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💗: veinticinco

Yeonjun sabía que estaba a nada de perder el poquito de paciencia que le quedaba.

Si sus cálculos no le fallaban, llevaba diez minutos ahí de pie, esperando para entrar en la residencia Choi. De hecho; la puerta ya había sido abierta un par de veces por un cachorro que no conocía, pero éste al verlo siempre terminaba huyendo y cerrándole la puerta en la cara.

Había sido un ciclo repetitivo y tonto; él presionaba el timbre, esperaba unos segundos y casi al instante pisadas rápidas se escuchaban del otro lado, para posteriormente ver la puerta abrirse; llegando al mismo momento donde sus ojos se cruzaban con los del infante, quien al verlo gritaba asustado, cerrándole la puerta en el proceso.

<<Odio a los niños>> anunciaba su mente, y Yeonjun se felicitó por sus pensamientos.

Volvía a llamar a TaeHyun porque el idiota de BeomGyu no tomaba sus llamadas; un tono, dos tonos, tres tonos y nada, estaba a punto de rendirse y largarse de ahí, cuando nuevamente escuchó el sonido de la puerta al ser abierta.

Esta vez se trataba de una niña un poco mayor que el mocoso gritón; Yeonjun la miró en silencio, esperando el momento en que ella también le cerrara la puerta en la cara para así mandar todo al carajo.

Pero nada de eso ocurrió.

—Lo siento mucho, señor —hizo una profunda reverencia—. Mi hermano tiene la mala costumbre de cerrarle la puerta a personas que no conoce.

Hueningkai nunca dejaba las buenas costumbres.

El pelinegro analizó de manera crítica a la niña que tenía frente a él; los suaves y débiles aromas le dijeron que se trataba de una pequeña omega recién presentada.

—¿Qué? —preguntó—. ¿Tengo algo en la cara?

Aquellos mocosos le veían de manera extraña. La niña con el entrecejo fruncido, como si estuviese tratando de recordar algo; mientras que el gritón lo veía como si fuese una obra de arte que por primera vez era admirada.

Yeonjun no podía culparlo.

—Uh, creo que oppa tenía razón —el comentario de la niña provocó que la mirara—. Usted luce bastante mayor.

La ceja derecha del alfa tembló.

¿Aquella cipota le había dicho viejo?

Bufó, la niñez en esos días no era muy educada que digamos, así que no podía exigir mucho al respecto.

Ash, por eso detestaba tanto a los niños.

—Tú eres bastante enana y yo no te ando diciendo cosas —gruñó el alfa.

Bahiyyih alzó una ceja. —Eso es porque todavía estoy en mi etapa de crecimiento, ¿Usted, que excusa tiene?

—Esto es ridículo —refunfuñó Yeonjun.

¡Y así era! Se sentía como un completo tonto al estar en la puerta de entrada discutiendo con una niña que ni conocía, mientras era admirado por el otro enano chillón.

—Noona, deja pasar al señor bonito —murmuró Hueningkai, sintiendo sus mejillas rojitas cuando el alfa lo miró.

—Él si sabe de gustos —apremió Yeonjun con una sonrisa de suficiencia.

La omega lo miró con suma molestia, en el mismo momento que colocaba a su hermano enamorado tras ella.

—No se acerque a mi hermano —gruñó.

—No pensaba hacerlo —dijo el mayor, luciendo ofendido.

Ella entrecerró los ojos con sospecha. —No le creo, tiene la cara.

—¿De qué?

—De pedófilo.

Santa mierda.

Que alguien llegara y le quitara de su camino a aquel par de mocosos, por favor.

—¡Bahiyyih!¡Hueningkai!

Ambos niños voltearon hacia el interior de la casa y sonrieron en grande cuando sus ojitos captaron a su hermano mayor.

—¡Oppa!

—¡Hyung!

Soobin recibió gustoso el choque de ambos cuerpos contra el suyo, dejando un beso amoroso en la coronilla de cada uno.

—¿Por qué tardaron tanto en hacer lo que TaeHyun hyung les pidió?

—Hueningkai y sus manías —la pequeña rodó los ojos.

—Ñoooo —canturreó el menor—. Es que me dió penita.

El rubiecito le miró con extrañeza. —¿El abrir la puerta?

Hueningkai jugó con sus deditos, meditando si era buena idea contarle a su hermano mayor o no; con ayuda de sus manos hizo un gesto para que Soobin se inclinara a su altura, y solo cuando se sintió seguro fue que confesó en un pequeño susurro tímido.

—Es que es muy guapo, hyung.

—¿Quién es muy guapo? —preguntó Soobin, usando un tono igual de bajito y secreto.

—El señor de la entrada —confesó con un chillido tímido.

El rubiecito levantó la mirada y sus ojos impactaron de lleno con la oscura mirada del alfa que ya conocía.

Yeonjun permanecía de pie en la entrada; había decidido que lo mejor sería no contar el tiempo que llevaba esperando para poder entrar a la casa porque sabía que si lo hacía perdería la poquita paciencia que le quedaba. En su lugar, se había dedicado a mirar con una delicada arruga bailando en medio de sus perfiladas cejas la escena montada frente a él.

No tardando mucho en comprender.

Aquellos mocosos insolentes eran parientes de la garrapata.

Ah, ahora todo tenía sentido.

Obviamente tenía que serlo; quizá primos o hermanos, después de todo, el instinto de Choi Yeonjun nunca fallaba.

—Señor Choi —saludó el omega con una sonrisa tensa—. TaeHyun hyung lo espera en el jardín.

Yeonjun tenía preparadas suficientes municiones para una próxima pelea con el rubio; sin embargo, sería poco cortés de su parte hacer aquello en la casa de sus amigos.

Nada tenía que ver su pánico a un muy malhumorado, hormonal y embarazado omega.

Puf, por supuesto que no.

Entró a la casa y caminó con pasos seguros, atravesando toda la sala de estar en zancadas rápidas; a sus espaldas podía escuchar el acelerado caminar de los infantes, con las agudas e insoportable risas estorbándole en los oídos.

<<Un almuerzo tranquilo, solo eso>> se recordó en el mismo momento que salía al jardín y era recibido por un sonriente BeomGyu.

Aunque sabía que en cualquier lugar que estuviera la garrapata presente, nada sería tranquilo.

—Para la campaña de primavera hemos tratado de jugar con tonos vibrantes; salirnos del asunto de las flores, pero sin dejarlo del todo. Admito que ha sido un completo dolor de cabeza, pero el comité ha insistido en que se envíe el primer muestrario a finales de este mes.

SeungHyun escuchaba con atención las quejas de Yeonjun. Ambos estaban sentados en el lado más alejado del jardín para justamente hablar de negocios.

—¿Ya tienes a las modelos? Si no es así podría ayudarte con eso.

Yeonjun tomó un sorbo de su cerveza. —Hay tres aseguradas; BeomGyu dijo que se encargaría del resto, y que yo me concentrara en el asunto de los contratos.

—Me parece bien —asintió el mayor, sus ojos observaban de manera atenta y cautelosa al omega rubio al otro extremo del jardín.

Una pequeña sonrisa nació de sus labios cuando lo miró jugar con sus hermanos, aún sin poder creer que aquel niño tan bonito fuera su hijo.

De pronto, recordó algo importante.

—Ese niño rubio —empezó, tratando de sonar desinteresado—. ¿Es verdad que trabaja para ti?

El gruñido descontento de Yeonjun le sorprendió.

—Por desgracia —respondió malhumorado—. Mi madre se empeñó en que necesitaba de que alguien cuidara de mí, y ya sabes como es ella.

—Jessi es algo especial —opinó el Choi mayor.

—A que sí —asintió Yeonjun con efusividad, tomando otro sorbo de su bebida.

Todo bien, hasta que SeungHyun analizó lo dicho por su menor.

—Espera un momento —el mayor ladeó la cabeza, tratando de no reírse—. ¿Un niño de diecinueve años cuidando de un adulto de treinta?

Yeonjun se sonrojó.

Aquello sonaba muy extraño y feo.

Carraspeó, tratando de tragarse toda la incomodidad que sentía. —Ya sabes cómo es mi madre.

—¿Y tú lo permitiste? —el mayor seguía aguantando su risa.

—¿Cómo sabías su edad? —Yeonjun decidió cambiar de tema de manera estratégica—. Según recuerdo, no te lo había dicho.

SeungHyun se puso nervioso. —B-bueno, solo basta verlo para saber que sigue siendo un niño.

—Uno bien insufrible —opinó el menor de manera sabia.

El mayor permaneció en silencio por algunos segundos; ciertamente no sabía si llevar a cabo aquello que su mente había creado, no quería levantar la mínima sospecha, además de que ya tendría tiempo para averiguarlo por sí mismo; pero él se conocía perfectamente, y sabía que no podría aguantarse por más tiempo.

Solo esperaba que Yeonjun no se diera cuenta.

—¿Podrías contarme acerca de ese niño?

Bien, no había empezado de la mejor manera.

Aquella petición le pareció extraña al pelinegro, y su desconcierto se lo dió a conocer a su mayor con un perfecto entrecejo fruncido.

—¿Quieres saber acerca de Soobin?

—¿Así se llama? —preguntó, fingiendo sorpresa.

Sabía que estaba sobreactuando.

—Sí —Yeonjun parecía divertido—, así se llama; ¿Por qué quieres saber de Soobin?

El comportamiento nervioso del mayor le sirvió de incentivo a la curiosidad del pelinegro.

—B-Bueno, BeomGyu me dijo que era amigo de NamJoon —hizo una pausa, sin saber como seguir—. Tú sabes que siempre he protegido a mi cerecita, así que quiero saber acerca de a quienes frecuenta.

Se felicitó por su mente inteligente.

—SeungHyun, tu hijo hace rato dejó de ser un niño —le recordó Yeonjun.

—Silencio —siseó—. Para mí siempre será un bebé.

Yeonjun rodó los ojos; su mirada viajó al amplio y bonito jardín, deteniéndose en la imagen de cierto omega rubio que jugaba con los cachorros haciendo casitas de tierra.

Choi SeungHyun tenía razón en algo, y eso era que Choi Soobin seguía siendo un niño.

Uno muy bonito, tanto que le hacía sentirse molesto consigo mismo por tener ese tipo de pensamientos en su mente.

—Choi Soobin —inició, saboreando en sus labios el nombre de la garrapata—. Es un omega ridículamente puntual y mandón; sigue de manera estricta las indicaciones que mi madre le da, y no me deja tranquilo hasta que las cumple —hizo una pausa—. A veces, puede llegar a ser insoportable, por no decirte que todo el tiempo —rió ronco—; es terco, testarudo y siempre cree tener la razón, además de que no le caigo bien —SeungHyun rió ante aquello—. También es tierno, pero ese mínimo roce queda sepultado con la agresividad que siempre tiene —hizo una mueca, tratando de recordar los pocos detalles que conocía del menor hasta el momento—. Es muy trabajador, valiente y tonto en algunas ocasiones; pero lo que realmente apremio en él es que es muy auténtico y sobretodo sincero —la mirada de Yeonjun se encontró con la del rubiecito, no pudiendo detener la sonrisa que nació de sus labios—. Muy sincero.

El mayor limpió la lágrima que se deslizó por su mejilla izquierda de manera brusca; tratando de recomponer su carácter para que su menor no notase algo extraño.

—Parece que lo conoces bien —dijo luego de algunos minutos.

El pelinegro se encogió de hombros. —Supongo.

—Te aconsejo que no seas grosero con él —murmuró el mayor, Yeonjun lo miró—. Es solo un niño, tenle paciencia.

El menor sonrió con cordialidad sabiendo que SeungHyun tenía razón; Soobin era un niño que por causa de su madre había acabado trabajando en su mansión. Aunque seguía sin conocer el motivo que orilló al omega a trabajar a tan corta edad, Yeonjun supuso que sería algo de peso y que no le concernía.

Se puso de pie para ir en busca de otra cerveza; sin embargo...

—¡Fuera bomba!

El potente impacto en su rostro lo hizo trastabillar con sus propios pies.

El alfa pidió paciencia mientras sentía el malestar en sus ojos.

Maldijo mil veces, escuchando de fondo los jadeos asustados cuando él permanecía quieto y con los ojos cerrados.

Con ayuda de sus manos sacudió su rostro, el malestar seguía latente por haber sido tomado por sorpresa; y solo cuando se sintió medianamente cómodo fue que abrió los ojos.

A unos metros de distancia estaba el cuerpo tieso del rubiecito quien le miraba con una mueca de vivo terror.

Yeonjun no dijo nada, y con toda la calma que quería aparentar escupió las pocas partículas de tierra que habían quedado en el interior de su boca debido al fuerte impacto.

Miró sus ropas y jadeó frustrado al verse tan sucio, ¿Y como no? Si aquella garrapata insolente le había lanzado una bola de tierra en la mitad de la cara.

—¿Y así me pides paciencia? —preguntó a SeungHyun, viendo con furia a la desgracia andante que le había ensuciado.

Choi Soobin, siempre tenía que ser Choi Soobin.

OwO💗

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