Amigo secreto - Midoriya Izuku
'Ojalá no me toque con el mukosei'
'Creo que decidiré no participar si me sale Midoriya.'
'¿No crees que regalarle algo a él sería vergonzoso?'
'Quizás se conforme con un gran montón de mierda; yo qué sé.'
'La verdad se me haría incómodo darle algo; o sea, es tan raro...'
—B-Bueno... —llamó la atención el tutor, sin atreverse a contrariar a los alumnos cuando él mismo estaba consciente de la presencia del único joven sin kosei en su salón (tan patético)—. A petición de la mayoría, vamos a hacer un sorteo para el amigo secreto.
Todos celebraron con jolgorio cuando el hombre agitó un ánfora. Uno a uno, se acercaron para retirar un papel, riendo entre ellos y diciéndose que no revelarían a sus amigos secretos. Midoriya caminó, las piernas le temblaban y casi podía sentir a Kacchan empujándolo para que se moviera, a pesar de ser él el último de la fila.
Fujita-kun, pensó al leer el papel.
Era sencillo. Un chico de secundaria normal y corriente que se conformaría con un guante de béisbol. Por lo menos no era una chica, no sabía lidiar con ellas. Se preguntó quién podría haber sacado su nombre de la urna, esperaba que no fuera Kacchan, pero por su actitud tranquila podía adivinar que no. Eso era bueno.
En parte, se permitió albergar un poquito de esperanza. Navidad no era una festividad propia de Japón, pero era una de las épocas del año donde su padre regresaba del trabajo, su mamá hacía una deliciosa cena y se echaban en el sofá de la sala a ver películas, cada uno eligiendo su preferida sin que los demás pudieran rechistar su elección.
Cómo era usual, debían llevar un pequeño obsequio cada día para esa persona, y dejarla en una caja que Meiko había adornado con su kosei con ese fin. Midoriya disfrutaba de ver cómo Fujita se comía con gusto un chocolate relleno con mermelada de naranja; al mismo tiempo, se preguntaba si su amigo secreto le dejaría algo ese día.
Evaluó los rostros de sus compañeros y se limitó a continuar haciendo anotaciones de las últimas noticias de héroes. Quizás había hecho mal en darse falsas esperanzas, era un hecho que era un paria en esa clase.
Al final del día, (T/N) llamó su atención con un discreto movimiento de la mano. Se acercó, sigiloso y, cómo casi siempre, tembloroso, temiendo el sonido de explosiones cercanas, a pesar de estar consciente de que Kacchan no estaba allí. Miró a la muchacha. Tal vez hubiera sido más fácil regalarle algo a ella; se había fijado que le encantaba leer, podía leer desde literatura con complejos kanjis hasta mangas y novelas ligeras.
—¿S-Sí?
—Hay algo para ti. —Señaló el fondo de la caja con una sonrisa nerviosa.
Izuku metió la mano y sacó el pequeño bombón adornado con un listón. Lo observó varios segundos, queriéndose convencer de que era real.
—Cre- Creo que hay algo escrito en el listón —dijo tan rápido que pensó se había atorado con su propia lengua—. Pasa una buena noche, Midoriya.
—Tú igual. —Le sonrió levemente, y ella le devolvió el gesto.
Definitivamente, hubiera sido genial poder obsequiarle algo. Con dedos ágiles, estiró el listón verde pino.
'Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.'
La frase removió su corazón, se sentía terriblemente identificado. Buscó rápidamente de quién era la cita.
—Martin Luther King... —susurró cuando Google botó los resultados, haciendo memoria de quien era.
Intrigado, desenvolvió el bombón y lo comió a mordiscos, guardando la cinta en su billetera. Le gustaría darles esperanza a muchas personas; creía que una sola no bastaba. Cómo héroe, sin tener un kosei, debía valerse del don de la palabra al menos.
Se sorprendió al ver todos los días un obsequio para él con un listón de papel con una frase de alguna persona famosa como Gandhi o Shakespeare, frases que coleccionaba y ayudaban a moldear sus ideales de héroe profesional. Sentía tanta curiosidad por quién le tendría que, entre conversación oídas sin querer, fue armando un esquema de quién le tenía a quién; aun así, las opciones eran demasiadas.
Sin embargo, por primera vez alguien del salón lo trataba bien, aunque bajo el anonimato del juego. Se preguntaba qué terminaría dándole, tal vez una caja de chocolates, y no le molestaría, todos los que le había dejado estaban deliciosos. Si era una chica, podría pensar en una bufanda, fantasear un poco con que fuera hecha por ella misma o algo así...
O tal vez estaba pasándose un poco.
El día había llegado.
Antes de salir a vacaciones de invierno, se reunieron en el salón y colocaron las mesas alrededor, formando un híbrido entre círculo y óvalo. Los representantes de la clase organizaban todo y pedían ayuda de los compañeros, percatándose de sus aptitudes para realizar sus tareas. Y a Midoriya no le sorprendió que lo enviaran a incinerar la basura; de hecho, ya poco le importaba el claro desprecio de sus compañeros por una condición que se escapaba de sus manos. Así que, luego de acabar su parte del trabajo, se escabulló con su cuaderno y un lápiz. All Might había llegado hacía poco a la ciudad, e Izuku, cómo el fan que era, rebuscaba cada indicio de él en las noticias, agregando nuevas notas a su diseño de traje o sus habilidades, o regocijándose imitándolo, su mamá podía asegurar que lo hacía muy bien.
—Midoriya —llamó (T/N) con la respiración agitada—. Te estaba buscando.
—A... ¿A mí?
—Claro que a ti. —Se rio, e Izuku sintió que, por primera vez, no se estaban burlando de él—. Ya empezó el intercambio de regalos, y no puedes perdértelo.
Izuku se paró cual resorte, ansioso por saber quién había sido tan amable como para darle regalos tan originales y pensados para él. La chica lo esperó y juntos emprendieron el camino de regreso al salón.
—(T/A), ¿qué vas a estudiar en el futuro?
—Uhm... No estoy segura. —Se frotó la barbilla.
—Eres muy buena en matemáticas.
—Estaba pensando estudiar ingeniería; pero quisiera alejarme lo más posible de la industria petrolera...
—Con todos los villanos que destruyen zonas residenciales, sería bueno algo de construcción, ¿no?
—Eso es un muy buen punto. —Parpadeó varias veces, como si hubiera sido iluminada—. ¿Y tú qué harás?
—Seré un héroe —musitó y agradeció que sus palabras no fueran seguidas por una carcajada, simplemente por su expresión perpleja.
—Midoriya, yo...
—Por fin apareces. —Bakugou la tomó de la muñeca—. Apártate, Deku.
Midoriya dio un respingo y fue rápido a su asiento, deseando que, por una vez en la vida, su ex amigo de la infancia ignorara su existencia. Era como si el simple hecho de respirar era suficiente para darle razones para repudiarlo.
—Esto es para ti, (T/A). —Depositó un pequeño libro envuelto en papel de regalo con motivo de renos.
—Ábrelo —gritaron varios a coro, mientras Katsuki estaba parado en medio del salón, cómodo por toda la atención que le prestaban.
—Oh... Es mi autor favorito. —(T/N) le dirigió una leve sonrisa, leyendo el titulo—. Realmente quería leerlo. Gracias, Bakugou.
Midoriya parpadeó varias veces al notar el leve sonrojo en las mejillas de Kacchan junto a un ligero titubeo de sus labios para decirle que se alegraba de haber elegido bien. Sin embargo, apartó la mirada ante el escrutinio cual rayos láser que le dirigió al percatarse de que lo estaba observando.
—Uhm... —(T/N) dejó el obsequio sobre su escritorio, mientras rebuscaba en su bolso el pequeño regalo—. Midoriya.
El aludido ahogó un grito cuando todos miraron incrédulos la sonrisa cálida que ella le dirigía a la burla de ser humano que él representaba para todos. Izuku sintió el pecho revolotearle, feliz de saber que había sido ella todo ese tiempo. Se paró y tropezó con un obstáculo inexistente —probablemente el pie de algún compañero—.
—¿Estás bien? —(T/N) abrió los ojos un poco más con esa expresión de genuina preocupación que solía dirigirle.
—Sí, es nada. —Se dio un par de palmadas mentales para felicitarse por haber hilado una frase sin sonar extraño.
—Feliz Navidad, Midoriya. —Le entregó un pequeño envoltorio alargado, dejando descansar los dedos sobre la palma de él unos segundos más.
Pero para Midoriya eso no había sido lo que más le había embelesado del intercambio, sino su sonrisa, un gesto amable dirigido a él solamente. Sé sintió llorar, pero aguantó las lágrimas y agradeció el regalo. Nadie pidió que lo abriera, así que se lo guardó en el bolsillo del blazer.
Le entregó el obsequio a Fujita, quién chasqueó la lengua al darse cuenta de que todo ese tiempo había sido el mukosei. A pesar de que Midoriya lo había visto devorando con avidez los dulces que le regalaba cada día, no se sorprendió cuando lo escuchó diciendo sandeces sobre sus regalos diarios. Para Izuku lo único importante era el portaminas de edición especial de All Might que descansaba sobre su pupitre, reluciendo en los colores representativos del héroe.
Ante las órdenes del tutor, se quedó para limpiar el salón junto a Nakamura, quién se excusó diciendo algo sobre su trabajo a medio tiempo. Izuku sabía que tal trabajo no existía, pero prefería quedarse solo a soportar más comentarios imprudentes de sus compañeros.
—Sigues aquí. —(T/N) entró, saltando la pila de basura—. Yo estaba entregando el leccionario. ¿Te gustó?
—Sí. Es... Bueno, es de All Might.
—Te veo siempre leyendo noticias de él, supuse que lo admiras mucho.
—¿... Me ves?
(T/N) desvió la mirada y empezó a ayudarlo a mover los pupitres a sus sitios, en total silencio. Midoriya no dijo nada, después de todo, su compañía no le desagradaba.
La tarde caía lentamente. El anaranjado del ocaso bañaba como finos hilos de oro la baldosa blanca del salón de clases. (T/N) se giró rápidamente y se acercó a Izuku, imbuida de un valor que desconocía.
Midoriya reculó un par de pasos, tomado desprevenido, sin saber qué esperar de una acción tan violenta.
—Midoriya, tú... Tú... —Tomó una enorme bocanada de aire, aturdida por el palpitar de su corazón en sus tímpanos—. Me gustas.
Izuku separó los labios, permitiéndose sonrojar unos segundos, hasta caer de vuelta a la triste realidad que acostumbraba vivir.
Ah.
Era eso...
Esa broma ya se la habían jugado también.
Ritsuko, de la clase de al lado, también halló un placer morboso al verlo esperar toda una tarde por que ella se apareciera para su supuesta cita; al final llegó, solo para burlarse de lo crédulo que era ante una confesión falsa. Y eso lo había devastado en aquella época.
Dejó escapar una risa vacía ante la mirada anonadada de la chica.
—Vaya, por un momento te creí...
Ella parpadeó, sintiendo cómo algo se clavaba en su pecho. Sonrió un poco, haciéndose la fuerte. Dio media vuelta y siguió barriendo, rogando a algún ser superior que el nudo en su garganta no la traicionara.
:-:
Cualquiera en su sano juicio maldeciría estar en zona de ataque de villanos. Y claro que lo hacía, pero tenía que rescatar a su pequeña. Bueno, no rescatar porque no era un héroe, pero sí buscarla para evacuar. Divisó la guardería y sintió pánico al percatarse de la estructura aledaña, apenas manteniéndose por un par de vigas mal soldadas.
Allí estaban las profesoras con los niños que rondaban edades de cuatro a ocho años, agradeció ver entre ellos a la pequeña de cinco años.
Intentaban evacuar, pero el caos de la ciudad tenía a todos con los nervios de punta. Algunos padres tomaban a sus hijos y a los de sus amigos, pero todavía había niños cuyo tutor no aparecía.
Una explosión hizo gritar a todos, el edificio se tambaleó como una torre de Jenga. Las profesoras tomaron cuántas pequeñas manos podían alcanzar en las suyas y arrastraron a los niños a la zona de evacuación, pero habían dejado a la niña cuando se separó del grupo al ver un rostro conocido.
Ocurrió en un parpadeo. El edificio colapsó y todo se volvió oscuro.
Podía sentir a la pequeña contra su pecho, sus diminutas manos aferrándose a su blusa; y también la reconfortante energía vibrante de alguien que la cargaba a ella.
Los destellos esmeraldas la hicieron reconocer al héroe de inmediato. El héroe Deku estaba allí, rescatando a todos con un kosei maravilloso que le permitía moverse rápido.
El Nuevo Símbolo de Paz estaba allí, portando una sonrisa para rescatar el corazón de las personas.
La conmoción había remitido. Las víctimas estaban siendo atendidas en la tienda de primeros auxilios, las ambulancias iban y venían, recogiendo heridos de mayor gravedad. La joven adulta se frotaba la cabeza para menguar el dolor causado por el uso de su kosei de teletransporte.
Los héroes caminaban de un lado a otro, ayudando a las personas a encontrarse entre ellas, y facilitando el acceso al transporte para regresar a sus hogares en zonas indemnes.
(T/N) jugaba con la pequeña mano que descansaba sobre su muslo mientras intentaba que el celular conectará la llamada a su hermano.
—¿(T/N)?
La voz retumbó en sus tímpanos e hizo que se armara con una sonrisa de inmediato.
—Midoriya. —Se paró para saludarlo, cerciorándose de no despertar a la niña—. Muchas gracias por salvarnos.
—No, no es nada. —Agitó las manos, avergonzado—. Solo me sorprendió verte después de, no sé, ¿ocho años? Con el único que he mantenido contacto es con Kacchan.
—Por razones obvias. —Ella sonrió, de la misma forma que hacía en antaño. Ladeó el rostro para percatarse del héroe rubio que gritaba más que instructor de cadetes en la milicia—. Es bueno verte.
—Igual. —Curvó los labios, recibiendo una bebida que le tendía Uravity, a la par que le felicitaba por su desempeño—. ¿Tu hija está bien?
—¿Mi hija...? —Alzó una ceja—. Ah, no, no es mi hija, es mi sobrina. Está bien, gracias por preguntar.
—Tu sobrina...
No supo por qué, pero a (T/N) le pareció ver un rastro de alivio en sus facciones. Se fijó en su aspecto físico. Era más alto y fornido, sus facciones se habían alargado y lucía mucho más maduro. Realmente, era apuesto. Aunque las pecas que le encantaban en el instituto seguían allí, dándole cierto aire amable y elocuente al joven héroe.
—No fuiste a la reunión que hicieron hace un año.
—No tuve tiempo.
—Ni buenas memorias. —Curvó los labios.
—También. —Midoriya se frotó la nuca—. Si-Sigo usando el portaminas que me regalaste en secundaria, por cierto.
—Yo... —La muchacha sonrió y bajó la mirada—. Me alegra que te acuerdes de algo como eso.
—(T/N), lo que me dijiste ese día, ¿era cierto? —soltó sin pensarlo, porque era un error que lo perseguía hasta en sueños.
—... —Volvió a sentir el nudo en la garganta de antaño, aquella respuesta que le había destrozado el corazón. Se le hacía irónico tenerlo allí al frente y que fuera precisamente él el que sacará el tema a flote, aun así, asintió—. Muy cierto.
—Lo siento. —Se disculpó de inmediato, y (T/N) pudo vislumbrar rastros del chico inseguro que tanto le gustaba—. Para ese entonces me habían gastado tantas bromas que...
—Era casi imposible que una chica te dijera eso, ¿no?
—Sí, sobre todo tú que habías conseguido que varios chicos se enamoraran de ti. Lamento si te lastimé. Todos estos años me he arrepentido de no haberlo hablado contigo.
—Yo me arrepiento de no haberme acercado a ti antes. Estabas tan solo, Midoriya, y nunca tuve el valor de ir contra la corriente del resto para hablarte.
—No te preocupes. —Le sonrió con sinceridad, despeinando su cabello. Sus pupilas captaron las figuras de sus amigos—. Hablamos otro día.
—Sí. —(T/N) tocó el sitio donde aún había rastro de su calidez.
El héroe Deku se acercaba a Red Riot para discutir un par de cosas respecto al nuevo ataque de una facción restante de la Liga de Villanos. De repente, sintió un leve tirón en la parte trasera de su traje.
—¿Ocurre algo...?
—¡Tú número!
—¿Eh?
—Si... Si vamos a hablar de nuevo, debemos comunicarnos, ¿no?
—Buen punto. —Parpadeó varias veces y le dictó su número, que ella anotó en su celular con dedos temblorosos—. Por cierto, (T/N), estás más linda que en secundaria; seguro sigues teniendo muchos pretendientes.
El comentario lo había soltado con naturalidad, como si estuviera acostumbrado a halagar así a las mujeres —a pesar de no ser cierto—. (T/N) se encendió como un fósforo, regresando cual autómata hacia su sobrina, celebrando internamente haber conseguido su número.
—Vaya, Midoriya... —Kirishima rio, viendo la expresión inocente de su amigo—. Te dicen Deku-el-moja-brag...
—¡Red Riot, esa no es forma de hablar el público! —gritó Ingenium prudentemente, antes de que a Midoriya le diera algún tipo de aneurisma cerebral por la implicación de sus palabras.
Realmente, no se había percatado de lo que le había dicho a (T/N). Había salido tan espontáneo que no le había dado tiempo ni de sonrojarse.
Pero allí estaba el héroe Número Uno, ruborizándose hasta la nuca como un adolescente mientras se cubría el rostro; mientras el héroe Número Dos, Shouto, le ofrecía un trozo de hielo y un par de palmadas.
:-:
Uraraka rio al ver a su mejor amigo murmurando palabras a la par que estrujaba sus dedos. Caminaba de un lado a otro por la sala.
—¡Vas a hacer un maldito agujero en el suelo!
Una explosión por parte de Bakugou lo hizo respingar y salir de su trance. Todoroki tocó su hombro, tomando de forma relajada una taza de chocolate caliente que Yaoyorozu había preparado para todos en su reunión anual de Navidad.
—Es solo un regalo.
—No es 'solo un regalo' —remedó Kaminari, inclinándose hacia adelante en un gesto sobreactuado—. Es el regalo.
—... —Shouto entornó los ojos—. Sigue siendo un regalo...
—¡Ah! —chilló Ashido, incapaz de contener por más tiempo su emoción—. Desearía estar allí cuando se lo pidas.
—Por favor, ¡no! —De solo imaginárselo, sintió las mejillas hervirle.
—Midoriya, vas a llegar tarde —anunció Iida, viendo su reloj de muñeca.
El aludido estranguló un grito, haciendo a todos reír. Se colocó una bufanda rápida y descuidadamente. Se despidió de cada uno y observó las sonrisas de ánimo que le dirigían. Con ellos como garantía, seguro todo marcharía bien.
—Estúpido Deku —llamó Kacchan, recostado de la pared que colindaba al descanso de la entrada.
—¿Sí?
—Si la lastimas, juro que te mato.
Midoriya parpadeó, tomado con la guardia baja. Sonrió con sinceridad, recordando que, muy probablemente, (T/N) había sido el primer amor de Bakugou.
—No es necesario que me lo recuerdes.
—¡No me vengas con esas respuestas altaneras!
—Hasta luego, Kacchan.
—... —Desvió la mirada y se cruzó de brazos—. Cuídate.
Midoriya tomó un taxi e indicó el sitio donde se encontraría con la chica. Hablarían una hora. Era Nochebuena y ambos habían hecho planes previamente, pero el deseo de verse era imperante, a pesar de que ninguno de los dos lo había expresado tácitamente.
—Lamento la tardanza. —Midoriya la saludó con una sonrisa mientras tomaba asiento, hecho un manojo de nervios.
—Acabo de llegar. —Agitó la cabeza, notando el paquete que imprudentemente el héroe había dejado sobre la mesa.
—Uh... —Puso su mano encima del envoltorio azul, fingiendo demencia—. E-este... ¿Un café? ¿Quieres pastel? Yo...
—Estás nervioso.
—Sí. —Suspiró, dejando caer los hombros.
—Yo también —admitió, mostrándole cómo sus manos temblaban.
Ambos rieron tontamente. Izuku frotó su nariz de forma tímida y (T/N) sacó una bolsa.
—Yo...
—Disculpen, ¿les tomo su orden? —La mesera se acercó dando saltitos al percatarse de quién era el que estaba sentado allí.
—No tenemos menús... —susurró Midoriya, haciendo que la jovencita se pusiera roja de la vergüenza e hiciera amago de regresar sobre sus pasos—. A-aunque un americano estaría bien.
—Una infusión de frutas, por favor.
—¿Quizás quieren compartir algún postre? —ofreció, percatándose de la atmósfera especial entre el renombrado héroe y la mujer.
Ambos se observaron unos segundos y se sonrieron, capaces de leer lo que las pupilas del otro querían decir.
—Un tiramisú, por favor.
Lo dijeron al unísono, haciendo reír a la mesera que anotó rápidamente todo. Midoriya bajó la mirada, sintiéndose cohibido por primera vez en mucho tiempo.
—Te traje un regalo, Midoriya. —Le extendió un presente que cabía en la mano del muchacho—. Ábrelo; quiero saber si te gustó.
Izuku no tardó demasiado en abrir la caja del interior. Parpadeó con sorpresa.
—Es un reloj.
—Un reloj multiresistente. Pensé que tu trabajo de héroe arruinaría más de uno, así que me decanté por algo útil.
—Realmente se me ha ido gran parte del salario comprando varios. —Rio, avergonzado por su confesión—. Y-yo también te traje algo.
—¿En serio? —Sonrió divertida y sarcástica.
—No juegues, (T/N). —Se sonrojó, sabiendo de antemano que ella había visto la cajita. No se sorprendía si cada uno de sus gestos le causaban algún fallo del corazón—. Pero hay una condición para que lo aceptes.
—¿Eso es...?
—¿Quisieras ser mi novia, por favor?
Al escuchar esas palabras, la mesera reculó lentamente para pasar desapercibida y no interrumpir. (T/N) parpadeó varias veces y asintió.
—Pensé que jamás lo dirías.
—¿Eso es un sí?
—¿Qué crees? Llevo esperando más de ocho años por este instante, Midoriya. —Se le anegaron los ojos, recordando a su yo del pasado y queriendo decirle que, a pesar de todo, todo estaría bien.
—N-no llores. —Se extendió sobre la mesa y dejó que la lana de sus guantes absorbiera sus lágrimas.
—Sé amable conmigo, ¿sí? —Lo miró a los ojos, notando cómo se armaba de convicción—. Y no me preocupes demasiado.
—(T/N), te haré la mujer más feliz del mundo.
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Esto quedó demasiado tierno xD Pero, bueno, con esto doy inicio al Especial de Navidad *lanza confeti* Tengo una duda, ¿en todos los países se usa el término de "Amigo secreto" para el intercambio de regalos?
Espero que les haya gustado. Iré subiendo paulatinamente el resto de especiales. Son más cortos que este, pero espero que les guste ^^
¡Espero que estas Navidades la pasen genial con las personas que quieren!
¡Plus Ultra! >.<
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