6. Cand
Mi última sesión de trabajo es en la clase de dibujo artístico, dirigida por el profesor Sioux. De todos es el más amable y considerado. Siempre me permite tomar descanso de las poses, aparte que me conoce desde que llegué a la academia, y prácticamente le debo a él el que pueda realizar este trabajo en otras clases.
Él fue quien me contrató y recomendó desde que hiciera una vez de su modelo de formas.
―Es todo por hoy ―dice a sus estudiantes que de inmediato empiezan a cubrir sus caballetes y recoger sus materiales de trabajo―, antes de salir den las gracias a nuestra ayudante ―añade, casi que obligándolos a hacerme cortesía y todos lo hacen de manera educada al salir.
Me acerco a él y me entrega mi paga de la hora.
―Siempre es un gusto ayudarle, profesor ―digo y él me sonríe, seguido hace un gesto con su mano para que me vaya.
No es por descortés, es que siempre me dice que no tengo nada que agradecerle. Que lo que hago para él como para otros es trabajo y no tiene problemas con pagarme. Salgo de allí con una sonrisa guardando mi paga junto a la otra. Saco mi teléfono para mirar la hora. En el fondo espero encontrar por milagro un mensaje de Adam, pero las esperanzas se van cuando no hay ninguna notificación de él. Trato de que eso no afecte mi buen ánimo, y me recuerdo que es normal que no de señales cuando parece encontrar a la mujer indicada.
Adam... es así.
Con ese pensamiento algo frustrante me sacudo y me dirijo hacia el área donde la profesora McEntire tiene su estudio. Cand es su modelo favorita, por no decir que tienen su buen rollo. A diferencia de mí, ella no trabaja como modelo academicista y más bien hace trabajos especiales pedidos por artistas, aunque la profesora es quien acapara su horario.
Aparte de mi amiga la profesora también ofrece contratos a extras, dependiendo lo que va a representar en el lienzo. Nunca le faltan candidatas avezadas porque lo que es cierto, es que su paga es buena. Cand no lo hace tanto por el dinero, sino porque lo pasa muy bien. Las obras de la profesora se venden bastante bien ya que tiene una clientela selecta. Quizás es debido a su especialidad en el desnudo pictórico y artístico, y la verdad, es que no trato de imaginar quienes son sus compradores. Cand ya debe estar terminando su sesión, y dejando de lado sus enredos con ella a diferencia de mí, no le molesta quitarse la ropa. Admiro esa determinación. Yo no sería capaz como piensa Adam, por mucho que la paga sea más alta.
Llego al edificio de los artistas, llamado así porque es exclusivo de sus trabajos privados. En la entrada me encuentro con el portero y le muestro mi carné de modelo académico, y anuncio que voy al estudio de la profesora McEntire. Ya me conoce, así que me deja pasar, y una vez dentro busco por su sala privada de dibujo. Es una profesora bastante reconocida y debido a ello tiene sus buenos privilegios, así como muchos otros porque la mayoría son personas con renombre en el mundo artístico, a excepción de Bledel que se queda más como el novato de las figuras abstractas.
Ella me conoce tanto por mi trabajo como por Cand, y más de una vez me ha pedido que le sirva de modelo junto a mi amiga, pero me he negado. Tiene buen humor, así que no se lo ha tomado a mal, y más bien se hace a la idea de que soy una mojigata. Prefiero que sea sí, y no es lo mismo desnudarme frente a Adam, que frente a la vista de una persona con la que no tengo confianza, así esto sea de carácter profesional y académico.
Al entrar en la sala donde se encuentra, trato de hacer el menor ruido y me quedo junto a la puerta. Me quedo embelesada observando como la profesora esta vez toma registros fotográficos en escena, a dos mujeres en una posición un tanto acalorada y sensual sobre un piso lleno de hojas de otoño. Una de ellas es Cand casi que, seduciendo pícaramente a la otra chica, que a leguas se le ve que está intimidada. Meneo mi cabeza, ella es así, además, que disfruta de lo que hace y le saca buen provecho.
Desde donde estoy puedo ver lo que la profesora observa desde su lente, que luego captura con un clic lo que será el registro inicial de su siguiente obra llena de sensualidad, simpatía y erotismo.
―Hemos terminado por hoy ―anuncia la profesora alejándose de la cámara para hablarles―, mañana a la misma hora ―añade.
Cand me ve al ponerse en pie y me saluda con su mano. La otra chica también y se pone roja de vergüenza. De inmediato va hacia el cuarto de cambio. Mi amiga sonríe amplio guiñándome un ojo a expensas de la profesora que se ocupa en quitar su cámara del trípode, y la sigue. También es un poco maliciosa, porque sé lo que va a hacer y es atormentarla. Así que mientras yo me acerco y saludo a la profesora, ella aprovecha ese tiempo para hacer travesuras.
Es la razón por la que siempre hay una nueva, lo que quiere decir que algunas no vuelven. Eso me hace pensar lo terrible que es Cand.
―Es tu hora de entretenerme ―dice la profesora sobresaltándome un poco.
―¿Entretenerla? ―pregunto fingiendo indiferencia.
Ella levanta sus cejas y entorna la mirada. Después niega y prosigue recogiendo sus cosas.
―Cand me dijo que hará una nueva exhibición ―comento cambiando de tema para aplacar el ambiente.
Ella me sopesa achinando su mirada.
―Así es. Será un evento privado, puedes ir con Cand si quieres.
―Eh, no lo creo.
―Son divertidos, aunque no lo creas.
―Supongo ―digo algo trémula, observando algunas de sus pinturas, al óleo y al carbón colgados en la pared.
Sugestivas, y sin rostros.
―Si te apetece asistir, hazle saber a Cand para anotarte en la lista de admitidos ―manifiesta y se adentra con sus implementos a su oficina.
Justo en ese momento Cand sale del cuarto con la otra modelo, aunque lo hace como un bólido. Se despide bastante rauda de nosotras, va por su paga y se marcha. En cambio, mi amiga tiene una sonrisa de oreja a oreja, lo que quiere decir que la hizo sudar de vergüenza.
―Dios, eres terrible ―murmuro cuando se pone a mi lado.
―Y eso que no le hice nada ―repone alzándose de hombros descarada.
La profesora vuelve y se acerca a Cand entregándole la suya. Después se acerca y le planta un beso que se me hace bastante incómodo porque nunca me acostumbraré a sus gustos. Volteo la mirada mientras ellas se dicen cosas al oído. Por fortuna el flirteo acaba y no nos demoramos allí, salimos rumbo al estacionamiento.
―Creo que la profesora sabe que molestas a sus otras modelos ―le advierto.
―Lo sé ―responde bastante ufana.
―¿Cand? Se supone que ustedes tienen... algo.
―Y eso qué. Lo pasamos bien, le sirvo de modelo y me paga ―contesta como si nada, sacando su llave y quitándole el seguro a su auto―, tonta, deja de preocuparte. No me dirá nada, las dos tenemos un acuerdo que le conviene más a ella que a mí. Por eso me deja hacer lo que quiera.
―Vale, pero si esto se saliera de control, la única que perdería eres tú. Ya sabes las reglas ―expongo la advertencia.
―Nada de eso va a pasar ―manifiesta poniendo sus ojos en blanco―. Ahora vamos, Gav ya nos tiene sitio esperando.
―Bien, te veo allá ―digo sin más que agregar.
Cand se marcha primero al Pub de Groover. Mientras voy por mi bici medito en cuál de las dos es más inteligente en esto de las relaciones amorosas. La suya es a conveniencia, y la hay. En cambio, entre Adam y yo, aunque nos entendamos en la cama, fuera de ella todo es incierto.
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