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Capítulo 10

Me encuentro concentrado jugando al golf con un círculo de hombres hablando sobre la bolsa, cómo va perjudicar eso a la economía y no sé que más tonterías se refieren sobre sus vidas las cuales no presto demasiada atención.
Sigo a mi rollo intentando meter la bola en el agujero sin éxito.
Aunque trate de respirar aire puro, dejar mi mente en blanco las malditas palabras de Alysa contaminan mi pobre conciencia.

Hablando de escrúpulos aparece por la puerta Frank y Thaisa. Los cuales, se ponen a saludar a todos los que nos encontramos en el lugar hasta que llega mi turno.
Lo primero que hago es estrechar su mano mostrando unas de mis mejores actuaciones.
Ella me sonríe lanzando me mensajes con su mirada. Sí, lo he captado. Pero como que no me encuentro yo muy fino hoy como para hacer el acto sexual.
Con el cornudo del marido hablo sobre negocios, esto es como los sermones que me daban en el cole. Siempre lo mismo, parece que el profesor no tenía argumento. Pues a este le pasa igual.
Empezamos a jugar al golf.
En otras ocasiones estuviera presumiendo de mi habilidad en meterla en el agujero.
Hoy no estoy yo para meter nada en el agujero. Ni mi tiburón.

Thaisa se pone delante mío disimulando su manera de ponerme cachondo. Pone su culo pegado a mi entrepierna, con suspicacia se hace la tonta para enseñarle a golpear la bola.
La rodeo por detrás surrándole muy despacio lo que debe de hacer, estoy excitado y ella lo sabe perfectamente debido a la dureza de mi tiburón.
El juego sigue y aunque yo trate de enmascarar todo lo que tanto me gusta  de ella y al mismo tiempo me destruye por dentro por quererla y no tenerla hace que me enfade conmigo mismo pagando con todo ser viviente.

Ella camina agarrada del brazo del marido mientras yo debo de  soportar a un grupo de abuelos a cual le queda medio telediario contándome sus batallas de cuando eran unos mocosos y jugaban a las canicas.
Siento que los astros no están de mi parte, el tarot me ha dicho que me ande con cuidado y el horóscopo me repite siempre lo mismo. Hoy encontrarás el amor de tú vida, todos tus deseos se van a cumplir.
Mentira cochina a mí no se cumple nada solo me ocurren desgracias.

Miro mi teléfono, tengo varias llamadas, algunos correos y como no. Cinco mensajes de Alysa.
Los leo detenidamente aunque no hay mucho que leer. A esto me refería, los astros no me ayudan.

Alysa me pide lo mismo. No quiero que me ruegue, solo pretendo que recapacite y busque otro hombre para que las cosas entre nosotros sigan funcionando como hasta ahora.
Al parecer, se le ha metido en la cabeza esa idea y como la conozco como si la hubiera parido, sé que no va parar de hacer ruido hasta que consiga su propósito.

Llegamos al restaurante, así como el que no quiere la cosa, con diplomacia comienzo a caminar hacia atrás para separarme de los abuelos si no acabaré yo también contando mis propias batallas y no son precisamente de cuando estuve en el ejército.
Mi mala suerte hace que me tropiece con Frank. Maldita sea, nada me puede salir bien.
Hablo con Frank apresuradamente para quitármelo de encima para así alejarme de su querida esposa y de todo lo que me provoca.
Thaisa se había cambiado de ropa, ya no llevaba ese horrible jersey de rombos, ahora luce una camisa ajustada la cual deja mucho a la imaginación con sus grandes pechos.
Necesito salir huyendo o acabaré quemándome.
Frank me invita a comer con ellos. Intento inventarme excusas. Pero no, el muy cansino me insiste en que me quede a comer con ellos incluso me da un pequeño empujón llevándome hasta la mesa.
Perfecto, me acabo de poner enfrente del toro y no hablo solo por cuernos.
Es que mi conciencia habla por mí, Frank es buen tío y yo un miserable al sentarme en la mesa con él pensando conchinadas sobre cómo me lo podría montar con su mujer.
Al parecer mi tiburón tiene hambre, me remuevo en la silla aparentando firmeza. Joder si estoy a punto de correrme y todo porque Thaisa no deja de acariciar  mi tiburón por debajo de la mesa.
Estoy a punto de explotar, me levanto de la mesa excusándome con que me llaman por teléfono.
Tapándome con el jersey hay como puedo para que no se me note el bulto llego al baño, echo agua fría al pobre de mí tiburón hasta que la calentura se me pasa no salgo del baño.

Ya más calmado, vuelvo a la mesa, pero ella tiene ganas de marcha, intenta contraatacar pero esta vez no la dejo.
La comida fluye con normalidad, hasta el final.
En un momento que nos quedamos solos, Thaisa baja la voz diciéndome de vernos esta noche, su marido debe de asistir a un evento y ella no lo va acompañar.
Uhmm. La propuesta me gusta y acepto encantado.
Necesito volver a vivir esos momentos con ella, poder hacerla mía, sentirme alejado de todo mientras retozamos.

Un rato después, me despido de Frank y Thaisa.
Me voy hacia mi auto, me siento feliz porque esta noche estaré con Thaisa.
Al mirar el maldito frasco hacen que se me quiten las ganas.
Pienso en Alysa, pero también quiero darme un homenaje.
Miro el frasco pensando en muchas cosas. Una de ellas, es como voy a estropear algo de mi semen pudiendo enfrascarlo, creo que haré el esfuerzo y la voy ayudar.
Respiro hondo varias veces masajeando mis sienes pienso en lo más correcto.
Al final, decido seguir con mi idea y dejar de pensar en negativo. El mañana nadie lo sabe, pero yo sé que tengo una conversación pendiente con mi adorable secretaria.

A las 8 estoy en la puerta del hotel que me ha dicho Thaisa.
Me registro en otra habitación, y al pasar a la suite donde ella se encuentra todos mis sentidos se centran en mi miembro.
Ella me recibe desnuda, tan solo lleva una bata de seda blanca por mitad de sus muslos.
Con una copa de champagne brindamos mientras nos besamos dejo de pensar en todo.
Solo la necesito a ella, besar su boca, escuchar sus gemidos, dejar que me quite la ropa para tumbarla en la cama y empezar a darle camboya de la buena.
Pero claro, uno se supone que debe de estar ahí duro que te pego con el condón puesto y llegar al clímax para quedarme a gusto.
Pero no. Tengo que hacer la marcha atrás y correrme en el puñetero frasquito.
Mientras lo hago, pongo mirando pa' Cuenca a Thaisa introduciendo mis dedos en su vagina para que se corra y no mire donde estoy vaciando mi semen.

Cierro el puñetero frasquito y lo meto con disimulo en el bolsillo de mi pantalón.
Thaisa está muy caliente, de hecho quiere más y comienza a meterse en la boca mi tiburón.
La expresión de su cara morbosa, su boca comiéndose mi tiburón no tiene precio, no tardo en encenderme y comenzar con el segundo tiempo del juego.

Pin, Pam, estoy ahí duro que te pego, y ¡Pum!. Otra vez a dar marcha atrás y vaciar todo mi contenido en el puñetero frasco.
Lo cierro y le pongo papel de aluminio para que no se vea lo que hay dentro.
Me dejo caer en la cama sudado, agotado y hasta los mismos de no haber terminado una faena como es debido.
Menos mal que Thaisa le gusta el sexo oral y he podido calmar su apetito sin que se diera cuenta.

— Debo de irme Evan, mi marido estará a punto de llegar. — Cada vez que pronuncia esa frase siento más ganas de atarla a la cama para no dejarla ir.

— De acuerdo yo también me voy necesito trabajar un rato más.

— No trabajes tanto mi amor, hoy te notado un poco cansado, aunque has estado bien, necesitas relajarte más y yo voy a encargarme de eso. Mi marido se va por una semana de viaje de negocios. — Dejo que me muerda el óvulo de la oreja, haciéndole creer que me motiva su proposición.

En cierto modo ya estoy cansado de esta situación.
Nada más irse Thaisa me levanto y me doy una ducha.
Mientras el agua recorre mi cuerpo pienso en Alysa y eso me jode mucho.

Me jode porque la voy ayudar a cumplir con su sueño pero también es el mío.
Quiero enamorarme, tener mi familia, hacer el amor con la misma mujer todos los días, cuidarla y tener mis hijos. Llegar a casa y no estar solo, la necesidad me hace de salir a la calle a buscar migajas de sexo. Y cuando me he enamorado ha sido de la mujer equivocada.
Ella se va a dormir con su marido, disimula los cuernos que le pone, incluso se lo tirará también para camuflar que está jugando a dos bandas.
Mientras yo aquí estoy limpiando mi cuerpo porque la conciencia no se como se hace.

Salgo del hotel y me voy directo a mi casa.
Cómo sé que Alysa estará en mi casa, le dejo el bote metido en el congelador como he leído por internet.
Salgo de su casa observando que Rosi no está.
La llamo y me dice que ha debido de salir porque su madre se ha puesto enferma.
De hecho me ha avisado por mensaje porque no le respondía a la llamada.
Mierda se me olvidó activar el sonido.
Para dejarla tranquila le digo que yo me encargo del monstruo de las galletas.

Cojo algunas cosas de Alysa que me dice Rosi para llevarlas a mi departamento. Al parecer me va tocar dormir con el monstruo de las galletas.

Nada más abrir la puerta dejo las llaves en el jarrón, me quito los zapatos y cuando intento dar un paso ya la tengo detrás.

— ¿Se puede saber qué son estas horas de venir?

— Acaso eres mi madre para tener que darte explicaciones de mi vida.

— No. Pero soy muy cotilla. Dime, la has visto ¿Verdad? ¿Vienes de estar con el zorra de Thaisa?

— Sí, vengo de echar un polvo con ella. ¿Algún problema?

— Sí, dime qué al menos tu semilla irá destinada para una buena causa.

— Lo siento la he reciclado. Será en otra ocasión. Y ahora quiero dormir. Puedes irte a tú casa.

— Evan, sabes que nunca te pedido nada y mucho menos te he rogado nada.
Dame de una puta vez tú maldita semilla o te juro que te la corto.

— Quieto hay parao rayo que te veo venir. Mira que si me la cortas entonces ya hemos vendido el bakalao.
Quiero que sepas algo Alysa. Si esta noche he quedado con Thaisa ha sido para demostrarme a mí mismo que ya los tontos están pasados de moda, y para poder ayudarte. Tienes el frasco en el congelador.

— ¿Enserio? Evan yo...— Alysa me rodea por mí cintura apoyando su mejilla precisamente ahí, en mis partes bajeras.

Joder vaya situación más bochornosa.
Ella me mira con un destello azul marino en sus luceros. Sus labios se estiran mostrando una sonrisa preciosa la cual me derrite.
Me agacho para mirarla bien cuando de pronto siento sus labios chocando fuerte con los míos.
Dejo que me bese, es un beso apetecible y me gusta el sabor que desprende.

— Evan gracias. — Sus palabras me dicen mucho, el beso que me ha dado ha sido más expresivo de que lo ella me pueda decir.
Pero ahora que lo pienso...¿Estará Alysa enamorada de mí en secreto?

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