Aunque sé que la ve, la escondo nuevamente. Espero que pregunte algo sobre ella, pero no dice nada y empieza a mirar a su alrededor.

―Jamás habría pensado que le vería venir aquí ―hablo atrayendo su mirada.

―Tampoco lo creía posible, lo han mencionado en el grupo de colegas y el nombre me resultó familiar, así que acepté venir ―dice señalando con su cabeza hacia el otro costado, donde está la zona de espacios más bohemios.

Allí hay un grupo de profesores, y entre ellos McEntire.

―Vaya.

―Parece que su fama ha llegado a sus oídos ―emite.

―Ya lo creo, pero entonces no vino por mi recomendación sino porque ellos le invitaron.

―Diría que si a partes iguales, así que solo he venido a saludarla ―dice poniéndose en pie.

―Entonces, gracias por dejarme saber que ha venido por aquí.

El profesor Bledel sonríe apretando sus labios, y con un amistoso gesto de su mano se marcha hacia la tertulia de colegas.

―¿Ese era el profesor nerd? ―Cand pregunta a mi espalda dándome un susto de muerte.

―¡Rayos, Cand! Te puede escuchar ―exclamo llevando la mano a mi pecho y ella se ríe de mí.

Toma asiento y pide otro Lemon Ice.

―Parece que le falta un revolcón como el que acabo de tener.

―¡Por Dios! Te va a oír ―flipo.

―No lo creo ―repone divertida, mientras le observo achinando la mirada―. ¿Qué? ―pregunta.

―Está con un grupo de profesores de la academia y McEntire también está entre ellos ―le informo y ella ni se inmuta.

―¿Y eso qué? Tiene derecho a divertirse ―manifiesta tomando mi cóctel y bebiéndoselo antes de que pueda arrebatárselo―, necesitaba uno, ese polvo rápido estuvo bueno. Olivia cada vez se rodea de mejores especímenes.

―¿Apuestas a que los trae solo para que tú te los tires?

―Puede ser ―se jacta con mucha gracia.

―Pensé que eso ya no te iba.

―Para nada, ya sabes que en la variedad está el placer ―repone sin perder su diversión y yo largo un hondo suspiro.

Quisiera pensar que es una cosa u otra, pero ella prefiere que no piense nada, ya que no le gusta encasillarse, y simplemente disfruta de lo que le place. Un día está con MacEntire y al otro con cualquiera.

―Deberías hacer lo mismo ―dice.

―No más sermones. Ya tengo suficiente con los de mi madre.

―Pues ya es hora de hacerle caso. Adam no es para ti, ya deberías entenderlo. Él jamás va a darte tu lugar frente a su estirada familia.

―Sabes que no busco eso.

―Peor, te falta ambición.

―Que no quiera compromisos serios con él no quiere decir que no tenga ambiciones.

―Yo creo que sí, y en primer lugar no hay maneras de que tengas un compromiso serio con él si solo te busca para desahogar sus enfermos impulsos sexuales. Sabes, me lo creería más si te cogieras a Bledel.

―¡Cand! ―gruño molesta.

―Creo que le falta acción ―continúa muy ufana pese a mi propuesta.

―Gav tiene razón, eres insufrible ―espeto poniendo los ojos en blanco.

Ella solo ríe y se alza de hombros. Suspiro pensando que a veces quisiera ser como ella de despreocupada y decir cosas sin sentido de la responsabilidad.

―Y a propósito de él, ¿por qué estaba contigo?

―No estaba conmigo, solo pasó a saludarme.

―Eso es raro ―comenta con un tono de misterio.

―Le hablé del lugar y da la casualidad de que algunos profesores le invitaron al mismo sitio.

―¿Y por qué le hablaste del lugar?

―Cielos, Cand, voy a ser su asistente este trimestre y hablamos un poco, ¿sí? ―digo irritada.

―¿Es en serio?

―Sí ―respondo irascible y casi que abriéndole los ojos.

―Bueno, deberías aprovechar para conocerle mejor, seguro debe haber algo bueno debajo de esa apariencia de nerd anticuado.

―Barbaridad, podrías dejar de decir cosas de la gente que no conoces.

―Tiene buena altura ―prosigue indiferente a mi reacción―, pero parece que le gusta andar encorvado. Yo creo que, si le quitamos los lentes y le arreglamos un poco el cabello, le ponemos mejor ropa y le enderezamos un poco, mejoraría un montón.

―Estás loca ―bufo con todas sus sandeces y ella se ríe a carcajadas.

Su bebida llega y esta vez soy yo quien se la arrebata y se la bebe toda. Miramos hacia Gav y ya se está despidiendo de Olivia y sus amigos. Observo de reojo a Cand y le está haciendo señas al tipo con el que se escabulló hace un rato. Después miro a la profesora y me encuentro con su mirada. Largo una exhalación y solo espero que tanta condescendencia no le pase factura.

Saco mi teléfono para mirar la hora, y sin esperármelo ella toma la tarjeta que otra vez se asoma en mi mochila y la mira con mucha admiración.

―¿Qué es esto?

―No lo sé, la encontré en mi taquilla esta mañana ―digo indiferente tratando de quitársela, pero ella la aparta y empieza a leer la nota del reverso.

―Antes de que digas algo, ni lo pienses, seguro es una broma.

―¿Y si no lo es? Aquí pone que debes comunicarte, parece serio ―expone de repente muy emocionada.

―Ya sabes que se hacen bromas como esa y a lo mejor es el número de un club de sexo.

Ya ha pasado.

―También te falta ser arriesgada, yo probaría a ver si es verdad. Igual no pierdes nada.

Ella se alza de hombros mirándome con esa expresión de: "anda arriésgate".

―No lo creo, no quiero quedar como idiota ―espeto intentando quitársela por segunda vez, pero ella la aparta de nuevo, después saca su teléfono marcando el número con tanta rapidez que me hace abrir los ojos espantada.

Él corazón me palpita fuerte cuando ella lo pone entre las dos y este empieza a sonar.

―Centro de atenciones Leroux, ¿Quién habla? ―contestan.

Ella también abre los ojos, cuelga de inmediato como si le hubieran asustado de muerte por primera vez en su vida.

―Esa no era la recepcionista de un club de los que mencionas, tal vez no sea una broma como piensas ―dice cuando se recupera, y la verdad no sé qué decir.

Lo cierto era que esperaba que nadie contestara.

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