Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Amanecer - (Aiza, Katsu, Hawks, Oji, Izu, Sho)

Aizawa Shota

Cuando los cálidos rayos del sol empezaban a colarse tímidamente por la cortina que, casi siempre, olvidaban cerrar por las noches, le gustaba dedicarse a inspeccionar las apuestas —de una manera poco convencional— facciones de su pareja. Después de todo, Aizawa dormía profundamente y, cuando lo hacía, parecía estar realmente descansando, a pesar de las escasas horas de sueño que tenía por día.

Apreció su expresión tranquila, arrojando por la borda su eterna cara de fastidio para reemplazarla con una más diáfana. El cabello enmarcaba su rostro y el aroma del champú de la noche pasada aún continuaba impregnado en él. La discreta barba empezaba a salirle luego de un par de días de haberse afeitado y esperaba poder disuadirlo, como siempre, de dejársela demasiado larga hasta parecer alguien a punto de ser deportado.

Sus manos, irremediablemente, quisieron viajar a su rostro para acariciarlo. Sin embargo, de repente, Shota abrió los ojos de par en par, enrojecidos como parecía ser su estado natural. Ahogó un grito.

—Shota, ¡¿por qué abres los ojos como un espanto?!

—Bueno días —murmuró, al siguiente segundo la alarma sonó y el eterno cansancio que cargaba encima volvió a reflejarse en su rostro.

Lo vio sentarse pesadamente, acariciándole la cabeza a uno de los gatos que descansaba sobre sus piernas. Luego, lo retiró con cuidado, viendo cómo el animalito se enroscaba más en su nuevo sitio entre un montón de sábanas desordenadas.

—Haré el desayuno —su pareja dijo animadamente, mientras él aún intentaba quitarse el sueño de encima, realizando su usual rutina de quedarse sentado al borde de la cama, viendo a la nada.

—De acuerdo —dijo, y acarició la mano que le había colocado en el hombro.

Aizawa siempre estaba cansado, y no le sorprendía cuando el héroe tenía todo su horario ocupado, apenas sacándose medios días para no descuidar su relación con alguna cita o una sorpresa. Fue a acicalarse, y rio cuando, al salir de nuevo, se encontró a Shota en la misma posición circunspecta.

—Shota, en serio, espabila. Tenemos que trabajar dentro de una hora.

El hombre se quejó y se estiró; le pareció gracioso que, al mismo tiempo, uno de sus gatos decidiera ser solidario y acompañarlo en su estiramiento. Menos aletargado, Shota se paró y pasó directo al baño, dedicándole una breve mirada de culpa porque toda esa semana se había escaqueado de hacer algún quehacer porque estaba exhausto.

Luego de terminar y buscar unirse a la preparación del desayuno, curvó una ceja al escuchar la radio de Present Mic mientras su pareja batía unos huevos. Se preguntó qué había hecho para poder estar con una persona tan maravillosa y comprensiva.

A pesar de que era reacio a las muestras de afecto, no pudo evitar rodearle por la cintura y darle un afectuoso abrazo. Escuchó su risa, como una melodía, y dejó que recargara su peso contra su cuerpo.

—Muchas gracias por estar a mi lado —susurró Aizawa, depositando un suave beso sobre su coronilla.

—Gracias a ti —replicó con una sonrisa—. Creo que haré más seguido el desayuno si eso te hace tan afectuoso, Shota.

Aizawa puso los ojos en blanco y se separó, pero, antes de que girase, volvió a inclinarse para robarle un casto beso en los labios.


Bakugou Katsuki

Estiró la mano hacia el otro lado de la cama.

Gruñó.

Aún seguía cálido, pero con la ausencia del cuerpo de su novio, se enfriaba a una velocidad vertiginosa. O quizás solo exageraba porque siempre le hacía lo mismo; eran escasas las ocasiones en las que podían despertar juntos.

Y es que Katsuki se levantaba antes de que el maldito gallo, que tenía el vecino de forma ilícita, cantara.

—Despiértate —dijo Bakugou de paso por la habitación.

—No quiero~ —Agitó las piernas, haciendo un estropicio con las sábanas, enredándolas cada vez más.

Dejó caer los párpados para sumirse nuevamente en el mundo onírico, pero se sobresaltó cuando Katsuki abrió la puerta violentamente.

—¡Deja de posponer la alarma! —Tomó el celular y se horrorizó al ver la cantidad de despertadores que tenía puestos—. Levántate de una vez por todas; debemos ir al...

—Es feriado, Katsuki. Podíamos seguir durmiendo un poquito más...

—No —repuso, tajante—. Debemos ir a entrenar. No podemos descuidar nuestros cuerpos si queremos triunfar como héroes.

—Es solo un día...

—He dicho que no. ¡Párate de una mierdera vez si no quieres que yo lo haga!

—Hazlo~ —dijo en tono sugerente.

Bakugou, luego de captar el mensaje, enrojeció. Dio un pisotón y bufó, sus manos dejando escapar pequeñas explosiones.

—Tú lo pediste.

—De acuerdo, de acuerdo. —Se paró de inmediato—. ¿Contento?

—Mucho. —Sonrió victorioso y con la altivez que lo caracterizaba—. Ya preparé el desayuno. Apresúrate.

Cuando intentó besarlo, Bakugou colocó la mano sobre sus labios con el ceño fruncido.

—Lávate la maldita boca.

Se echó a reír mientras Katsuki le obsequiaba su mirada seria y casi-asesina. Agitó la cabeza y dejó caer los hombros.

—Lo haré; aunque no me oirás gritando: ¡mueran bacterias!

Antes de que Bakugou pudiera echársele encima, se coló al baño y se encerró, carcajeándose a todo lo que le daba la mandíbula.

Katsuki, por su lado, bufó. Acarició la madera de la puerta y, sin quererse dejar llevar por los sentimientos cálidos que su pareja le generaba cada vez que bromeaba, se dispuso a tender la cama, maldiciendo por lo bajo porque había enredado las frazadas adrede.

Bakugou creía que no se cansaba de la rutina que habían creado, aunque, de algún modo, ambos a veces se las arreglaban para romper con la monotonía y no dejar morir aquello sin nombre que hacía su relación tan especial. Eran esos pequeños detalles lo que hacían a Katsuki feliz; después de todo, alguien siempre lo tenía en mente y velaba por su felicidad tanto como él lo hacía.

—¿Son crepes de salmón?

Bakugou respingó cuando habló, había estado distraído viendo por la ventana. Se apresuró a sentarse en su sitio, desviando la mirada.

—Tenía tiempo y ya se iban a vencer.

—No tenías que tomarte tantas molestias.

—Bueno, si no quieres comértelo... —Bakugou hizo amago de retirar el plato, pero esgrimió una sonrisa cuando una de sus manos se encargó de bloquearlo y la otra acercaba más el plato hacia sí.

—¡Yo no he dicho nada! —exclamó con un puchero—. ¡Estar contigo significa comer como la realeza todos los días! ¡Muchas gracias por la comida!

—¿Así que solo por eso estás conmigo? —inquirió a modo de juego, sin poder ocultar lo bien que se sentía que lo admiraran tan ciegamente.

—¡Claro que no! Sabes que te amo de aquí hasta la expansión infinita del universo.

Bakugou alzó las cejas porque esa era una nueva frase. Involuntariamente, sonrió con un muy leve rubor en las mejillas.

Tan solo quería que sus mañanas siguieran siendo así por siempre.


Hawks

Le gustaba la habitación de Keigo.

Su relación se balanceaba entre ir a dormir de una casa a la otra, sin decidirse aún por vivir juntos porque Hawks aseguraba que podría ser peligroso porque podría convertirse en un blanco para villanos rencorosos.

A pesar de que el piso donde vivía quedaba en el último piso de un rascacielos, y él no escatimaba en saciar todos su antojos, no terminaba de convencerle el resto de su apartamento. Estaba lleno de muebles de colores sobrios hechos de cuero sobre un suelo de porcelanato. Había un televisor súper delgado e innecesariamente gigantesco. Algunas plantas artificiales. Y la cocina, igual de espaciosa, carecía de demasiados utensilios y era casi inaudito encontrar algo en la alacena.

Era como si realmente no viviera nadie; a pesar de saber que Keigo había elegido todo con el cuidado y el empeño que lo caracterizaban. Era esa frugalidad y sus esporádicos antojos lo que a veces le preocupaba, puesto que le hacía figurarse que él vivía bajo el dogma estricto del YOLO, dándole la idea de que podría esfumarse en cualquier momento.

Sin embargo, su habitación representaba un poco más su corazón. Tenía una cómoda y enorme cama de tres plazas con mullidos cojines y su relajante aroma. Algunas fotos de él adornaban una repisa flotante, y también tenía libros y álbumes de música en un estante empotrado en la pared. Su escritorio estaba lleno de papeles y, en el centro, relucía su laptop. Además, en una gaveta guardaba un peluche de Endeavor viejísimo y, en un compartimento secreto, tenía un álbum de fotos más personales.

Pero, en definitiva, le encantaba su cama. Lo que podían hacer en ella, la comodidad que le daba a ambos por las gigantescas alas de Hawks y la calidez que embargaba su corazón cuando despertaban juntos luego de un agradable sueño reparador.

Aún en el seductor mundo de los sueños, sintió algo cosquilleando en su nariz. Lo apartó con un manotazo, pero no surtió efecto, por lo que se giró para apartar el rostro. Ahora, un poco más en la realidad, sintió el brazo rodeando su cintura y una risa silenciosa acariciándole la oreja. Volvió a sentir cosquillas en la nariz y la frunció para contener un estornudo. Se quejó, y una furtiva mano halló su rumbo bajo la camiseta de su pijama para acariciar con cuidado su piel.

Las cosquillas regresaron y, en esa ocasión, no se dejó molestar más y abrió los ojos, girándose bruscamente para encarar a su bully.

—Despertaste por fin. —Le mostró la pluma pequeña y escarlata que se movía entre sus dedos, dándole una sonrisa divertida—. Buenos días.

—No seas tan malvado conmigo. Casi no dormí anoche... Pero, buenos días, Keigo.

Lo vio sonreír más tenuemente, pero con más sinceridad, disfrutando del sonido de su voz acariciando su nombre después de tanto tiempo.

—Quizás, por esta ocasión, pueda ser un poco más indulgente y dejarte dormir.

—Dejarnos —corrigió, abrazándose a su torso—. Dame mi dosis de Keigo para poder rendir bien en el día una ratito más. Quiero robarle el Héroe Número Dos a la sociedad.

—Vamos... ¿Qué quieres que diga después de eso? —Rio, correspondiendo su abrazo, usando sus alas para envolverlos.

A pesar de que para Hawks era difícil creer que podrían estar juntos simplemente porque se querían, se dejó llevar por el dulce sentimiento de amor que había aflorado en su corazón después de tanto tiempo.

No sabía cómo, pero se aseguraría de atesorarlo apropiadamente.


Midoriya Izuku

Midoriya solía moverse mucho mientras dormía. Siendo el nuevo Héroe Número Uno, era un dato del que podía jactarse conocer porque la única otra persona que probablemente lo supiera debía ser Inko.

Así que era normal que él, en algún punto de la noche, terminara dándole la espalda y alejándose hacia uno de los lados de la cama, hecho un ovillo y escondiéndose bajo la cobija de All Might que, después de discutirlo muy seriamente, habían decidido colocar turnándolo con otros cuatro diseños de sábanas. Porque, la verdad sea dicha, le incomodaba tener a All Might aprobando algún intercambio amoroso que estuvieran teniendo; pero, tras la excusa de abrir sus horizontes a otros sitios de la casa —proposición que Izuku usó como último as bajo la manga en un intento desesperado de persuasión, que terminó haciéndolos a ambos sonrojar—, ya no le molestaba tanto.

En definitiva, a pesar de ser un adulto hecho y derecho, creía que Midoriya había aprendido a balancear bastante bien lo adorable y apuesto que podía llegar a ser. Y agradecía mucho poder estar a su lado, bañándose en la dulzura del amor que él podía ofrecerle.

Izuku tenía sueño ligero, y no se sorprendió demasiado cuando respingó al sentir sus brazos abrazándole por la espalda. Sin embargo, acarició sus antebrazos y volvió a cerrar los ojos, sintiéndose seguro cuando estaban juntos.

—Izuku...

—Dime —susurró perezosamente.

—Debemos levantarnos.

—Estoy cansado. —Ladeó el rostro, su cabello, un caos como cada mañana, haciéndole cosquillas en el rostro—. Y estoy muy bien aquí.

—No me tientes. —Rio suavemente, zarandeándolo un poco—. En serio, debemos levantarnos... Prepararnos... Ir...

Midoriya rio cuando escuchó que se había vuelto a dormir. A pesar de que tenía razón, realmente no quería abandonar la calidez de su cama. Estaba teniendo una época difícil con el grupo de villanos que estaban persiguiendo; así que, perderse en su aroma y en su tacto se le antojaba más que someterse a la crueldad del mundo que había prometido proteger.

—Hey... Debemos levantarnos.

—No me copies la frase, Izuku.

—Muéstrame tus derechos de autor por esa frase y hablamos —repuso en un tono falsamente violento.

Ambos se echaron a reír, por fin levantándose de buenos ánimos. Midoriya se estiró y se ruborizó cuando fue abrazado por la espalda con tanta fuerza que tuvo que doblarse hacia adelante.

—¡Bañémonos juntos!

—¿Es eso una proposición? —preguntó de inmediato Midoriya, queriendo bromear un poco, pero esperando que aceptara.

—Plus Ultra, Izuku. —Rio, guiñándole un ojo y corriendo al baño.

Se pasó la mano por el cabello, con una sonrisa, y, sin hacerse del rogar demasiado, decidió unirse. Llevaban varios años juntos; esperaba que pasaran muchos más, y que el regocijo nunca menguara en su corazón, ni esa indefectible sensación de ser el hombre más afortunado del mundo por poder disfrutar de su compañía.


Ojiro Mashirao

Con el transcurso de los años, Ojiro había aprendido que su cola tenía cierto efecto terapéutico antiestrés inexplicable. Desde sus tres años en U.A. con Kaminari sujetándole la cola para enfocarse o tranquilizarse, hasta sus años como héroe viendo cómo esta ayudaba a las personas que salvaba calmándolas. Realmente, no le sorprendió que su pareja también se sintiera a salvo cuando tocaba su cola.

Sin embargo, era otro nivel. Por las mañanas, despertaba con todas sus extremidades enrolladas alrededor de su cola, a veces usando los pelos de la punta como una almohada.

Y realmente no podía culparle, después de todo, le había contado sobre su sueño recurrente cayendo de un edificio y que, desde que dormía con él, aferrarse a su cola se transformaba en una cuerda salvavidas en el mundo de las fantasías. Aunque también estaba su kosei que le permitía adherirse a superficies, y, a falta de entrenamiento, a veces lo activaba en sueños y no era buena idea intentar despegar su cuerpo sin que el kosei fuera desactivado.

Así que, como algo que empezaba a creer era rutinario, no se sorprendió cuando sintió la maraña de brazos y piernas. Sin embargo, en esta ocasión, no quiso interrumpir su sueño porque sabía que había estado toda la noche trabajando hasta la verdadera extenuación. De algún modo, se las ingenió para moverse, teniendo cuidado con su cola y su nuevo anexo, agradeciendo que todo su entrenamiento le hubiera hecho ejercitar su cola hasta poder alzar pesos cada vez más sustanciosos.

Hizo que su cola se enroscara para crear algo como una pequeña cama donde pudiera reposar mientras le concedía unos minutos más de descanso y se preparaba para ir al trabajo. Cuando se observó en el espejo, sonrió con resignación al verse trastocado en la imagen de un canguro.

Estaba preparando el desayuno cuando sintió cómo se removía entre su cola. Escuchó cómo ahogaba un grito y procuró no dejar entrever su sonrisa maliciosa y divertida cuando giró el rostro. Sin embargo, sus expresiones lo traicionaron al notar sus desorbitados ojos mientras se aferraba a los lados de su cola.

—¡Lo siento mucho, Ojiro!

—No te preocupes. —Consiguió bajarle al suelo—. ¿Descansaste?

—... —Se sonrojó y desvió la mirada como si se declarara culpable—. Como si estuviera en el cielo... Pero podías despertarme, seguro te incomodé haciéndote maniobrar así.

—Para nada —negó, dándole la vuelta a la tortilla que preparaba—. Sé que estuviste anoche trabajando hasta tarde, y sería muy cruel de mi parte despertarte con lo que te cuesta conciliar el sueño.

Vio cómo se ruborizaba aún más con las pupilas embargadas de emoción. Lo abrazó con fuerza y depositó un beso en su mejilla.

—Ojiro, eres el mejor novio de toda la existencia del universo.

—Exageras.

—Para nada —negó violentamente, sonriéndole con verdadera alegría—. ¡Prometo compensártelo!

—No tienes que hacer eso. Lo hice porque te quiero.

—Yo también te quiero y por eso voy a preparar algo para que lo disfrutes. No sé qué, pero prometo que te encantará.

Se alejó por el pasillo al ver la hora, dejándolo con sus pensamientos acariciándole la lengua.

Después de todo, Ojiro estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en sus manos para hacerle feliz porque, al final, lo que más le encantaba era poder compartir una vida juntos.


Todoroki Shouto

En serio empezaba a creer que su novio tenía alguna clase de déficit de atención.

Después de todo, con su actitud taciturna y despistada, nunca imaginó que, en privado, Shouto fuera tan cariñoso en una forma tan tierna que creía iba a hacer su corazón explotar de tanto amor que le daba —cosa que no le decía para que no se lo fuese a tomar en un sentido literal—.

Y no le molestaba del todo...

Quizás empezaba a creer que era un problema cómo envolvía todo su cuerpo a su alrededor por las noches. Al menos tenía la ventaja de ser como un termostato andante porque, en verano, hubiera terminado por tirarlo de la cama si no fuera porque su temperatura era tan fresca que lo prefería a él en vez de al aire acondicionado.

No le molestaba, pero sí le hacía cuestionarse el trasfondo de su actitud; aunque ambos se habían prometido no sacar el pasado a colación a menos que fuera por voluntad propia.

Esa mañana, no se sorprendió cuando encontró a Shouto acurrucado contra su pecho. La tentación le superó, y empezó a desenredar sus hebras bicolor y a domar la posición antinatural de su cabello por las mañanas. Lo escuchó suspirar, satisfecho.

—Buenos días —musitó con la voz ronca.

—¿Dormiste bien? Lamento si te desperté cuando vine a acostarme.

—No lo sentí. —Todoroki negó con la cabeza, separándose para poderse sentar hasta dejar que su cerebro terminara de despertarse—. Hoy también te ves radiante. —Curvó los labios, satisfecho al haber conseguido un violento sonrojo tan temprano.

—Voy... Voy al baño —se excusó con las mejillas sonrosadas.

—Entonces, voy al otro baño. —Todoroki se puso en pie con mucha más energía de lo que alguien pudiera pensar después de despertar de semejante estado de aletargamiento.

—¿Me estás retando?

—Sí. El que salga al último hace el desayuno.

Dicho eso, ambos se echaron a correr. Todoroki esgrimió una sonrisa cuando escuchó los reclamos de lo tramposo que era por haberse deslizado con su kosei para llegar más rápido. Al final, ambos salieron al mismo tiempo y decidieron preparar la comida juntos.

Dirigiéndose hacia la cocina por el estrecho pasillo que conectaba todas las habitaciones, Shouto se abrazó a su espalda mientras se extasiaba por su risa amortiguada por sus manos.

—Gracias por estar un día más conmigo —le dijo, como lo hacía la mayoría de los días que tenían la oportunidad de compartir las mañanas juntos.

—Shouto, gracias a ti por querer un mañana conmigo.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Esto no estaba planeado, pero surgió en la madrugada que estaba dando vueltas en la cama xD

En vez de Ojiro, iba a ser Tenya, pero no estaba segura de qué escribir sobre él y me ganó Ojiro. Algo curioso de su pequeño drabble es que uno de mis tres sueños recurrentes es caer desde un sitio muy alto y, de alguna forma, amortiguo la caída por cualquier cosa, en una ocasión apareció una escoba voladora al puro estilo de la Nimbus 2000 xD

¿Ustedes tienen algún sueño recurrente?

Pronto traeré a Tenya, y solo advierto que está medio dramático jaja

¡Tengan una excelente día y cuídense mucho~!

¡Plus Ultra! >.<

P.D. Me tragué unos ricos spoilers del capítulo que viene de Bnha y estoy en ascuas xD

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro