ALICE
Había que reconocer que la fiesta fue muy divertida, creo que hacía tiempo que no lo pasaba tan bien en una, aún así no podía quitarme a Ian de la cabeza, tan poco con la resaca del día siguiente, y menos cuando tuvimos que meter mano a su kit de resaca.

—Sabri, muchas gracias por lo de anoche.
—¿Lo pasaste bien?
—Claro que si, aunque sigo pensando en Ian
—¿En serio puedes pensar Alice?porque a mí me duele el cerebro solo de intentarlo
—Jajajaja ¡no me hagas reír que es peor! Ya te dije que nos hacíamos viejas para esto.
—Perdona pero vieja serás tú, yo estoy estupenda...pero ves a abrir la puerta anda —añadió al oír que llamaban
—¿En serio?Yo también estoy de resaca —respondí mientras abría
—¿Acaso siempre os tengo que encontrar en la misma situación? Si es que no sabéis beber...
Creo que en ese momento dejé hasta de respirar, no me lo podía creer, estaba ahí plantado frente a mí.

—¡Ian! —salté abrazándole —entra ¿pero que ha pasado?¿eres libre?
—Espera no cier... —oímos un golpe en la puerta
—Eso era mi cabeza ¿porqué me habéis estampado la puerta en las narices? —replicó Matt
—Perdona, no me había dado cuenta de que estabas detrás —me disculpé con el pobre muchacho.
—¿Pero nos vais a contar que ha pasado? —preguntó Sabrina intentando arreglarse un poco el pelo con las manos
—Pues en resumen: ayer los ángeles y los demonios me juzgaron, bueno en realidad a los dos. Tras horas discutiendo decidieron que ya que nos gustaban tanto los humanos nos convertiríamos en unos y nos dieron el peor castigo posible según su criterio
—Nos cortaron las alas —añadió Matt
—Lo que no sabían es que con eso me hacían un gran favor —dijo acercándose a mí —ahora puedo estar contigo, sin restricciones —me pasó sus brazos por la cintura y nos besamos apasionadamente.
—Hay restricciones, estamos aún aquí —replicó mi amiga
—Perdona Sabri.
—No pasa nada, pero esto hay que celebrarlo, vosotros ir a por algo de desayuno, nosotras nos vamos a preparar y pasaremos el día en la playa.
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IAN
Salimos de la habitación muy contentos, por fin me había reunido con mi amor y no solo eso, podría pasar toda la vida con ella, siempre y cuando Alice quisiera claro.

—¿Que vamos a hacer ahora?por qué no tenemos dinero, ni trabajo ni nada
—Bueno Matt, lo cierto es que mientras éramos ángeles me saqué un par de títulos universitarios vía online, así que puedo elegir entre médico o maestro
—¿En serio?¿y me puedes pasar uno de esos títulos a mí?
—No digas tonterías anda —le respondí riéndome —creo que con esto ya tenemos de todo, volvamos con las chicas
—Vale, así que tu plan es buscar un curro de médico o maestro, y luego qué ¿casarte con Alice y tener mini humanos?
—Matt tu también eres humano, por si lo has olvidado. Y si, ese es mi plan, todavía es pronto para pedirle la mano, pero me encantaría.
—¿Que te encantaría? —preguntó Alice abriendo la puerta de su habitación.
—Nada importante pequeña, no todavía.
—¿Y que es importante para ti ahora? —me replicó con una sonrisa mientras se mordía el labio inferior
—Tú, estar a tu lado, además de conseguir un trabajo. Pero ahora lo primero es comernos estos churros, el futuro ya se verá
—Eres maravilloso Ian
—Lo dices solo porque he traído churros ¿verdad? —repliqué
—Solo un poquito —respondió con cara inocente y luego nos besamos como si no hubiera un mañana
—¿En serio?Habéis vuelto a olvidaros de que no estáis solos —añadió Sabrina —dejad eso para luego y darme esos churros.
Lo cierto es que en ese momento era el hombre más feliz del planeta, tenía a una mujer maravillosa, dos grandes amigos y un futuro por escribir.