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Admiración - Midoriya Izuku

Entregarle un regalo al héroe Deku, y que este se percatara de él entre el montón de presentes que sus fans le regalaban, era una empresa temeraria y gigantesca. Se debía trazar un meticuloso plan y dejarse llevar un poco por teorías conspirativas sin sentido. Sin embargo, tener ojos solo para él desde su debut en el Festival Deportivo en primer año, podía impulsarla más allá del Plus Ultra —aunque tal vez exageraba un poco—.

Tan solo en una ocasión había podido estrechar su mano y ser testigo de esa hermosa sonrisa con sus adorables pecas, había sido en un evento público poco después de graduarse de U.A. y abrir su propia agencia de héroes con ayuda de algunos de sus compañeros. En definitiva, Deku era todo un ejemplo a seguir, y quien le arrebataba suspiros sin darle tregua.

—Ya estás de nuevo en las nubes —se quejó su compañera de trabajo, quien había inundado la pequeña oficina que compartían con acetona para despintarse las uñas luego de ser amonestada.

—Con esa peste, estaba en pleno viaje. —Puso los ojos en blanco, pero sonrió—. Pensaba un poco.

—Como siempre —agregó aireadamente—. Ni siquiera sueltas quién es el desafortunado que te tiene tan mesmerizada.

La joven evadió la pregunta cuando se giró para responder el teléfono. Al igual que Deku, quería hacer algo útil para la sociedad, puesto que la policía no le llamaba la atención, no tenía cualidades de héroe, y no se consideraba tan dedicada para las ciencias de la salud, se había decantado por participar en el Cuerpo de Bomberos.

Atendió la llamada de emergencias y se apresuró a activar la alarma para despertar a todos. Sin ambages, se alinearon frente al camión de bomberos en menos de dos minutos. No cruzaron demasiadas palabras, después de todo, el equipo llevaba trabajando bastante tiempo juntos, sabían sus tareas y se complementaban. Pusieron en marcha el camión, con la sirena encendida, y viendo en las noticias el reporte del incendio.

Las ventanas de una escuela escupían llamas, las brasas se extendían hacia los árboles, abrasándolos y haciendo lucir el incendio más grande lo que era. Algunos héroes habían entrado en acción, rescatando al personal de conserjería, los vigilantes y a un grupo de estudiantes que le pareció divertido quedarse tiempo extra, después de todo, la hora rozaba las diez de la noche.

Sacaron las mangueras en cuanto bajaron del camión. Después de ver a los bomberos, luciendo sus trajes pesados y de colores símil del fuego, la gente se tranquilizó, manteniéndose obedientemente tras el cordón de seguridad. Era comprensible su desesperación, había gente todavía atrapada adentro, quemándose en vida o asfixiándose por la escasez de oxígeno. Pero ellos también eran humanos, y un traje no los hacia inmune al infierno que se desataba frente a sus ojos.

(T/N) captó, de soslayo, una figura femenina escurriéndose por entre los brazos de la policía. Le informó a su compañera que se hiciera cargo de la manguera, y corrió para atajar a la mujer de la cintura.

—¡Suélteme! ¡Mi hija sigue adentro! Mi hija no... No está...

—La rescataré. —Le aseguró con una sonrisa—. Así que quédese aquí.

—¿Lo harás realmente?

—Por supuesto. —Puso un dedo en alto y corrió donde el jefe del grupo—. Voy a entrar.

—¿Estás loca? El edificio va a colapsar, ha sufrido mucho daño y el hecho de que el fuego aún no haya alcanzado el aula de química hace más peligroso entrar allí.

—Todavía hay gente adentro, no me puedo dar el lujo de quedarme aquí. Somos bomberos, es nuestro trabajo brindarles bienestar.

—Tú y tus delirios de héroe... (T/N), promete que regresarás.

—Siempre lo hago —repuso con una sonrisa altiva, echándose a correr hacia el edificio.

Llevaba todo consigo. Una máscara para el humo, un extintor y una pequeña sierra eléctrica, nada demasiado pretencioso, pero sí de tecnología de punta. Adentro abrasaba como el averno, la ola de calor la sofocaba y su piel empezó a sudar, pero no le prestó atención. Debía aguzar sus sentidos para escuchar algún grito de ayuda. Agradecía a los héroes por su pronta respuesta y, según los informes, solo había dos estudiantes más atrapados.

Se abrió paso entre el fuego, sin temor a quemarse por su kosei, el cual le confería mayor resistencia al calor y a las llamas. Oteaba las habitaciones y repelía aquellas donde todo estaba tan calcinado que nada podría haberse salvado. Entre el crepitar de las llamas y las voces de la concurrencia afuera cimbrando en sus oídos, se tardó un poco en escuchar los pequeños jadeos masculinos. Cuando lo hizo, corrió hacia el salón de clases cuyas puertas y paredes estaban encendidas en brillante anaranjado. El chico que estaba adentro fue lo bastante inteligente como para cubrir las entradas con hojas húmedas, pero ya estaba todo chamuscado. Con el extintor de PQS, abrió una brecha entre la pared de fuego y se echó hacia adelante, saltando dentro y notando la expresión de aterrador alivio en los ojos del chico.

(T/N) evaluó la escena.

Había otra joven, pegada al suelo y con un pañuelo cubriéndole la nariz, claramente en un estado de sopor por la disminución de oxígeno; mientras tanto, el muchacho tosió e intentaba respirar lo menos posible con la mano tapándole la nariz. El estudiante hizo amago de llorar, pero sus lágrimas se evaporaron en el aire —o estaba tan deshidratado que no podía derramarlas—. (T/N) le sonrió con seguridad, a pesar de que los paneles del techo se desprendían y el suelo lucía resquebrajado por la falta de soporte en la parte inferior. Ella misma empezaba a tener dificultad para respirar, y su kosei no era eterno y mucho menos resistía todas las temperaturas.

Con el implemento de todo tipo de tecnologías, los bomberos también habían obtenido unos cuantos objetos de apoyo, uno de esos era un tobogán de hule que se expandía al entrar en contacto con el dióxido de carbono, muy útil para esos casos.

Le tendió una mascarilla de humo al chico y él se la colocó a su compañera. Sin dudarlo, también le tendió la suya al percatarse de que la otra mascarilla se había perdido en el trasteo hasta llegar allí. Con el codo, golpeó el vidrio varias veces hasta conseguir romperlo, esperando que la diferencia de presiones no absorbiera las llamas de adentro hacia afuera tan rápido. Lanzó el tobogán del característico anaranjado del uniforme de su unidad, y alguien lo recibió abajo.

—Ayúdala a ella primero, por favor —rogó, tirando de su hombro.

—Claro que sí. No tienes nada de qué preocuparte, ya estoy aquí.

El chico sonrió tímidamente, sin creerse tan valientes palabras. La mujer aseguró el cuerpo de la chica y la hizo deslizar cuesta abajo; sin embargo, la pared, claramente frágil, cedió ante su peso. La gente de afuera, quien aplaudía tras ver el rescate de la chica, no tardó en soltar interjecciones de pánico al notar a la rescatista, cubierta en hollín, prácticamente cayendo al vacío. Pero no sucedió puesto que el estudiante había tirado de su uniforme, regresándola al suelo donde él mismo había caído.

—¡Esa cosa pesa mucho...!

—Sí. —Rio nerviosamente—. Gracias por eso.

—No es nada... Gracias a ti por rescatarla, si ella está bien, no importa si yo...

—Nada de eso. Te dije que estarías bien porque estoy aquí, y no soy de las que rompe sus promesas. —Le sonrió, a pesar de no tener idea de qué hacer.

Podía arriesgarse y saltar del tercer piso, si veía la mejor forma para caer, ella se rompería un par de huesos y él saldría ileso. Se preguntó por qué no había ningún héroe como Shouto o Uravity, Cellophane sería muy útil, o Creati. Antes de poder seguir quejándose, vio al chico doblándose sobre sí mismo, tosiendo y sosteniéndose el pecho. Ella misma se estaba quedando sin aire y solo su férrea voluntad era lo que la impulsaba, una voluntad copiada de quien más admiraba.

Cuando escuchó cómo se ahogaba, no se lo pensó más. Alzó al joven, que chilló y se aferró del uniforme, y lo envolvió entre sus brazos. Si caía de costado, podría fracturarse el brazo, costillas y, si tenía mala suerte, golpearse la cabeza; si lo hacía de pie, en cambio, solo rompería sus piernas, cuidaría no lastimar su columna vertebral dejándose llevar por la energía cinética que obtendría luego de tirarse.

—¿Qué vas a...? ¡Espera!

Ella le sonrió, a pesar de tener miedo. Sin más, se lanzó por la ventana tan lejos como pudo. El frío viento golpeó sus rostros, entremezclados con el aroma a quemado, el humo que escocía su tráquea y un sutil aroma a jabón que aceleró su caída, la cual no dolió ni un ápice.

Alzó las pupilas y se enfrentó a aquellos orbes esmeralda, vibrando en energía verde y cálida.

Era el héroe Deku.

Y solo suspiró con alivio, cobijándose entre sus brazos y protegiendo al chico en el proceso. Deku los depositó en el suelo y el muchacho se arrastró, quitándose la máscara, para darle espacio a la mujer que tomaba grandes bocanadas de aire, como si respirara por primera vez. Antes de que cualquiera de los dos adultos pudiera decir algo, el joven soltó un sollozo y se echó a llorar.

—¡Gracias, gracias! —Se le echó encima, llorando a moco tendido.

La mujer acarició su espalda, dejando que su sonrisa se descompusiera un poco al ver a su jefe acercándose con expresión de diablo. El héroe Deku dio media vuelta antes de poder decir algo porque Froppy lo llamaba, tal vez para regañarlo de su parte por lanzarse a salvar a alguien de un edificio colapsando.

—¡Muchas gracias! Mi niña está bien gracias a usted. —La señora que, de alguna manera, logró saltarse a los policías de nuevo, la abrazó y le dio un pañuelo para que se limpiará la ceniza impregnada en su piel.

(T/N) solo podía sonreír, demasiado exhausta emocional y físicamente, como para oponer resistencia a cómo su jefe la arrastraba. Cuando la tuvo fuera de la conmoción, tras el camión de bomberos, le dio un fuerte golpe en la cabeza.

—¿Cuántas veces te he dicho que hacerte la mártir no te sienta bien? Estaba tan preocupado cuando se soltó el tobogán, pensé que ya no podría trabajar contigo...

—Esas son fuertes declaraciones, y más cuando estás casado.

—Es porque nuestra unidad ha sido sobresaliente desde que te uniste, no te hagas ideas raras. —Acarició su cabello cual hermano mayor—. Cámbiate y ve donde los paramédicos si notas cualquier herida, por muy mínima que sea.

—Entendido.

La joven lo vio partir y deslizó la cremallera de la parte superior del uniforme, sintiéndose más ligera una vez se quitó la prenda. Su piel estaba intacta, solo sucia por todo el humo y su sudor.

Ah... Qué poco genial que su héroe número uno la haya visto en semejante condición, ni siquiera se había detenido a hablarle cuando la rescató...

Definitivamente, era imposible darle un regalo por su cumpleaños.

Escuchó los vítores de la caterva cuando todo estuvo controlado. Las fuerzas policiales empezaban a desplegarse, los héroes regresaban a sus jornadas, las ambulancias habían partido hacia un buen tiempo, los reporteros discutían sobre lo ocurrido delante del fondo dramático de la escuela humeante, la gente se había dispersado hacía un rato.

(T/N) intentaba limpiarse con el pañuelo ennegrecido, mientras sus compañeros se burlaban y le ofrecían usar la manguera con ella. Sin embargo, se quedó a medio camino de frotar su mejilla, cuando se percató del atuendo verde que se aproximaba a ella —lo supuso luego de cerciorarse de que no había nadie alrededor—.

—¿Estás bien?

—Sí, gracias por eso, ya estaba lista para partirme como galleta.

No había sido su mejor frase y se sentía estúpida, pero él le había hablado con su dulce voz, llena de matices suaves y varoniles tras una mirada cándida y transparente. Tenía al frente al mejor héroe de la historia y ella iba por allí, soltando chistes sinsentido.

—No, me alegra que lo hicieras.

—¿Saltar por la ventana?

—N-No. —Midoriya se cubrió el rostro con el dorso de la mano—. Me refiero a que me dejaras rescatarte.

—Oh, bueno, de nada... Aunque, insisto, soy yo la que debería estar agradeciéndote.

—¡Es que te admiro mucho! —Soltó de repente, enrojeciendo, pero siendo incapaz de salir huyendo porque ahí estaba plantado, con una hoja y un bolígrafo entre las manos con el firme propósito de conseguir un autógrafo.

—¿Eh? Pero tenía entendido que eras fan de los héroes y yo no...

—Eres una heroína también. No trabajas en mi misma área, pero salvas vidas. Al final, es lo mismo.

—Pe- Pero ¿cómo me conoces?

—Te vi en la competencia de unidades de bomberos de hace dos años —explicó—. Estuviste genial.

—¿Eh? Pero se supone que yo soy la que te admira.

—¿Tú? ¿A mí? —Se señaló incrédulo.

—¿A quién más? Espera, si tú vas a tener mi autógrafo, debes darme el tuyo también.

—¡Por supuesto! —Le sonrió, inocente de lo que provocaba en ella.

(T/N) pasó saliva, escuchando el corazón retumbarle en los tímpanos mientras un cálido sonrojo anidaba en sus mejillas. El héroe Deku, no, Midoriya Izuku estaba frente a ella, más genuino que nunca. Siempre llevaba esa mirada ferviente que hacía correr electricidad por su piel, pero se mostraba ante ella relajado —bueno, lo relajado que se puede estar frente a quien se admira—. Era tan apuesto que parecía irreal.

Ambos compartieron autógrafos, cada quién fangirleando y fanboyando por su cuenta. Sin embargo, cuando Midoriya realizó una reverencia para despedirse, ella lo detuvo.

—Oye, puedes... Bueno, es tu cumpleaños hoy y quería darte un regalo, iba a ser como fan, pero cómo estás aquí... —Bajó la mirada, buscando el valor para dar el primer paso cuando solía ser más pasiva en las interacciones humanas—. ¿Podrías darme tu número?

—¿Mi número? —repitió, sintiéndose estúpido al recordar su voz en forma de eco dentro de su cabeza.

—Claro, si no es molestia...

—No, claro que no. —Se ruborizó de inmediato, anotando su número tras el papel del autógrafo—. Es solo que parece un...

—¡Sueño hecho realidad! —exclamó emocionada al leer el número—. ¿Sabes? ¡Te daré el mejor de los regalos! ¿Mañana tienes algo de tiempo libre?

Midoriya parpadeó varias veces. Recibir algo de quien admiraba tanto debía ser una broma, se mordió el interior de la mejilla para cerciorarse de que no estaba soñando; pero no despertó y ella estaba frente a él, sonriéndole. Asintió varias veces, queriendo colocarse su máscara para ocultar el arrebol en sus mejillas, haciendo más evidentes sus pecas.

—Muy bien. ¿Nos vemos? Te escribiré.

—Estaré esperándote.

Ambos se observaron unos instantes, vieron las pupilas del otro, revelando sus inocentes sentimientos detrás de una admiración incomparable. Izuku sintió el corazón acelerado y apartó la mirada, despidiéndose someramente para irse al trote. Sin que el otro se enterara, suspiraron ensoñadoramente, incrédulos de su buena suerte.

:-:

Después de consultarlo con Uraraka y Todoroki, ambos completamente distintos, se decantaron por el simple atuendo que le recomendó el último; después de todo, no quería lucir desesperado por saberse de su atención. Se figuraba que un atavío sencillo y casual le sería más cómodo para lidiar con el amasijo de sentimientos que era. Aunque ninguno de sus dos amigos halló una camiseta que no aseverara que se trataba de una, así que salió con una sencilla camiseta añil, un pantalón de mezclilla negro, sus usuales zapatos rojos y una gorra negra para ocultar su popular rostro.

Últimamente, Midoriya dedicaba tiempo a analizar a la gente, al mundo que le rodeaba y debía proteger, dejando a un lado el celular. Así que pudo divisarla a unos cuantos metros más allá, apresurándose al punto de encuentro que habían acordado. Sin poder evitarlo el corazón le dio un vuelco en el pecho y su estómago revoloteó momentáneamente, emocionado.

—Lamento hacerte esperar. —Se disculpó en cuanto estuvo frente a él, vistiendo tan casual como él—. Acabo de terminar el informe del incidente de anoche...

—No, acabo de llegar, y, uhm, ¿cómo me reconociste? Se supone que con la gorra...

—Al héroe Deku puedo reconocerlo mejor que nadie.

—Oh. —Se sonrojó y agradeció que la chica se distrajera con un perrito que iba de paso—. Por cierto, puedes decirme Midoriya... I-Izuku... Como quieras. Si me dices Deku, creo que sonaría muy formal.

—Considerando las condiciones en las que nos conocimos, creo que Deku no sentaría bien, es muy profesional, ¿no? Te llamaré Mirodiya.

—¿Eh?

—Lo siento, me trabé. Midoriya, así es.

Izuku parpadeó un par de veces y rio con jovialidad, haciéndola ruborizar. Sin embargo, prefirió dirigirse a un parque para cortar con el silencio incómodo entre ellos. Midoriya creía que, con su perfil de heroína en el cuerpo de bomberos, sería algo más seria, tal vez como Iida, pero resultaba ser totalmente distinta, un tanto torpe y también simpática. Era mucho mejor de lo que imaginaba.

—Tu regalo, antes de que lo olvide. —Le tendió la pequeña bolsa con la que había llegado.

—Gracias, no tenías por qué. Esta mañana estuve revisando las cartas que me enviaron y también las flores...

—Oh, vaya, el rico siempre humillando al pobre.

—¡No, no es eso! Es solo para aseverar que sí leo todo lo que me llega...

—Pero, ábrelo, por favor.

—B-Bueno...

(T/N) clavó sus ojos en él, pendiente de todas sus expresiones. Casi rio cuando él se quedó sin palabras al ver el interior, sin embargo, sonrió un poco.

—No es nada referente a All Might...

—Pensé que todo el mundo te regalaría algo temático, supuse que, si te daba algo distinto, llamaría tu atención. Aunque es algo sencillo... Nunca se me ha dado bien regalarles cosas a los hombres.

—Tenía planeado comprar algunos pañuelos, así que me caen de maravilla. Mamá siempre me dice que debo llevar uno en el bolsillo.

—Espero... Espero que te haya gustado, y que el siguiente año pueda darte algo mejor.

Midoriya le sonrió sinceramente, dejando deslizar un leve sonrojo en sus mejillas, capaz de arrullar los incipientes sentimientos que se guardaban por el otro. No tenía claro a donde los llevaría ese instante, pero esperaba que aunara sus destinos para continuar caminando juntos un poco más.

Antes de reemprender la ligera caminata, Midoriya la detuvo por la muñeca y curvó los labios. Con suavidad permutada con seriedad, expresó:

—Dices que querías llamar mi atención; pero siempre la has tenido, (T/N).

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Llevo desde el 3 de julio escribiendo esto y por fin lo acabé jaja Espero les haya gustado.

Por fin llegué temprano (más o menos, depende de la zona horaria) al cumpleaños de uno de los tres personajes que prometí xD Tuve algunos problemas porque quería ambientarlo en escenarios parecidos a los de Shouto y Katsuki; así que me decanté al final por una rayis heroica como él.

Nunca había escrito nada de bomberos, así que me disculpo si metí la pata en alguna cosita.

El siguiente capítulo será de Present Mic que, esperemos, pueda terminar pronto porque me bloqueé...

¡Me despido deseándoles una excelente semana!

¡Plus Ultra! >.<

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