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24. Exhibición/Parte 1

Me he despertado eufórica, ni siquiera sé cómo pude dormir luego de regresar de lo que pareció un sueño. La voz de Leroux sigue todavía retumbando en mi cabeza. Trato y trato, pero no logro relacionarlo con nadie. Es lógico que hable francés. En su biografía pone que nación en Estrasburgo; sin embargo, toda la información es escueta. Su edad es un misterio, pero por el tono sentí que no podía ser mayor de treinta años. No era una voz vieja, era joven y muy seductora. Bien lo dicen de los franceses que es el segundo idioma más romántico luego del italiano.

Cielos, no lo he visto y su voz me tiene como una cabra.

―¿No me vas a contar como te fue? ―Cand pregunta a mi lado.

Estamos en el centro comercial comprando vestidos para la noche. Solo ella porque mis finanzas están bastante ajustadas. Lo había olvidado y fue quien me lo recordó hasta sacarme de la cama muy temprano, diciendo que me lo regalaría y ya le compraría uno cuando cobrara mi primer cheque, aunque todo eso es más por sus ansias de chisme.

―Ya te dije que no puedo contar nada, además que ni siquiera le vi, todo el tiempo estuve vendada, y aún no sé si puedo contarte eso.

―Vaya, es obvio que quería manosearte.

―¡Ay Cand!

―No me digas que eso te excitó.

―¡Oye!

―No sería raro, el estúpido de Adam seguro que ni siquiera te estimulaba y solo iba al grano.

―Vas a dejar de mencionar esas cosas.

―Bien, ¿Qué te parece este? ―me señala un vestido de cuero algo raro para mi gusto simple.

―No lo sé ―contesto dudando sobre la prenda.

―Es el ideal para una exhibición como esa.

―Cand, solo voy a acompañarte, no ha exhibirme.

―Vamos, te quedará genial.

―No, póntelo tú, yo escogeré otro.

―Aguafiestas ―gruñe y seguido se va con el vestido al probador.

Mientras ella se va, yo trato de encontrar algo más acorde a mi estilo y después de dar un rodeo por la tienda lo encuentro. No me pongo a meditar si me queda o no y simplemente lo tomo del perchero y me lo llevo.

Cand sale del probador ostentando su sexi vestido de cuero. La parte de arriba tiene encaje y es ceñido a la cintura desplegando una corta falda de estilo de bailarina. Está feliz, así que dice que se lo llevará. Le muestro el mío de flores rosas, y hace una cara de aburrimiento. Me alzo de hombros.

―Bueno, seguro que combinas con Bledel y la estirada de Olivia ―se burla y yo pongo los ojos en blanco.

Sin embargo, no digo nada, lo mejor es que ellos irán. Al salir de allí, me deja en casa, sigue su camino y quedamos de vernos en la galería a las nueve. Bledel va a venir a recogerme y esa es otra de las cosas que también me tiene nerviosa. En verdad no creí que aceptara, contando con que no es alguien de socializar demasiado, aunque conmigo ha estado muy amable.

Me pregunto si también lo era con Natalie y por eso me ha exigido que deje mi asignación. Mientras me preparo no dejo de pensar en ello, y es la primera vez que pienso cosas diferentes que no sean relacionadas con Adam.

Adam, suspiro hondo recordándolo, luego sacudo mi cabeza y me dedico a terminar de arreglarme. Es la noche de Cand y nada más importa. Cada hora que pasa crece la ansiedad, y no sé si es comparable a la que tenía con mi primera sesión con Leroux.

Me quiero morder las uñas, y para cuando dan las ocho y media, ya no puedo aguantarme, y tal vez se debe porque es la primera vez que voy a salir con alguien, aunque técnicamente no es así, solo me acompañará a una exhibición.

¿Por qué diantres me estoy cuestionando esas cosas?

Tocan la puerta y yo me espanto, tanto que mi corazón late fuerte.

«Cálmate idiota», me digo abofeteándome mentalmente y me apresuro en ir a la puerta. Al abrirla Bledel está allí de pie, y me quedo observándole perpleja.

"Solo un par de arreglos y de seguro se verá bien", me parece estar escuchando a Cand en mi cabeza, viendo como Bledel luce... atractivo.

―Me decidí a subir y tocar su puerta, no había comunicador abajo ―dice haciendo que me sacuda de mi estupidez.

―No, no lo hay ―contesto con algo de nervios.

―¿Lista para salir? ―pregunta y yo siento como si estuviera viendo a otro Bledel.

Va de traje negro, lleva pajarita y aunque no se ha quitado los lentes, se ha peinado dejando ver su rostro.

―S-Sí, claro.

Me espabilo para ir a tomar mi cartera e ir con él. Se hace a un lado para que yo pueda cerrar.

―¿Pasa algo, señorita Campbell?

―Nada, no pasa nada ―respondo enderezándome y soy la primera en adelantarse, aunque en mi interior siento como si estuviera huyendo.

―Es aquí ―dice cuando hemos llegado a donde queda el club exclusivo Le plaisir de la nuit.

Su fachada es bastante reservada, demasiado modesta para ser un club social de arte erótico. Después de estacionar y apagar el motor se apresura en abrir mi puerta. Un acto que me tiene abrumada. Es lo mismo que hizo al salir de mi casa.

―Gracias, no tiene que ser tan...

―Caballeroso ―completa mis palabras y yo sonrío tonta.

―Amable ―repongo sin dejar de hacer el tonto.

Él también ríe algo descolocado y quiero golpearme por decir tonterías que le hagan sentir mal.

―Solo trato de ser correcto, y la verdad es que no sé cómo hacerlo, pero es bueno que no me llame anticuado. Ya que he de suponer que las chicas de hoy día no les gusta la caballerosidad, sino que prefieren valerse por sí mismas.

―Parece que no sale con muchas chicas.

―En realidad eres la primera con la que salgo ―repone y me quedo sin cómo responder, pensando que Bledel es extraño, además no es nada feo para que ninguna chica acepte salir con él―. Vamos ―agrega, noto su intención de ofrecerme su brazo, pero se arrepiente y entonces lo hago porque hombres como él, parece que están extinto y debo estar feliz que sea su primera salida, aunque sea difícil de creer.

Nos dirigimos a la entrada. Todo es bastante estricto y formal, así que luego de constatar que estamos en lista, nos dejan pasar. Cuando traspasamos el umbral de la entrada es que descubrimos la verdad de su interior. Paredes rojas llamativas y cuadros decorativos, expuestos sin ninguna inhibición. Todo es tan sugerente que debería salir corriendo con Bledel de allí.

―¡Elia! ―Esa es la voz de Gav.

Me vuelvo hacia donde proviene y le veo vestido elegante y con Olivia del brazo. Casi que la arrastra hacia donde estamos. Una vez se acerca nos saludamos de forma fraternal y efusiva, tanto que creo que impresionamos a su novia y a Bledel. Tengo que disculparme para poder presentarlos.

Olivia se muestra amable y Bledel con ellos, y en el fondo me agradó que no dijera que es mi profesor porque no sé cómo se lo tomaría ella.

―Gracias por acompañar a Gav ―me dirijo a Olivia.

―Es un gusto, él sabe que puede contar conmigo para todas estas cosas.

No sé cómo tomar su pragmática respuesta, pero agradezco que esté allí.

―Por qué no entramos, Cand ya debe estar esperándonos. ―Invito a todos y para mi alivio, aceptan, así que nos dirigimos a la sala de la exhibición de McEntire.

Caminamos alegres hacia allá, sin embargo, al cruzar el umbral de la sala. Las risas cesan, sobre todo la de Gav que se queda como espantado observando la puesta en escena del cuadro que nos da la bienvenida. Yo ya he visto cómo trabaja la profesora, así que no me sorprendo mucho. Bledel tampoco, ya sabía lo que se iba a encontrar. Por su parte Olivia no muestra ninguna reacción frente al cuadro donde Candice es la protagonista.

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