El beso fue avasallador para el menor, Kerr le tocaba mucho más allá de la piel blanquecina y tersa.

Uno bajo el otro en la espléndida cama donde se derrocharía una pasión de una sola noche en el que los dos, más que dejar unos cuerpos sudorosos, lamentarían ser uno del otro tras los recuerdos que significaría no poder olvidar el momento estando separados.

Suspiros. Mordiscadas. Arañazos en la espalda del mayor, la leve agitación y palpitar entre las piernas de este, enojado dio vuelta a G78, lubricando con una especie de líquido la abertura para amenizar el dolor. Estuvo unos minutos mientras solo tocaba y prodigaba besos en la columna de la piel erizada, bajando a unas posaderas redondeadas que apretujó y mordió levemente en el proceso.

El quejido, el sonrojo del menor, la mordida de labios que vio de soslayo no aguantó el reemplazar sus dedos por su miembro y entrar lentamente concibiendo el pensamiento de la estrechez que bien no estaba acostumbrado; su pecho se llenó de un estremecimiento raro por lo que se suponía ese dato que debería ser irrelevante para sí mismo, ya que, estaba siendo utilizado a base de un contrato bajo juramento y su propia palabra. Se quedó quieto aunque este se moviera de una forma más profunda en busca de algo que ni siquiera su mismo ser entendía. Salió para no dañarlo.

Pensó Kerr que era mejor acabar todo eso de una vez, pero dejando la ira de lado y el que se hayan utilizado. Se enfoca en el propio placer del menor, con una devoción que sentía desde hace mucho de tener atracción hacia su persona. Y es que quería de sobremanera ser tan cruel pero su lado afectuoso no le dejaba, quería hacerle el amor más que la guerra dolorosa.

Ambos se quedan viendo el rostro uno debajo del otro.

Susurra en su oído, lametea su lóbulo, baja hasta su barbilla, tomando suavemente en una mordida su labio inferior y besarlo delicadamente. Se apoya con el antebrazo izquierdo en el colchón, hundiéndose un poco, mientras recorre con la mano derecha su hombro, brazo, pectorales, cintura.

―No es... Esto que haces no es necesario ―traga saliva con dificultad. Los ojos le escocían por toda la sensación de encuentro que nunca imaginó vivir. Era todo nuevo.

―Déjame beberte como quiera, chico ―sonríe levemente―. Quiero recorrer cada parte de ti, hasta saciarnos de verdad.

Aprovecha en ese momento atiborrar en su cuello más que un beso, lamerle, y succionar en cada rincón hasta arriba del pecho. Kerr solo escuchaba los gemidos del menor como una satisfacción generalizada a todo lo que le estaba haciendo. Se incorporó hasta tomar entre su boca y su mano el miembro del chico y llevárselo hasta dentro.

―Pero que... mmm... Kerr ―volvió a elevar la pelvis, y agarrar la cabeza de este para presionar contra su miembro buscando más contacto.

Estuvo así hasta sentir que su simiente tibia se desbordaba por la punta, y se relajaba por varios minutos. Sin embargo, el menor elevó el rostro para ver como Kerr se salía de la cama buscando algo entre los cajones

Por un segundo le pareció fría la cama estando expuesto a la noche y lo solitario que eso significaba, su cuerpo ardía acá y allá donde fue tocado, mordido, lamido y entregado entre sus manos callosas. Lágrimas silenciosas se desbordaban de sus ojos hasta las sabanas, perdiéndose como aguas cual rocío caen en tierra que se notan en la madrugada pero sabía bien que no se notarían al terminar todo esto cuando el atardecer del mañana se llevara cual rastros de escarchas en el suelo.

Mientras tanto quien se encontraba con dudas y el corazón ardiéndole de una manera que nunca sintió con su mejor amigo, Matt, le estaba carcomiendo la traición que eso suponía. Suspiró auto controlándose para poder terminar el pacto.

Tenía la necesidad de seguir siéndole fiel a un amor imposible a cuesta de su propia felicidad, el tema es que este pequeño no estaría por más tiempo de lo estipulado, por eso, no debía involucrarse de más.

Debía resguardarse.

Cuando obtuvo lo que buscaba, ambos se involucraron en una pasional entrega como nunca lo harían con alguien más. Compartiendo más que el lecho de una noche, amándose y abandonándose a las sensaciones tanto como el mayor y el menor estuvieron satisfaciéndose en otro lugar, donde el presentimiento que le resurge al paciente 0035 sobre su estado de salud con su mujer al lado y alguien detrás de ella. El horror le atenaza el cuerpo que fue demasiado tarde haber pedido auxilio.

Esa persona había ido a buscarlo nuevamente para terminar lo que empezó.

Vi las lágrimas de su esposa, sus mejillas pálidas, ojeras, el cabello algo desaliñado y un hilo de baba que, si bien cerró sus ojos en rendición. Por lo menos pudo decirle cuanto la amaba a ella y a su bebé que tenía en su vientre. Agradeciendo a su mejor amigo y el amor que una vez le tuvo en su adolescencia pero no podía corresponderle porque tenía un compromiso demasiado grande con su familia, y lo tacharían de insano y loco. ¿Amar a un hombre siendo uno? Vaya tontería pensaba a esas alturas, aun si los tiempos cambian, agradecía que la mujer que lo amo incondicionalmente y pudiera corresponderle de la misma manera le haya dado sus mejores días.

-Hoy sí te vas de la tierra, Matías –sonríe el intruso.