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20. La boda del siglo (Parte 1)

HOlissssss, lamento la tardanza. Ni siquiera tengo excusas, es que simplemente ahora soy una adulta ocupada. Sad. I hate it, me drena toda la inspiración y también siento que quiero mandar todo al carrizo y escribir cosas completamente nuevas... PERO esto está por terminar y lo vamos a terminar juntos. Así que preparense que queda poco. 

Los quiero mucho. Gracias por esperar. 

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Jamás se me pasó por la cabeza que tener dos pares de manos tocándome me gustaría o me haría sentir segura.

Cuando pensaba en ello, por la razón que fuera, en el simple hecho de estar con más de un hombre al mismo tiempo, me imaginaba más lo que la gente diría de mí si se enterasen. Sin embargo, lo menos que ocupa mi mente en este momento son pensamientos sobre otras personas. No otras que no sean las que me tocan en este momento.

Mi mente se siente en paz, feliz y segura porque es una decisión mutua entre los tres. Eddie duerme pacífico a mi lado y Ryu me acaricia el vientre con sus dedos, estoy desnuda entre los dos y jamás me había sentido tan libre y despreocupada, tan apartada de los prejuicios.

Aparte sé que Eddie y Ryu se gustan entre sí, tal vez tanto como nos gustamos Eddie y yo o Ryu y yo... entonces no veo por qué no hacerlo, no veo por qué esta no sería una de las mejores decisiones que he tomado. Incluso si es puramente sexual y a partir de este momento no lo volvemos a hacer, quiero quedarme con esta experiencia como algo maravilloso.

—No quiero que vuelvas a París —me susurra Ryu entrecerrando los ojos.

—¿Qué haría yo en Payson? —le pregunto, en el fondo deseando que responda lo que quiero oír.

—Te gusta este lugar, te gusta la gente —responde—. Sé que es un pueblo, que no es nada comparado como el hermoso y maravilloso París... pero yo también quiero quedarme aquí.

—¿Quieres que me quede por ti?

—Quiero que elijas porque puedes y tienes más opciones que antes. Sé que no las tenías y por eso te fuiste.

—¿Tú también lo harás?

—Sí. Pero no voy a mentir ni voy a hacerme el indiferente, mi decisión depende mucho de la tuya... yo ya no te veo cómo te veía antes.

—¿Ah no?

—No, para mí eres mucho más... no quiero dejarte ir.

—Muchas cosas han cambiado.

—Y estoy ansioso por saber y entender cada una de ellas.

Esbozo una sonrisa sabiendo de repente lo que va a pasar a partir de este momento, habiendo tomado mi decisión completamente.

—Yo también, cariño —respondo.

—Mmm, que bueno que lo resolvieron —Eddie se mueve a mi lado y Ryu y yo lo miramos, porque ambos pensamos que estaba profundamente dormido—. Espero que no vayan a echarme tan pronto —murmura abriendo sus hermosos ojos.

Yo miro a Ryu y él me mira, la mano de Ryu se extiende hacia la mejilla de Eddie y la acaricia, con su otra mano acaricia mi pelo.

—¿Sinceramente? Me gusta esto —dice—. Son... lo más lindo que he tenido en mi cama.

—No vamos a echarte —le digo a Eddie.

—Eres muy joven todavía —dice Ryu—, pero siempre puedes volver con nosotros, cuando quieras.

—Estaremos aquí —le digo—. Para ti.

Eddie nos sonríe y se acurruca en mi pecho. Ryu hace lo mismo. Yo cierro los ojos y me olvido del mundo.

Pero el mundo no iba a dejar que lo olvidásemos, sobre todo no Benjamin Roth, no cuando el día siguiente era su boda.

Algo me despertó en la mañana, un sonido agudo y desesperante. A duras penas saqué mi mano de entre los hombres que me rodeaban y que todavía seguían profundamente dormidos y tomé mi celular, miré la pantalla y automáticamente deslicé el dedo hacia arriba por la pantalla pues sabía que se trataba de una llamada.

—¿Dónde demonios estás? —es Graham—. ¿Has visto lo hora? ¡Falta una hora para la ceremonia!

—Oh por Dios —me levanto de golpe tirando a los hombres a un lado.

—Benjamin Roth se está mordiendo las uñas porque una de sus damas de honor y dos de sus padrinos no están listos y la ceremonia va a empezar en poco tiempo ¡Está a punto de tirarse del segundo piso! ¡Apresúrense!

Escucho una voz en el fondo mientras Graham despotrica. Parece ser Ty—: ¿Es ella? Gracias a Dios, pásamela —de pronto su voz de escucha más claro—. ¡Amber, apresúrate inmediatamente o Benjamin se va a suicidar!

—¡Vamos en camino! ¡Vamos en camino! —grito antes de colgar.

—¿Qué demonios sucede, Amber? —Ryu se levanta mientras yo desesperadamente busco mi ropa a través del piso y todas las prendas que lanzamos anoche.

—¡La boda es hoy, es en una hora, maldita sea! —grito.

—Maldita sea, la boda —Ryu quita la sábana y la echa a un lado.

—¿Quieren callarse? Estoy tratando de dormir —murmura Eddie todavía medio dormido.

—¡Eddie, la boda! —gritamos Ryu y yo al unísono.

—Ugh, nunca debí haber salvado esa relación —gruñe, antes de empezar a levantarse, toma su celular dela mesa de noche y empieza a moverse más rápido en cuanto ve la hora—. Mierda.

—Mierda, exactamente. Benjamín Roth nos va a clavar un picahielo en el cuello en cuanto lleguemos a la ceremonia —les espeto.

En menos de cinco minutos estamos todos vestidos y nos apresuramos hacia el lugar donde se va a llevar a cabo la ceremonia, un hermoso salón en el centro de Payson, uno de los más caros. Se supone que todos deberíamos haber llegado con horas de anticipación para que las maquillistas pudieran empezar a maquillar y peinar y para que no hubiera ninguna confusión con el vestuario, precisamente las damas de honor deberíamos ser las primeras en llegar.

Por suerte, cuando entramos y Ryu y Eddie se dirigen hacia la habitación donde se preparan los padrinos, Mahony ya está esperándome en el pasillo. Sostiene un canapé y se lo traga en cuanto me ve.

—¡Por Dios, Amber! —Mahony tira de mi brazo hacia el pasillo donde me imagino que me están esperando—. Te juro que Benjamin empezó a hablar arameo cuando vio que faltaba una hora y ustedes no estaban aquí todavía.

—Lo siento tanto —digo, más que apenada.

Cuando entramos a una habitación en el pasillo, todos los ojos se posan en mi. Veo a todas arregladas, preciosas, con los vestidos que Demian confeccionó para nosotras y el mío cuelga todavía del ropero en medio de la sala. Me acerco a Benjamin como si él fuera mi verdugo y mi cabeza estuviera lista para rodar.

—Genial, aquí estás —él está tranquilamente sorbiendo jugo de manzana de un cartón como los que les dan a los niños en el colegio—. Yuju —parece increíblemente relajado y hasta un poco borracho.

—Mmm... lo lamento tanto, te juro que esto fue un error y diría que no volverá a pasar pero no sé cuántas veces te vas a casar —me encojo de hombros—. Prometo no llegar tarde a ninguna otra boda de este círculo de amistades —digo a todos los demás.

—Bueno, si tú lo dices —Benjamin resopla y echa su cabeza hacia atrás.

Luce hermoso, con un traje color crema y sus mejillas rosadas, su cabello pulcramente peinado, creo que tiene un poco de brillo en sus pómulos y parpados lo que lo hace lucir como un ángel. Tan joven, casi no parece que fuera solo unos dos años menor que yo.

—¿Ya puedo empezar a beber champagne? —él se voltea para preguntarle a alguien, es su madre que da un paso adelante y lo rodea con sus brazos.

—No, Benjamin, las medicinas y el alcohol no van bien juntos —dice ella—. ¿Por qué no damos un paseo en los jardines? Vamos a asegurarnos de que las flores estén acomodadas como te gustan ¿Quieres más jugo?

—Sí, estaría bien —Benjamin muy dócilmente toma la mano de su madre y esta lo dirige fuera de la habitación—. Me gustan las flores —dice, antes de cerrar la puerta.

—Su madre tuve que darle un calmante de esos que le dan a ella en la clínica psiquiátrica para que dejara de hiperventilar —me explica Rachel—. El pobre chico es un manojo de nervios, pero yo supongo que es heredado, esos calmantes son malditamente fuertes.

—Dios, me siento tan culpable —me tomo la cabeza con las manos tratando de que el sentimiento de culpa por haber hecho que Benjamin se preocupase tanto no me haga querer arrancarme el cabello.

—Bien, no lo hagamos peor, toma una ducha rápida y me refiero a totalmente flash —Ty sale de algún lado con una toalla en la mano y me la lanza—. Yo voy a preparar tu cabello y maquillaje porque las chicas de cabello y maquillaje ya se fueron.

—¡Bien! —me meto en el baño directamente.

Me doy la ducha más rápida de mi vida y descubro mientras me seco que tengo un poco la piel marcada por lo de anoche. No tengo tiempo para procesarlo, sin embargo. Me pongo el vestido rápidamente y cuando estoy lista, me siento frente a la peinadora que tiene luces alrededor del espejo, donde Ty empieza a hacer su magia conmigo. El hombre trabaja como un huracán, casi empiezo a preguntarme por qué no lo contrataron a él para el maquillaje, pero supongo que necesitaba un descanso.

—¿Alguien me puede explicar cómo vamos a hacer para que nadie se dé cuenta de que Benjamin está totalmente drogado? —pregunta Mahony—. El chico no puede ni caminar solo.

—Bueno, menos mal su padre lo llevará a altar —comenta Rachel.

—Oh, su padre no puede saber esto, vamos a tener que drogarlo a él también —agrega Ty—. Esto va a ser un desastre.

—No puede ser un desastre —acota Mahony—. Ahora está drogado, pero cuando se le pase el efecto y vea que algo mínimamente salió mal en la ceremonia no nos hablará jamás.

—¿Tomó la pastilla por cuenta propia? —interrogo.

—No, su madre la puso en su botella de agua, nos consultó primero, claro, no pensamos que lo drogaría tan fuerte y tan rápido —dice Didi—. ¿Deberíamos decírselo a Xavier?

—No sé cómo reaccionaría Xavier a esto —responde Ty—. Debería decírselo a Eric.

—Pues voy a decírselo a Declan también —Mahony saca su celular.

—¿En serio? —Ty levanta una ceja.

—¡Su hermano está drogado! Debería saber —espeta ella.

—Pues aprovecha y que se lo diga a Eric —dice Ty mientras aún está arreglando mi cabello—. Yo todavía tengo trabajo que hacer.

—Demonios ¿Desde hace cuánto que Benjamin no se drogaba? —pregunta Rachel y todos la miramos—. Oh por favor, todos aquí lo sabemos... es gracioso.

—No va a ser gracioso si vomita en medio de sus votos —Ty resopla—. Espero que esto haya valido la pena, Amber —me susurra mientras me está rizando el cabello.

—¿Quieres la verdad?

—Quiero todos los detalles... en cuanto terminemos con la boda del siglo. 

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