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Aquí Vamos De Nuevo

Pov Mirabel

Camilo me dio una larga charla sobre porqué no debería aceptar a ese chico, si no fuera mi primo ya le hubiese lanzado una silla. Lo quiero mucho sólo que a veces suele ser egoísta.

—Camilo, tú sabes que te quiero mucho, pero ayer recibí varios sermones de parte de la Abuela, de mi Madre y ahora de ti. —Di un gran respiro antes de continuar—. No quiero molestarme contigo, si no tienes otro tema del cual hablarme entonces me retiro.

—¡NO TE VAYAS! —exclamó asustado—. ¡EEEM! Bueno, si tengo algo que decirte, es sobre Mariano.

—¿Qué tienes con Mariano? Ya déjalo en paz, él no hizo nada.

No me sentía bien sabiendo que nos metimos a su casa sin permiso. Pobre Mariano, no sabe que nos robamos sus cartas.

—Mirabel sigues cegada con la falsa apariencia que te da Mariano, él es culpable de la desaparición de Dolores, anoche lo seguí y descubrí que...

—¡CAMILO! Ya basta. Nos metimos a su casa, robamos sus cartas, comprobamos que no había nada. ¿Por qué lo sigues? ¿Qué es lo que quieres?. Te hice caso y te apoye. Siempre haces eso de hacer lo que tú quieres. ¿Te has preguntado lo que yo quiero? ¡NO!.

—Tienes que escucharme todo lo que te digo es verdad, lo vas a comprobar. Mañana se supone que vuelve el Tío Bruno y te aseguro que no volverá, porque Mariano lo tiene secuestrado.

—¡Ay, Aja!. La fiebre te debió dejar muy mal. No puedo creer que mi primo invente cosas sobre la gente que no le agrada. —Salí de la casa, porque ya no quería ver a Camilo.

Pov Isabella

No lo hice a propósito fue casualidad que escuchará la discusión de Mirabel y Camilo. Cuando mi hermanita se fue, recién me acerque a Camilo.

—¿Cómo qué el tío Bruno está secuestrado?. Camilo, tienes que decirme que fue lo que viste. —Lo tome de los hombros asustada.

Camilo me contó como siguió a Mariano y lo que vio, incluso me confesó que se metió a su casa a robar unas cartas que comprobaban que Mariano es el culpable de la desaparición de Dolores.

—Yo si te creo lo que me estas diciendo Camilo. La casa estaba en plena reconstrucción y Mariano ya había aceptado los sentimientos de Dolores. Ella en su felicidad me confesó la razón de querer estar tanto con Mariano y es que él fue maltratado por su Padre. Escucho como lo solían golpear e insultaban. Las noches eran sus descansos junto a su poesía, el momento en donde podía recitar todo el amor que él anhelaba. Dolores se logró compadecer y así nació en ella esa necesidad de querer llenar ese vacío que tenía Mariano. Por último me confesó que su Padre no lo abandonó, sino que él lo mató. Ahí me di cuenta que Dolores estaba ciega de amor. Intentaba justificar lo que hizo Mariano, aunque eso no merecía justificación.

—Debiste convencerla para que se alejará —susurró Camilo, desanimado.

—No puedes convencer a una persona enamorada... Yo creí que como Mariano aceptó sus sentimientos, no pasaría nada. Que Dolores había logrado obtener a ese hombre dulce, amable, amoroso... Te puedo asegurar, Camilo, que Mariano es ese tipo de hombre. Yo conocí ese lado verdadero en él, sin embargo, Dolores no es lo que él buscaba.

—Isabella tú... ¿Crees que la mato?.

Note como Camilo contenía las ganas de llorar.

—No lo sé. Preferí creer que ella se fue y tener esperanzas que mi tío Bruno la traería de vuelta... Aún no pierdo esas esperanzas. —Solté unas cuantas lágrimas.

—Tienes razón Isabella, aún hay esperanzas. Tío Bruno está en esa casa encerrado probablemente también esté Dolores con él. —Me dio un abrazo para así calmarme.

—¿Por qué Mariano tiene al Tío Bruno? —inquiero.

—Te va a parecer tonto lo que voy a decir, pero mi conclusión es que esta enamorado de Bruno y sólo utilizo a Dolores para acercarse a él.

—Lo admito, suena como algo que tu inventarias, todos aquí sabemos que no te agrada Mariano ¡He, He!.

—Mirabel esta enojada conmigo. —Agacha la mirada—. ¿Puedo decirte algo? —titubeó nervioso.

—Puedes decirme lo que sea, por algo somos familia.

—¡MMMM! Bueno... Sucede que... Me gusta Mirabel y se lo confesé... Ella pensó que estaba jugando... ¿Crees que es enfermo?.

Su carita preocupada me conmovió.

—Por supuesto que no, pero sabes que... Solemos confundir la admiración con amor, además tu utilizas la palabra gustar y no amar. El gustar es egocéntrico, el amar se centra en el ser amado. Necesitas más tiempo para entender tus sentimientos hacia Mirabel. —Me arrodillé para estar a su estatura e hice movimientos rápidos con las manos haciendo aparecer una galleta como si fuera magia—. Te la ganaste por ser tan valiente.

Pude animar a Camilo y le dije que vaya ayudar a su Madre que estaba en el sembradío. Mi primo necesita alejarse de este problema, momentáneamente.

¿Cómo puedo enfrentarme a Mariano?. No quiero involucrar a nadie, aunque Luisa sería de gran ayuda... No, no, no, no... Primero es diálogo y después viene la fuerza bruta.

Lo primero que debo hacer es hablar con Mariano, si no fuera porque no lo encuentro, ya busque en su casa, les pregunté a las personas del pueblo, a su trabajo. Descubrí que esta de descanso. Puede ser que... Este en esa casa oculta que dice Camilo.

Tendré que esperar a que venga, no es muy estratégico esperar... Sin embargo, la paciencia es una virtud.

Pov Bruno

Desperté desnudo encadenado a la cama en el mismo cuarto lleno de Peluches. Mariano está sentado en el lado izquierdo de la cama, pelando una manzana con un cuchillo mediano. Se dio cuenta que desperté y se volcó a mirarme.

—Mariano... No fue mi intención hacer eso. —Negué, reprimiendo el pánico que me invadió.

—Brunito, amor de mi vida, sé que estas tan enamorado de mí como yo de ti que jamás dudaría de tus palabras... ¡Ha, Ha!. ¿Acaso crees que soy tonto?. Anoche me juraste que era un hombre perfecto para ti... Creí en tus palabras y al final me traicionas.

Presionó su mandíbula y se puso de pie arrugando el entrecejo. Dejó la manzana en la pequeña mesa que está al lado de la cama.

—Mariano, por favor dame otra oportunidad. Te prometo que esta vez no haré nada que te haga enfadar, te daré todo el cariño que tengo por ofrecer, sólo... No me hagas daño. —Jale las cadenas y lastime mis muñecas por hacer eso.

—El daño lo provocas tú, sabias que prometí ser mejor con tal de que te quedaras, no te importó nada de eso. Si terminas herido tienes que ser consciente, querido, que fue por culpa tuya. —Agarro un frasco para vertir un líquido viscoso en sus manos.

—¿Qué vas a hacer conmigo?.

Mi cuerpo temblaba y eso ocasionó que las cadenas suenen.

—No te haré nada, conejito. No obstante, tienes que pagar. Te haré un trato así como tú me lo hiciste anoche. Tienes dos opciones, o asesino a Camilo o te dejas hacer el amor con tu consentimiento. —propuso con malicia.

—¡¿QUÉ!?. Dijiste que no los lastimarias.

—Y tú prometiste que no intentarías escapar, bastante irónico, ¿cierto?. Mi paciencia no dura mucho, escoge de una maldita vez. ¡Tick Tack! Bruno.

—Sabes perfectamente que jamás dejaría que lastimes a alguien... Elijo la segunda opción

Mariano, no réplico. Se me acercó para liberarme de las cadenas de mis muñecas y mis pies.

—Se llama hacer el amor, así que espero que también partícipes en el acto, sino iré a matar a Camilo, ten en cuenta eso mientras lo hacemos mi conejito. —Se empezó a desvestir.

—¡ESE NO ERA EL TRATO!.

—¡¿POR QUÉ ME GRITAS?!. Detesto que me griten, sobre todo si lo haces tú, la persona que se supone debería amarme. —Se notaba tristeza y decepción en el rostro de Mariano.

—¿En qué te basas para suponer que yo debería amarte?. Mariano, necesitas ayuda psicológica, no es normal nada de lo que estás haciendo.

La desesperación me gana, siento que voy a vomitar.

—Ya te dije que sólo te necesito a ti, pero eres muy testarudo como para entenderlo. —Se subió a la cama y se puso encima de mí.

Con sus grandes manos masajeo mi abdomen formando una medialuna con sus dedos, sentí cosquillas. Siguió con los masajes un buen rato. Me daba curiosidad la razón y que era lo que se puso en las manos, olía tan rico y se sentía bien.

Mariano bajo su rostro, sin quitar sus manos de mi abdomen, hasta mi pecho y con su lengua lamia mi areola en forma de círculos, lamia y chupaba mi pezon, intercalando.

—¡Auch!. Mariano, me estás mordiendo muy fuerte. —Vi que mi pezón se torno de un color rojo por la fuerza que aplicaba al morder.

—Este es tu castigo, corazón. Si yo quisiera abrir tu piel y meter mi pene por ahí, tendrías que aguantarte, porque me traicionaste. —gruñó molesto.

—Extraño a mi familia... Extraño el cariño de mi Madre.

Las ganas de llorar volvieron, pero no solté ni una lágrima, porque Mariano se disgusta.

—¿El amor que te doy no es suficiente, Bruno?. Soy la única persona que necesitas, puedo hacer todo lo que me pidas, te prometo que si me aceptas jamás te arrepentirás de esa decisión. Serás muy feliz. —Beso mis labios con desesperación, buscando aceptación de mi parte.

Mi mente esta cansada de intentar escapar. Lo mejor será rendirme y aceptar a Mariano... Creo que será un milagro si algún día vuelvo a ver a mi familia. Hasta entonces tendré que seguir con la fantasía que tiene Mariano de que somos pareja.

Enrolle mis brazos en el cuello de Mariano haciendo más profundo el beso. Él no dudo en meter su lengua y recorrer toda mi cavidad bucal.

Cuando detuvo el beso, por falta de aire, me ordenó que abriera las piernas a lo cual obedecí. Tomó el envase de vidrio que estaba en la mesita de noche para poner un poco del líquido en mi orificio y así lubricar usando su dedo. Yo sólo evite que mis quejidos salgan de mi boca.

Mariano dejó de meter su dedo y esta vez intento meter su miembro, sentí como lentamente su pene entraba en mi interior, fue doloroso, pero se quedó en esa posición unos segundos y no entendía el porqué, pero tenía muchas ganas de mover mis caderas o que él se moviera ya que, mi interior ardía.

—¿Quieres que me mueva, Brunito? —pregunta con placer Mariano.

Sólo asentí afirmando que si quería que lo hiciera. 

Mariano empezó con las penetraciones, no eran tan fuertes, pero me hacían soltar unos cuantos gemidos. Me da vergüenza admitir que sentí mucha satisfacción cuando el pene de Mariano entraba más profundo en mí tocando un punto que me hacía soltar gemidos más fuertes.

Me vine en mi abdomen, sin embargo, Mariano sigue entrando y saliendo de mi interior. Mariano se vino varias veces dentro de mí y aun así seguia sin querer parar. Mi pancita parecía que se había abultado por el semen de Mariano.

—¡Ugh! Ya no puedo más... Por favor... Detente... Quiero que pares.

Apenas pude decir esas palabras, tenía la sensación de que me iba a desmayar.

—No puedo parar, te sigo deseando Brunito, quiero todo de ti, quiero más de ti.

Las penetraciones se hicieron más rápidas y profundas haciendo que Mariano se vuelva a venir dentro de mí.

—¡AAAAAH! Basta... Basta... —Respire agitado—. Estoy cansado. —Tome el rostro de Mariano con ambas manos para rogar que se detenga—. Amor, déjame descansar. —Recién reaccionó y salió de mi interior, también pude sentir como salía su semen.

Me quedé dormido hasta las tres de la tarde. Cuando desperté, los brazos de Mariano estaban alrededor de mi cintura. Me di la vuelta para poder ver su rostro dormido. Nuestros cuerpos siguen desnudos, lo único que nos cubre es una sabana que obviamente puso Mariano. Moví un poco su brazo para despertarlo.

—¿Todo está bien, mi amor?. —Me beso la frente con ternura.

—Sí. Me dio hambre. ¿Puedes prepararme algo de comer?. —Me acerque a su nariz y deposite un beso ahí, esto sorprendió a Mariano.

—Cocinaré algo delicioso sólo para mi amorcito de mi vida y de mi corazón, pero antes de eso. ¿No quieres que nos bañemos?. —Mariano preguntó mientras me acariciaba el cabello.

—Sí —respondí desanimado.

Nos bañamos, aunque lo correcto sería decir que Mariano me baño a mí, lavo mi cuerpo y mi cabello con mucho cuidado. Confesó que verme tan condescendiente lo excitaba y quería hacerlo en el baño. No deje que eso pase, porque estaba cansado, aun así el unió su pene con el mio y los masturbo al mismo tiempo. No sé si eran sus hormonas que lo hacían actuar como perro en celo.

Pov Mirabel

Esa fue la cita más aburrida, no desprecio el conocimiento de los demás, pero este chico sólo te hablaba de un tema y no parecía interesado en otra cosa que no sean sus plantas.

No entiendo, ¿Por qué nadie está interesado en conocerme?... Quisiera hablar con Mariano, pero no sé dónde está. No lo vi en el pueblo, en casi todo el día. ¿Habrá viajado?. Si fuera así yo creo que él me lo diría. Vi a Isabella jugando ajedrez con unas personas bastante mayores y me acerque a preguntarle si había visto a Mariano. Me respondió que ella igual lo había buscado y no lo encontró.

—Mirabel Madrigal, un consejito entre hermanas. Ve a la casa y arregla tu problema que tienes con Camilo —sugirió Isabella algo enfadada.

—Él tiene que disculparse primero. Siempre soy yo la que agacha la cabeza, siempre soy yo la que tiene que mostrarse arrepentida, todo es mi culpa ¡NO ES JUSTO!.

Cerre los puños y me di la vuelta para correr en dirección a casita, mientras en mi rostro caían lágrimas gruesas.

Continuará...

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