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Capítulo 16

Estoy que no me aguanto ni yo mismo. Tan enfadado estoy como para no pensar en nada y empujar la silla de la bruja hacia su casa.

— Suéltame me haces daño. — Karma pienso que te pasas conmigo.

— ¿Qué te suelte, a quién hago daño? Mira Alysa ya me tienes hasta el chichi ya de tus impertinencias. Estoy más que harto de tener que soportar tus malditos comentarios, tú no entiendes que quiero hacer mi vida. Y no puedo porque tus malas intenciones me lo impiden. Vete al infierno.

— Evan para, lo hago por tú bien. — Por mi bien dice aquí la colega. Encima me vacila.

— Alysa, basta ya. Se acabó, esto que has hecho esta noche sobrepasa cualquier límite. Te puedo ayudar en lo que necesites, pero ya no rebases los límites maldita bruja.

— Eso es lo que quieres. Pues tranquilo ya no te voy a molestar más.
Suelta, puedo ir solita a mi casa. — Me hago a un lado para que se vaya.

A solas me sirvo un whisky dejándome caer en el sofá abatido.
Bebo pequeños sorbos del licor dejando que caiga ácido por mí garganta.
Intento no pensar en nada, quiero poder estar un minuto en paz.
Agarro bocanadas de aire para calmarme pensando en que ya tengo una edad en la que ya dejé de estar pendiente de muchas cosas. No veo necesario tener que aclararle a nadie lo que soy, lo que hago y mucho menos a dónde voy.
Vivo mi vida sin hacer daño a nadie, intento ser solidario y a la vez presiento que la soledad comienza arañar mi propia cúpula.
Solo pido poder amar. Y para emprender ese camino en el cual tengo mis miedos, debo trabajar meticulosamente mi interior, porque solo la soledad lo está haciendo posible.
Me levanto del sofá dejando el vaso encima de la mesa, camino hacia un álbum de fotos antiguo.
Fotos y recuerdos se unen para no olvidar lo que fui y quien soy.
Debo de ser sincero conmigo mismo y acabar de una vez por todas con este maldito sentimiento que me tiene atado y no me deja libre.
Soy un cobarde, porque busco mi refugio en mi corazón cuando cae la lluvia muy fuerte encerrándome en mí mismo.

Dejo el álbum de fotos y me voy a dormir, hoy ha sido un día raro y agotador.

Me despierto temprano. La casa está en silencio, mejor así podré trabajar un poco antes de irme a la oficina.
Vaya, al parecer mal empiezo yo el día, leo los correos que me han llegado y al parecer tengo un problema que debo solucionar lo antes posible.
Termino mi desayuno, me cambio de ropa y cuando ya estoy listo voy en busca de Alysa.

Al abrir la puerta, Rosi me cuenta que Alysa no irá a trabajar hoy.

— ¿Le ocurre algo? — Comienzo a preocuparme.

— No, tranquilo, ella está bien solo es que me ha dicho que hoy no le apetece ir a trabajar. — Me gustaría poder creer a Rosi, pero la conozco demasiado bien para saber que me está mintiendo.

— De acuerdo, dígale Alysa que descanse. Ya la veré mañana. — Me giro sobre mis talones y me marcho.

Pienso que es mejor dejar que las cosas se enfríen un poco y después hablaré con ella.

Nada más llego a la oficina, Nazaret me espera preocupa. Al parecer han llamado de Japón y dicen que quieren hablar conmigo, es muy importante.
Me pongo serio, doy la orden de no ser molestado y así es como paso el día metido todo el día en la oficina debatiendo con los empresarios de Japón sobre mi proyecto.

La caer la noche, estoy agotado. Nazaret me ha dejado una bolsa con comida. La abro y mientras la saboreo veo un mensaje de Thaisa.
Dudo si leerlo o no. Al final me come la curiosidad y acabo leyéndolo.

Necesito verte, me urge poder estar contigo varias noches solos. Mi marido se ha ido de viaje de negocios por cuatro días. Te espero.

Leo el mensaje varias veces. Puede que esté actuando mal, quizás si todo esto saliera a luz, la más perjudicada sería ella. Pero en mi caso, yo tampoco saldría bien parado.
De acuerdo, acepto ir a verla pero solo para dar por finalizado está aventura.
Aún recuerdo la mirada de decepción de mi madre y por nada del mundo quiero hacerle sentir así a mi familia.

Termino de comer y nada más recoger mis cosas salgo de mi oficina saludando al vigilante de seguridad.
Al llegar al parking me monto en mi auto y me dispongo a mandarle un mensaje a Thaisa para decirle donde quedamos cuando me llama Rosi.

— Evan, disculpe que lo moleste pero no sabia a quien llamar.

— Rosi, ¿Ocurre algo? — Frunzo mi ceño comenzando a inquietarme.

— Evan es Alysa, lleva toda el día con fiebre y no quiere ir al hospital. Dice que con los antibióticos se le va pasar y no veo resultado. Dígame qué puedo hacer.

— No sé preocupe Rosi ahora mismo voy para allá.

Comienzo a conducir preocupado por Alysa por si le hubiera ocurrido algo malo.
Inquieto paso a su apartamento cuando me abre Rosi.
Ella intenta explicarme algo, a lo que yo no escucho porque ver a Alysa tumbada con su frente ardiendo hace que no me lo piense en  agarrarla en volandas para llevarla a un hospital.

Sin perder tiempo, Rosi me acompaña sin moverse del lado de Alysa.
Llegamos al hospital, Alysa es atendida inmediatamente.
Mientras los médicos están con Alysa, Rosi y yo esperamos impacientes para saber algo de ella.

Un rato después, una doctora habla con nosotros explicando que todo está bien, en las pruebas realizadas no hay nada raro, la fiebre se debe a un cólico nefritico en el riñón debido a las piedras que tiene. Nos dice que debe tomarse un tratamiento para intentar disolverlas o pasarán a la cirugía.
De momento pasará la noche en el hospital y mañana si todo está bien le darán el alta.

Llamo a mis padres para contarles lo que ocurre. A su vez, yo me quedo toda la noche para saber algo de ella.
Cuando entro en la habitación, ella duerme profundamente.
Acaricio despacio su mano llevándola hasta mis labios.
Tomo asiento en una silla sin soltarle la mano. Solo deseo que se mejore y nada malo le ocurra.

Al amanecer, Alysa aún no ha despertado y yo debo de irme a la oficina.
Me despido de Rosi quedando en que la llamaré más tarde para saber sobre Alysa..
Al salir del hospital, me voy hacia mi apartamento para darme una ducha y cambiarme de ropa.

Una hora después, me encuentro nuevamente en el trabajo donde me espera un día de reuniones y videoconferencias.

Antes de salir de la oficina, llamo a Rosi, ésta me cuenta que ya están en casa y Alysa está bien.
Sonrío más calmado, me hace feliz saber que se haya recuperado.
Mi padre me llama diciéndome que me espera a cenar en casa.
En ese mismo instante vuelvo a recibir otro mensaje de Thaisa. Pero en esta ocasión lo acompaña de un selfie desnuda.
En otro momento hubiera sido una tentación y me hubiera inventado cualquier cosa llegando a mentir a mis padres para poder estar con ella.
Debería hablar con ella, pero de momento que espere sentá que de pie se va cansar.

La cena con mis familia ha sido agradable.
Esa noche me quedo en mi casa a dormir.
Dónde al pasar a mi antigua habitación, los recuerdos vuelven a producirse y para no variar Alysa está en mitad.
Porqué en esta misma cama donde me encuentro tumbado fue donde lo hicimos. Aprovechando que mis padres estaban fuera y mi hermana Paty estaba estudiando en otra ciudad y Sara se había ido a dormir a casa de una amiga. Vi la oportunidad perfecta de hacer un escenario decorando  con velas que tenía por ahí mi madre guardadas para cuando se va la luz.
Me encontraba tan nervioso que no atinaba a ponerme el condón.
Fueron nervios mezclados con el deseo, la locura de hacer el amor con ella, a la chica que amaba.
Cierro mis ojos sujetando una pulsera de cuero que me regaló ese mismo día donde yo mismo le prometí que no la dejaría nunca, siempre estaría a su lado y me casaría con ella para tener hijos.

Tampoco soy mal chico, no he fallado a mi promesas, salvo de casarme con ella.
Aún puedo recordar como me sentí aquel día que ella me presentó a Jesusito como su prometido.
Noté una bola de fuego caer sobre mí, la ira, la rabia y la mala fortuna de haber pasado de ella sin dar explicaciones sobre mi vida.
Al principio me sentó mal e incluso llegué a sentirme herido por saber que ella sería de otro hombre. Pero entendí que si era feliz, yo debía de alejarme definitivamente de su vida.

Apenas tenía trato con ella, ya no gastábamos bromas, tampoco nos metíamos en la piscina para que nadie nos viera de besarnos. Atrás quedó esa etapa donde vivimos felices disfrutando uno del otro.
Después, ella tuvo el accidente, y de nuevo regresé a su vida.
Me volví su amigo incondicional, su muleta para que se apoye en mí, pues es lo único que puedo hacer por ella después de haberla lastimado tanto como lo hice.
Me pongo la pulsera que me regaló, sonrío dejando en una pequeña caja de madera las cartas donde ella me escribía lo mucho que me amaba y la falta que le hacía.
Cartas que no leía, porque me gustaba mi nueva vida, por lo tanto, con las mismas se las devolvía.

En fin, dejaré de darle vueltas a lo mismo e intentaré de dormir.
Parece que está noche no podré dormir cuando yo quiera.
Vuelvo a recibir un mensaje de Thaisa donde me dice que está muy molesta conmigo por no haberme puesto en contacto con ella.
Pues chica, he tenido cosas mejores que hacer. Y si tan molesta estás, buscate a otro que te haga el mismo servicio. Yo desde luego no estoy por la labor. Dejo el teléfono en la mesita para dormir.
Pero no. Mi madre pasa con un vaso de leche y galletas.

— Evan toma te traigo leche con galletas como lo hacía cuando vivías aquí. — Mi madre deja la bandeja en la mesita para volverse y mirarme con una expresión nada afable.

— ¿Aún sigues teniendo contacto con esa señora? — Enfatizando señora mi madre se cruza de brazos molesta.

— No madre, ya se acabó todo. Ha sido ella quien me ha estado buscando, yo ni siquiera le contestado a sus mensajes.

— Deberías hablar con esa señora y decirle que te deje en paz y dedique su tiempo a su marido.

— Sabes madre, la ignorancia hace más sabio seguido del silencio. Tenía intención de quedar con ella y explicarle las razones por las cuales no quiero seguir viéndola. Pero si lo pienso bien, acabaría acostándome con ella y se me olvidará la razón por la que estoy en la cama con ella.

— Espero que sepas lo que haces Evan. Ahora bébete la leche y duerme. — Mi madre me da un beso en la frente y se marcha.

Simplemente es un gesto de cariño de una madre hacia su hijo, pero en ocasiones un gesto vale más que mil palabras.

Nada más escuchar la alarma del teléfono, me despierto relajado he dormido como un oso.
Inmediatamente me aseo y me cambio de ropa para bajar al salón para desayunar e irme de nuevo al trabajo.

El día en el trabajo ha sido algo complicado, tanto como que necesito desestresarme. Por ello llamo al Richard para ir a tomar algo donde las niñas.
Pero antes me surgiere de ir al gimnasio.
Acepto encantado aunque espero no toparme con la profesora.

Llego  al gimnasio, saludo algunos conocidos y me dispongo a hacer el circuito cuando veo que se pone al lado mío Carly, la profesora.
Con algo de timidez me informa de querer quedar conmigo cuando termine la clase.
Intrigado acepto encantado.

Nos encontramos en un bar situado al lado del gimnasio.
Carly está algo ruborizada, de hecho se disculpa conmigo por su comportamiento de la otra noche.
Le quito importancia al asunto, explicándole la relación que hay entre yo y Alysa.
Ella sonríe tímidamente diciéndome que fue Alysa quien habló con ella por teléfono disculpándose, todo se trataba de una broma.
Me quedo peor que al principio.
Alysa ha buscado el número de teléfono del gimnasio, me imagino que habrá sido el Richard quién le habrá dicho donde vengo.
No puedo dar crédito imaginándome como Alysa se haya tomado tantas molestias y sobre todo haberse disculpado aclarándole todo a Carly.

Me encojo de hombros y disfruto de la conversación y la compañía con la profe.
Al rato, como todo caballero que soy, me despido de ella quedando en vernos otro día.
Me gusta Carly, y pienso que va siendo hora de ir sentando cabeza.

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