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💗; veintinueve

Las lecciones no fueron tan malas después de todo. Taemin había demostrado infinita paciencia con el pequeño rubiecito, quien a su vez hacía todo lo posible para captar rápido y no estresar más al amable instructor.

A SooBin realmente le agradaba aquel omega sonriente de grandes dotes para la danza.

La experiencia había sido grandiosa para él; había descubierto un singular talento para bailar que creía inexistente, las felicitaciones de su maestro y la mirada orgullosa que siempre le daba creaban una inmensa alegría que burbujeaba en su pecho llenándole de calidez.

"Eres muy talentoso, SooBin"

El omega nunca imaginó que aquella pequeña frase le haría tan feliz.

La coreografía que debía memorizar era sencilla y le gustaba; la melodía del vals le relajaba, facilitándole el aprendizaje de cada uno de los pasos. Lo único malo era una sola cosa.

Tenía que estar muy, mucho, demasiado apegado al anciano.

Y a Taemin se le había ocurrido en aquella tarde que por ser la última lección, alfa y omega tenían que ejecutarla en pareja.

"Así se van familiarizando de a poco, y mañana en el baile no tendrán problemas"

A SooBin le temblaba todo de tan solo imaginar que en cuestión de horas estaría bajo el ojo de miles de personas bailando con un hombre ridículamente millonario con aires de grandeza.

Pero había aprendido la lección, y esa era nunca más volverle a ayudar a la señora Lee.

Ahora, se encontraba frente al pelinegro; sus ojitos entrecerrados en amenaza a la espera de que el mayor le pusiera un dedo encima para morderlo.

YeonJun suspiró por incontable vez y arrastró la mirada hacia Taemin, quien les veía con ojos brillantes. El alfa gruñó frustrado, por mucho que haya tratado de aclararle de que la garrapata no era su pareja, el otro omega simplemente se negaba a creerlo; diciendo barbaridades y asegurando de que solamente lo negaban para mantener su relación en una especie de secreto que, si el mayor era sincero, no le creaba mucho sentido.

Con el tiempo decidió dejar el asunto por la paz y que Taemin pensara y viviera en el mundo de sueños que quisiera.

Por el momento, lo importante era tratar de poner sus manos en la pequeña cintura del rubio sin morir en el intento.

Nuevamente trató de acercarse, pero un gruñido proveniente del rubiecito lo hizo maldecir.

—Tienes que dejar que me acerque, maldición —murmuró Yeonjun, SooBin frunció el ceño—. Solo así terminaremos esto de una buena vez.

—Todavía falta mañana —contradijo el menor.

—Mañana será un solo baile, pocos minutos que pasarán rápido si cooperas.

SooBin observó a Taemin. —¿Es necesario?

—Mañana harás el baile con Yeonjun —la respuesta fue clara.

El menor decidió dejar de resistirse y fue cediendo a regañadientes. Cuando los mayores notaron el leve cambio en el rubiecito se apresuraron a iniciar con el último ensayo antes de que SooBin pudiera arrepentirse.

—Bien —la voz de Taemin inundó el lugar—. YeonJun, necesito que con mucho cuidado invites a tu pareja a bailar —indicó, el alfa asintió con aburrimiento—. Por favor, hazlo con elegancia, como todo un caballero haría.

El pelinegro se posicionó frente al menor e inclinó su cuerpo hacia adelante en una perfecta reverencia; una sonrisa llena de encanto cubrió el varonil rostro, mientras tomaba una de las pequeñas manos del omega dejando un suave beso en el dorso de ésta.

—Joven Choi, ¿Me concedería el honor de bailar conmigo bajo el cielo iluminado por un millón de estrellas?

Y SooBin rompió en carcajadas.

El pelinegro soltó de manera brusca la pequeña mano que sostenía y se alejó un par de pasos, esperando con un poquito de paciencia y mucha impaciencia a que la garrapata dejara de reír.

—No le veo lo gracioso —comentó con voz seca, cruzándose de brazos y tensando el rostro.

El menor seguía riendo. —Es que... —más risas—; "bailar conmigo bajo el cielo de un millón de estrellas" —imitó la voz del alfa de manera cómica—. No estamos en ningún dorama.

—SooBin; entiendo tu punto, pero lo que YeonJun hizo fue seguir la etiqueta que se pide al bailar un vals de manera formal —Taemin tuvo que intervenir—. Ya habíamos ensayado eso, recuérdalo.

—Lo recuerdo —el menor limpió una pequeña lágrima ocasionada por sus burlas—. Pero, ¿Es necesario lo de un millón de estrellas?

El omega mayor ladeó la cabeza mientras pensaba. —De hecho, no.

La mirada de ambos omegas viajó a Yeonjun, quien se sonrojó levemente ante el rumbo que estaba llevando la conversación.

—Solamente quise agregarle ese toque galante a la situación —se defendió, pareciéndole más interesante ver el piso del salón que a sus acompañantes—. Pero si les parece de más, puedo omitirlo y hacer la invitación que normalmente se usa.

—¿Y cuál es esa? —preguntó SooBin con curiosidad.

—"¿Le gustaría bailar conmigo?" —respondió Taemin.

Y al rubiecito le pareció más bonita la invitación con tono galante; por supuesto que nunca lo diría.

Era una suerte que Taemin estuviera para eso. —La verdad me gusta más la invitación que tú hiciste —reconoció, el alfa hizo una mueca de desinterés—; es más íntima y no se escuchó vacía, creo que deberíamos quedarnos con esa —aplaudió feliz, luego miró al pequeño a su lado—. ¿Tú qué opinas?

—C-cualquiera de las dos está bien —dijo quedito.

—Entonces está resuelto, nos quedaremos con la primera —asintió Taemin—. Ahora, volveremos a empezar y por favor tómenlo en serio.

—Díselo a SooBin —refunfuñó el alfa.

—Se lo digo a los dos —Taemin frunció el ceño—. Si hacen bien aunque sea un ensayo los dejaré tranquilos —comunicó, ganando la total atención de los dos contrarios—; pero deben hacerlo de manera perfecta, sin que haya necesidad de que intervenga, ¿Quedó claro?

Obtuvo una respuesta afirmativa por la caótica pareja, la cual no tardó en posicionarse en el centro del salón.

—Pueden iniciar —dijo Taemin, dándole play al reproductor de música.

YeonJun nuevamente se acercó al omega rubio e hizo la perfecta reverencia, una sonrisa suave y de cortesía ofrecía sus finos labios; sonrisa que fue correspondida por el menor de manera sublime.

El delicado roce de los labios del mayor con la piel del rubiecito era un toque que estremecía a ambos; sin embargo, trataron de mantener la compostura y recordar cada uno de los pasos para que el ensayo se realizara con éxito.

—SooBin, ¿Me concederías el honor de bailar conmigo bajo el cielo iluminado por un millón de estrellas? —la pregunta tenuemente modificada volvió a salir de los labios del alfa.

El menor demostró una sonrisa brillante, mientras sus labios expulsaban la respuesta que Taemin le había enseñado.

—Será un completo placer para mí el acompañarle en este mágico momento.

Y solo cuando el vals dió comienzo, fue que los tres presentes en el salón supieron que aquel ensayo sería todo un éxito.

—Pero, ¿Por qué tuve que venir?

TaeHyun y NamJoon rodaron los ojos ante el nuevo berrinche del rubiecito.

Luego de que el ensayo finalizara SooBin había tomado sus cosas e intentado salir de la mansión; desafortunadamente estaba siendo esperado por ambos omegas mayores, quienes le comunicaron que debía acompañarlos para hacerse la prueba del traje que usaría para la fiesta.

El rubiecito había tratado de negarse, alegando que las medidas se las habían tomado días atrás y que con eso era más que suficiente. Sin embargo, TaeHyun le explicó que era necesaria aunque fuese una prueba, para que él expresara al diseñador cualquier inquietud que tuviera referente al atuendo.

Y pese a tantas excusas que fue elaborando y expresando en el camino, ahí estaba, frente a la puerta de aquella lujosa mansión que según le habían informado pertenecía a uno de los mejores diseñadores del país.

—La prueba es necesaria, pequeño SooBin —respondió el mayor, dando suaves caricias a su abultado vientre.

—Yo no entiendo de estas cosas —murmuró.

—No te preocupes por eso, cosita tierna —animó NamJoon —. Solamente es probarte ropa y decir que te parece; no es algo complicado.

El menor veía la lujosa mansión frente a él, arrugando la nariz cuando un pensamiento cruzó por su mente.

—Esto debe ser extremadamente caro.

—Por los gastos no te preocupes —TaeHyun tomó la mano de SooBin y lo guió al interior del lugar—. YeonJun pagará todo.

El rubio quería decir que aquello era lo que más le molestaba, pero todas sus palabras quedaron bien guardadas cuando entraron al bonito lugar. Paredes de un rosado pálido y un mármol blanco los recibieron, provocando una sonrisa resplandeciente en el menor al ver el bonito decorado.

—¿Te gusta? —preguntó el pelirrojo.

SooBin asintió con energía. —Es muy bonito.

—Es la casa de modas de la gran diseñadora, Choi Irene —informó TaeHyun —. Mi suegra, y madre de NamJoon.

El mencionado sonrió ampliamente. —Me alegra mucho que mi madre se haya animado a diseñar, la verdad es que su talento es grandioso.

—¿L-la mamá de Nammie hyung? —preguntó el rubiecito, sintiéndose muy sorprendido.

TaeHyun asintió, los tres iban caminando por uno de los pasillos principales hasta llegar al estudio de la diseñadora.

—La señora Choi es muy talentosa —aseguró el mayor—. Estoy seguro que tu atuendo te gustará, y si no es así puedes decírselo con toda confianza —sonrió con amabilidad—. Ella es un amor, y siempre querrá que te sientas bien y cómodo con lo que usas.

SooBin asintió sin decir nada; caminaron un poco más hasta que estuvieron frente a dos grandes puertas de color rosa y blanco con pequeñas incrustaciones en dorado. El mayor tocó el pequeño timbre, y en cuestión de segundos una hermosa mujer de cabellos color chocolate y brillantes ojos verdes les sonreía con cariño.

—¡Mami! —chilló NamJoon lanzándose a los brazos de la risueña mujer.

—Mi bebé ya no es tan bebé —sonrió la mujer, dejando besos mimosos en las mejillas de su cachorro.

Los suaves aromas de miel y vainilla llegaron a las fosas nasales del rubiecito; llenándole de seguridad y calidez, además de un pequeño sentimiento de reconocimiento que llegó a sorprenderlo un poco.

—Hola, Irene —saludó TaeHyun, recordando que su suegra detestaba los honoríficos.

Irene dejó que su cachorro revoltoso curioseara en su taller y le sonrió a su yerno.

—Hola TaeHyunie —sus ojos brillaron al ver la pancita del omega—. ¿Cómo se está portando este pequeño angelito? —preguntó con voz mimosa, dando suaves caricias al vientre del menor.

—Es muy tranquilo —informó el castaño—. Hasta el momento no me ha hecho pasar momentos difíciles.

—Eso es bueno —rió ella, y de pronto sus verdes ojos tan idénticos a los de su hijo menor chocaron de lleno con unos profundos azules.

SooBin dió un saltito en su lugar cuando la omega lo miró directamente; queriendo mirar hacia alguna otra parte y fallando en el intento.

—SooBin —llamó TaeHyun —. Ella es Chou Irrne, la diseñadora encargada de tu atuendo —luego observó a la mayor—. Él es Choi SooBin, un gran amigo nuestro y la pareja de Yeonjun para la fiesta de inauguración.

El pequeño caminó un par de pasos de manera vacilante, su mirada tímida recorriendo el hermoso rostro de la mayor, la cual lo veía en una extraña mezcla entre el desconcierto y la sorpresa.

Ella le sonrió, una sonrisa auténtica que le hizo sentirse seguro. —Es un placer verte, querido —luego recordó algo importante—. ¿Cómo están tus pequeños hermanos?

—¿Mis hermanos? —ante la mirada confusa del pequeño, TaeHyun aclaró.

—Irene es la que paga las becas de tus hermanos en el colegio.

La mayor se sorprendió ante el impacto que recibió su pequeño cuerpo; los demás omegas miraron con ternura el cómo el pequeño rubiecito abrazaba a la mayor, mientras su boca dejaba escapar pequeños y constantes balbuceos.

"Gracias"

"Gracias"

"Gracias"

Irene sonrió con un poco de tristeza; sus brazos rodearon el cuerpo del pequeño omega donde su aroma maternal se encargó de cubrirlo para que se sintiera cómodo y seguro. Separó un poco el cuerpo del menor y le miró profundamente, sonriendo al percatarse de algo.

<<Es tan idéntico a ellos>>

SooBin se sonrojó. —Lo siento, es que me emocionó el saber que usted es la persona que hace posible que mis hermanos estudien en un colegio tan caro.

—Es lo mínimo que puedo hacer —sonrió, decidiendo dejar de lado ese tema preguntó—. Así que, ¿Eres la pareja de Yeonjun, eh?

—No por gusto —refunfuñó ceñudo, causando ternura en sus mayores.

—Tengo dos trajes para ti —informó, caminando hacia dos maniquí que yacían cubiertos por una suave tela blanca—. El tema que me mandaron es realeza, y mi último viaje me sirvió de inspiración —retiró la tela que cubría los trajes, ocasionando jadeos de sorpresa.

Uno era un hermoso conjunto de color negro con detalles plateados, tenía pequeños diamantes incrustados al rededor de los botones y una hermosa capa de terciopelo negro con bordes tejidos a mano, con hilos de plata como accesorio.

—Príncipe de invierno —dijo Irene, situándose al lado del traje negro—. YeonJun irá como el rey de la nieve, así que pensé crear un traje que le hiciera juego —explicó—. Este diseño es el príncipe de invierno; como pueden ver, los detalles son simples, pero elegantes, dejando el absoluto protagónico a la capa bordada con plata.

—¿Y ese? —el rubiecito apuntó el segundo diseño, el cual era el que le había gustado más.

Se trataba de un conjunto de un hermoso celeste con tonos dorados; las escarapelas que habían a cada lado de los hombros brillaban con hermosura bajo las tenues luces de la habitación; la tela se veía más delicada y brillante, logrando que la atención del omega estuviera puesta en él, descubriendo que aquel traje le gustaba mucho más de lo que debería.

Irene sonrió. —Príncipe de cristal —informó con orgullo—. El diseño de esta pieza es un poco más complicado, y debido a su minuciosa estructuración y adornos no me vi en la necesidad de agregar una capa como accesorio, ya que el conjunto logra brillar por sí solo —asintió, luego miró al rubiecito—. Si permites mi opinión, creo que este conjunto se vería mejor en ti; realzaría tu belleza e inocencia en un perfecto balance —TaeHyun y NamJoon asintieron en acuerdo—. Además, tus preciosos ojos azules brillarían más con este traje.

Y SooBin estuvo completamente de acuerdo cuando se probó el traje; la pieza encajaba en su cuerpo de manera perfecta, haciéndosele imposible el poder detectar algún defecto. Supo que aquel traje era el indicado cuando se encontró sonriendo frente al espejo.

Porque se sentía bonito.

Un príncipe.

Un hermoso y auténtico príncipe de cristal.

—Yeonjun, ¿Por qué estás tan nervioso?

El pelinegro miró a su madre, ambos sentados en la sala de estar de la mansión del menor.

—Mañana será la fiesta de inauguración.

—E irás con SooBin —dijo ella, riendo ante la sorpresa plasmada en el rostro de su hijo—. NamJoon me lo dijo.

—No me sorprende —bufó.

—¿Me dirás por qué estás tan nervioso? —volvió a preguntar ella—. Sabes que puedes confiar en mí, ¿No?

—Porque iré con SooBin —respondió con voz baja, decidiendo que ser sincero con su madre le ayudaría de algún modo.

—¿Y cuál es el problema? —preguntó ella con tranquilidad.

Él la miró, y Jessi pudo detectar un extraño brillo en los ojos de su hijo.

—Que no debería gustarme tanto la idea.






El amor es una magiaaaa~

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