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Felicita la observó entrar a su habitación como una ráfaga de viento. Estaba alterada, sus cabellos estaban más despeinados que de costumbre y sus mejillas sonrojadas. La anciana estaba acostada en su cama y escuchaba música.
—¿Hoy no es domingo? —inquirió—. No sueles venir los domingos —añadió.
—Necesito a una amiga... —dijo la muchacha y se acercó a ella.
Felicita le hizo un espacio en su cama y Azul se acostó allí. Love me tender sonaba de fondo y ambas hicieron silencio para oírla.
—Me acosté con un hombre que no es mi pareja y no sé cómo sentirme al respecto —susurró luego de un rato.
—Bueno, eso en mi época no era bien visto, pero por lo que veo y leo, hoy es normal —dijo Felicita con una sonrisa.
—Sí, pero yo no soy así, no he elegido ese estilo de vida para mí. No es que crea que está mal, no soy de juzgar... pero yo no me siento bien así. ¿Se entiende?
—Tú no eres capaz de separar el sexo del amor —dijo la mujer mirándola con ternura.
—Exacto... y eso es lo que más me atormenta. ¿Por qué me acosté con él? ¿Puedo estar enamorada y no haberme dado cuenta? ¿Dónde estamos ahora? ¿Qué somos?
Felicita sonrió y la tomó de la mano.
—Esas preguntas solo las puedes responder tú... ¿Es alguien cercano o alguien que conociste esa noche?
—No... no lo conocí esa noche, pero tampoco sé qué tan cercano es... No estoy segura de que quiera una relación a largo plazo... ni de que sienta por mí algo más que deseo —zanjó y se colocó una almohada en la cabeza—. No debí hacerlo...
—Azul, Azul —dijo la mujer y sonrió con dulzura—. ¿Quieres tú una relación a largo plazo? ¿Sientes por él algo más que deseo? ¿Te arrepientes de haberlo hecho o de sentirte ahora así?
—Yo... no lo sé... y no es que me arrepienta de haberlo hecho, pero no me gusta sentirme así. Sé que piensas que soy más emocional que racional, pero no sé lidiar con este tipo de situaciones, por eso me mantengo lejos de ellas —afirmó.
—Justamente por eso, porque eres un ser profundamente emocional es que estás hecha un lío —rio la mujer—. ¿Qué te parece si hablas con él y le comentas cómo te sientes? Quizá su respuesta te sorprenda o quizá busquen la manera de ubicarse en un sitio donde te sientas bien...
—No es que quiera una relación con él —añadió—, es que ni siquiera sé lo que quiero...
—Entonces, una buena opción sería tomar un poco de distancia física y afianzar la relación que tienen, para ver a dónde es que se dirigen. ¿No lo crees? Al menos si el chico vuelve a buscarte... Porque en las películas algunos luego del sexo solo se van...
Azul sonrió, sabía que eso no iba a ser posible, que debían lidiar con aquello y tendría que seguir viéndolo por un rato, pero quizá Felicita tenía razón.
—Tienes razón... —añadió.
—¿Pero estuvo bien? ¿Cómo fue? —quiso saber la mujer.
Azul sonrió, nunca había hablado de sexo con aquella mujer, pero le resultaba interesante.
—Nunca tuve una química tan explosiva con alguien. ¿Eso es normal? —inquirió.
—Sí, nuestros cuerpos se conectan con los otros cuerpos de maneras distinta, a veces es como dices, intenso y explosivo...
—¿Eso te sucedía con Antonio? —Se animó a preguntar Azul—. Digo, no sé si tú y él...
—Sí —admitió Felicita—. Eso me pasaba con él... Yo solo estuve con dos hombres en mi vida, no tengo mucho para medir... Antonio fue el primero porque yo así lo quise, eran otras épocas, no era correcto estar con nadie antes de casarse, y cuando supe que eso no sería posible con él, quise entregarme a él como un regalo de amor... algo que fuera solo para él y que nadie, ni mi padre, pudiese quitarnos...
—Ohh... eso es muy tierno —dijo Azul con dulzura—. ¿Estuvo bien? Mi primera vez fue horrible —añadió la muchacha.
—Bueno, él fue muy cuidadoso y todo fue muy intenso, tal cual tú lo has dicho, teníamos una química explosiva... Admito que hubo un poco de dolor, pero fue genial —dijo ella con un suspiro—. Luego me tuve que casar con César y, nunca fue igual, pero a veces lo disfrutaba...
—Eso es triste... —dijo Azul.
—Antes no parecía correcto del todo disfrutar del sexo, era más bien un trámite que debíamos hacer como parte del matrimonio para tener contentos a los hombres, quienes por naturaleza lo necesitaban, como si las mujeres no fuésemos humanas también. —añadió—. Además, no conocíamos nuestros cuerpos, el sexo era un tabú... Cierto que mi época fue una época de transición y había mujeres más liberales, pero yo no era una de esas, no me permitían serlo...
—Oh... lo siento... —añadió Azul con compasión y acarició con ternura las mejillas de la mujer.
Ambas quedaron en silencio por un rato.
—¿Sabes? Mi miedo es a enamorarme de alguien que no está disponible... —susurró admitiéndolo más para sí que para Feli.
—¿Disponible en qué sentido? ¿Es casado?
—No... disponible emocionalmente, alguien que no ha superado el pasado y no está listo para enfrentar el futuro... Yo también estoy saliendo de una relación y no tengo ganas de meterme a otra que no tiene futuro... Tengo la sensación de que me quedaría más sola... Y cierto que parece que no sufro, que soy optimista, que siempre miro al frente... pero a veces es difícil, a veces también pierdo las ganas...
—Comprendo —asintió Felicita—, tienes todo el derecho a desear estar con alguien que también esté allí para ti. Y es normal que te canses y que a veces resulte difícil, por más optimista y positiva que seas. Por eso, lo mejor es hablar y decirle claramente a qué juego estás dispuesta a jugar.
—¿Qué le digo? Tampoco quiero sonar intensa, no puedo obligarlo a entrar en una relación si no lo desea. Nos dejamos llevar, fue cosa de ambos...
—Está bien, díselo así, dile que te dejaste llevar como nunca y que te ha encantado, pero que no estás dispuesta a repetirlo si no sabes a dónde apunta él. Dile que no deseas una relación con alguien emocionalmente ausente, y aclárale que no deseas una relación únicamente física, porque, aunque te ha gustado, no te sientes bien así.
—Parece sencillo cuando tú lo dices... —dijo Azul con una sonrisa recostándose sobre la anciana con ternura.
—Siempre te ha resultado sencillo ser directa, solo hazlo, dile lo que tienes que decir —respondió ella acariciando su cabeza con ternura como si de una hija se tratara.
—¿Si se asusta y huye? —inquirió.
Felicita sonrió y la miró con dulzura.
—¿Prefieres que se quede solo por la química explosiva y la incertidumbre de saber que puede ser que de allí no pasen o prefieres que se quede solo si tiene algo más para ofrecerte? Ninguna de las opciones es mala, si eliges la primera disfrutas mientras dure con la posibilidad de que pueda convertirse en algo más... o no... Si eliges la segunda puede que decida marcharse, pero estarás más tranquila contigo misma. ¿No?
—Tiene sentido...
—Habla contigo misma y pregúntate qué es lo que deseas y hasta dónde estás dispuesta a seguir. Luego, toma la decisión y habla con él... —añadió.
—Gracias —dijo Azul con ternura—, eres la madre, la abuela, la amiga que nunca tuve —añadió—. Te quiero...
—Y yo a ti, Azul...
Se quedó allí un rato hasta que se quedó dormida, Felicita la dejó descansar, probablemente tanto analizar emociones la había agotado.
Se levantó con cuidado y se acercó a su sillón, donde se sentó y observó la tarde caer mientras recordó un poco más de aquella historia que había guardado en el fondo de su corazón y que últimamente afloraba en sus pensamientos a cada instante.
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