💗: veintitrés
Choi SeungHyun es considerado uno de los hombres más ricos y poderosos del país; siendo el dueño total de la compañía de publicidad más grande en Seúl, el alfa ha construido su fortuna a base de esfuerzo y dedicación.
Cuando tenía veinte años su familia lo comprometió con la preciosa heredera de Kim'Automotriz; una talentosa y amable omega de belleza indudable.
Irene para él había significado aquel pilar de confianza y fortaleza que era necesario para sobrevivir en aquel mundo tan competitivo. Juntos eran el equipo perfecto que los había llevado a estar en la cima por años, siendo reconocidos como grandes influencias en el gran mundo de los negocios.
Con su matrimonio y la fusión de las dos grandes familias el prestigio que envolvía a sus apellidos aumentó; SeungHyun y Irene trabajaban de la mano, con el único objetivo de ser mejores cada día.
Cuatro años después de su matrimonio nació su primogénito; un hermoso varón que servía de orgullo para sus padres, y de gran dicha y felicidad para su madre.
Lo nombraron Choi BeomGyu, sabiendo que desde ese mismo momento su hijo estaría destinado para grandes cosas.
Cuando el pequeño BeomGyu tenía cinco años se convirtió en hermano mayor; el matrimonio había dado a conocer al mundo el nacimiento de su segundo hijo, no tardando en recibir miles de felicitaciones y buenos deseos.
Con un matrimonio estable; una escandalosa fortuna asegurada y dos amorosos y hermosos hijos a su lado, era lógico de que se esperase de ellos una vida llena de encanto y seguridad.
Sin embargo, al poco tiempo las disputas entre la pareja dieron comienzo.
Choi SeungHyun tenía una amante, y esa noticia no fue del absoluto agrado de su esposa.
Irene sabía que su esposo nunca llegó a amarla; sus besos y caricias no poseían la pasión que el amor gritaba, pero sí iban acompañados de afecto y cariño. La omega tampoco amaba a su esposo; después de todo, su matrimonio fue por meramente conveniencia, y eso ambos lo tuvieron claro desde un principio. Al estar claros en sus sentimientos, su relación fue más llevadera; eran buenos amigos y se tenían gran confianza, es por eso que la omega no pudo comprender el repentino actuar del hombre con quien había convivido por los últimos once años.
Lo único que tenía claro es que SeungHyyn tenía una amante desde hace algunos meses, y que esa mujer (había descubierto que era una mujer) era la que pudo conseguir lo que ella no pudo en todos esos años.
El amor del alfa.
SeungHyun todavía recuerda la expresión de incredulidad que cruzó por el rostro de su esposa cuando en una noche lluviosa le confesó que estaba enamorado; que había aprendido a amar, y que por ese amor estaba dispuesto a abandonarlo todo.
Le había pedido el divorcio, importándole poco si perdía toda fortuna y estatus; siendo lo único que rondaba en su mente y corazón el estar con aquella humilde mujer que había conocido por casualidad, calificándola como lo mejor que le había pasado en su vida.
Porque esa omega que se dedicaba a vender periódicos era el amor de su vida.
Su alma predestinada.
Cuando sus miradas se cruzaron por primera vez, su lobo se lo aulló a gritos; y fue en ese momento que SeungHyun supo el verdadero sentido de su vida.
Quería amarla sin ataduras, y para eso debía librarse de todas las cadenas que lo ataban a una mujer excepcional; pero, que simplemente veía como una buena amiga.
"Lo siento, Irene; pero mi corazón pertenece completamente a Seoli y no puedo vivir sin ella"
La confesión se le había hecho más amarga de lo que imaginó.
"Sé que la amas, SeungHyun; pero también debes saber que omitiendo lo nuestro, tienes dos grandes responsabilidades que deben pesar tanto como lo hacen tus sentimientos por ella; y esos son tus hijos"
El alfa lo sabía; después de todo, su matrimonio con Irene había tenido frutos, y esos eran sus queridos cachorros.
Choi BeomGyu y Choi NamJoon, dos pequeños niños que no tenían la culpa de todo lo que estaba pasando.
El escándalo de que Choi SeungHyun tenía una amante fue tan grande, que fue inevitable para ambas familias el no involucrarse; los padres del alfa le exigieron dejara su aventura a un lado, si no quería conocer las verdaderas consecuencias.
"Irene es tu esposa; una omega que está a tu nivel, no puedes rebajarte ante una muerta de hambre aprovechada que solo quiere tu fortuna"
Habían sido las palabras de su padre, y ese fue el gran desencadenante de la primera y gran pelea entre ambos alfas.
"Debes dejarla"
"Ya tienes una familia, te exijo la respetes"
"Un verdadero alfa no cae en tales bajezas"
"No sigas manchando nuestro apellido"
"Eres una deshonra"
Las exigencias aumentaron y desde ese momento cada uno de sus pasos era monitoreado; incluso Irene llegó a sentir pena por él, pues era la única testigo de la desdicha y dolor que el alfa sufría cada noche en un silencio doloroso.
Porque estar alejado de su destinada era peor que mil acuchilladas en el corazón.
De tantas presiones la imponente familia había logrado lo que quiso. Una tarde de otoño, Choi SeungHyun había citado a Seoli después de meses sin verla.
Y ahora le tocaba despedirse de ella.
Por más que esperó no hubo rastro alguno de la omega; sabiendo que desde esa tarde su corazón quedaría con una herida grande que nunca podría sanar.
Cada día volvía a aquel lugar, con la leve esperanza de poder verla; los intentos fueron disminuyendo con el tiempo, hasta que llegó el momento en el que su mismo lobo le pidió parar, que ya no siguiera insistiendo.
Y así lo hizo.
El gran alfa de negocios había vuelto, pero con una frialdad tan grande que lo obligó a encerrarse en sí mismo.
Nunca supo que fue de su amada; tan solo resignándose a vivir con una vida fría y planeada, con el dulzor amargo de los recuerdos.
Sin saber que Seoli se había alejado de él porque había descubierto su engaño; que era un hombre casado, que tenía dos hijos y un gran futuro por delante; le dolió el hecho de enterarse de que siempre fue la otra, la amante de turno que le dió momentos cortos de placer y que nunca estaría a la altura de aquella hermosa mujer que le tomaba de la mano en eventos importantes.
No, ella no pertenecía a esa vida; su destino era la desdicha y el olvido, la inseguridad del mañana y el temor a lo desconocido; mientras su cuerpo maltratado sufría los estragos que la pobreza arrastraba, sintiéndose morir sola y ahogada en su miseria.
Ella no era millonaria.
Ella no era hermosa.
Ella tan solo había sido la amante.
Había destruido una familia sin saberlo.
Ella no valía la pena.
Estaba sucia y muerta en vida.
Es por eso que se alejó antes de que el alfa lo hiciera; cortó de tajo toda relación y sentimiento bonito; desapareciendo del mapa sin que nadie lo supiera.
Ya no estarían juntos, y nunca volverían a verse.
Y era mejor así.
Después de todo, nunca podría pertenecer a aquel mundo en el que su amado estaba tan arraigado.
Ni ella, ni el cachorro que llevaba en su vientre.
Cuantas veces no había soñado con encontrar a su amada, y aunque los años habían pasado él realmente quería creer que siempre habría una oportunidad para ellos.
Pero qué equivocado estaba.
Cuando Lyn, la hermana de aquella mujer que amó y la cual aún ama lo contactó para comunicarle que debía hablar algo importante con él, SeungHyun estaba seguro de que se trataría de su amada Seoli.
Y no se equivocó.
Más toda esperanza desapareció como una fuerte ráfaga mortífera cuando la omega frente a él con lágrimas en los ojos y mirada destruida le había comunicado la tan terrible noticia.
"Seoli murió hace seis meses"
El sentimiento de desolación que invadió en lo profundo de su pecho fue mortal; su amada, su pequeña había muerto y en todos esos años él no había hecho nada por encontrarla. Amargas lágrimas fueron derramadas, valiéndole muy poco la imagen tan deplorable que estaba dejando ver; en esos momentos nada importaba, su única concentración estaba en sacar todo el amargo de su pecho y sentir a carne viva el insoportable dolor de la pérdida.
"Tuvo un hijo; un hijo de ambos"
Aquella confesión causó en él el efecto de un maravilloso sedante; sintió como su lobo aullaba en dolor ante el conocimiento de un pequeño cachorro el cual nunca había sabido de su existencia.
Un hijo.
Un hijo con su predestinada.
El fruto de su amor.
Su pequeño, cuánto necesitaba verlo y abrazarlo.
¿Se parecería a él?
¿Sería como ella?
Quería verlo, encontrarlo y hacerle saber que desde el primer instante que supo de su existencia lo amó con todas sus fuerzas.
¿Cómo habrá sufrido la pérdida de su madre?
¿Estará solo?
¿Dónde vive?
Todas esas preguntas las había hecho a Lyn, quien con una sonrisa temblorosa había respondido a cada una de ellas.
"Es un chico muy valiente que ha salido adelante; tiene dos hermanos preciosos que son la luz de su vida y aunque le dolió la pérdida de su madre supo darle frente a la vida"
Su pequeño había sufrido y él no estuvo para cuidarlo.
Era un pésimo padre; incluso BeomGyu y NamJoon eran lejanos, y todo por su comportamiento ausente.
Debía cambiar, para compensar a sus hijos todo el mal que había hecho.
Toda esa tarde la había ocupado para pensar como nunca antes lo había hecho, Lyn estuvo presente y respetando su silencio; en todos esos años había guardado de manera fiel el gran secreto de su hermana mayor, más creía que ya había llegado el momento de contar aquella verdad y entregar aquel papel que terminaría por aclarar cada una de las dudas que yacían plasmadas en el rostro del alfa.
Suspiró y sacó aquel papel arrugado y sellado, deslizándolo de manera lenta a través de la madera de aquella mesa que los dividía en aquella cafetería.
—Antes de morir escribió esto para ti; me dijo que ahí te explicaba lo qué pasó y que te la entregara cuando creyera conveniente —suspiró, mientras se ponía de pie—. Solo te pido que cuando la leas no juzgues a mi hermana; en ese momento, ella creyó que hacía lo mejor por su hijo.
—Nunca la juzgaría —expresó el alfa, sus manos temblorosas aferrándose al papel.
—Bien, creo que ya no tengo nada más que decir —sonrió tenue—. Haz lo correcto, Choi SeungHyun, y no tengas miedo esta vez.
Ella salió de aquel lugar encontrando un poco de paz interior.
El alfa abrió aquella deteriorada carta, y aún con sus ojos llorosos comenzó a leerla.
SeungHyun; mi amor, ¿Cuántos años han pasado? Muchos, mi mente mantiene tus recuerdos y con ellos he podido respirar.
No quiero remover el pasado; ambos sabemos en qué fallamos y en qué no, tan solo quiero decirte una vez más que te amo; y de paso agradecerte por el hermoso regalo que, sin tú saberlo, dejaste en mi vientre.
Sí, tuvimos un precioso hijo.
Admito que se parece un poco a mí; pero en carácter es idéntico a ti; sin contar con el cabello y hermosos ojos que te heredó.
A veces, cuando lo veo a los ojos me pierdo en mis recuerdos; en él puedo verte con claridad y saber que alejarme de ti fue lo mejor que pude haber hecho.
Tu mundo es un lugar oscuro lleno de avaricia y ambición, y yo no quería que mi pequeño fuera víctima de tanta crueldad.
Perdóname por no habértelo dicho, pero sabía que si lo hacía tú dejarías tu vida; dejarías a los hermosos hijos que ya tenías, y dejarías a la gran mujer que me ayudó.
Sí SeungHyun; Irene me ayudó en mis peores momentos y fue un pilar para mí cuando más lo necesité.
Espero que aún sigas con ella, es una gran mujer que nunca mereció la traición de la cual la hicimos víctima.
Por supuesto que no acepté su ayuda por tanto tiempo; solamente lo hice mientras encontraba un lugar mejor y me estabilizaba, y cuando por fin lo logré volví a desaparecer para que ella tampoco me encontrara.
Si nunca te lo dijo agradécele de mi parte, y dile que es una mujer digna de confianza.
Llegaron los momentos duros; no quiero entrar en detalles, tan solo te diré que tuve dos hijos más; las circunstancias en las que fueron concebidos no fueron las mejores, pero eso no quitó el hecho de que los amara con locura.
Por favor alfa, perdóname.
Ahora estoy muriendo; mi lobo no soportaría una eternidad con tu ausencia y por fin ha llegado mi momento de partir.
Quiero agradecerte por los momentos maravillosos que me diste; me siento feliz al saber que pude dar todo por mis hijos y por ti.
Puedo irme tranquila.
Solo quiero pedirte de que si deseas buscar a nuestro hijo lo hagas; nunca le hablé de ti y lo lamento, pero debes entender el temor que sentí en ese momento.
Si él te rechaza no desistas; lucha por su amor y cuídalo por favor, cuida de mis cachorros que son lo más valioso que tengo en el mundo, un mundo que estoy obligada a dejar.
El saber que los dejaré solos me parte el alma, pero una pequeña esperanza nace y vive en mí, sabiendo que tú podrás salvarlos.
Una petición egoísta que me he atrevido a hacer.
Por nuestro amor, por todo aquello que llegamos a sentir, te ruego que los busques.
Solo así podré estar en paz.
Te amo infinitamente.
Espero que en nuestra próxima vida nuestro destino sea diferente.
Att: Seo, la pequeña amante que llegó a amarte incluso más que a su propia vida.
Chamchamchaaaaam
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