verlos.

—A mí me pareció todo lo contrario. Fue demasiado real, al punto de que jamás lo olvidaré.

Midoriya iba a reponer algo, pero las palabras se quedaron atascadas en sus labios al notar cómo la pequeña Itoko se acercaba a ellos, tarareando la misma tonada que en el salón de ballet.

—Chika-sensei dice que sería divertido volver a jugar juntos.

—¿Qué...? —(T/N) abrió los ojos un poco más de lo normal, golpeando la pierna de Midoriya bajo la sábana para que viera lo que ella estaba mirando con escepticismo.

Al fondo de la multitud de estudiantes, se desdibujada una figura de una mujer esbelta, piel nívea y cabello negro lacio, vestía un uniforme de parvulario antiguo. Su expresión se trastocó en una sonrisa siniestra, mientras sus ojos oscuros reflejaban el vacío de su alma.

Izuku ahogó un grito y se paró de un brinco, halando a (T/N). Caminó rápidamente entre la concurrencia y se subió en el bus ante los reclamos de Iida. De reojo, notó cómo la figura era absorbida por la tierra.

—Esa mierda no era un kosei, Izuku —farfulló una vez estaban en el refugio del bus fuera de la escuela.

Midoriya asintió, pasando el miedo, sintiendo que lo único real que podía tener a su lado era la calidez de la mano de su novia. (T/N) lo observó unos segundos y apoyó la cabeza en su hombro, buscando consuelo en el aroma a pino de él.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Y ustedes, ¿creen en los fantasmas?

Espero les haya dado un poquito de miedo. De hecho, esta historia tiene un trasfondo no tan tétrico; pero me pasó algo parecido, lo único es que la profesora que buscaba la niña había renunciado hacía como un mes y no había regresado más al colegio... Es una de las historias más raras que tenemos mis amigas y yo xD

Bien, debatiéndome entre la ociosidad y la universidad, el siguiente capítulo será de All Might. Quizás también escriba algo de Mirio, y también un escenario con distintos personajes.

Eso sería todo, ¡tengan un excelente y provechoso fin de semana!

¡Plus Ultra! >.<

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